Análisis críticos de la escuela del ‘irfan (misticismo)

Respecto al Hombre Perfecto (II)

Profesor Ayatola Murtada Mutahhari

 “Quien se haya mostrado rebelde y preferido la vida de acá tendrá por morada el fuego de la Gehena, mientras que quien haya temido comparecer ante su Señor y preservado su alma de la pasión tendrá el Jardín por morada” (79:37-41).

Una de las cuestiones más importantes en el ‘irfán o misticismo, que tiene peso sobre el hombre perfecto, es la relación del ser humano con su nafs (alma, ego). Esta también es una cuestión islámica. Las enseñanzas islámicas y la literatura del sufismo o misticismo, impugnan claramente el egoísmo, el engreimiento o vanidad y seguir las pasiones. Si bien aquí mencionamos separadamente el Islam y el misticismo, debemos recalcar también que los místicos musulmanes o ‘urafá han recibido su inspiración en estas cuestiones directamente de la doctrina islámica (el Corán y la tradición profética).

Para la purificación del alma o ego, el místico combate lo que en árabe se llama nafs. Hablan de “combate contra el ego” (yihad ba nafs), considerando a éste un enemigo interior. Como ha dicho Saadi:

“Con el enemigo cohabitas,

¿Por qué preocuparte de combatir al extraño?”

La interpretación de Saadi se basa en la interpretación de la narración profética que dice: “Tu peor enemigo es tu nafs (ego) que está entre tus dos costados”. Relata Saadi en su “Golestán” que a un sufí se le preguntó por el sentido de “tu peor enemigo...”. El místico respondió que se trataba del nafs porque “si haces el bien a un enemigo y lo aplacas, eventualmente se volverá un amigo. Pero esto no sucede con el nafs. Cuanto más apaciguas al nafs y lo atiendes, más se vuelve un enemigo tuyo incorregible”.

Por lo tanto, el nafs del hombre es despreciado como un enemigo. Veamos ahora lo realmente malo, aquello que llamamos “egoísmo”.

EGOÍSMO, PRIMER NIVEL

El primer estadio del egoísmo es el egocentrismo. Esto significa que todo lo que uno hace desde la mañana a la noche preocupa y sirve a sus propios intereses personales. El centrarse la persona solamente en los propios requerimientos y necesidades tales como el alimento, la ropa y el hábitat sin caer en valores antitéticos, no es por sí mismo algo malo o anormal.

El Noble Corán confirma tres grados o estadios para el ser humano: uno, al mismo nivel con los animales; otro, por encima del nivel animal, y un tercero, por debajo del nivel de los animales. Esto quiere decir que el ser humano, según su conducta, se coloca a veces a la altura de los animales (en cuanto a irracionalidad y mera obediencia al instinto), otras veces se sitúa por encima de los ángeles, y finalmente a veces cae muy por debajo del nivel de los animales. Las acciones del ser humano son, de esta forma, de tres categorías:

1. Éticas, es decir por sobre el nivel animal.

2. No éticas, es decir por debajo del nivel animal.

3. Ni éticas ni no-éticas, normales, al nivel animal.

Ahora bien, una persona que desde el amanecer al anochecer piensa constantemente en sus propias necesidades físicas para cumplimentarlas y en nada más, existe en el nivel animal y su conducta no es ni ética ni anti-ética.

EGOÍSMO, SEGUNDO NIVEL

A veces el egocentrismo se vuelve excesivo y la persona se preocupa por sí misma más de lo necesario. En este nivel la humanidad básica del ser humano se vuelve subordinada a su animalidad. Se convierte en codiciosa, glotona, dirigida a la ganancia y a obtener todo para sí misma, más allá de las necesidades personales. Si es que fuese a satisfacer el hambre o apagar la sed, sería normal y estaría en el nivel animal. Pero ya no es cuestión de querer algo para vivir, porque cuando más tiene más quiere. El acumular y atesorar todo lo que se puede no conoce límites. Tal ser se vuelve avaro y tacaño. Es como si el dinero y la riqueza estuvieran pegados, unidos a su persona. Se trata de una enfermedad. Incluso cuando y donde debería dar (algo de lo que tiene), no puede hacerlo. Está cercado por su condición mental. La lógica y la razón no le mueven, no juegan ningún papel, pues de otra manera comprendería en qué ocasiones debería dar algo, desprenderse de algo en su propio interés. Así es la condición de la codicia y la avaricia. Se opone a lo ético y está por debajo de las normas de conducta ética. Es una enfermedad.

