Jesús y Muhammad (Los Amados de Dios)

Jesús en el Islam

Autor: Huyyatulislam Mohsen Rabbani

La natividad de Jesús

En el sura «María» se relata el episodio de la concepción de Jesús y su natividad. Dice el Sagrado Corán:

Y recuerda en la Escritura a María cuando se apartó de su familia hacia un lugar oriental y puso un velo que la apartase de ellos. Nosotros enviamos para ella a Nuestro Espíritu, que se presentó ante ella con la forma de un ser humano completo.

Ella dijo: «En verdad, me refugio en el Clementísimo de ti, si eres temeroso de Dios».

Él dijo: «En verdad, yo soy un Mensajero de tu Señor para otorgarte un muchacho puro».

Ella dijo: «¿Cómo tendré un hijo si no me ha tocado ningún ser humano y no he perdido mi castidad?».

Él dijo: «Así ha dicho tu Señor: ¡Eso es fácil para Mí! Haremos de él una señal para la gente y una misericordia procedente de Nosotros. Es un asunto decidido».

Así que ella le concibió y se retiró con él a un lugar apartado. Los dolores del parto la llevaron junto al tronco seco de una palmera. Ella dijo: «¡Ojalá hubiese muerto antes de pasar por esto y hubiese sido totalmente olvidada!»

Entonces, él la llamó desde debajo de ella: «No estés triste por mi causa. Tu Señor ha puesto a tus pies un arroyo. Mueve hacia ti el tronco de la palmera y caerán sobre ti dátiles maduros recién cortados. Así que come y bebe y alegra tus ojos. Y si ves a algún ser humano dile: ''En verdad, he hecho voto al Clementísimo de ayunar, por tanto hoy no hablaré con nadie''».

Y volvió con él a su gente llevándole en brazos. Ellos dijeron: «¡Oh, María! ¡Ciertamente, has venido con un grave asunto! ¡Oh, hermana de Aarón! ¡Tu padre no era un hombre malo, ni tu madre era una transgresora!».

Entonces, ella señaló hacia él. Ellos dijeron: «¿Cómo vamos a hablar con un niño que está en la cuna?»

Él[1] dijo: «En verdad, yo soy un siervo de Dios. Él me ha dado la Escritura y me designó profeta y me ha bendecido dondequiera que yo esté y me ha encomendado la oración y el pago del impuesto religioso mientras viva y que sea bueno con mi madre. Y no me ha hecho arrogante ni orgulloso. Y la paz ha estado conmigo el día en que nací y estará el día en que muera y el día en que vuelva a la vida. Éste es Jesús el hijo de María, el que proclama la Verdad acerca de la cual dudan». (Corán19:16-34)[2]

La Misión de Jesús

Jesús (P) deja en claro, según nos transmiten los Evangelios, que no vino a derogar la ley de Moisés (P), es decir, las prescripciones de la Torá, ni la enseñanza de los Profetas (P), pues dijo:

«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una ''i'' o una tilde de la Ley sin que todo suceda» (Mateo; 5:17-18)[3]

En cambio, Jesús (P) anuncia la venida de un reino de Dios. Esta promesa de Jesús (P) determinó el comportamiento de todo el cristianismo primitivo, pues esperaba el surgimiento en breve de ese reino anunciado. La parte más significativa de esta promesa no se encuentra sin embargo, en los tres Evangelios sinópticos,[4] sino en el de Juan, en el episodio que se narra luego de la última cena, en que Jesús (P) anuncia a un «Paráclito», un «consolador» o «intercesor», que él enviará cuando se vaya.[5]

Los musulmanes han visto en este anuncio la confirmación de lo que dice el Sagrado Corán:

«Y [recuerda] cuando Jesús hijo de María dijo: «¡Oh, Hijos de Israel! En verdad, soy el Mensajero de Dios enviado a vosotros para confirmar la Torá anterior a mí y para anunciar a un Mensajero que vendrá tras de mí. Su nombre es Ahmad»[6] (Corán 61:6)

Pese a que tardíamente, los exégetas de la cristiandad asimilan al «Paráclito» con el «Espíritu Santo»[7], lo cierto es que los primeros cristianos creían que se trataba de una persona, de un Enviado de Dios, y esto está confirmado porque algunos heresiarcas de los primeros siglos adujeron ser el Paráclito anunciado por Jesús (P). Todavía en época del Profeta del Islam, Muhammad (PB), los cristianos conocían esta promesa, y un monje de un monasterio de Bosra,[8] de nombre Buhayra, reconoce en el niño Muhammad los signos del Profeta anunciado.

