Un Vistazo a la Biografía del Profesor Murtada  Mutahhari

«Hombres que ansían purificarse…»

(Sura At-Taubah, 9: 108). part I Zohre Rabbani - Sumeia Younes

El resplandor y grandeza de la historia humana se debe a la magnificencia de algunos seres humanos creadores de belleza, quienes, según lo expresado por el Corán, aman la pureza y hermosura, por lo tanto son amados por su Señor. Hombres que al igual que el sol,  muestran sus rostros por detrás de las nubes densas y ofrecen albricias y esperanza a la vida de los demás... Hombres que en la trayectoria de su vida corren los velos de ignorancia y superstición, incredulidad y duda, hipocresía y arrogancia, y continuamente con sus firmes pasos allanan el camino pedregoso de la perfección, y que, respaldándose en su  conocimiento y fe se esfuerzan  por izar la bandera de la nobleza y grandeza humana por sobre las elevadas cimas de la historia. Y en verdad que Shahid Mutahhari fue un pionero en este camino. Un gran hombre del género de los inmaculados, que comenzó a brillar en nuestra era sobre los refulgentes horizontes de la historia del Shi’ismo, y que en medio de la crisis de la expansión de desvíos y alboroto por parte de los demonios que se proponen extinguir la fe, emprendió su sabia marcha en contra del rumbo de la sociedad y la historia, con firmeza en su palabra, sinceridad en su práctica y equilibrio en su pensamiento.

 Y abordó con una fuerte voluntad su lucha contra el frente del politeísmo y el ateísmo, la hipocresía y la vacilación, el rigor y la obsesión, la ignorancia y el fanatismo. Él unió con un atractivo especial el conocimiento y la sabiduría, el Corán y el argumento, la filosofía y el misticismo, con el fin de transformar la amargura de algunas erróneas y ajenas perspectivas en cuanto a la religión, en la dulzura del argumento y la certeza, y, respaldándose en los capitales genuinos en el núcleo de las ciencias y pensamiento islámico y también impresionado por grandes personalidades de su época, como Aiatul·lah Buruyerdi, Imam Jomeini y Al·lamah Tabatabai (r.a.), fundó nuevos métodos en el ámbito de la cultura y pensamiento islámico y abrió ventanas de luz hacia su oscura sociedad.

Su profunda atención hacia los dilemas intelectuales y las necesidades básicas, su concepción profunda de las circunstancias del tiempo y lugar, su correcta visión en cuanto a las ciencias islámicas y su extensos estudios de diferentes escuelas, religiones y culturas, lo habían convertido en una personalidad inigualable, de manera que, en cada tema que tocó encendió una antorcha poderosa, regalando luz y esperanza al triste horizonte de los pensamientos, aunque él, respecto a su maestro ‘Al·lamah Tabatabai confesó:

“Él era un hombre más allá que su propio tiempo y lugar, y la humanidad lo conocerá solo cien años después de él”. Pero debemos reconocer que la personalidad de Mutahhari también, aún se encuentra oculta y escondida para el mundo islámico. Él también fue un hombre superior a su propio tiempo y lugar. Ojalá que, así como el mismo Muttahari albrició respecto a su maestro, en el futuro de la historia se conozcan las dimensiones de su existencia y conocimiento. En esta época, cada día entendemos más lo expresado por Mutahhari ya que cuando tocamos cualquier tópico difícil y problemático en las escenas ideológicas, científicas, políticas y sociales que padecen las sociedades islámicas e incluso no-islámicas, vemos que el Profesor Mutahhari se dedicó a ello con perspicacia y  profundidad. Él ha visto verdades que los demás fueron incapaces de ver en el pasado y en el presente. En esta entrevista nuestro objetivo es presentar brevemente las diferentes dimensiones de la personalidad de este gran hombre en otro aniversario de su martirio, con la esperanza de que sirva de ayuda para los transeúntes del camino de la verdad y perfección, puesto que: «Ciertamente que en sus historias hay un ejemplo para los sensatos». (Sura Iusuf, 12: 111).