EGOÍSMO, TERCER NIVEL

El hombre a veces llega a otros estadios. Su enfermedad mental, o la enfermedad de su ego, no se limitan a la codicia o avaricia. A veces se ve afectado por enfermedades más complicadas y problemáticas, más difíciles de curar que la enfermedad física. Es un mal que no resiste los argumentos de la razón y la lógica. Son enfermedades del alma que hoy día se llaman complejos mentales. La envidia es una de ellas. Es una condición ilógica porque a veces hace olvidar el propio bien y felicidad a quien la padece, a la vez que provoca que en todo momento esté deseando la ruina para los demás. Algunas personas envidiosas, mientras desean para sí el bien y la felicidad, desean para los demás una miseria lo más grande posible. No hay ninguna, explicación lógica para tal comportamiento. No se conoce ningún animal que desee la miseria para sus congéneres. El animal está condicionado por la preocupación de su propio estómago. ¡Pero el ser humano no! El hombre puede caer tan bajo como para ansiar la pobreza, la penuria e incluso la muerte de otro ser humano, sin causa aparente.

A veces el ser humano puede ser atrapado por la vanidad. O puede desarrollar otros estados o condiciones mentales ocultas en la profundidad del alma y ser incluso completamente inconsciente de ellas.

EL AUTOENGAÑO

A veces e ser humano es enjaulado por su propio ego. ¿Cómo puede ser que el hombre sea engañado por su propia persona, desde su interior? Dice el Sagrado Corán: “¡No! Vuestra imaginación (alma) os ha sugerido (o instigado) a esto” (12:83). ¿Qué significa esto? ¿Cómo puede ser engañado por su propio “yo”? Esta es una delicada e intrincada realidad psicológica. Si el ego del hombre quiere algo, adorna y camufla (la cosa deseada) con intenciones o proyectos falsos hasta que se convence o cree que se trata de algo realmente valioso. Pero se trata de triquiñuelas del propio ser humano para auto engañarse. Esto es lo que se conoce como “tasuil” o autoengaño, autosugestión. Recientemente la psicología moderna ha llegado a estos resultados después de considerables progresos. Los psicólogos modernos han comprobado que a veces el hombre se vuelve insano sin que haya alguna causa neurológica o física aparente, sino debido a causas puramente mentales, internas. Por ejemplo, cuando el sacrificio se vuelve inevitable para el alma humana, con el objeto de liberarse del dolor o la pena, disponiendo por completo de la razón. Como ha dicho el poeta:

Todo persona moderada

Del mundo siente pesar.

Entonces desespera, ¡oh corazón!

Porque eso es un estado maravilloso”.

De todos modos, el problema de las triquiñuelas y artimañas que el ego del ser humano usa para auto engañarse es algo muy importante y que debemos analizar por medio de una cuidadosa atención en el misticismo. Este “tercer nivel” de egoísmo y “tasuíl” o autoengaño, enferma al hombre y lo lleva a un nivel inferior al de los animales. El misticismo ha presentado asombrosos argumentos en la materia. Uno se maravilla de la profunda percepción y capacidad demostrada hace seis, siete e incluso diez siglos. ¿Cómo pudieron llegar entonces a tales sutiles, exactas y refinadas esencias, las que la psicología moderna está descifrando recién hoy día? Sin embargo, como ya hemos dicho, los orígenes y raíces de tales conocimientos yacen en el Corán, que es la fuente de tales percepciones e inspiraciones. Siendo los místicos personas talentosas, tomaron las guías y claves coránicas como camino para llegar a la fuente del conocimiento puro.

