La epopeya de Ashura

Regreso de Ahlul Bayt (P) a Karbalá el día cuarenta (Arbaín)

Un vistazo a la historia del Islam en el primer siglo

Por el Sheij Huseyn Ansarián

Uno de los sucesos sobrecogedores que desgarran el alma fue el regreso de Ahl ul-Bayt (a.s.) de Damasco a Karbalá, suceso que ha sido recogido por el Sheyj Al-Mufíd,[1] Seyed Ibn Táwuus,[2] Alamah Maylesí,[3] y Sheyj Abbás Qommí, la misericordia de Dios sea con todos ellos.

Ellos relataron que, en el momento de la partida de Ahl ul-Bayt (a.s.) de Damasco, Yazíd le dijo al noble Imam As-Sayyad (a.s.):

“Pídeme lo que quieras y te concederé tres cosas que necesites.”

Imam Zayn ul-Abidín (a.s.) le dijo:

“La primera es que permitas que visite la cabeza cortada de mi padre. La segunda es que ordenes que nos sea devuelto todo lo que nos fue saqueado. La tercera es que si tienes la intención de matarme, designes un jefe que se encargue de que las mujeres de Ahl ul-Bayt (a.s.) regresen a Medina sin ser molestadas y cómodamente.”

Yazíd dijo:

“El que veas la cabeza cortada de tu padre no será posible. Segundo, ya he decidido no matarte, así que se tú mismo quien lleve a las mujeres de Ahl ul-Bayt a Medina. Tercero, yo os daré otro tanto de las cosas que os fueron quitadas.”

El noble Imam (a.s.) le dijo:

“No queremos que nos des dinero o bienes de este mundo. Entre los bienes que nos fueron quitados se hallaban algunas prendas tejidas por mi madre Fátima Zahrá (a.s.) y un pañuelo de cabeza, un collar y una camisa que fueron de ella.”

Yazíd ordenó que les fueran devueltas aquellas cosas. Después el noble Imam Zayn ul-Abidín (a.s.) y las gentes de la Casa Profética (a.s.) partieron de Damasco de manera respetable y digna y regresaron a Medina con libertad y comodidad.

El Imam (a.s.) dijo: “Queremos expresar nuestro duelo por el Imam Huseyn (a.s.) antes de volver.”

Les dieron una casa en la que vivir y no hubo mujer hashemi o quraixí ni hombre de estas tribus que viviera en Damasco que no acudiese a los funerales. Ante tal afluencia de personas, el funeral que Ahl ul-Bayt celebró en Damasco por el martirio de Imam Huseyn, sus familiares y compañeros, duró siete días con sus noches.

El octavo día, Yazíd pidió a los miembros de la Casa Profética que fuesen a verle y les dijo:

“Si queréis permanecer en Damasco podéis quedaros, Si queréis partir podéis partir ¿Qué queréis hacer?”

Ellos dijeron: “Queremos regresar a Medina, la ciudad de nuestro abuelo.”[4]

Alamah Maylesí recoge en la obra Bihár al-Anwár lo siguiente:

“El maldito Yazíd ordenó que preparasen palanquines y las tiendas que se montan sobre ellos, llamadas mahmel, y que las adornasen con telas floreadas y ordenó que hicieran bolsas de seda y las llenó de monedas de oro y plata. Entonces dijo:

“¡Oh Umm Kulzúm! ¡Toma este dinero en compensación por las tragedias que os han alcanzado!”

Umm Kulzúm (a.s.) dijo:

«يا يزيد! مٰا أَقَلَّ حَيٰاءَکَ؟! وأصْلَبَ وَجْهَکَ؟ تَقْتُلُ أخِي وأَهْلِ بَيْتي، وتُعْطيَني عَوضَهُمْ مٰالاً؟ وَاللهِ لاکانَ ذَلِکَ أَبَدَاً».

