Enseñanza de la Doctrina Islámica

Conocer a Dios

Por Aiatollah M. T. Misbah

Introducción

La creencia en la existencia de Dios Creador del mundo, como hemos visto, constituye la base de la religión y es la diferencia fundamental entre la cosmo­visión religiosa y la materialista. Por eso, la primera cuestión con que se enfrenta el buscador de la verdad y a la que debe encontrar una respuesta correcta, es si existe Dios o no. Para encontrar dicha respuesta debe, como hemos explicado en la lección anterior, utilizar la razón hasta alcanzar un resultado definitivo, sea éste positivo o negativo.

En caso de ser positivo, vendrá luego el turno del análisis de las cuestiones secundarias, tales como la Unicidad de Dios, la Justicia divina y otros Atribu­tos de la Divinidad.

En caso de que el resultado sea negativo quedará confirmada la cosmovisión materialista y naturalmente no habrá necesidad de analizar el resto de las doctrinas religiosas.

El Conocimiento intuitivo y conocimiento adquiri­do

Con referencia a Dios Altísimo podemos concebir dos formas de conoci­miento: el conocimiento intuitivo y el conocimiento adquirido.

La finalidad del conocimiento intuitivo respecto de Dios es que el hombre lo conozca sin la intermediación de conceptos mentales, mediante cierta forma de intuición interior del corazón.

Es obvio que si una persona tiene una intuición consciente respecto de Dios Altísimo (como afirman los grandes gnósticos), no habrá necesidad de argu­mentos y pruebas racionales. Pero, como señalamos anteriormente, un conoci­miento intuitivo de esa naturaleza sólo es posible mediante una autopurificación y autoconstrucción previa, y luego de haber atravesado los distintos estadios del camino gnóstico.

Por supuesto, no se puede negar la existencia de personas excepcionales que tengan esta intuición consciente. Como es el caso de nuestra fe en los Profetas e Imames infalibles (la Paz sea con todos ellos), quienes poseían ese conocimien­to incluso en su niñez. Pero este conocimiento intuitivo, aunque existe en personas normales, como no posee una forma consciente no es suficiente para obtener de él una cosmovisión coherente y clara.

El objetivo del conocimiento adquirido, por otro lado, es que el hombre a partir de ciertos conceptos (y postulados) generales (asignados a Dios), tales como: Creador, Autosuficiente, Omnipotente, Omnisapiente, etc., obtenga un conocimiento racional, no intuitivo, sobre Dios, de modo que crea en su existencia (como un ser Creador del mundo). Y después añada a esos otros conocimientos adquiridos hasta alcanzar un sistema de creencias armónico que constituya una cosmovisión.

El resultado de los esfuerzos racionales y los argumentos filosóficos es el conocimiento adquirido. Nada impide por lo demás que mientras se obtienen los conocimientos adquiridos se procure también el conocimiento intuitivo consciente.

Conocimiento innato

En muchas de las sentencias de los líderes de la religión, así como de los sabios y gnósticos, nos encontramos con la siguiente afirmación: "El conoci­miento de Dios es innato", o bien que "el hombre por su esencia, es decir de forma innata, conoce a Dios". Para comprender el significado correcto de esta expresión necesitamos brindar primero una explicación sobre el término árabe fitrah, que traducimos como "naturaleza innata".

Fitrah en lengua árabe significa "tipo de creación". Ciertos asuntos pue­den considerarse innatos o presentes en la fitrah, y se manifiestan cuando la existencia de un ser requiere de ellos. A partir de esto podemos señalar tres características distintivas de lo innato (perteneciente a la esencia natural):

1- Lo que es innato existe en cada uno de los individuos de una especie, aunque puede que la cualidad de ellos difiera desde el punto de vista de su intensidad o debilidad.

2- Los asuntos innatos permanecen invariables a lo largo de toda la historia y no se encuentra que la naturaleza innata de un ser demande o exija en una época algo distinto a lo que reclama en otra[1].

3- Los asuntos innatos, en tanto tales, no requieren de aprendizaje ni enseñanza porque son requerimientos y contenidos de la misma existencia, aunque sí necesitan educarse para su desarrollo y para guía.

Los atributos innatos del hombre pueden dividirse en dos grupos:1) Los conocimientos innatos que cada hombre posee sin necesidad de estudiar; y 2) Los deseos e inclinaciones innatas que demanda el ser esencial de cada indivi­duo.

