LINEAMIENTOS DE LA ECONOMIA ISLAMICA (6)

RESPONSABILIDADES ECONOMICAS DE LOS GOBERNANTES MUSULMANES

Por: Ayatola Dr. Muhammad Husain Beheshtí y Ayatola Dr. Muhammad Yauád Bahonar

RESPONSABILIDADES ECONOMICAS DE LOS GOBERNANTES MUSULMANES.

Una de las partes más interesantes de las enseñanzas económicas islámicas es la que se refiere a las responsabilidades económicas y financieras del gobierno musulmán. Existen instrucciones muy detalladas al respecto, pero en este libro solamente nos ocuparemos de una parte de ellas. En general, las responsabilidades económicas del gobierno se pueden dividir en dos partes:

(1) Responsabilidad de cubrir los requerimientos de los necesitados.

(2) Responsabilidad de dar los lineamientos en los distintos sectores de la producción y la distribución.

El tesoro público.

Bajo el sistema islámico una parte de los ingresos debería ir al tesoro público. El mismo incluye los siguientes ítem:

(1) “Jaray”, es decir, una parte de las ventas obtenidas de las tierras    públicas concedidas al sector privado para el cultivo.

(2) “Yiziah”, es decir, impuesto recaudado de los no-musulmanes que viven en un país musulmán (bajo su protección y que compen­sa el que estén exceptuados de la lucha para la defensa del terri­torio).

(3) “Jums”, es decir, el 20 por ciento del botín capturado durante una guerra (en defensa) de las tierras islámicas o de la verdad, la justicia y la libertad. En un sentido amplio el jums es el 20 por ciento del ingreso neto de cada persona después de la deducción de sus gastos familiares, personales y ocupacionales. También es el 20 por ciento de los ingresos derivados de la pesca de perlas, extracción de minerales, etc.

(4) La propiedad de quienes murieron y no dejaron herederos.

También hay otras fuentes mencionadas en la ley islámica, ingre­sos que deberán ser depositados en el tesoro público.

Es deber de los gobiernos musulmanes recolectar ingresos de to­das estas fuentes y tenerlos en el tesoro público para satisfacer necesi­dades como las siguientes:

(1) Establecimiento y manutención de las instituciones educaciona­les y de salud y centros para la expansión del Islam.

(2) Defensa de las tierras donde está asentado el Islam y la lucha por la libertad en otras áreas.

(3) Pago de salarios, asignaciones y pensiones de funcionarios del gobierno.

(4) Subsidio para los pobres que no están habilitados para recibir beneficencia, como es el caso de los descendientes del santo Pro­feta (B. P. y Desc.)

(5) Concesión de ayuda a todos los demás necesitados.

Si en el tesoro público aún queda un superávit después de cubrir todos estos requerimientos y otros similares, deberían ser invertidos para el bienestar de la Ummah (comunidad) musulmana universal de acuerdo a las enseñanzas del Islam y a cada individuo se le debería dar su parte correspondiente.

La política de pagos de subsidios de subsistencia para los indivi­duos fue puesta en vigor en el primer siglo de la Hégira, cosa compro­bable en el hecho de que una y otra vez nos encontramos con relatos históricos realizados por distintas personas referente a dinero que fue puesto a su disposición para darlo a los necesitados, pero aunque bus­caron a quien lo necesitase no encontraron a ninguno.

El compromiso de los gobiernos musulmanes de proveer medios a todos los necesitados asegura que no deberían depender siquiera del apoyo financiero de otros musulmanes.

Además, en ciertos casos los gobiernos musulmanes son respon­sables de controlar que los individuos cumplan con sus responsabili­dades financieras. En caso de no hacerlo, es deber del gobierno co­brarlo y usarlo correspondientemente. A esto se debe que una de las organizaciones oficiales de los gobiernos musulmanes es la de cobre o recolección del “jaray”, “zakat”, etc.

En relación con esto la tradición islámica ha puesto por escrito normas muy valiosas para que la acción del gobierno sea acorde con el espíritu de esta función y otras responsabilidades económicas, de manera que su existencia no sea perjudicada. El deber de un gobier­no musulmán no se limita solamente a las actividades arriba mencio­nadas. Como ya hemos dicho, la orientación en los sectores de la producción y distribución también forman una parte importante de sus deberes. Y un estudio completo de las principales tradiciones indican que es deber de un gobierno musulmán observar y controlar las actividades económicas para intervenir en cualquier momento que encuentre que los métodos de producción y distribución se están desviando de las normas islámicas.