LOS COMPLEJOS MENTALES LATENTES

Se ha comprobado en los últimos años que a veces las cosas desagradables se depositan profundamente en el inconsciente del hombre. En ocasiones esas cosas se manifiestan si reciben un estímulo particular, y quien las poseía sin saberlo se sorprende al percibirlas. A veces la persona se siente segura de tener una fe firme y estar libre de todo tipo de cosa ruin o mala, como ser la envidia, la vanidad, la mentira, etc. Pero después, como dice el Sagrado Corán, aparece la prueba o instigación, y comprueba que no está libre de esas cosas. Como escribe  Moulavi:

“La víbora está en tu alma

indiferente pero no muerta

se entristece al no poder morder

por carecer de colmillos en su cabeza.”

El ego del hombre se parece a la víbora que está inactiva, dormida, en el frío invierno, con la cual puede jugar un chico sin que le muerda. Se puede pensar que es sumisa, pero al recibir el suficiente calor modifica su conducta repentinamente.  Moulavi tiene un largo relato respecto a un hombre que sacó a una víbora de su cueva en un cerro. El mismo concluye con las líneas mencionadas antes.

Con respecto a las inclinaciones y deseos latentes u ocultos en el hombre, los argumentos en prosa simbólica de  Moulavi han asombrado a los psicoanalistas:

“Los deseos son como perros durmientes

con el bien y el mal en ellos ocultos.

Demasiado débiles para ladrar,

se los ve como leños sin vida.

Pero cuando la carroña perciben

el llamado de la codicia los despierta

y cuando encuentran un asno muerto en la calle

cientos de ellos despertarán

con la voracidad revivida.

Cada pelo se vuelve

un agudo incisivo

y las colas se mueven falazmente.

Cientos de tales perros duermen en el cuerpo del hombre,

aunque estén inactivos por falta de una presa.

LA SUPRESIÓN DE LOS IMPULSOS SENSUALES DE ACUERDO AL CORÁN Y LAS TRADICIONES: “YIHAD CONTRA EL NAFS”

Lo dicho en el parágrafo anterior es exacto, correcto y confirmado por el Corán y las tradiciones (hadices). No hay duda que el hombre, además del ego inicial o primario, que tiene un grado normal de egoísmo animal, nivel en el que no se preocupa por los demás, también es afligido por la ambición y la avaricia. Sin embargo, el ser humano a veces padece de engaños mentales y complejos espirituales. De todo esto podemos concluir que en cualquier caso que el ego del ser humano se vuelva codicioso, se vuelva un perro dormido dentro del mismo o el alma se vuelva una víbora, debe ser sofocado. Esto significa que, de acuerdo al Noble Corán, ese nafs que nos inclina hacia el mal debe ser impugnado, recusado. En el grado en que nos impulsa a ganarnos el pan es un instinto natural y no es malo. Pero cuando toma la forma de codicia, envidia, avaricia, mortificación y cólera, es cuando nos coacciona para hacer el mal. Entonces debe ser reprimido y controlado.

Dice el Sagrado Corán: “¿Y qué te parece de quien ha divinizado su pasión?...” (45:23) En otra parte, en palabras de José, dice el Corán: “Yo no pretendo ser inocente: el alma del hombre a menudo ordena el mal” (12:53). Advertimos que aquí José, con toda su pureza, dice que no exculpará a su ego, porque el alma del hombre ordena el mal. Esto significa que el alma o ego es tan complejo que, muy en lo profundo, por debajo de su superficie, pueden existir motivaciones de las cuales la persona no es consciente. Esta es la precisa razón por la que José dice “yo no me auto absuelvo”. Es característico de un creyente no considerarse a sí mismo nunca como un ser libre totalmente del mal.

Por lo tanto, el Islam confirma la oposición del hombre a su bajeza, animándolo a lo que denomina “yihad ba nafs” (combate contra el ego). En una ocasión el Profeta (BPD) fue a recibir a sus combatientes que regresaban victoriosamente de una batalla. Decidió dirigirles unas palabras para felicitarlos y a la vez enseñarles algo. Después de hacer algunas observaciones generales dijo: “Felicitaciones para los hombres que han cumplido exitosamente el pequeño combate (al-yihad al-asgar). Ahora les queda por cumplimentar el Gran Combate (al-yihad al-akbar)”. Algunos entonces preguntaron al Profeta (BPD) cuál era el Gran Combate, a lo que respondió: “Es el combate contra el ego (yihad al-nafs)”. Hasta aquí por lo tanto, los argumentos de la escuela mística son confirmados por el Islam.