Por lo tanto, existe en cada individuo una forma de conocimiento de Dios que no requiere enseñanza o aprendizaje, y que podemos denominar "conoci­miento innato de Dios”. Si vemos que existe cierto tipo de inclinación hacia Dios en cada individuo podremos denominarla "adoración innata a Dios".

En la lección segunda hemos señalado que muchos psicólogos sostienen que la inclinación del hombre hacia la religión y hacia Dios constituye una de sus particularidades psicológicas (propia del hombre como especie), a la que denominan "sentido religioso" o "sentimiento religioso". Nosotros agrega­mos (es un hecho comprobado) que el conocer a Dios es, también, un requisito de la naturaleza innata del hombre. Pero, así como la adoración innata de Dios no es una inclinación consciente, tampoco el conocimiento innato de Dios es un conocimiento consciente como para permitir que las personas comunes no necesiten esforzarse para conocer a Dios.

No debemos olvidar que cada persona posee, al menos en un grado débil, un conocimiento innato de Dios, por lo tanto no le es difícil, con un mínimo esfuerzo intelectual, aceptar Su existencia, y desarrollar de un modo gradual su conocimiento intuitivo inconsciente hasta alcanzar los grados conscientes.

En resumen, el hecho de que el conocimiento de Dios sea innato significa que el corazón humano está familiarizado con Dios, y que en el fondo del alma humana existen elementos ingénitos para conocer conscientemente al Creador, que pueden desarrollarse y florecer. Pero estos elementos innatos no liberan al hombre de la necesidad de pensar y argumentar en forma racional.

Preguntas:

  1. ¿Qué aspectos de la cosmovisión son más fundamentales y cuál es el motivo principal de ellos?
  2. Explique el conocimiento intuitivo y adquirido en relación a Dios Altísimo.
  3. ¿Acaso el conocimiento intuitivo puede obtenerse por medio de conceptos racionales? ¿Por qué?
  4. ¿Qué rol puede desempeñar el conocimiento adquirido sobre el conocimiento intuitivo?
  5. Explique el significado de fitrah (naturaleza primordial innata).
  6. ¿Cuáles son las características de los asuntos innatos?
  7. Explique las diversas clases de asuntos innatos.
  8. ¿Cuáles de los asuntos innatos se relacionan con Dios?
  9. Explique el conocimiento innato que poseen los seres humanos sobre Dios.
  10. ¿Acaso el conocimiento innato de Dios puede librar al hombre común del empleo de argumentos racionales para conocer al Ser Supremo? ¿Por qué?

La vía simple para conocer a Dios

Existen abundantes y diferentes argumentos lógicos para fundamentar la existencia de Dios, que pueden encontrarse en los diversos libros de filosofía y teología, así como en las palabras de los líderes religiosos y en los Libros revelados.

Estos argumentos lógicos presentan distintas formas. Por ejemplo, en varios de ellos se hace uso de premisas simples, datos sensibles y empíricos, mientras que en otros las premisas son sólo racionales. Otros procuran demostrar la existencia de un Dios Sapientísimo en forma directa, otros sólo confirman que existe un Ser cuya existencia no necesita de ninguna otra (uáyibul uyúd: el "ser necesario"). Para conocer Sus Atributos deben emplearse empero otros argumentos.

En cierto sentido los distintos argumentos para conocer a Dios (Su existen­cia y Atributos), pueden compararse con las diferentes maneras que existen para atravesar un río. Una de ellas es a través de un simple puente de madera, por el cual un transeúnte con carga ligera podrá cruzar sin problemas al otro lado del curso de agua y alcanzar su objetivo. Otra forma es mediante un largo puente de piedra, más firme que el anterior. Y finalmente, otra forma más compleja aún es a través de un puente construido sobre la base de hierro y cemento por el cual pueden circular pesados vehículos de carga.

El hombre que posea una mente ligera puede conocer y adorar a Dios a través de vías simples (el puente de madera). Pero una persona que tiene en su mente una pesada carga de dudas y cuestionamientos, deberá utilizar el puente de piedra; y por último, una persona más compleja aún desde el punto de vista intelectual, debe elegir el puente con la infraestructura más sólida y fuerte.