Nacimiento:

«La paz fue con él desde el día en que nació…» (Sura Mariam, 19: 15) En la alborada del 13 de Bahman del año 1298 de la hégira solar -correspondiente al año 1919-, abrió  los ojos a la vida un niño bendito en una casa bendecida para la región de Fariman. Su nacimiento es la respuesta a la súplica de un padre devoto, inigualable, y una madre piadosa y creyente: «¡Oh Señor nuestro! Haz que nuestras esposas y nuestra prole sean nuestro consuelo» (Sura Al-Furqan, 25: 73). Lo llamaron Murtada (que significa: “complacido”). Y en verdad que él vivió como Murtada, y se fue de este mundo como Murtada, y en los momentos de elevarse su gran espíritu, se vuelve una corporeización de: Iryi’î ila rabbiki râdiatan mardîan - «¡Retorna a tu Señor, satisfecha y complacida!». (Sura Al-Fayr, 89: 28).

La prueba de ello son sus letanías en las madrugadas, momentos en que, con todo fervor, recita la Sura Al-Fayr y en sus últimas aleyas, Mutahhari se olvida de sí mismo pensando en sus últimos momentos de la vida, y de tal modo se une a su Señor que es como si solo su cuerpo permaneciera en el mundo material y su espíritu se elevase al mundo angelical. ¿En qué hogar puede hallarse toda esta majestuosidad y belleza? Nos dice la aleya coránica: «En casas que Dios ha consentido que sen erigidas, para que en ellas sea celebrado Su Nombre. En ellas le glorifican por la mañana y por la tarde» (Sura Nur, 24: 36).

La familia del Profesor:

Sí, para conocer mejor al Mártir Mutahhari, dialogamos de la siguiente manera con su familia: - Por favor, háblenos un poco respecto a la familia del Mártir Mutahhari, especialmente sobre su padre y madre.

- El hermano del Mártir, el Señor Muhammad Taqi Mutahhari, dice: “Si quisiésemos hablar de los padres del Profesor, primero debemos hablar de su abuelo. Tal como he oído de mi padre, Hayy Shaij Muhammad Husein, su padre fue el fallecido Ajund Mul·la Muhammad Ali, un hombre muy sabio, piadoso y valiente. Él, en un día de un mes de Dhul Hiyyah, partió desde Mash·had hacia la ciudad de Fariman y residió en la antigua mezquita de la ciudad, actualmente conocida como mezquita de Zare’in. Allí, la gente ve que un religioso desconocido ha venido a la mezquita y todas las noches hasta la madrugada, o reza, o lee libros. El gobernador de Fariman le envía un mensaje a nuestro abuelo: “Usted ha venido para disertar. Aquí ya tenemos religiosos suficientes, no sea que usted pierda aquí su tiempo, mejor es que marche hacia otro lugar adonde lo necesiten más”. Él respondió: “Yo aquí ingresé a la casa de Dios y no molesto a nadie. Si es que al gobernador le molesta que yo esté en la casa de Dios me marcho de aquí”. Pasa un tiempo y llega el primero de Muharram y desde la primera noche de este mes comienzan las reuniones para recordar el martirio del Imam Husein (P). Por la noche un señor llamado Sheij Mahdi se sube al púlpito para disertar y habla una hora, y concluye su discurso con rouze (recuerdos emotivos de los trágicos sucesos de Karbalá). Luego de concluir, el Sheij Mahdi le ofrece disertar a mi abuelo. Él, haciendo una seña, le da a entender que no acepta.