Sin embargo, la escuela de estas ideas, que denominamos escuela del ‘irfán o sufismo, a veces alcanza, al impulsar u ordenar la supresión de las pasiones del ego o el mal que de ellos deriva, un punto que el Islam no aprueba. Y digo “a veces”, ya que no quiero asegurar que se trate de errores o excesos que se observan frecuentemente en esta escuela.

Uno de tales errores se da en los rigurosos sometimientos físicos o mortificaciones del cuerpo. El Islam advierte que el cuerpo del hombre tiene ciertos derechos y exigencias sobre su alma. Algunos creyentes quisieron emprender tales ejercicios pero el Profeta (BPD) les advirtió contra ellos.

Combatir el ego o suprimir los deseos sensuales adquiere dos formas. A veces dicha mortificación se dirige al cuerpo, es decir, se come muy poco, se duerme también poco, etc. El cuerpo se acostumbra a algunas de estas cosas. Con la práctica se puede llegar a un punto en el que el cuerpo sobrevive con unas pocas almendras o nueces, o durmiendo 15 o 20 minutos por día. Esta práctica involucra la tortura física y existe más entre los hindúes. Los musulmanes raramente realizan esos ejercicios, pues la doctrina islámica no los permite ni promueve.

Otro tipo de combate o yihad contra el ego es el que se dirige al nafs o alma. No involucra al cuerpo. Implica actuar contra o en oposición a lo que quiere el nafs. En cierto grado esto es correcto, aunque vemos cosas al respecto que no son compatibles con la doctrina islámica, en el sentido de que el hombre perfecto del Islam no las comparte. Esto lo veremos en la próxima sección.

EL METODO “MALAMATI” (DE AUTOCENSURA)

Una técnica conocida entre casi todos los sufís, y que los ha influenciado a casi todos, es la llamada “malamati” o método de autocensura. ¿De qué se trata exactamente? Es una manera de actuar directamente contra la hipocresía o figuración. El hipócrita es corrupto internamente pero pretende ser bueno externamente. La persona “malamati” es buena internamente pero finge ser mala, de manera que la gente puede no creer en ella. Por ejemplo una persona así (un “malamati[1]) no bebe vino ni comete adulterio (actos totalmente condenados por el Islam), pero actúa de manera tal que la gente crea que hace ambas cosas. Dicha persona asegura que ese comportamiento le ayuda a “matar” su nafs que le ordena hacer el mal.

En realidad un comportamiento así es una forma ruda de tratar al nafs, porque el ser humano desea gozar de alguna posición o prestigio en la comunidad y quiere que la gente tenga fe y confianza en él. Pero un místico “malamati” se comporta de tal manera que la gente piensa dos veces antes de confiar en él. Un sufi “malamati” no es un ladrón pero aparenta serlo. Puede tomar algo que pertenece a otro y actuar como si lo hubiera robado para ser sometido a los latigazos del caso, y después volver a dejar lo tomado en su lugar sin que nadie lo advierta. Tal conducta no está de acuerdo con la doctrina islámica. El Islam dice que el auto-respeto del ser humano no le incumbe solamente a él. Un creyente no se puede comportar de tal manera dañando su honor, respeto y prestigio en la comunidad. El Islam nos ordena no ser hipócritas, y sostiene que no debemos pretender lo que no somos. Simular una virtud es una mentira así como simular un vicio también lo es, y ambas formas de comportamiento están prohibidas en el Islam.

Una de las razones por las que ideas y conceptos sublimes y sagrados se mencionen en la literatura mística en la forma de términos como amor, amado, vino y canto, produciendo la impresión inmediata de algazara y sensualidad, es que sus autores sufíes pretendieron darle el sentido de que se dedicaban a estas cosas literalmente, cuando en realidad no era así. Encontramos indicios del método “malamatia” en Hafiz, no obstante que él mismo se declaró libre de la hipocresía y la autocensura.