Nosotros aludiremos aquí, en primer lugar, a la vía más simple para el conocimiento, y luego atenderemos a una de las vías intermedias. No nos ocuparemos de las vías más complejas, que para su empleo requieren del conocimiento de muchas cuestiones filosóficas básicas, y que sólo sirven para aquellos cuyas mentes están colmadas de dudas y cuestionamientos, o bien para quienes quieren dominar esos temas y problemas al detalle con el propósi­to de guiar y quienes se hubieren desviado.

Las características de la vía simple.

La vía simple para el conocimiento de Dios (Su existencia y Atributos) tiene sus ventajas y particularidades, siendo las más importantes las siguientes:

1- No necesita de preliminares e introducciones complejas y técnicas. Por el contrario es la explicación más simple que puede exponerse en este asunto, lo que hace que pueda ser comprendida por toda persona cualquiera sea su nivel de conocimiento y estudios.

2- Este método conduce directamente hacia Dios Creador, Sapientísimo y Poderosísimo, al contrario de otros argumentos filosóficos y teológicos que primero afirman la existencia de un Ser Necesario y luego, mediante el empleo de otros argumentos, demuestran su Sabiduría, Prudencia, Poder, Creatividad, Señorío y otros Atributos.

3- Esta vía desempeña, ante todo, el rol de despertar y concientizar la naturaleza y conocimientos innatos del individuo. La reflexión sobre sus ejem­plos brinda al hombre un estado místico en que le parece "ver" la Mano de Dios en la creación y la administración de los asuntos del universo. Esa Presencia divina con que su naturaleza innata está ya familiarizada.

Es por estas especiales características que los maestros y conductores de las religiones reveladas (profetas, Mensajeros e Imames) eligieron este método para la masa del pueblo, invitando a todos a seguirles, y reservaron los otros métodos para personas más selectas, de conocimiento más elevado, o bien los emplearon en ocasión de discusiones con ateos o filósofos materialistas.

Los signos conocidos.

La vía simple para el conocimiento de Dios consiste, como lo expresa el Sagrado Corán, en meditar y reflexionar sobre los signos divinos presentes en toda la creación.

Cada uno de los fenómenos del mundo, en los cielos, en la tierra y en la existencia del hombre, porta en sí un signo, una señal de un Poder, Sabiduría y finalidad trascendentes, que conduce al corazón del hombre hacia el Centro de la existencia, presente siempre y en todo lugar:

Este mismo libro que ustedes tienen en sus manos es un signo de Él. ¿Acaso leyéndolo no nos familiarizamos con un escritor consciente que posee una meta u objetivo? ¿Acaso creyeron alguna vez como posible que este libro haya surgido como resultado de una serie de reacciones casuales y azarosas, mera­mente materiales, sin tener como agente a un escritor consciente, dotado de un objetivo? ¿No es ridículo que alguien suponga que una gran enciclopedia de varias decenas de tomos puede surgir por medio de la explosión de una mina de metales, tras la cual las partículas y fragmentos de esos metales formen letras y chocando accidentalmente con los papeles impriman la escritura y luego, también por accidente, los papeles se unan compilándose con un orden cohe­rente para conformar un libro?

Pues bien, suponer que esto mismo (la producción a partir de una sucesión de accidentes casuales, azarosos) ha ocurrido con todo el universo, con toda su inmensa cantidad de enigmas y maravillas, conocidas y desconocidas, son miles, millones de veces más ridículo que la anterior suposición.

Cada sistema u orden con un propósito es un signo de" la existencia de un ordenador y de una meta u objetivo (un sentido o finalidad). Sistemas y órdenes de este tipo pueden presenciarse por doquier en el universo, conforman a su vez un sistema universal que fue traído a la existencia por un Creador Sapientísimo que se ocupa continuamente de su administración y gobierno.

Una planta que florece en un jardín, surgiendo de la tierra abonada, plena de colores y de agradable perfume. Un árbol de manzanas que brota de una minúscula semilla y que cada año produce una multitud de manzanas perfectas de bello aroma y color; y lo mismo el resto de los otros árboles y plantas, todos son signos de Dios.

También el ruiseñor que canta posado sobre la rama de una flor, el pollito que sale del huevo y picotea la tierra; el ternero recién nacido que mama (sin enseñanza previa) del pezón de la madre, y la leche que se produce equilibradamente y se almacena en los pechos de las madres para alimentar a los recién nacidos.

Ciertamente, ¡qué armonía sorprendente y qué extraordinaria previsión y disposición existe en el surgimiento de la leche en los pechos de las madres, de forma simultánea con la venida al mundo de un nuevo ser!