Las dos noches siguientes se repite lo mismo. En la tercera noche él responde: “Las dos noches pasadas usted me pidió que disertara. Yo le respondí que no. ¿Por qué insiste tanto?”. Ante esto, el gobernador le dice al Sheij Mahdi: “¡Señor! Por qué le pide tanto que él hable, tal vez el responsable de la reunión no esté de acuerdo”. Apenas el gobernador dijo eso, Ajund Mul·la ‘Ali se levantó, subió al púlpito y se dirigió a la gente: “Vosotros sois testigos de que las dos noches anteriores este respetable señor me pidió que disertara, pero yo no acepté. Si ahora he venido se debe a lo expresado por este señor -el gobernador-, que no sé quién es. Quiero decirle que si la reunión es suya, ¿a qué se deben estas banderas y telas negras y el nombre de Aba ‘Abdil·lah Al-Husein (P) inscripto sobre ellas? Y si pertenece al Imam Husein (P), ¿quién es usted para intervenir?”. Luego realiza un interesante discurso, concluye con un emotivo recuerdo a Imam Husein (P) y desciende del púlpito. La gente lo rodea y le dice: “¡Señor, usted debería disertar cada noche! ¡Qué extraordinarias fueron sus palabras! Nos hemos beneficiado mucho con las mismas”. Tales circunstancias obligaron al gobernador a pedirle disculpas. Sus discursos continuaron hasta el día décimo (‘ashura) y cuando él desea ya partir y regresar a Mash·had el gobernador lo solicita y le dice: “¡No permitiré que usted nos deje! ¡Debe quedarse aquí! Usted es un ser muy beneficioso”. Luego envió una caravana de camellas a Mash·had para que trajeran a su familia y pertenencias a Fariman”. El hermano de Shahid Mutahhari continúa: “Mi padre me contó que él en esos momentos tenía 9 años”. «Y el padre y el hijo» (Sura Al-Balad; 90:3)

Conociendo al padre del Mártir:

“Mi padre, que era el tercer hijo de la familia, se llamaba Sheij Muhammad Husein. Él se dirige a la ciudad de Nayaf en el año 1312 de la hégira lunar para estudiar y en ese año participa del funeral del famoso Aiatul·lah Mirza Shirazî -famoso por su fatwa basada en la prohibición del tabaco en contra del monopolio de Inglaterra. Mi padre era inigualable en el ascetismo y la devoción. El gran Aiatul·lah Mar’ashî (r.a.) solía decir: “El padre de Aiatul·lah Mutahhari no tiene parangón en la historia”. En toda su vida no profirió ni una sola mentira. Cuando en épocas de Reza Jan una persona del gobierno fue a Fariman para registrar apellidos, al observar el brillante rostro de mi padre elige para él el apellido de Mutahhari (que significa “purificado”). En el suceso de Guharshad -en que los agentes del Sha atacaron la gran Mezquita de Guharshad en Mash·shad y asesinaron a cientos de personas que se habían reunido allí en defensa del hiyab- cuando lo detuvieron para interrogarlo dijo toda la verdad aunque lo perjudicaba, de modo que el Intendente le dijo: “¡Sheij! O tú eres muy pícaro al punto que no te entendemos, o eres muy veraz, ya que todo lo que has dicho te traerá problemas”.

Él respondió: “Yo no miento. Lo que escribí en los expedientes es la pura verdad”. Él no aceptaba ningún dinero de la gente aunque desde el punto de vista material llevaba una vida difícil. Vivía de una remuneración que le daba la gente por escribir actas de matrimonio, ya que en esos momentos no existían oficinas legales. A lo largo de 50 años registró 20.000 casamientos y solo 450 divorcios. De él quedaron como 1000 versos de poesía en idioma persa, respondiendo a una persona que había compuesto poesías en contra de la escuela ya’farita”. «Y entre Sus signos está el de haberos creado esposas, de vuestra misma especie, para que convivieseis con ellas y os vinculó por el amor y la piedad»(Sura Rum; 30: 21)

El casamiento del padre del Profesor:

- El hermano del Profesor: “En el año 1323 H.L., mi padre contrajo matrimonio con la hija de un religioso llamado Mul·la Ya‘far Ruhanî. Nuestra madre era un prodigio. El mártir Mutah·hari solía decir: “Nuestra madre es una computadora”. Memorizaba todo lo que leía o escuchaba durante su vida. A veces el profesor daba un discurso y en el curso de sus palabras recitaba una poesía, ante lo cual nuestra madre la completaba y decía a quién pertenecía. El Profesor decía: “Nosotros no nos parecemos ni en un uno por ciento a nuestra madre”. A veces, cuando recitábamos el Corán en las mañanas, mi padre nos preguntaba la gramática de algunas palabras del Corán, y cada vez que no sabíamos responder, mi madre, debido a que había escuchado la lección, nos dictaba por lo bajo la respuesta correcta. Ella retenía todos sus recuerdos desde los tres años. Incluso en el último año de su vida sabía exactamente en que hora, en que día, en qué semana y en qué mes solar y lunar había viajado a Qom. «En la fértil comarca brota la vegetación con el beneplácito de su Señor; en cambio, en la estéril no brota sino escasamente» (Sura Al-A’raf; 7: 58).

