La Fe (Al-Imán)

Autores: Muhammad Husain Beheshtí y Muhammad Yauád Bahonar

Iman es una palabra árabe, habitual en muchas zonas o países musulmanes (en que se introdujo con el Islam), donde es co­múnmente comprendida. Para quienes su lengua madre es el persa, turco, suahili o urdu, están más o menos familiarizados con la misma. Aunque en inglés las palabras como fe, creencia y confianza son usadas en el mismo sentido, ninguna de ellas es un sinónimo perfecto de imán, como es usado y entendido generalmente. Para aclarar su sentido, citamos aquí unos pocos ejemplos.

Cuando tenemos una confianza en la integridad de una persona y nos apoyamos sin vacilar en ella, decimos que esa persona posee imán. Igualmente, cuando creemos totalmente en la veracidad de algo comu­nicado, decimos que esa comunicación tiene imán. Si tenemos una fe firmemente fundada en un sistema intelectual o en una ideología y sentimos una ardiente ligazón y celo por ello, convirtiéndolo en la base espontánea de nuestras actividades en la vida con una perfecta tranquilidad de conciencia, fervor e inclinación, estableciendo el pro­grama de nuestras actividades en la vida en función de ello, decimos que tenemos imán en esa ideología.

Estos ejemplos muestran que imán significa una fe firme, y una confianza completa en una materia, una idea, una doctrina, etc.

Los antónimos de imán son la duda, la aversión y la indecisión. La duda puede ser respecto a una persona, un punto o una doctrina. Puede ser un cincuenta por ciento de ambas cosas. También es posible que pueda ir acompañada de un optimismo o pesimismo pasajero. De todos modos, su resultado natural es la desconfianza. Incluso cuando la duda es acompañada del optimismo no es posible ligarse totalmente a una persona o ideología y creer en ella, especialmente en los casos donde sea necesario y donde uno deba tomar una posición práctica frente a un peligro potencial o real, mostrando constancia.

Miremos ahora atentamente la vida de una persona para descubrir cuál es el rol de imán en nuestra vida moderna.

Pero, ¿desde qué punto deberíamos comenzar nuestro estudio? Deberíamos hacerlo desde las excitantes escenas del combate eroico del pueblo oprimido pero creyente que lucha por adquirir sus derechos humanos, o desde un área comparativamente tranquila, por ejemplo, desde la cálida atmósfera de una familia o de una escuela? En nuestra opinión sería mejor estudiar la cuestión en varias etapas, de manera que podamos llegar a lo profundo de la cuestión.

EL PAPEL DE IMAN EN LA VIDA DE UN NIÑO

Imán es el principal factor psicológico en la vida de un niño inclu­so en esta edad de tecnología avanzada y dominio del espacio. Imán es el eje alrededor del que gira principalmente la vida de un niño, es­tando en ello ligados a él: sus padres, hermanos, maestros, etc., en lo que hace a su imitación o el cumplimiento de sus instrucciones, como así también en sus propios esfuerzos y discernimiento en las cosas que hace por su propia cuenta. Los niños confían en sus padres, hermanos y maestros. Tienen fe en la corrección de lo que sus mayores les ense­ñan, y en lo que hacen independientemente por cuenta propia.

Si haciendo una prueba, dicha confianza se aleja durante unos pocos días de los niños de una familia, incluso de un país muy avanza­do tecnológica e industrialmente, se verá como los mismos son conde­nados en su destino. Ningún tipo de ayuda técnica o científica será capaz de devolverle el entusiasmo y auto confianza a menos que la con­fianza o imán sean restaurados.

El crecimiento sólido y equilibrado de un niño y su felicidad fu­tura depende en gran medida del imán de sus padres, maestros, y todos aquellos que son responsables de su crianza y educación. Solamente quienes tienen imán en sus tareas vitales pueden desempeñarse bien en este sentido. No hay duda de que una madre que cría y nutre a su hijo con un sentido de dedicación y responsabilidad, o un padre, o un maestro que cumple sus responsabilidades sinceramente, tienen un papel importante en lo que se refiere a asegurar la vida feliz de su protegido.

Una atmósfera familiar en la que falta dedicación o la mutua con­fianza de padres e hijos y el respeto recíproco de los derechos de cada uno, resulta de los factores más importantes para causar la desdicha de los niños. En tal atmósfera familiar oscura e insulsa, los chicos no encuentran paz espiritual y confianza. Gradualmente pierden la fe en todas las cosas, incluso en ellos mismos, y se privan de los factores más valiosos de la evolución y el progreso es decir, imán en ellos mismos y en el medio ambiente de sus vidas.

En principio, el imán de un niño es en gran medida el reflejo del amor y confianza que le muestran sus padres a él y que existe entre ellos. Similarmente, el imán de un maestro tiene un efecto profundo y constructivo en sus alumnos, especialmente durante los primeros años de su educación.

Indudablemente, una parte de los mejores recuerdos de una per­sona se refieren a los días en que gozaba de la guía de un maestro sincero y dedicado en la escuela.