Los peces que para desovar nadan cientos de kilómetros por única vez; las gaviotas que conocen sus nidos entre las algas del mar sin que, siquiera una vez, los confundan. Las abejas, que por las mañanas abandonan sus panales y, tras atravesar largas distancias para recoger el polen de las perfumadas flores, retornan por la noche a su morada (sin hesitar en el camino de vuelta), todos esos son signos Suyos.

Y más asombroso aún es que las abejas mieleras, así como las vacas y ovejas lecheras, producen más miel y leche que la que necesitan para su propia nutrición, y esto para que el hombre, esa criatura elegida y excepcional, se beneficie con ellas.

Pero el hombre desagradecido, niega y desconoce al Provisor de esas conocidas mercedes, discute con El y se le opone.

En el mismo cuerpo humano se ven señales aún más sorprendentes de Su Sabiduría y Prudencia. La composición general del cuerpo y los órganos, su armonía y la correspondencia de cada parte con el conjunto; su composición por parte de millones de células vivas especializadas en cada órgano, a pesar de haber surgido de una única célula madre; la composición de cada célula y sus elementos necesarios provistos en una relación definida. El establecimiento de cada miembro y órgano en el lugar más adecuado, con sus respectivos movi­mientos y finalidades, como por ejemplo la absorción del oxígeno del aire por parte de los pulmones, su transporte a todo el organismo por parte de los glóbulos rojos de la sangre. La producción de azúcar en la cantidad requerida por medio del hígado; la reconstitución de los tejidos dañados mediante la creación de nuevas células; la lucha contra los microbios y bacterias patógenas por medio de los glóbulos blancos. La secreción de diferentes hormonas a partir de distintas glándulas que desempeñan importantísimas funciones en toda la regulación bioquímica del organismo. Todos estos son signos Suyos[2].

Ese maravilloso y sorprendente sistema que es el cuerpo humano, cuyos secretos no han podido hasta ahora descifrarse (salvo en una insignificante proporción) pese a que se abocaron a su estudio millares de sabios durante siglos, ¿por quién fue creado?

Cada célula es un minúsculo sistema integrado que posee una finalidad dada. Un conjunto de células colaboran en la constitución de un sistema más grande aún, un órgano, también dotado de un objetivo preciso. Y el conjunto de los distintos órganos conforman a su vez un sistema general con una finalidad propia, que es el cuerpo. Pero la obra no termina allí, sino que innumerables sistemas de seres vivos e inanimados conforman un gran sistema de infinitas dimensiones llamado mundo natural, que está gobernado por una única Guía, Sabia y Prudente, que le concede una armonía y orden perfectos.

Por cierto que Dios es quien hace germinar las plantas, las graníferas y las nucleadas. El hace surgir lo vivo de lo muerto, y extrae lo muerto de lo vivo. ¡Este es Dios! ¿Cómo podéis, pues, negarlo? (6:95).

Resulta obvio que cuanto más se desarrolla la ciencia y se amplía el horizonte del conocimiento humano, más y nuevos misterios y secretos naturales aparecen para desafiar a la estrecha mente humana, como signos elocuentes de la Infinita Sabiduría del Creador. Observar y meditar en estos fenómenos simples, presentes por doquier, y en los signos claros que encierran es suficien­te prueba para los corazones puros.

Preguntas:

  1. Explique las diferentes vías para el conocimiento de Dios y sus particularidades.
  2. ¿Cuál es la vía simple para conocer a Dios (Su existencia y Atributos), y cuáles son sus características salientes?
  3. Explique los signos y señales constituidos por fenómenos naturales que poseen una finalidad.
  4. Explique la forma lógica del argumento del orden.

 

Fuente: Enseñanza de La Doctrina Islámica; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

 

[1] Esto se corresponde con el dicho coránico: Conságrate al monoteísmo, según la ­naturaleza primigenia (fitrah) de Dios, según la cual creó al hombre. Y no hay cambio en la creación de Dios ... (30:30)            

[2] Para una mayor información sobre este tema pueden consultar obras de biología y de fisiología humana, así como de ciencias naturales en general. (El autor cita aquí algunas obras en persa que desde luego no están disponibles para el lector de habla hispana, pero que pueden suplirse con otras similares en nuestra lengua. N. del T.)

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