“¡Oh Yazíd! ¡Qué poco es tu pudor y que grande es tu desvergüenza! ¡Mataste a mi hermano y a la gente de nuestra familia profética y en compensación de ellos nos quieres dar dinero! ¡Juro por Dios que eso es imposible!”[5]

En los libros sobre la matanza de Ashurá se recoge que Yazíd llamó a Numán ibn Bashír y le encargó que protegiese el viaje de Ahl ul-Bayt, se pusiera al servicio de ellos y garantizase que llegaban a Medina sin sufrir ningún contratiempo.

Cuando los miembros de Ahl ul-Bayt (a.s.) salieron de Damasco y llegaron cerca del punto en que el camino se bifurcaba en la ruta a Iraq y a Medina, le dijeron a Numán ibn Bashir que querían regresar por el camino de Karbalá y éste aceptó.[6]

Como Iraq y Siria eran países fronterizos, pudieron llegar a Karbalá a tiempo para celebrar allí por primera vez el funeral a los cuarenta del martirio del Imam Huseyn (a.s.).

El autor de la obra Ma’álí As-Sibtayn, escribe:

“Cuando los descendientes de la familia del Profeta (s.) llegaron a Karbalá, coincidieron con la llegada de Yáber y de un grupo de gente que venían con la intención de visitar la tumba de Aba Abdellah (a.s.). Se lamentaban con grandes exclamaciones de dolor. Todos los hombres iban vestidos con trajes negros.

Les llevaron hasta el lugar de los hechos. Ellos se golpeaban la cabeza y el pecho, se abofeteaban los rostros, mientras, alrededor de las tumbas, los familiares del Profeta les decían:

«فَقَدْنا هاهُنا رَوحاً وَرَيحاناً وَزيتوناً وَتيناً»؛

“¡Aquí es donde perdimos a quienes eran nuestra alma, nuestra vida, nuestro espíritu y nuestro arrayán, nuestras aceitunas e higos!”

«فَقَدْنا هاهُنا قَمَراً مُضيئاً بِنورِ هُداهُ يَهدِي التائهينا»؛

¡Aquí es donde perdimos a la luna llena resplandeciente que con su luz guiaba a quienes estaban extraviados!

«هُنا العَبّاس في يَومٍ عَبوسٍ ماقَد أمسی رَهينا»؛

¡Aquí fue donde ese día aciago pusieron una barrera entre Al-Abbás y el agua!

«هُنا ذُبِحَ الرَّضيع بِسَهْمِ حِقْدٍ»؛

¡Aquí es donde degollaron con una flecha a nuestro bebe lactante!

«فَما رَحموا صغار المُرضِعينا»؛

¡Aquí fue donde no tuvieron misericordia de nuestros bebes lactantes¡

«هُنا ذُبِحَ الحُسين بِسيفِ شمر»؛

¡Aquí fue donde Al-Huseyn (a.s.) fue degollado por la espada de Shimr!

«هُنا قَد تَربُوا منهُ الجَبينا»؛

¡Aquí fue donde el rostro de Aba Abdellah cayó al suelo y se llenó de tierra!

«هُنا حرقوا الخيام واَحرِقوها»؛

¡Aquí fue donde hicieron pedazos nuestras tiendas y las prendieron fuego y se repartieron entre los traidores nuestras pertenencias como botín de guerra!

«وَقُسِّمَ فَيئاً في الخائِنينا»؛

Cuando los ojos de la noble Zaynab al-Kubrá (a.s.) cayeron sobre la tumba de Aba Abdellah (a.s.) el día del Arbaín,[7] sus ojos se inundaron de lágrimas y, dando un terrible grito, cayó sin sentido. Las mujeres de Ahl ul-Bayt (a.s.) mojaron su rostro con agua hasta que recuperó el sentido.

Umm Kulzúm (a.s.) se mesaba los cabellos, se golpeaba el rostro y lloraba con grandes lamentos.