«Aquellos a quienes dimos la Escritura [Sagrada], le conocen como conocen a sus hijos y, ciertamente, un grupo de ellos esconde la Verdad a sabiendas de lo que hacen». (Corán 2:146)

El Evangelio de Jesús

El Evangelio de Jesús (P) es considerado en el Islam uno de los libros revelados por Dios, y como tal es respetado por los musulmanes. El Sagrado Corán habla del Evangelio,[9] y no de «los evangelios», pues de hecho la palabra y el mensaje de Jesús (P) fue uno solo.

«Y le dimos el Evangelio, en el cual hay guía y luz y confirmación de lo que tienen en la Torá, y que es una guía y una amonestación para los temerosos de Dios». (Corán 5:46)

Jesús el Mesías

Para el Islam, Jesús (P) es un Profeta y Mensajero de Dios, uno de los más grandes, pero no es Dios-hijo.

Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios» (Marcos 10:18)

«Verdaderamente, ante Dios el caso de Jesús es semejante al de Adán. Él lo creó de barro y tras ello le dijo: «¡Sé!» y fue». (Corán 3:59)

«En verdad, el Mesías Jesús hijo de María es un profeta de Dios, Su palabra depositada en María y un espíritu procedente de Él». (Corán 4:171)

Milagros de Jesús en el Corán (P)

El Sagrado Corán menciona muchos de los milagros de Jesús (P), he aquí algunos de ellos:

Y recuerda cuando Dios dijo: «¡Oh, Jesús hijo de María! Recuerda Mi favor sobre ti y sobre tu madre, pues te fortalecí con el Espíritu Santo[10] y hablaste a las gentes en la cuna y de adulto. Y cuando te enseñé la Escritura Sagrada y la Sabiduría y la Torá y el Evangelio y creaste de barro formas de pájaros con Mi permiso y soplaste en ellas y fueron pájaros con Mi permiso. Y cuando curaste al ciego y al leproso con Mi permiso e hiciste salir al muerto de la tumba con Mi permiso. Y cuando impedí a los Hijos de Israel que te atacasen, cuando fuiste a ellos con las pruebas claras y los que de entre ellos no creían dijeron: ''Eso no es otra cosa sino brujería evidente''».

Y cuando inspiré a los apóstoles para que tuvieran fe en Mí y en Mi Mensajero y dijeron: «Creemos. Sé testigo de que nos sometemos a Ti, de que somos musulmanes».[11]

Y cuando dijeron los apóstoles: «¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Podrá tu Señor hacer que descienda para nosotros una mesa desde el cielo?»

Dijo [Jesús]: «¡Temed a Dios si sois creyentes!»

Dijeron: «Queremos comer de ella y aportar certeza a nuestros corazones y saber que nos has dicho la Verdad y ser así de los que dan testimonio de ella»

Dijo Jesús hijo de María: «¡Oh, Dios Señor nuestro! Haz descender a nosotros una mesa desde el cielo que sea una fiesta para todos nosotros, del primero al último y una señal procedente de Ti. ¡Provéenos, pues Tú eres el mejor de los proveedores!» (Corán: 5:110-114).

Jesús en la tradición islámica

La tradición islámica muestra a Jesús dueño de una extraordinaria sapiencia mediante la cual definía la profunda realidad del mundo y exhortaba con su conducta y su palabra al ascetismo y desapego. Él mismo no tenía casa, ni montura, ni esposa e hijos,[12] y con respecto al mundo decía: «¿Quién construye una casa sobre las olas del mar? ¡Oh gente, el mundo es como un mar agitado!, ¿Por qué lo tomáis como un lugar de residencia estable y permanente?».[13]

En una narración de Ali (P), el sucesor del Profeta Muhammad (PB), leemos que mientras disertaba sobre el valor de lo mundano, se refería a Jesús (P), diciendo: «Tomaba la piedra como almohada, vestía ropas rústicas, comía vegetales silvestres, estaba la mayor parte del tiempo hambriento, su lámpara de noche era la luna y en el invierno, su único refugio eran los horizontes del Oriente y el Occidente. Sus frutas y verduras eran las mismas que la tierra hacía brotar para los animales. No tenía una esposa que lo distrajese, ni hijos que lo afligiesen, ni riqueza que ocupase su atención. No tenía codicia alguna que lo rebajase, su transporte eran sus pies y sus sirvientes sus manos».[14]

En otro de sus dichos, el Imam Ali (P) nos recuerda la extraordinaria personalidad de Jesús (P) que decía: «Por las noches al dormirme nada poseo y lo mismo durante el día, sin embargo no hay hombre más rico que yo sobre la faz de la tierra».[15]

