Islam, Occidente y Los Derechos Humanos

De punto de vista del Imam Jomeini (ra)

El sistema de gobierno deseable en el pensamiento político del Imam Jomeini

Sayyid ‘Abdul Ghayyum Saÿadi

Una de las discusiones más importantes en la esfera de la política es la relación entre el gobierno y la gente, así como los derechos mutuos de ciudadanos y gobernantes. La razón por la cual la discusión de tales temas es tan importante es que hoy en día, con la inmensa ola democrática que está emergiendo en el mundo, existen muy pocos regímenes políticos que no tengan en cuenta la cuestión de la gente y la soberanía popular.

La experiencia histórica, junto con la información científica de los especialistas en temas sociales y políticos, también ha enfatizado la importancia de la democracia en los regímenes, y como resultado, se considera que el respaldo de las mayorías es una de las características de la estabilidad de los gobiernos democráticos. Los problemas relacionados con soberanía popular que se conoce como democracia, tienen una larga historia; sin embargo, en la mayoría de los países del tercer mundo incluyendo a la República Islámica de Irán, no son de larga data. Esto revela los rincones ocultos de la democracia y la soberanía popular en estas sociedades. La falta de experiencia suficiente y la ausencia de cooperación política por parte de las masas han causado serias dificultades objetivas. Por otro lado, la formación de la República Islámica de Irán, basada en la enseñanza religiosa y con una identidad formada por la soberanía divina en todos los aspectos de la vida social y personal, ha implicado serios desafíos y contradicciones teóricas por su pretensión a la soberanía política del pueblo y la combinación de fenómenos religiosos y temporales.

Si la Soberanía divina, como personificación del pensamiento religioso de la sociedad islámica, domina todos los aspectos de la vida de los individuos, entonces la democracia también sería un fenómeno correcto, enfatizado y tomado en cuenta como un ideal humano en el proceso de los movimientos históricos y eventos políticos de las sociedades.

Aunque basa todos los principios sociales y políticos en la Soberanía divina, la República Islámica de Irán, de todos modos, no ha ignorado el principio de la soberanía popular. El sistema republicano pone el énfasis en la soberanía popular mientras que el islámico en la Soberanía de Dios sobre todo el universo. La Constitución de la República Islámica de Irán, a través de las perspectivas religiosas y jurídicas islámicas ha tomado en cuenta ambos aspectos, asignándoles diversos principios.[1]

Aunque en la Constitución en sí misma, así como en las opiniones de los precursores y funcionarios de la República Islámica, ha aparecido una cierta armonía entre la soberanía divina y la popular, subsisten problemas ambiguos y confusos que deberían ser resueltos por pensadores musulmanes e investigadores comprometidos. La falta de un marco teórico y de estudios académicos ha provocado que algunos jóvenes e intelectuales de nuestra sociedad, encuentren algún tipo de inconsistencia entre estos dos principios. La argumentación razonable sobre estos temas, junto con el estudio objetivo y la perspectiva crítica, son indudablemente responsabilidad de los investigadores de las religiones, quienes deben hacer el esfuerzo para lidiar con esta situación. Para lograr esto, los consejos sabios, los discursos y la orientación del Imam Jomeini son tesoros valiosísimos que prepararon el camino para nosotros en este importante tema.

Este artículo investiga y examina la posición y las responsabilidades del gobierno y del pueblo, junto con sus relaciones, a la luz del pensamiento político del Imam Jomeini, con la ayuda de sus discursos, trabajos y palabras, y a través del esclarecimiento de la relación entre el gobierno y el pueblo y sus derechos mutuos.

  1. Características del gobierno Islámico en el pensamiento del Imam

La perspectiva religiosa del Imam respecto a los problemas sociales y políticos ha influenciado en su pensamiento político. Dichas ideas jurídicas y religiosas también han afectado sus opiniones sobre las categorías políticas. En consecuencia, lo que él dice sobre el pueblo, el gobierno y sus relaciones mutuas así como sus roles en la sociedad, son características de la concepción religiosa del gobierno, deducidas de las fuentes religiosas y las tradiciones políticas de los imames infalibles.

