LUQMAN

Ciertamente, dimos a Luqmán la sabiduría

(Corán, 31: 12)

Luqmán era un hombre tan puro y devoto, que Dios Altísimo le dedicó una surah del Corán, consideración que la Verdad Altísima sólo ha tenido con los grandes profetas, tales como Abraham, Noé, Hud.... Era también un hombre de una gran sabiduría y, a pesar de ser un esclavo negro, carente de posesiones mundanales, poseía un gran conocimiento de su época, una gran fe y una profunda visión de las cosas.

Hamad relata que alguien le preguntó al Imam As-Sadiq (P) quién fue Luqmán y por qué Dios Todopoderoso le otorgó la sabiduría, a lo que el Imam (P) contestó: “Juro por Dios que Él otorgó la sabiduría a Luqmán, no por su linaje o por su riqueza y número de hijos, ni por su fuerza o bello cuerpo, sino por ser un hombre que obedecía las órdenes de Dios al pie de la letra y se abstenía de realizar lo que a Él no le gusta. Luqmán era hombre de pocas palabras, humilde, poseía una amplia visión y un profundo pensamiento. Siempre trataba de enriquecerse con nuevos conocimientos. Nunca durmió durante las horas del día. Tampoco se burló o rió jamás de alguien, pues temía caer en pecado. Siempre estaba de buen humor. Cuando obtenía alguna riqueza de este mundo no se alegraba y si la perdía no se entristecía.

Dios  le otorgó muchos hijos, pero la mayoría de ellos murieron estando él vivo y jamás lloró por la muerte de ninguno de ellos. Nunca pasó entre dos personas que estuviesen discutiendo, sin pararse a mediar entre ellos y tratar de reconciliarlos. Siempre que escuchaba palabras cargadas de sabiduría preguntaba la fuente de las mismas y su significado.

Le gustaba visitar a los sabios y aprender de ellos y solía preguntarles cómo hacer para dominar sus deseos y fortalecer la voluntad. Visitaba a los magistrados, a los reyes y a los gobernantes; a los magistrados les daba sus condolencias por la pesada responsabilidad que Dios les había asignado y  se compadecía de los reyes al ver como se habían aferrado a lo mundano y alejado de Dios.

Siempre cuidaba de tener buenos pensamientos y nunca viajaba, a menos que fuese por causa necesaria, Fue por todas esas razones que Dios Todopoderoso le otorgó la sabiduría.

Consejos de Luqmán sobre la vida

"¡Oh, hijo mío! Desde el día en que naciste estás frente a la muerte y la morada a la que te diriges está mas cerca de tí que aquella de la cual te estás alejando. ¡Oh, hijo mío! Frecuenta la compañía de los sabios pero no discutas jamás con ellos, pues si lo haces, rechazarán tu conocimiento. Toma del mundo lo que necesites y no rechaces todo, pues serías una carga para los demás, ni sientas demasiada inclinación por las cosas de este mundo, pues perjudicarías tu vida futura. Ayuna tanto como puedas, para frenar así tu lujuria y abstente de ello cuando veas que la debilidad te impide rezar, ya que Dios ama más la oración que el ayuno”.

“¡Oh, hijo mío! El mundo es un mar profundo en el que muchos sabios se ahogan. Que tu barca sea la fe, sus velas la confianza en Dios, su timón la paciencia y la perseverancia, tus víveres la piedad por el necesitado, la oración, el ayuno y la abstinencia. Si te salvas habrá sido por la intercesión divina y si te ahogas habrá sido por tus pecados.”

“¡Oh, hijo mío! Si educas a un niño desde su infancia, cuando crezca será una ayuda para tí. No seas amigo de la gente obtusa, ni de los opresores, ni de los lujuriosos. No guardes para tí tu sabiduría, como si fuera un tesoro, pero tampoco se la des a cualquiera.

Consejo de Luqmán  sobre el temor y la esperanza

 “¡Oh, hijo mío! Teme a Dios, pero sin llegar a la desesperación y ten esperanza en Él, pero sin llegar a caer en el engreimiento y la vanidad.”  

Este pequeño consejo encierra  un mundo de sabiduría, pues el temor al castigo divino por las malas acciones cometidas, ayuda a la persona a controlarse, mientras que la esperanza en la misericordia divina es como una luz que ilumina y da calor y, cuando esa esperanza desaparece, el ser humano se hunde en el pesimismo y el nihilismo y es la causa de la incredulidad, pues el desesperar de la benevolencia y el perdón divinos devora la fe y las energías necesarias para remontar el mal proceder.

Refiriéndose a ésto, Luqmán dijo:

 “¡Oh, hijo mío! Teme a Dios, glorificado sea, como si el Día del Juicio fueras a cargar con todos los pecados de los hombres y de los genios y ten esperanza en su perdón como si ese día fueras a poseer todas las buenas acciones de los hombres y los genios. El temor y la esperanza son dos luces de igual intensidad que habitan en el corazón del creyente. Quien tiene fe en Dios, la tiene también en Sus palabras y, por lo tanto, actuará conforme a Sus órdenes y el que las desobedece es porque no tiene fe en Sus palabras.

Consejos de Luqmán sobre cómo escoger  amigos

 “¡Oh, hijo mío! Antes de escoger una casa, escoge a quienes van a ser tus vecinos.”

“¡Oh, hijo mío! Cuando encuentre a una buena persona, esfuérzate por ser su amigo.”

“¡Oh, hijo mío! La soledad es mucho mejor que la compañía de un mal amigo. Aquel que escoge un amigo de malas costumbres no estará a salvo de su contagio y no se librará de las calumnias.”

“¡Oh, hijo mío! Aléjate de las amistades malvadas y  libertinas, ya que su carácter será como el de un perro fiel mientras obtengan de tí lo que desean y cuando te dejen sin nada te criticarán y desprestigiarán.”

En la aleya 17 de la Sura 31 que lleva su nombre podemos leer:

"¡Oh hijito mío! Establece la oración, ordena el bien y prohibe el mal y sufre paciente ante la adversidad . Ciertamente eso si que es dar muestra de fortaleza ante lo que acontece."

Traducción: Martha Golzar

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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