El carácter de su madre:

El poder de retórica y expresión de mi madre era muy fuerte y agradable. Si se sentaba en una reunión en la que se encontraban quinientas mujeres solo ella era la que disertaba. Hablaba de una forma muy bella y elocuente. El profesor decía: “Hace cuarenta años que tengo relación con mi madre y es extraordinario que aún cuando habla escucho frases y refranes nuevos”. Era muy valiente; cuando yo tenía unos quince años y hacía deportes, a veces, bromeando, peleaba con mi madre. Una vez mi madre me dijo: “Parece que te volviste muy orgulloso y crees ser un hombre”. Agarró mis dos manos y por más que traté de liberarme no pude. También conocía la medicina tradicional y durante sesenta años atendió a las mujeres de Fariman sin equivocarse ni una vez. Durante sesenta años mi padre fue el médico espiritual de la gente y mi madre el médico corporal. Jamás cobraba nada de nadie y ella misma asumía los gastos del tratamiento. Cierta vez, la esposa de un pastor había venido para atenderse. Mi madre le dijo que tenía que internarse unos cuantos días. Le dijo al esposo: “Vete y regresa en 10 días para llevar a tu esposa”. Luego de transcurrido ese tiempo el pastor volvió con una oveja como retribución. Mi madre no aceptó, y éste se fue con su esposa que ya había sanado completamente. Ahora hablemos con la esposa del Profesor Mutahhari, a quien le preguntamos respecto a su suegra:

- Sra. Mutahhari, agradeciéndole infinitamente el haber aceptado esta entrevista, le pedimos que nos hable un poco respecto a la noble madre del Profesor Mutahhari.

- La madre del Prof. Mutahhari era una respetable personalidad, mucho más sabia y conocedora que las mujeres instruidas de hoy en día. Era una mujer extraordinaria. Tenía un hablar elocuente y era muy hábil en medicina. En cuanto al tratamiento de esterilidad, además de especializarse en ello científicamente, llegaba a curar a los enfermos por su fe, sinceridad, y purificada creencia. Tenía un alma delicada, cariñosa y alejada de la dependencia al mundo. Cuando falleció no tenía más que un anillo y tres mudas de ropa.

Si vestía una ropa nueva y alguien como la sirvienta de casa le decía: “¡Señora, qué linda ropa!”, sin demora se la quitaba y se la regalaba. Tenía un espíritu bondadoso y sacrificado, de forma tal que siempre estaba al servicio de los pobres. “Dichoso de aquel cuya madre es casta y modesta”.

La infancia del Profesor:

- ¿Acaso su suegra le ha relatado algún recuerdo de la infancia del Profesor? - Sí, ella me decía: “Murtada es diferente a mis otros hijos. Es excepcional. Hasta incluso decía que desde sunacimiento siempre fue fuerte y sano y hasta los 25 años jamás se enfermó, hasta que por primera vez a esta edad comió un durazno inmaduro y le cayó mal. Ella decía: “Cuando lo tenía en mi vientre, soñé que yo estaba junto a todas las mujeres de Fariman en el interior de la mezquita. De pronto vi que una mujer muy respetable y con un perfecto hiyâb entró mientras otras dos mujeres la seguían y tenían en su mano  gulâbpash” (unos recipientes que se utilizan en los santuarios sagrados para esparcir sobre la gente agua de rosas). Aquella esplendorosa señora les decía a ellas que rociasen agua de rosas. Ellas esparcían sobre todas las mujeres hasta que llegaron a mí. Al llegar a mí, tiraron tres veces. El temor me abarcó, no sea que haya sido negligente en mi religión, por lo cuál les pregunté la razón. Me respondieron: “Por este bebé que llevas en tu vientre. Este niño hará grandes servicios al Islam”. Ella decía: “Murtada era diferente a otros niños. Continuamente hacía ablución. Cuando le preguntaba por qué realizaba tanto udû’, respondía: “Deseo que mi corazón se torne iluminado”. Desde la misma infancia permanentemente se encontraba con estado de udû’, quizás no haya tomado ni un vaso de agua sin udû’. Otro recuerdo que su madre relataba: “Yo tenía un abrigo cuando Murtada no tenía más que 3 años aún. Él colocaba este abrigo sobre sus hombros, mientras que las mangas rozaban el piso, y se paraba para adorar y rezar a Dios. Una vez se quedó rezando durante dos horas completas en una habitación vacía”. Otro recuerdo de su infancia narrado por el hermano del Profesor: “He oído de mi madre que Murtada tenía unos 5 años y ya era un enamorado de los libros. Se dirigía a la biblioteca de mi padre y tomaba algunos. Mi padre tenía muchos libros y los había clasificado y organizado, y si se desordenaban se enfadaba. Apenas mi padre salía de la habitación, Murtada se dirigía hacia donde estaban los libros, y debido a que la mayoría de los mismos eran grandes y no tenía fuerza para tomarlos, el libro caía al suelo. Mi padre se enojaba y decía: “¡Cuiden a ese chico!”. Mi madre decía: “¡Bueno, al niño le gustan los libros, envíalo a la escuela!”. Mi padre decía: “Es muy pequeño como para ir a la escuela”. Finalmente tuvieron que enviarlo a la escuela”.

Un dulce recuerdo:

Continúa el hermano del Profesor: “Mi madre nos narró: Era verano, a mediados del mes, en una noche de luna llena. Me levanté y vi que Murtada no se encontraba en su cama. Me preocupé y pensé que estaría en el baño, pero allá tampoco estaba. Desperté a todos y buscamos por todas partes. En la alborada vi que uno de los labriegos del pueblo lo traía a casa alzado. Le pregunté dónde había estado Murtada. El hombre dijo: “Estaba caminando por el callejón cuando vi que este niño estaba apoyado en la puerta de la escuela, acuclillado con su cabeza apoyada sobre sus rodillas, abrazando su libro, y se había quedado dormido”. Le preguntamos: “¡Niño! ¿Por qué te fuiste?”. Dijo: “Me desperté y vi que la noche estaba iluminada. Pensé que ya había amanecido y que tenía que ir a la escuela”. Cabe mencionar que más tarde el Profesor Mutahhari respetaría en demasía al maestro de dicha escuela y cada vez que iba a Fariman lo invitaba a su casa y decía: “El es la primera persona que me enseñó el Corán”. Incluso a veces lo ayudaba económicamente.

Mis padres decían que en su infancia Murtada tenía unos estados particulares que les preocupaba. Él no era juguetón como otros chicos. A menudo reflexionaba. Sus amigos decían: “Cuando íbamos al río para nadar Murtada no se quitaba su ropa y no jugaba mucho con nosotros”. Posteriormente notamos mucho este estado de reflexión y meditación en él. Él decía: “¡Qué bueno es que el hombre diariamente medite por lo menos una hora”. Realizaba la oración  preferible de la noche (salatul lail) desde los doce años”. «Sed hombres de Dios en virtud de que sois quienes enseñan y estudian el Libro» (Sura Âli ‘Imran; 3: 79).

El comienzo de su educación e instrucción:

Mutahhari, ese signo de Dios y hombre celestial que enseñó con un amor divino a los demás todo lo que aprendió del Libro de Dios y sus ciencias, y cuyos pensamientos, dichos y actos fueron una corporeización clara, al igual que las aleyas de Dios, debido a que era divino y celestial, cual un espejo lúcido y una vertiente límpida, pudo transmitir a los demás, con sus palabras, la luminosidad de la Revelación.