El criterio que el Imam aplica para esclarecer los rasgos de la sociedad islámica y el gobierno también puede verse en los textos religiosos y las fuentes políticas del Islam. En la opinión política del Imam, entre los rasgos más importantes que debe exhibir el gobierno islámico se incluyen:

a. Ser un gobierno de servicio y no de mera administración.

b. Ser un gobierno centrado en la ley.

c. Ser un gobierno digno de confianza.

a. Un Gobierno de Servicio

Estar al servicio del pueblo, en la opinión política del Imam, es una de las características más importantes del gobierno islámico. Tal perspectiva tiene conexiones con la filosofía política y gubernamental del pensamiento shiíta y con los textos religiosos, donde se define al servicio como la finalidad del gobierno y la política.[2] Desde tal perspectiva sobre el gobierno y la política y teniendo presente la definición de estas categorías que da el Imam, es prestar un servicio lo que se ensalza y no el mero hecho de manejar los asuntos públicos. De acuerdo con esto, el mérito religioso de un gobierno se mide por su éxito en brindar servicios a la sociedad islámica. El Imam dice sobre esto:

“El gobierno en un sistema islámico debe ser justo y gobernar para la gente, no para las gobernantes. Un gobierno islámico es aquel que está al servicio de la gente”.[3]

Estas palabras del Imam sugieren algunas cuestiones. Primeramente, el gobierno islámico debe estar basado en la justicia; segundo, debe ser la gente quien gobierne, debe gobernarse para la gente y no para los gobernantes; y finalmente, debe estar al servicio de las personas y de la sociedad. La función de servicio del gobierno islámico es significativamente diferente a la de los gobiernos que no son islámicos, ya que el servicio y la responsabilidad de los hombres de estado de un gobierno islámico no están limitados a los aspectos materiales, sino que siempre redundan en la prosperidad espiritual y la perfección de la sociedad islámica. Según la opinión política del Imam, estar a cargo de un poder aparente y transitorio es solamente un medio, el criterio fundamental para evaluar la fe y entrega de los hombres de estado es que presten un servicio al pueblo:

“Los individuos y aquellos cuyos corazones laten por el Islam y por sus países, deben tener en mente este hecho. La presidencia no es lo que vale, ni tampoco ser primer ministro, o ser jefe de gobierno o vocero del parlamento; esto no es nada, estos puestos llegarán a su fin, lo único que permanece es el servicio. La persona, en cualquier posición que se encuentre, se sentirá alentada al ver que el servicio que presta es satisfactorio”.[4]

En opinión del Imam, el poder político no es entonces el objetivo final de la política ni del gobierno, sino que es un medio que iguala la relación entre el gobernante y los gobernados en forma análoga a la hermandad religiosa:

“Un cambio que debe ser hecho, y ustedes caballeros deben esforzarse en llevarlo a cabo, es que no haya personas henchidas de orgullo por ser gobernantes. La palabra ‘gobernante’ se utiliza cuando hay alguien que gobierna y gobernados y cuando no existe hermandad. Es utilizado cuando una clase es rebelde mientras que la otra se subordina. En el Islam no existen tales cosas (o no deberían existir). Aquellos que han gobernado a toda la comunidad islámica (con justicia y según el Islam) no han tratado a sus súbditos como el gobernante trata a los gobernados”.[5]

En cuanto a este tema el Imam dice en otro lugar:

“Estar a cargo de un gobierno no conlleva en sí mismo jerarquía ni dignidad. Aplicar las leyes y establecer un sistema islámico justo, ese es el medio para cumplir las responsabilidades. Si los medios disponibles no son usados en buenas obras y procurando metas elevadas, no tendrán ningún valor”.[6]

b. Gobierno centrado en la ley

Segú el Imam Jomeini, otra característica importante del gobierno islámico es centrarse en la ley y comprometerse con su cumplimiento, y esto incluye tanto las leyes divinas como las gubernamentales. Para la perspectiva religiosa, el gobierno y sus funcionarios son protectores y ejecutores de las leyes islámicas. La responsabilidad con la ley es un compromiso religioso y el gobierno islámico y sus funcionarios tienen aún más obligaciones y responsabilidades en esto. El Imam ha enfatizado este asunto al decir:

“El gobierno del Islam es el gobierno de la ley. En este tipo de gobierno, la Soberanía pertenece exclusivamente a Dios, y la ley es Su Decreto y Ordenanza. La ley islámica o mandatos de Dios tienen absoluta soberanía sobre todos los individuos y sobre el gobierno islámico. Todos, incluyendo al Noble Profeta (BP), sus Califas y demás personas, están sometidos a la ley, que fue revelada por Dios a través de los Santos Profetas (P) y el texto del Corán. Si el Noble Profeta (BP) se hizo responsable del califato (la representación de Dios como gobernante en el mundo), fue solo por orden de Dios; él no quiso establecer un gobierno para sí mismo para ser un gobernante musulmán”.[7]

En opinión del Imam el papel central de las normas y el cumplimiento de leyes gubernamentales y religiosas, no es algo ceñido a los aspectos teóricos, sino que es enfatizado objetiva y prácticamente. La aplicación de la soberanía política y del poder religioso por un gobierno islámico sólo puede ejercerse y ejecutarse si está de acuerdo con la ley y el cumplimiento de las normas religiosas:

“Ningún gobernante en el gobierno islámico tiene permitido ser egocéntrico ni autocrático, y lo que pasa en el dominio del gobierno debe estar de acuerdo con la ley divina, incluso la obediencia debida al líder debe concordar con la ley divina. En cuanto a los diferentes problemas que se presenten, debe actuar procurando el bienestar de los musulmanes y de sus subordinados, y esto no es autocracia ni totalitarismo. Él debería actuar de acuerdo a la conveniencia del pueblo, es decir que sus decisiones y sus actos deben estar de acuerdo con tales políticas”.[8]

Por lo tanto, el gobierno y el gobernante islámico en la visión política del Imam, aplican la soberanía teniendo en cuenta la ley y los intereses de la nación islámica. Cuando el gobernante islámico procede a la administración política de la sociedad de acuerdo a sus opiniones propias y considerando la conveniencia, sus actos están regidos por un tipo de centralidad de la ley enmarcada por el bien público de los musulmanes. En el gobierno propuesto por el Imam, por lo tanto, el verdadero gobernante es la ley y todos son libres de actuar bajo la protección de la ley y las normas legales:

“De hecho, la ley es el gobernante. Todos se encuentran bajo la seguridad provista por la ley, bajo la protección de la ley del Islam. Los musulmanes y los no musulmanes son libres en tanto las normas legales lo permitan; es decir, siempre y cuando actúen de acuerdo con la ley, nadie tiene derecho a decirles lo que tienen que hacer”.[9]

En el gobierno centrado en la ley que postula el Imam, la obediencia de los ciudadanos a las órdenes y regulaciones del gobierno islámico, implican simplemente obedecer la ley, pues solo la ley gobierna a la sociedad.

“De cualquier manera, en el Islam, gobernar significa obedecer la ley y sólo la ley gobierna la sociedad”.[10]

c. Gobierno digno de confianza

En la visión política del Imam, el gobernante de la sociedad islámica y sus funcionarios no constituyen un gobierno absolutista. Los hombres de estado son tan sólo fiduciarios y representantes del pueblo.

Consecuentemente, el gobierno islámico está obligado a aplicar el poder político con el propósito de difundir las creencias religiosas y las enseñanzas divinas, así como para satisfacer los intereses de la sociedad. Al aplicar su poder con el reconocimiento del pueblo musulmán, el gobierno islámico —en esta perspectiva—, obtiene legitimidad política y protección de la gente sólo cuando lleva a la acción todos los programas sociales, políticos y económicos con respeto y consideración por las creencias religiosas y culturales de la sociedad, y en conformidad a las normas religiosas y las leyes. De lo contrario, la nación islámica y el pueblo ponen fin al mandato de los gobernantes destituyéndolos a través de los sistemas de monitoreo y consulta pública. En palabras del Imam: “Cuando el pueblo no quiere a un funcionario, éste debe renunciar”.[11]

El Imam enfatiza la importancia de la honestidad del gobierno islámico en diferentes discursos:

“Como el gobierno del Islam es el gobierno de la ley, los hombres de leyes y expertos religiosos de más alto nivel, es decir los juristas, deben estar a cargo del mismo. Ellos son quienes vigilan los actos administrativos, los asuntos oficiales y los planes en el país. Los juristas son los encargados de ejecutar los mandamientos divinos”.[12]