El método “malamati” es un tipo de combate (yihad) místico contra el ego o nafs que el Islam no admite ni disculpa. Debo repetir que no todos los sufís han adherido a dicho método. Muchos prominentes sufís, como Jayeh Abdullah Ansari, estuvieron vigorosamente a favor de mantener los mandatos religiosos. Se dice que en Jorasán más gente que en cualquier otro lugar ha practicado el método de autocensura. De todos modos, el Islam no permite el uso del método “malamati” para la impugnación de las pasiones de una persona.

AUTO-RESPETO Y SUFISMO

A veces el yihad o combate contra el nafs asume en el sufismo dimensiones humillantes y de bajeza. Por ejemplo, hay situaciones en las que el ser humano puede y debe defender su autoestima, pero no procede así y sufre la humillación porque quiere destruir su ego. En algunas escuelas de disciplina sufí, el sheij, murshid o preceptor ordena al “salik” o iniciado cumplir tareas denigrantes, como las de limpieza, con el objeto de sofocar su ego. El Islam no permite tales prácticas. El Islam nos advierte que el nafs del creyente (o alma), debe ser respetada y cultivada. El creyente debe defender su honor y autoestima. ¿Por qué? Porque la ética islámica se basa en el honor del alma del ser humano y en el auto-respeto.

Se puede preguntar si el ser humano tiene dos almas. Una a ser cultivada y la otra reprimida. La respuesta es no. Hay un alma, pero puede tener aspectos elevados y otros ruines. En sus aspectos elevados y sublimes el alma tiene que ser cultivada y reverenciada. Pero cuando el nafs evidencia cualidades bajas y despreciables, es cuando excede sus límites. Debe ser controlada pero no rechazada como algo vil y totalmente sin valor. Precisamente esta es la cuestión a la que no se le ha dado la atención adecuada en el misticismo y, como resultado de ello, cuando los sufís o místicos emprenden el yihad (combate) contra el nafs, caen bajo la censura y el castigo ambos aspectos, es decir, los sublimes, con sus rasgos honrosos, como así también los inmoderados y ruines.

EL YO REAL DEL HOMBRE

Una cuestión que pide ser discutida y es discutida en la filosofía moderna con un carácter diferente, es el yo real del hombre y de qué se trata. ¿Quién o qué es el yo? Los filósofos son del parecer que el yo del ser humano es el alma o espíritu del mismo. Es decir, que el yo que uno siente es el espíritu personal.

La psicología moderna ha reconocido ahora que una parte del yo que uno percibe como que es su yo real, es en realidad su conciencia, mientras que la mayor parte de su yo subyace y forma su yo inconsciente. Los ‘urafá han producido maravillas en relación con esto y se han puesto bastante por delante de los filósofos al asegurar que éstos están en un error al asumir que el alma y el yo son la misma cosa. Sostienen que el yo es mucho más profundo y preciso que lo que los filósofos consideran que es el alma o espíritu. El conocido sufí Shabistari ha dicho:

“«Tú» y «yo» son más elevados que el cuerpo y el alma.

El cuerpo y el alma no son sino partes del «yo»”.

Estos místicos dicen que el ser humano descubre y alcanza su yo real solamente después de haber descubierto a Dios. La comprobación del yo personal y el reconocimiento de Dios no van separados. Dice el Sagrado Corán: “No seáis como quienes, habiendo olvidado a Dios, El les hace olvidarse de sí mismos...” (59:19).

Los ‘urafá son bien consientes de que el yo humano es mucho más profundo que lo que han supuesto los filósofos.  Moulavi ha expresado esto en su cautivante estilo, que traducido literalmente dice:

“En el combate de tu alma perdiste a otros,

a quienes no pudiste hablarles de tu yo”.

Esta pérdida del ego, alma o yo es un concepto coránico: “Di: ‘Perderán quienes se pierdan a sí mismos (a sus almas)’...” (39:15). Esto señala la pérdida del alma como la pérdida más grande en cualquier circunstancia. Moulana agrega más adelante: “Algún día quedarás solo con pensamientos pesarosos para auxiliar a tus aflicciones”.