Cuando el Imam ‘Alí (P) eligió a Malik Ibn Al-Hariz AI-Ashtar como gobernador de Egipto, le escribió una detallada carta sobre la política y obligaciones gubernamentales. El texto completo de esta importante y famosa misiva se encuentra en la compilación “Nahyu-l­Balaga” [1]

Reproducimos aquí algunos extractos de la misma: “En lo con­cerniente a la recaudación de las rentas públicas e impuestos, siempre debes tener en cuenta la prosperidad del contribuyente, esto es más importante que el impuesto en sí, porque estos impuestos y los con­tribuyentes, son la fuente original de la que depende el bienestar de tu estado y tus súbditos. Un estado realmente subsiste con las ventas de los contribuyentes porque su capacidad imponible descansa sobre la fertilidad de la tierra. El gobernante que no presta atención a la pros­peridad de sus súbditos y a la fertilidad de la tierra, concentrándose solamente en la recaudación de rentas, asola la tierra, arruina al estado y lleva la destrucción a las criaturas de Dios. Su gobierno no puede durar mucho.”

“Quiero aconsejarte acerca de tus comerciantes e industriales. Trátalos bien y ordena a tus funcionarios seguir la misma política. Pue­den ser comerciantes locales que se ocupan de sus transacciones en cier­tos lugares o que envían sus mercancías de un lugar a otro. Pueden ser también importadores y exportadores. Igualmente también pueden ser fabricantes, trabajadores industriales u hombres contratados en actividades manuales. Todos ellos merecen simpatía, protección y buen trato. Todos ellos son la fuente de riqueza de un país. Ellos proveen de mercancías a los consumidores. La mayoría de estos comerciantes traen las mercancías desde tierras distantes, a menudo, desde lugares que no son de fácil acceso y a los que la gente no se atreve ni quiere ir. Estos comerciantes son generalmente personas pacíficas que no pro­ducen disturbios o agitaciones sediciosas. Tu debes cuidar sus intereses, protegerlos, ya sea que estén comerciando en tus ciudades o aldeas o viajando por los países transportando mercancías de un lugar a otro. Una cosa más acerca de los comerciantes e industriales. Aunque los trates favorablemente, también debes observar sus actividades. Tu sabes que generalmente ellos son mezquinos, avaros, intensamente egocéntricos y egoístas, que sufren obsesión de codicia y acumulación de riquezas. A menudo esconden mercancías para obtener más venta­jas, creando la escasez y la venta clandestina. Tales condiciones son extremadamente injuriosas para el público, y por otro lado difaman al gobierno. Tu debes poner fin a todas esas prácticas porque el Santo Profeta (B. P. y Desc.) las ha prohibido explícitamente. Recuerda que el comercio debería ser entre los compradores y vendedores, de acuerdo a los correctos pesos y medidas y en términos razonables que ni el consumidor ni los proveedores tengan que enfrentar pérdi­das.”

Un estudio de las obligaciones de un gobierno islámico muestra en el campo económico que una administración musulmana debería ser siempre custodia de los intereses públicos, especialmente de los intereses de los pobres, y no protectora del ilícito beneficio de los ricos.

Reproducimos otra parte de la carta a Malik ibn Al-Hariz Al­Ashtar:

“Siempre debería apreciar y adoptar una política... que se base en la equidad y la justicia y sea grandemente apreciada y aprobada. Re­cuerda que las quejas y descontento del hombre corriente, del indi­viduo sin recursos y de la gente abatida, tienen preponderancia a la aprobación de personas importantes. Y el desagrado de algunas pocas personas importantes será disculpado por el Señor si el pueblo en general está feliz contigo. Recuerda Malik que generalmente estos grandes personajes son mentalmente la escoria de la sociedad huma­na, son las personas que durante tus momentos de paz y felicidad serán las más arrastradas y las menos útiles durante tus horas de necesidad y adversidad. Ellos odian por demás la justicia y la equidad.