En otro hadiz[16] leemos que Jesús (P) estaba en el desierto cuando se precipitó una intensa lluvia. Él no tenía donde refugiarse, divisó una tienda a lo lejos, se dirigió hacia allí, pero al llegar vio a una mujer que se encontraba sola por lo que no entró sino que se volvió en busca de otro refugio. Jesús (P) era un Profeta joven pero extremadamente piadoso a quien Satanás jamás pudo doblegar.[17]

La tradición islámica cita, entre otra de las cualidades de Jesús, la de ser un permanente triunfador en la continua lucha interior por la purificación de la propia alma y en la lucha por la defensa de los oprimidos y desposeídos, a quienes siempre se esforzó por hacerles llegar el mensaje de la verdad y la justicia. Les enseñaba que ellos no eran pobres por un designio divino, sobre todo si eran gente de trabajo de sol a sol, sino que sus privaciones estaban relacionadas con el abuso de las minorías poderosas.

Con respecto a la humildad de Jesús es conocido el episodio en que lavara los pies de los apóstoles. Ellos, en principio se negaron, pero Jesús (P) les dijo: «Debo hacerlo a fin de que vosotros aprendáis la humildad que siempre debéis guardar frente a vuestros discípulos».[18]

Esta actitud se suma al modo de vida simple y su permanente compañía junto a los pobres, débiles y enfermos.

Jesús (P) fue un maestro y un guía para la gente, especialmente para los hijos de Israel.[19]

Otra tradición islámica, narra que le fue dicho a Jesús (P): «¿Quién te ha educado?».

Respondió: «No me ha educado nadie, he visto la vileza de la ignorancia y me he apartado de ella».[20]

Durante sus treinta años de vida, Jesús (P), estuvo permanentemente junto a los desposeídos, por supuesto sin descuidar sus obligaciones de guiar a los ricos y recordarles sus deberes y obligaciones, entre ellas, el justo trato con la gente y evitar el despilfarro en banalidades cuando otros sufren. Se ocupaba de los problemas de la gente y curaba a los enfermos.

Siendo un niño, su madre lo llevó adonde un maestro para que lo instruyese, este comenzó a enseñarle la «basmala»[21] antes de comenzar la primera lección, pero muy pronto el maestro se dio cuenta de la sapiencia de Jesús (P), por lo que le dijo a María (P): «Llévalo, tu hijo no necesita ningún maestro».[22]

Tenía menos de diez años cuando le fue revelado el Evangelio.[23]

Durante su niñez, cuando enfermaba, él mismo le daba a su madre las instrucciones para preparar los remedios.[24]

 

Fuente: Jesús y Muhammad (Los Amados de Dios); Editorial Elhame Shargh

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www.islamoriente.com ; Fundación Cultural Oriente


[1] Jesús.

[2] Las citas coránicas pertenecen a «El Corán» (traducción comentada de Raúl González Bornéz), Fundación Cultural Oriente, 2ª edición, Qom, R.I.I, 2010.

[3] Las citas bíblicas han sido tomadas de «La Biblia de Jerusalén». Edición Española (1976).

[4] Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas.

[5] Juan 14:16, 14:26, 15:26, 16:7; 1 Juan 2:1.

[6] «Ahmad» es otro de los nombres del Profeta Muhammad (PB) y proviene de la misma raíz, hamada: «alabar». Ahmad significa «El que alaba mucho a Dios».

[7] El «Espíritu Santo» como «Tercera Persona de la Trinidad».

[8] Una ciudad del sur de Siria.

[9] En árabe الإنجيل (Al-Inyil)

[10] Se refiere al Ángel Gabriel, Shirazi, Ayatolá Makarem, «Tafsir Nemune», T. 1, pág. 336.

[11] La palabra «musulmán», significa literalmente «sometido a Dios».

[12] Nahŷ-ul-Balagha, Sermón 160.

[13] Bihâr Al-Anwar, T. 42, pág. 326.

[14] Nahŷ-ul-Balagha, Sermón 160; Bihâr Al-Anwar, T. 14, pág. 239.

[15] Bihâr Al-Anwar, T. 14, pág. 239.

[16] Dicho, máxima.

[17] Bihâr Al-Anwar, T. 14, pág. 328.

[18] Motahhari, Morteza; «Dâstân Râstân», pág. 172-173, Âdine Sabz, 1ª Edición, Teherán, R.I.I 2005.

[19] Es decir, «los descendientes del Profeta Jacob (P)».

[20] Bihâr Al-Anwar, T. 14, pág. 326.

[21] En árabe, بسملة, es una fórmula ritual que consiste en la invocación de Dios antes de toda acción.

[22] Bihâr Al-Anwar.

[23] Bihâr Al-Anwar.

[24] Bihâr Al-Anwar.

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