Si algún día una persona se ve recluida, ya sea por elección o por compulsión, y queda separada de todo otro ser, ¿se aterrorizará con la muerte o no pensará en ello? La prisión aislada es el peor tipo de castigo. ¿Quién puede asegurar que permanecerá aislado un tiempo dado sin aburrirse? Solamente quien se ha descubierto a sí mismo puede hacerlo. La razón por la que el ser humano se siente aterrorizado por la desolación es la pérdida de su yo real. Es por esto que se dice que la realidad y esencia de la adoración, que es la atención y recuerdo o remembranza de dios, reside en el redescubrimiento del propio yo real o alma. Y quien ha descubierto su yo real no temerá estar solo.

Advertimos así que los místicos han comprendido esta cuestión (el descubrimiento del verdadero yo del ser humano). Sin embargo, respecto al honor y autoestima del ser humano, que debería estar libre de manchas y defectos en tanto alcanza una condición sublime, vemos que el misticismo no ha mostrado la más mínima preocupación. En realidad, si evaluamos el grado de cuidado y preocupación mostrado por el misticismo hacia el honor y autoestima del hombre en función de los mandatos islámicos, llegamos a la conclusión de que es discutible considerar que los místicos han derivado toda su inspiración de las enseñanzas islámicas.

AUTOESTIMA EN EL CORÁN Y LAS TRADICIONES

El Sagrado Corán, a pesar de sus numerosos versículos respecto al control de las pasiones y deseos sensuales), sus mandatos de combatir los impulsos viles y despreciables del ego, recomienda la autoestima: “...el honor pertenece a Dios, a Su Mensajero y a los creyentes...” (63:8). El Corán no dice que el auto-respeto está en la categoría de la auto adoración, vanagloria o egoísmo. El honor y la gloria del alma no tienen nada que ver con la vanidad o el egoísmo. El Profeta (BPD) ha dicho: “Pidan la satisfacción de sus necesidades de manera digna. No es correcto mendigar porque el mendigar degrada el yo”. El sublime ‘Alî (P) dijo: “Muerte es vivir en la frustración, y vida es morir con honor” (Nahyul Balaga, sermón 51). Se cita al Imam Husein (P) diciendo: “La muerte con honor es mejor que una vida de abyección y desgracia”.

El Imam Husein (P) no dice que la supresión del ego nos pide rendirnos a Ibn Ziiad y Iazid[2]. Dijo el Imam (P): “El tirano me ha pedido que desenvaine la espada. ¡Ay de mí si elijo el deshonor! Dios no estará complacido conmigo si me rindo” (Luhuf, pág. 85). Con estas palabras el Imam Husein (P) está declarando que no se trata solamente de una elección personal, es que su escuela, su educación, Dios y el Profeta (BPD) no aprueban ninguna alternativa más que resistir y combatir contra la injusticia, y dice entonces: “¡Nunca me someteré a la humillación y al deshonor ni huiré como hacen los esclavos!” (Kitab Al-Irshad, Sheij Al-Mufid, pág. 235).

CONSEJO A LA JUVENTUD

Una expresión bien conocida que dice: “La vida se compone de ideas o pensamientos y lucha o combate (yihad)”, ha sido atribuida al Imam Husein (P). He dicho antes, y lo repito ahora, que no hay ninguna evidencia documentada para sostener esta afirmación. Ningún texto islámico confiable la ha registrado. Además, el sentido y significado de esta sentencia no se conforma a la conducta del Imam Husein (P). La doctrina islámica no señala la vida del hombre como siendo precisamente una opinión o idea y la lucha o combate por su defensa. El Islam se ocupa con lo que es justo y correcto. Según el Islam la vida implica la búsqueda de la verdad, encontrar la verdad y luchar por ella. La afirmación de que se debe combatir por una idea ti opinión, es una idea occidental.

GLOSARIO DE TÉRMINOS Y ABREVIATURAS

 (00:00): Abreviatura para las citas del Sagrado Corán. El primer número indica una de las 114 suras o capítulos, luego de los dos puntos se indican los versículos.

