Hay voces plenas de justicia que, a pesar de no estar ya físicamente presentes, su resonancia y eco permanecen y llegan a millones de corazones. La voz física del valeroso Sheij Nimr Baqer al-Nimr fue silenciada el 2 de enero de 2016, después de ser encerrada cobardemente varios años por el reino saudí. Sentían pánico ante la fuerza de aquella voz que denunciaba los crímenes de un régimen que posee las manos manchada de sangre a causa de sus masacres para callar las protestas en busca de justicia en Bahréin, de sus bombardeos a la población civil de Yemen, de su financiación a los asesinos del ISIS, y de sus ocultos crímenes contra peregrinos en el mismísimo lugar Santo de la Meca. Sus ejecutores temían de la firmeza de la palabra de Sheij Nimr, pues como diría el mismo Sheij en un discurso: “El rugido de la palabra es más fuerte que el sonido de las balas”. Les daba pavor la fortaleza de esa voz que denunció al mundo la discriminación que sufren sistemáticamente la minoría shiíta en Arabia Saudita en materias de educación, justicia social, empleos y libertad de credo.

Hoy los asesinos creyendo que con la muerte ahogaron la voz de la denuncia, solo han logrado que ella vuele libre expandiendo su valiente mensaje a todo el firmamento.

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