Sukayna (a.s.) gritaba:

«وا مُحمَّداه، وا جداه، يَعُزُّ عليک مافَعَلوا بِأهلِ بيتکَ ما بَينَ مسلوبٍ وجَريحةٍ وَمَسحوبٍ وَذَبيحةٍ»

“¡Oh Muhammad! ¡Oh abuelo! ¡Qué terrible ha de ser para ti lo que le ha sucedido a la gente de tu casa! ¡Saquearon los vestidos de tus hijos después de matarles! ¡Mutilaron sus cuerpos, les arrastraron por el suelo y les cortaron las cabezas!

Imam As-Sayyad (a.s.) al ver la situación de sus familiares, después de tres días ordenó ponerse en movimiento de regreso a Medina.

La noble Sukayna (a.s.) llamó a las mujeres de Ahl ul-Bayt (a.s.) para que fueran a despedirse a la tumba de Aba Abdellah (a.s.) y ella misma se abrazó a la tumba y, llorando en alta voz, dijo:

«ألا يٰا کَربلا نُوَدِّعُکَ جِسماً * بِلَا کَفَنٍ وَلٰا غُسْلٍ دُفِيْنٰا»

¿Acaso ¡Oh Karbalá! No dejamos en tu tierra un cuerpo, que ha sido sepultado sin baño mortuorio y sin sudario?

«ألا يٰا کَربلا نُوَدِّعُکَ رُوحاً * لِأحمد والوصي مَعَ الأمينا»

¿Acaso ¡Oh Karbalá! No dejamos en tu tierra un alma, que está junto a Ahmad, su albacea y el digno de confianza?[8]

El autor de Ma’áli as-Sibtayn escribe:

“La dama Rabáb obtuvo permiso del Imam As-Sayyad (a.s.) para permanecer en Karbalá para establecer ceremonias de duelo por Aba Abdellah (a.s.). La confiaron al cuidado de las gentes de Banu Asad. Está dama pasó un año junto a la tumba de Aba Abdellah (a.s.) llorando y lamentándose. Por las noches iba junto a los Banu Asad y por las mañanas regresaba junto a la tumba de Aba Abdellah (a.s.) se sentaba bajo los calientes rayos del Sol y lloraba y no permitió que construyesen una sombra para ella, diciendo:

“Aba Abdellah (a.s.) fue martirizado bajo los rayos ardientes del Sol.”[9]

Extraído del libro La epopeya de Ashura, un vistazo a la épica del Señor de los Mártires; Imam Huseyn (P)

Editorial Elhame Shargh, 2014

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

 

[1] Sheyj Al-Mufíd, Kitáb ul-Irshád, p. 122

[2] Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala Qatli at-Tufúf, p. 224-225.

[3] Alamah Maylesí, Bihár al-Anwár, t, CLV, p. 144, cap. 39.

[4] Sheyj Abbás Qommí, Muntaha Al-Ámál, t. II, p. 1010-1012.

[5] Alamah Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 196-197.

[6] Abu Mihnaf, Waqueé At-Taf, p. 272; Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 122 que recoge un resumen; Seyed Mohsen Amín, Lawáich Al-Ashyán, p. 183-184 Sheyj Abbás Qommí, Muntaha al-Ámál, t. II, p. 1011-1012; Mázandarání, Ma’áli As-Sibtayn, t. II, p. 179, sesión 2.

[7] Arbaín, significa “cuarenta” en lengua árabe. Se refiere al cuadragésimo día tras el martirio de Imam Huseyn (a.s.) y, por extensión, a los funerales y ceremonias de lamento que cada año se celebra en esa fecha, conmemorando tales acontecimientos luctuosos.

[8] Es decir: El Profeta Muhammad (s.), Ali ibn Abi Tálib y el ángel Gabriel (a.s.).

[9] Mázandarání, Ma’áli As-Sibtayn, t. II, p. 187-188, sesión 4.

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