EL DOMINIO DE LA DUDA

Con la aproximación de la adolescencia el imán de la niñez es sometido a la incredulidad y rechazo. Incluso durante la infancia se enfrenta ocasionalmente con sucesos que perturban violentamente su confianza en una persona o una cosa. Sin embargo, durante este perío­do otro imán llena el lugar del primero (a saber: un imán en la direc­ción contraria al primero), sin que el niño se vea enfrentado a un pe­ríodo de duda prolongada. Durante este período no sufre de un senti­miento de incertidumbre y generalmente desarrolla la confianza en la dirección opuesta. A esto se debe el que un niño cambie sus puntos de vista rápidamente y en una sucesión inmediata. Por ejemplo, en un momento dado no habla con sus compañeros de juego y al poco tiem­po nuevamente se vuelve sociable con ellos. A menudo este drama se repite varias veces, por ejemplo, en un solo recreo, o en un mismo rato de tiempo.

Gradualmente se aleja este período y comienza la adolescencia. En ese período tienen lugar una serie de desarrollos físicos y mentales.

Uno de estos cambios es la pérdida de fe en la corrección de mu­chas ideas en las que se creía previamente durante la infancia. Se queda sometido a la incredulidad y al rechazo, el campo de lo cual varía de un individuo a otro. Algunas personas pierden la fe en casi todas las cosas y se vuelven escépticas.

LA DUDA CONSTRUCTIVA

La incredulidad del adolescente es un factor muy efectivo en el desarrollo humano, a condición de que esté acompañada de una suerte de ahínco y fe en la investigación y búsqueda. Solamente este tipo de incredulidad puede llamarse duda constructiva. Aunque la función de la duda es destruir todo lo que ya creemos y la construcción se relacio­na con la búsqueda e investigación que se emprende después de dicha destrucción. Pero como la búsqueda e investigación no se emprende a menos que la inestable creencia de la infancia se destruya, considera­mos que la duda también participa en esta construcción y la llamamos “duda constructiva”.

DE NUEVO EL PAPEL DE IMAN

La incredulidad adolescente impele generalmente a inquirir e in­vestigar. Se puede decir que en este estadio la persona desea descartar lo que aprendió en el período pre-adolescente y en este campo al igual que en muchos otros, quiere pararse sobre sus propias piernas. Quiere ser independiente y mostrar que ya no es un chico. Esta duda, por lo tanto, es acompañada de una suerte de imán —imán en sí mismo— que le permite apoyarse en sus propias piernas y comprender por sí solo. Con la incredulidad adolescente nos enfrentamos con un mundo nuevo, un mundo sin límites de cosas desconocidas. Surge un deseo por cono­cer y ponerse a investigar e indagar con mucha esperanza y general­mente con imán respecto a esas cosas de las que se puede adquirir una información más precisa y más segura, apoyándose en la propia capa­cidad de reconocimiento, investigación y búsqueda.

Si la incredulidad adolescente no es seguida por un deseo positi­vo por descubrir y un fervor por indagar, no se puede llamar construc­tiva. En ese caso debilitaremos nuestra confianza en todas las cosas y ocasionaremos solamente aburrimiento y aversión. De esta manera, el imán redescubierto durante el período de la adolescencia, tiene un rol positivo.

El progreso industrial y científico es normalmente el resultado de grandes esfuerzos llevados a cabo por quienes incesantemente investi­gan y consiguen un descubrimiento después de cientos de pruebas y experimentaciones. Si se observa de cerca a algunos científicos se verá con cuanto fervor y dedicación se abocan a su trabajo y el res­plandor de imán que chispea en sus rostros. Es posible que cada uno de nosotros hayamos experimentado también alguna vez el deleite y la alegría de imán.

IMAN CONSTRUCTIVO

Estamos hablando del imán que es constructivo y que nos conduce efectivamente a la acción, y no de ese que nos mantiene la esperanza viva durante un período de aflicción sin darnos una dirección definida en la vida.

Mientras el último tipo de imán también tiene algún tipo de valor en la vida humana, no pueden ser pasados por alto sus malos efectos. Dejamos la discusión de los pro y contra de este tipo de imán para otra ocasión. Aquí se puede decir que el Corán no considera suficiente este imán para la prosperidad del género humano, incluso respecto a la fe en Dios. Decenas de versículos del Corán dicen expresamente que la salvación humana depende del imán acompañado por aquellas acciones del caso y proporcionadas al objetivo. En ese sentido se pueden citar los versículos 82 y 277 de la sura (capítulo) II (Al-Baqarah, La vaca).