Cuéntenos más de sus estudios. - El hermano continúa: “Desde los cinco años comenzó sus estudios en Fariman y simultáneamente en casa todos los hermanos estudiábamos árabe con nuestro padre. Por las mañanas, cuando leíamos el Corán al mismo tiempo mi padre nos examinaba la gramática de las palabras, y a veces mi madre nos ayudaba en estos asuntos puesto que ella también escuchaba las lecciones. El Mártir tenía una memoria excelente, una capacidad extraordinaria, y un buen poder de expresión y disertación. Él, desde los mismos comienzos de su época  de estudiante de religión, cuando vivía aún en Fariman, hacía disertaciones. A la edad de 10 años comenzó los estudios en la hauzah. En el año 1312 y 1313 se dirigió a Mash·had junto a nuestro hermano mayor y continuó sus estudios religiosos en la escuela Abdâl Jân. En épocas de Reza Jan, en que clausuraron las escuelas religiosas, no tuvo más remedio que volver a Fariman. Pero generalmente tenía un libro en sus manos. Estuvo dos años en Fariman y solo estudiaba. Luego diría: “Todo el capital de estudio histórico que tengo pertenece a esos dos años que vine de Mash·shad a Fariman”. «Por cierto que emigraré adonde me ordene mi Señor; porque es Poderoso, Prudente» (Sura ‘Ankabut 29: 26)

Su emigración a la ciudad de Qom:

Cumpliendo con la aleya coránica: «¿Por qué no parte un grupo de cada colectividad para instruirse en la fe y amonestar a su gente cuando regresen a ellos?» (Sura At-Taubah 122), el Profesor Mutahhari emigra a Qom para buscar la fuente de conocimiento.

¿En qué año viajó él a Qom y qué recuerdos tiene de aquellos tiempos?

- El hermano del Profesor: “La fecha de su viaje a Qom fue en 1315 H.S. y era la época en que el régimen pahleví había intensificado las presiones sobre el clero y había clausurado muchas escuelas religiosas y mezquitas. Muchos de los que vestían de religiosos habían cambiado sus vestiduras. A pesar de todo esto él insistía en viajar a Qom para seguir estudiando. Debido a que mi padre económicamente no gozaba de una buena situación, lo envió a Qom con muy pocos recursos. Durante ese período él llevaba una vida de privación, por lo que se enfermó fuertemente debido a la mala nutrición. El difunto Aiatul·lah Sadr lo llevó al hospital Nikû’î de Qom y se encargó de su curación, no obstante las secuelas de su enfermedad permanecieron por mucho tiempo. Durante ese tiempo él hizo la promesa de que si Al·lah le otorgaba el éxito de servir al Islam, iría a enseñar en los pueblos sin solicitar retribución por ello. Luego comenzó el trabajo de difusión del Islam, y en los meses de Muharram viajaba a diferentes pueblos para enseñar. Comenzó sus estudios superiores con Aiatul·lah Huyyat, Aiatul·lah Sadr, Aiatul·lah Jânsârî y Aiatul·lah Kûh Kamareî, pero luego de un tiempo sentía que estas clases no saciaban su sed completamente, así que decidió dirigirse ante el Imam Jomeini, quien en esos momentos enseñaba Filosofía y algunas otras materias. Él requirió al Imam un curso completo de estudios superiores y comenzaron sus clases en nuestro propio cuarto, pero se incrementó a tal punto el número de alumnos que se trasladó la clase primero a la Mezquita Bâlâ Sar, y luego a la Mezquita Salmâsî. Estas clases duraron 12 años. «Hombres que cumplieron lo que habían pactado con Dios» (Sura Al-Ahzab, 33: 23).

El amado y el enamorado:

Maestro y alumno permanecieron tan firmes en su pacto con Dios que suscitaron una nueva misión divina. Sentaron las bases de una majestuosa revolución basándose en la tradición profética, en la escuela alawita y en la revolución huseini. El actual líder de los Shi‘as del mundo, el Aiatul·lah Jameneî, dijo: “Es envidiable el estado de Aiatul·lah Mutahhari. El Favor Divino para con él realmente fue algo sorprendente, ya que, cuando viajó a Qom en los primeros años encontró a un profesor de la talla de Imam Jomeini. Fueron pocos los que pudieron en aquellos tiempos aprovecharse de esta fuente de la que brotaba pureza, misticismo y sabiduría”. –  