Continuarán reclamando más y más riquezas del estado, raramente estarán satisfechos con lo que reciban y nunca se sentirán obligados por el favor que se les ha dispensado. Si sus reclamos son justificadamen­te rechazados, nunca aceptarán ninguna excusa razonable, cuando los tiempos cambien nunca los hallarás constantes, fieles ni leales. El hom­bre corriente, el pobre y el sector aparentemente menos importante de tus súbditos, son los pilares del Islam. Ellos son el verdadero grupo de musulmanes y el poder y la fuerza defensiva en contra de los ene­migos del Islam. Conserva una mente abierta, se más amable y asegura su confianza y simpatía.”

Un importante principio social y económico.

En la tradición islámica nos encontramos con un principio im­portante que tiene un gran significado económico.

Desde el punto de vista islámico solamente pueden ser llamados justos esos gobernantes que mantienen un nivel de vida similar al del grupo de más bajos ingresos.

Este principio es de importancia tenerlo en cuenta. El nivel de vida del gobernante musulmán debería ser igual al de la gente más pobre que vive en su jurisdicción, de modo que pueda existir un vín­culo real entre él y el pobre.

De otra manera, el pobre probablemente no acepte de corazón su liderazgo y gobierno ni le vaya a dar un apoyo real y completo. Los sentimientos de lejanía entre ambos incitará a los pobres a sublevarse contra los gobernantes.

Ha llegado a nosotros una tradición del Imam ‘Alí (P) con este principio: Una vez fue a Basora a la casa de un compañero llamado Ala, para preguntarle acerca de su salud. Como Ala tenía una casa grande, el gobernante islámico al verla le dijo: “¿Para qué sirve una casa tan grande en este mundo? ¿No necesitas más en realidad una casa así en el más allá? Bien, pero si incluso quieres llevarla allá, conviértela en un centro de hospitalidad, benevolencia y amabilidad y para la de­fensa de la verdad. De esa manera ganarás la salvación en el más allá por medio de esta casa.”

Dijo Ala: “Comandante de los creyentes, yo tengo una queja contra mi hermano Asim.” Dijo ‘Alí: “¿Qué ha hecho?” Dijo Ala: “Ha renunciado al mundo y ha asumido un andar desaliñado.” Dijo ‘Alí: “Llámalo”. Cuando Asim vino le dijo el Imam: “Tu eres enemigo de ti mismo. El demonio te ha nublado el entendimiento. ¿Por qué no tienes misericordia de tu mujer y tus hijos? ¿Piensas que Dios que ha hecho todas las cosas buenas y lícitas, se disgusta porque haces uso de ellas? Tu eres demasiado insignificante para ser tratado de esa manera por Dios.” Dijo Asim: “¡Comandante de los creyentes!, tú mismo usas ropas muy toscas y consumes alimentos simples.”

El Imam respondió: “Mi caso realmente es diferente al tuyo. Dios ha ordenado a los gobernantes justos mantener sus vidas dentro de los límites de la modestia para que el pueblo no pueda malinter­pretar nada (es decir, considerarse extraños a su gobernante y gobier­no y desviarse del camino recto.)” (“Nahyu-I-Balaga”, vol. 2)

Sobre la base de este importante principio tan expresamente expuesto en esta tradición, aquellos que quieren servir a la ummah musulmana como gobernantes, deberían clarificar primero su propia posición y la de su familia respecto a sus normas de vida. Si desean conducir o dirigir la vida de la gente más pobre de su país, entonces y solamente entonces, deberían buscar gobernar y no en cualquier otro caso.

De esta manera el gobernante sabrá que puede mejorar su posi­ción económica solamente si se dedica a un programa socio-económico de mejoramiento de la condición de los pobres. En otras pala­bras, en la sociedad islámica los gobernantes, desde el punto de vista económico, tienen un destino común con el pobre y no con el rico. Tales gobernantes no solamente no deberán apoyar a los capitalistas en sus esfuerzos por realizar injustos y excesivos beneficios, sino que también evidenciarán un gran esfuerzo por mantener bajo control la codicia de los ricos y serán un seguro para la implementación de la justicia social islámica.

Fuente: libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1]  Existe una edición en español de esta carta. (Nota de Editor.)

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