‘ARIF: (Plural ‘urafá) Literalmente quiere decir sabios o conocedores. Designa a los seguidores del sufismo o espiritualismo islámico, también conocido como ‘Irfán.

BPD: Abreviatura de: La Bendición y la Paz sean con él y su Descendencia. Se dice después de la mención del Profeta Muhammad (BPD).

HADlZ: Ver Tradición.

HAFIZ: Famoso poeta místico iraní.

HEGlRA: La emigración del Profeta Muhammad (BPD) de la Meca a Medina en el 622 d.C. Es el punto de partida del calendario y era islámica.

IMAMES: En esta obra el término designa específica mente a los Doce Imames (P), los impecables sucesores del Profeta Muhammad (BPD) hasta la época actual. Ver: El Islam Shiíta, de Allamah Tabatabai.

MOULANA: Ver  Moulavi.

 MOULAVI: Literalmente “mi maestro”, es un apelativo común en oriente para Yalaluddín Rumi, conocido en occidente como un destacado exponente del sufismo. Se lo llama también Moulana que significa “nuestro maestro”.

MUYAHIDIN: Quienes combaten en el Yihad o Guerra Sagrada.

NAFS: Esta palabra árabe significa, según su uso, tanto alma como ego. Puede tener un sentido positivo, negativo o neutro según el contexto.

NAHYUL BALAGA: Famosa compilación de los dichos, cartas y sermones del Imam ‘Alî lbn Abi Talib (P). Es una obra famosa en todo el Islam por su sabiduría, elocuencia y perfección de la lengua árabe. El título significa “Cimas de la Elocuencia”, y hay versión en castellano.

P: Esta abreviatura entre paréntesis significa: La Paz sea con él. Se coloca luego de los nombres de los Imames (P) y de los Profetas (P).

SAADI: Famoso poeta y místico iraní. Algunas de sus obras están traducidas al español.

TRADICIÓN: Traducción del término hadiz, designa a los dichos, hechos, enseñanzas, etc., que se han recibido directamente del Profeta (BPD) o de los Imames de su Descendencia (P.), y que se encuentran compiladas en numerosos libros antiguos y modernos por millares. Es una de las dos fuentes de la doctrina islámica, ocupa el segundo lugar en importancia luego del Corán.

‘URAFA: Plural de ‘arif (ver).

VINO: Este término, igual que el de taberna, bebedores, borrachos, etc., que aparece en los poemas místicos citados en el texto, es una alegoría o símbolo para el néctar de la realización espiritual y la embriaguez de los estados contemplativos. No debe interpretarse como lo hacen algunos ignorantes en sentido literal (como en la poesía de Omar Khayyan) pues el vino y todo embriagante está totalmente prohibido en el Islam y los místicos siempre respetaron esto.

YIHAD: Este término (traducido a veces como Guerra Santa) significa todo lo que sea esfuerzo, sacrificio, combate, lucha, pero por un fin superior, no la mera violencia injusta. Se aplica tanto a la guerra que se emprende defensivamente para restablecer la justicia o rechazar la opresión, como al combate espiritual interior para establecer la justicia y equidad en la propia alma. En este último sentido es usado en este texto.

Extraído del libro El Hombre Perfecto Desde la visión del Islam y otros pensamientos; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1] “Una persona que simula la maldad para evitarse caer en la soberbia o vanidad delante de las personas por su virtud”.

[2] Imam Husain (P), hijo de Alî (P) y nieto del Profeta (BPD) fue martirizado en la localidad Karbala (Irak) por un ejército enviado por el califa omeya usurpador Iazid, hijo de Muawiah. Ibn Ziiad conducía ese ejército que acabó con la vida de setenta de los Descendientes del Mensajero de Dios (BPD). El Imam se había levantado contra el opresor califa por su manifiesta corrupción y en defensa del Islam que estaba seriamente amenazado. Su martirio fue un ejemplo para la comunidad musulmana que fue seguido por numerosas revueltas que terminaron con la dinastía Omeya.

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