Háblenos más de la relación de este profesor y  alumno sin par. El hermano del Profesor: “Su relación con el Imam ni siquiera era una relación de amante y amado, sino que era de completa obediencia. La frase: “Hayy Agá Ruhol·lah (Señor Ruhol·lah Jomeini)” para él era una frase bendita. Hadrat Imam también lo quería en demasía. Él creía que el Imam en todos sus actos era controlado por Dios y siempre solía decir: “¡Observa cuánta diferencia existe entre este hombre y los demás! Se despierta en las noches, realiza su oración, recita el Corán, suplica a Dios, llora, se sienta con un corazón cristalino y escribe comunicados! ¡Estos comunicados deben ser influyentes. Seguramente estos comunicados son una inspiración divina. Dios le muestra el camino a este hombre”.

«Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él; y que seas indulgentes con vuestros padres» (Sura Al-Isrâ’; 17: 23).

La Relación con sus padres:

- Teniendo en cuenta la elevada jerarquía que poseen los padres en el Islam y el énfasis que se puso respecto a cumplir con los deberes en cuanto a ellos; el papel de servir a los padres en la vida del ser humano, y también el de las súplicas en el buen destino de los hijos, ¿cuál era la conducta del Profesor Mártir respecto a sus padres?

- El hijo del Profesor (Muytaba Mutahhari): “Recuerdo que mi padre nos decía: “Cuando reflexiono en mis obras siento que una de las cuestiones que atrajo la bendición y bondad a mi vida y me convirtió en blanco de las atenciones divinas fue mi bondad hacia mis padres, especialmente en el período de su vejez y enfermedad. Hasta el punto que pude siempre los ayudé económicamente”. Siempre que viajábamos a Fariman mi padre insistía primero en visitar a sus padres y dedicarse a ellos. Luego visitaba a otros parientes. Al ver a sus padres besaba sus manos y nos decía que hiciésemos lo mismo. Recuerdo que a veces cuando me enojaba con mis padres, mi padre me decía: “¡Muytaba! El hombre jamás se enfada por lo que le dicen sus padres. Los padres siempre desean el bien y felicidad para sus hijos”. «Y piadoso para con sus padres, y jamás fue arrogante ni rebelde» (Sura Mariam; 19: 14) El hermano del Mártir cuenta: “Una vez me dijo el Profesor: “Muhammad, acordemos una suma de dinero para enviársela a nuestros padres mensualmente”. Dije: “Nuestro padre no necesita puesto que nuestro hermano mayor lo mantiene”. Él dijo: “No dije porque lo necesite. Ayudar a los padres brida éxito en la vida. Cuanto más les ayudemos y obtengamos su satisfacción Dios incrementará nuestro éxito en la vida”. Nos pusimos de acuerdo y le enviábamos mensualmente algo. Luego nos dimos cuenta de que nuestro padre gastaba parte de ese dinero en comprar libros y nuestra madre daba parte de ello como limosna.

El casamiento del Profesor:

«Desposad a los célibes, de entre vosotros, y a los virtuosos de vuestros esclavos y esclavas!» (Sura An-Nûr; 24: 32) - Sra. Mutahhari, háblenos de su casamiento con el Mártir Mutahhari. - Me casé con él 27 años antes de su martirio. Mi padre, que era de los religiosos de Jorasán (Mash·had) era muy devoto, creyente y piadoso. Él durante un tiempo fue maestro del Profesor y lo quería mucho. Solía decir: “Me gustaría tener vínculos familiares con él”. Yo tenía 11 años, y una noche soñé que me dirigí a la habitación de mi padre. Allí, había una hoja de papel sobre el suelo. Levanté el papel y lo leí, estaba escrito: “Fulana (dirigiéndose a mí), en el día 29 de este mes te comprometerás con Murtada”. Me sorprendí mucho por este sueño y no lo comenté con nadie. Pasó un tiempo, venían muchos pretendientes y mi padre les respondía: “No permitiré que se case hasta que no termine su secundaria”. Tenía 13 años cuando el Mártir Mutahhari vino a pedir mi mano. Mi padre estaba contento pero mi madre se opuso ya que ella había crecido en una familia adinerada que no pertenecía al clero, y por ello no estaba de acuerdo con que me casase con un religioso (pensando en las dificultades económicas). Varias veces vino el Profesor Mutahhari a pedir  mi mano y mi madre planteaba la cuestión del estudio. Él decía: “No hay problema. Puede seguir estudiando hasta obtener su diploma”. Finalmente tras un tiempo mi madre estuvo complacida. Era un día 23 del mes y el mismo Prof. Mutahhari dijo: “El 29 es un buen día para el compromiso”. Ahí fue que se cumplió el sueño que había visto.

