En el nombre de Dios

Hace ya 1383 años atrás, en el 632 d. C., falleció un hombre de cualidades increíbles y una nobleza de corazón sin límites. Su nombre fue Muhammad (BPD). Muy pronto, la humanidad comprendió que él era el Profeta que Dios nos había prometido en las Revelaciones anteriores para guiarnos a las más hermosas virtudes y felicidad suprema. Él fue el Sello de la Profecía y la Confirmación de las religiones celestiales anteriores, la esperanza de los humildes y el refugio de los pobres, así como para todos los habitantes de la Tierra (sin distinción de sexo, raza, creencias o posiciones económicas).

Por eso la importancia de este día es inmensa para los millares de personas que han depositado confianza en sus palabras. Recordar este día no es lamentarse, es una cordial invitación vestirnos de Luz, vivir como él vivió.

¡Qué mejor presente para esta ocasión que la herencia o legado del Noble Profeta! Este breve folleto que le hemos preparado está concebido para la lectura y difusión del Mensaje Divino, por la cual se puede imprimir de manera rápida y que les resulte una lectura agradable.

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