La sura Iunus (la X, Jonás) en su versículo 22, la sura Al-Ankabut (La araña, XXIX) en su versículo 65 y la sura Luqmán (la XXXI) en su versículo 32, censuran severamente a quienes no prestan mucha aten­ción a Dios en su vida de todos los días y son auto indulgentes en todo tipo de perversiones, recurriendo a El solamente en los momentos de desdicha y desgracia. En diversos lugares el Corán describe las obras que uno hace en la vida como la piedra de toque de imán. Refiriéndose a quienes hacen altisonantes afirmaciones pero que, en los momentos críticos, eluden el sacrificio, dice:

“¿Piensan los hombres que se les dejará decir ‘¡Creemos!’ sin ser probados (en su fe)?” (29:2)

LA LIBERTAD SIN COTO NO ES COMPATIBLE CON LA CREENCIA EN UNA IDEOLOGIA

El imán constructivo y positivo crea naturalmente ciertas obliga­ciones y limitaciones. En la sociedad humana cada ideología tiene sus propias normas, a las que adhieren quienes creen en ellas. Incluso los nihilistas que no aceptan ningún sistema, tienen que observar ciertas reglas y normas. El grupo que forma en una sociedad para oponerse a las formas convencionales de vida, no permite que una persona se conforme a las normas establecidas porque consideran que eso va con­tra su sistema. Si un sistema de “ningún sistema” (como el nihilismo) crea ciertos deberes, ¿cómo se puede esperar que una ideología cons­tructiva no fuese a abarcar obligaciones morales y legales?

La parte de pensamiento liberal de nuestra sociedad debería sa­ber que escaparse de las responsabilidades no está en armonía con el realismo o con el verdadero espíritu liberal.

El imán de la infancia a pesar de su pureza y serenidad, es incom­pleto porque no se origina a partir de la conciencia acompañada por el análisis. Principalmente es una respuesta involuntaria al entorno o me­ dio ambiente y un tipo de eco del mismo. Por eso no puede mantener su firmeza frente a las dudas de la adolescencia, y como dijimos antes, es perturbado con el comienzo de la pubertad.

La realidad es que durante el período de la infancia no se puede esperar más que ese imán simple y superficial. Pero durante la adoles­cencia y el período siguiente, se puede obtener un imán conciente, como resultado del cálculo, el estudio y el análisis profundo. El grado de éxito en la obtención de imán conciente varía de un individuo a otro. En el caso de mucha gente la duda de la adolescencia es muy simple y de efecto limitado. Afecta poco a la mayoría de las cosas en las que creían en su infancia.

El imán de esa gente en su edad madura es más o menos una continuación de aquel que tuvieron durante su infancia. Solamente se intensifica con el paso del tiempo. De cualquier manera, no se lo puede llamar un imán conciente. Tales personas son comunes incluso entre las clases altas más adecuadas. Muchos eminentes estudiosos, aunque sobresalientes en su propio campo, han seguido, sin ningún examen crítico que valga la pena, la misma doctrina o la misma política social o actitudes que le fueron inculcadas por su entorno o medio ambiente. El Islam no aprueba esta actitud. La más elevada fuente del Islam, es decir el Corán, nos exhorta repetidamente a la discusión y al análisis lógico, desaprobando el seguir ciegamente un sistema o una doctrina. Dice:

“Dicen: ‘Encontramos a nuestros padres en una religión (o en la práctica de un culto) y, siguiendo sus huellas, estamos bien dirigidos.’ Y asimismo no enviamos advertidor antes de ti (Muhammad) a una ciudad sin que dijeran los ricos de ella: ‘Encontramos a nuestros padres en una religión e imitamos su ejemplo’.” (43:22-23)

También dice:

“Y cuando se les dice: ‘Venid (sumaos) a lo que Dios ha revelado (el Islam) y a Su Mensajero (Muhammad)’ dicen: ‘Nos es suficiente (nos basta) aquello (de culto y religión) en que encontramos a nuestros padres.’ ¿Y si fuera que sus padres nada sabían y no estaban bien guiados?” (5:104)

Sobre la cuestión de la adopción de una doctrina el Corán enfati­za que imán debería basarse en el conocimiento y el estudio satisfac­torio. Si no se basa en el conocimiento, ello no tiene valor y debería continuarse la búsqueda de la verdad.

Después de aducir ciertos argumentos lógicos contra la idolatría, dice el Corán:

“La mayoría de ellos (los hombres) no siguen sino una opinión (o conjetura). Sin duda la opinión no vale da nada ante la Verdad. Y Dios está ciertamente bien enterado de lo que hacen.” (10:36).

Desde el punto de vista coránico, independientemente de las ideas que los padres impartieran a sus hijos, o de las adquiridas por estos de su entorno durante su infancia, el hombre tiene el deber de ejercitar sus facultades de aprendizaje y conocimiento, observar cuida­dosamente el mundo que lo rodea y a él mismo y continuar una calma contemplación hasta que arribe a una conclusión definida que puedan formar la base de su creencia y de su comportamiento personal y social en la vida.

COSMOVISION

La adopción de tal meta y dirección en la vida tiene una relación directa con la propia cosmovision y el papel del hombre en él. Como esta vision es la única sanción e infraestructura de cual­quier ideología, se debería ser cuidadoso en su elección y deberíamos refrenarnos de ser superficiales o complacientes al respecto.

Extraído de libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

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