- ¿Acaso pudo usted continuar sus estudios? - Tras mi matrimonio, cuando vivíamos en Qom estudié con él idioma árabe puesto que él me insistía mucho que lo hicera. Después que viajamos a Teherán terminé mis estudios secundarios. «¡Oh Señor nuestro! Haz que nuestras y esposas y nuestra prole sean nuestro consuelo» (Sura Al- Furqân; 25: 74)

El comportamiento del Profesor con su esposa e hijos:

- Sra. Mutahhari, cuéntenos respecto a sus hijos. - El fruto de este matrimonio fueron 7 hijos: 4 mujeres y 3 varones. El M. Mutahhari ponía una especial atención a  los hijos. Cierto día, cuando aún no teníamos hijos, entró a casa mientras yo estaba rezando, y me dijo: “Sra., pide a Dios que torne mis actos y a los frutos de mi vida de tal manera que una vez que me haya ido de este mundo no tenga que requerirle a Dios que me haga regresar aquí para reformarlos”. Y él mismo hacía súplicas por sus hijos. Hoy mismo veo en mis nietos los efectos de sus súplicas. Ellos desde su más tierna infancia acatan las normas de la religión. Mis nietos desde pequeños siempre viven con ablución (udû). Una vez, en que ya habían transcurrido unos minutos del primer tiempo de la oración, cuando realicé la ablución y me dirigí a realizar la oración vi que mi nieto había recogido mi alfombra de oración. Le pregunté la razón y el niño dijo: “¡Querida abuela, ya pasó la virtud del primer tiempo de la oración. Ya que te retrasaste yo recogí la alfombra. Ya no tiene sentido que reces ahora!”. Yo atribuyo este tipo de conducta a los efectos del accionar, piedad y súplica del Prof. Mutahahri”.

Cuéntenos de su conducta en la práctica con los  niños.

- Les relato dos ejemplos: Él cuidaba mucho de la educación de los chicos, tanto en hechos como en palabras. Cuando nuestros hijos se disponían a partir hacia la escuela él los llamaba con total respecto y decía: “¡Señorita Saidah, Señorita Hamidah! ¡Acérquense!”. Luego les preguntaba: ¿Dime Saidah, que dhikr tienes preparado para la distancia entre la casa y la escuela?”. Es decir, hasta este punto estaba atento. A la vez que les brindaba todo el amor y cariño les enseñaba las normas religiosas. Cuando nuestras nenas ya estaban un poco mayor un día mi esposo me dijo: “Señora, hoy yo me dedico a cocinar y tú lleva a las niñas al baño y enséñales la purificación del día viernes. Ellas deben conocer la purificación del día viernes y todas las normas necesarias, ya que es posible que en el futuro no estemos nosotros o ellas tengan vergüenza de preguntar”. 

Él con tanta ocupación científica e intelectual, ponía atención hasta en el estudio de los niños. En cuanto al matrimonio de ellas me decía: “¡Busca a seres humanos como esposos de tus hijas, no a médicos o ingenieros!”. Una vez una persona le preguntó al Profesor respecto a cómo programaba él su vida para tomarlo como modelo. El Profesor le dijo: “Mis horarios están todos programados, incluso para mis hijos. Unas dos horas para discursos, un tiempo determinado para estudiar, algunas horas para mis hijos, para atender sus estudios y jugar con ellos; al fin y al cabo los niños también tienen derechos”. Con esa jerarquía científica que poseía, jugaba a la pelota con los chicos. Todos los chicos querían jugar con él. Él realmente seguía el camino del Enviado de Dios (BP).

Extraído de la revista Kauzar No. 38

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