En otro lugar dice más claramente: “entonces, el significado de ‘digno de confianza’ se aplica a los juristas que ejecutan honestamente todos los asuntos que el Islam ha orde­nado (prescrito) y no se dedican sólo a emitir veredictos”.[13]

2. La relación entre el gobierno y el pueblo según la opinión política del Imam Jomeini

En el sistema islámico, se da la mejor relación posible entre el gobierno y el pueblo, quienes se sienten mutuamente responsables de los actos y las decisiones del otro. Los hombres de estado reciben un encargo en confianza y, como sus hermanos musulmanes, están presentes entre la gente, escuchando a las personas y tratando directamente con sus problemas, lejos ceremonial político habitual. La relación entre el gobierno y la gente desde el punto de vista del Imam es uno de los temas más seriamente discutidos. Esta relación será estudiada aquí junto a otros temas más generales:

a. Relación directa entre el gobierno y el pueblo

En la mayoría de los regímenes y sistemas políticos, los hombres de estado son una clase privilegiada de la sociedad, tienen un estatus especial, y no se vinculan en absoluto con los oprimidos y la clase baja. En tales sistemas, las personas comunes no pueden acceder o recurrir con facilidad a los hombres de estado. La prevalencia del temor en la relación entre las castas gobernantes y las gobernadas convierten la igualdad entre las relaciones humanas en una atmósfera de adulación y elogios insinceros. La propagación de la adulación en la sociedad es típica de los regímenes déspotas y autocráticos. En relación a esto, el Imam ‘Ali (P) siempre advirtió con firmeza a sus seguidores al respecto, invitándolos a decir la verdad, a ser justos y a guiar a sus hombres de estado.[14] Este modelo político-religioso también puede encontrarse en el pensamiento y actos del Imam:

“El gobernante islámico no es como los otros gobernantes, reyes o presidentes. El gobernante islámico es aquel que solía ir a la Mezquita de Medina a escuchar a la gente común. Aquellos que estaban a cargo del país así como otros estratos de la sociedad se congregaban en la mezquita, y dicha congregación era de tales características que el gobernante y la gente común no podían ser distinguidos el uno del otro por alguien que llegara de afuera”.[15]

Poniendo el énfasis en seguir el ejemplo de los Santos Profetas (P) y de los Imames Infalibles (P) y aplicando las tradiciones sobre la conducta y acciones gubernamentales de aquellos líderes magnánimos, el Imam Jomeini sostiene que mezclarse con la gente y abolir los privilegios de clase de los hombres de estado del gobierno islámico es una característica vital y esencial de un gobierno religioso:

“Cuando el Noble Profeta (BP) estaba en una reunión, esperando para decir o emitir un juicio sobre algo, su situación era tal que no podía ser reconocido por alguien que no lo conociera previamente. Esa persona no podía distinguir quién era el gobernante y quién el súbdito”.[16]

b. La relación del mutuo entendimiento sin despotismo

En el sistema gubernamental del Imam Jomeini, en donde la relación entre el gobierno y el pueblo está basada en la hermandad religiosa y la responsabilidad pública, el despotismo y la dictadura de los hombres de estado son fuertemente condenadas, mientras que el pueblo está considerado como el órgano esencial del sistema religioso. En esta concepción, el rol de la responsabilidad política del pueblo en la vida de la sociedad islámica está relacionado a las obligaciones de los gobernantes islámicos y de los hombres de estado. La Ummah islámica está obligada, de acuerdo al principio de responsabilidad pública, a monitorear el comportamiento y los actos de los hombres de estado de la sociedad islámica. Desde el punto de vista del Imam, debe vigilarse siempre la fortaleza y la profundidad del acuerdo y la cooperación entre el gobierno y el pueblo pues es un signo de la estabilidad y la cualidad islámica del sistema:

“Si un país no quiere ser corrupto, debe haber un acuerdo entre el sistema de gobierno y el pueblo. Quizás el régimen islámico esté entre los programas de mayor entendimiento entre el gobierno y el pueblo. Es decir, el gobierno no se aísla, no impone, no amenaza, no atemoriza ni tortura a la gente. Tampoco la gente quiere debilitar al gobierno ni violar sus normas. Esto debe ser un modelo para los gobiernos y las administraciones para que no se separen de la gente y reconozcan su afinidad con ellos. La gente también sabrá esto: que el gobierno y ellos son afines en cuanto a derechos y obligaciones. Si existe este entendimiento entre el gobierno y el pueblo, entonces esa administración va a apoyarse en la gente y no fracasará, es decir, no colapsará”.[17]

En consecuencia, en el sistema político islámico y en el modelo gubernamental que propugna el Imam, la relación entre ambas partes está basada en el acuerdo, la cooperación y el respeto a los caracteres y pensamientos de la sociedad. El gobernante, como mandatario de la sociedad, trata de satisfacer a la gente proveyendo lo necesario para su crecimiento material y espiritual.

c. Monitoreo mutuo

Otro de los aspectos de la relación bilateral entre el gobierno y el pueblo es el monitoreo mutuo. Por un lado, los gobernantes están obligados a monitorear la sociedad islámica para difundir los valores religiosos y fomentar la enseñanza y el desarrollo intelectual. Por otro lado, la gente tiene la obligación de monitorear la política y la dirección del gobierno, ofreciendo sus opiniones y consejos para el mejoramiento y la estabilidad del sistema gubernamental islámico. El Imam, además de reiterar los efectos positivos del monitoreo de la conducta de los hombres de estado por parte del pueblo, enfatizó la relación consultiva que debe existir entre gobierno y nación diciendo:

“Si la nación quiere tener éxito y alcanzar a la victoria, debe ser cuidadosa con el gobierno y con el presidente. Hay que prestar atención a todo esto. No es posible que ellos (los gobernantes) terminen perteneciendo a la clase más adinerada habiendo partido de la clase media”.[18]

“Este problema es importante y las personas deberían prestarle atención, toda la nación debería supervisar y monitorear todos los asuntos. Si doy un paso con el pie equivocado, la nación es responsable de decirme dónde cometí el error y de refrenarme. La nación entera es responsable de supervisar todos los asuntos relacionados al Islam. Por ejemplo, si se dan cuenta que una comisión gubernamental está actuando en contra de las normas islámicas, los empresarios deben objetar, el agricultor debe objetar, y asimismo el maestro, todos deben oponerse para hacer las cosas de manera correcta”.[19]

En consecuencia, en el gobierno islámico que propone el Imam, el pueblo supervisa los despidos y los designaciones de los funcionarios gubernamentales, a la par que juega también un papel importante en el establecimiento y puesta en práctica de este sistema gubernamental.

d. Relación de hermandad antes que relación entre gobernante y gobernado

Los gobernantes del gobierno islámico en la concepción del Imam, no pertenecen a ninguna clase privilegiada y son iguales al resto de las personas. En el sistema político del Imam, la relación de quienes ejercen el poder y los subordinados no debe ser la usual entre gobernantes y gobernados, sino que debe tomar la forma de la igualdad y hermandad religiosa. Desde este punto de vista, los gobernantes y hombres de estado no son soberanos absolutos de la gente, sino que son iguales a cualquier persona ante las leyes gubernamentales e islámicas.

“La sociedad original es aquella que constantemente está criticando y evaluando y en la cual todo el pueblo toma parte de sus asuntos”.[20]

El sistema político del Imam es aquel que hace cumplir las leyes divinas de forma que no haya diferencia entre clases sociales y todos los ciudadanos sean tratados de igual manera:

“Este es un gobierno en el que todos son iguales ante la ley, ya que las leyes islámicas son divinas y cada uno es igualmente responsable ante Dios: gobernante y gobernado, el Noble Profeta (BP) o los Imames (P) o cualquier otra persona”.[21]

Poniendo el énfasis en mantener el espíritu de la hermandad religiosa, el Imam condena al buscador de privilegios y que surjan diferencias entre el estilo de vida de los hombres de estado y los de la gente ordinaria, ya que esto tiene consecuencias peligrosas:

“Gracias a Dios, todos nuestros hombres de estado no viven palacios. Nuestro gobierno no es moradores de palacio. Si nuestro gobierno se volviera interesado en los palacios, tendríamos que lamentar la pérdida de la nación y del gobierno. Cuando el jefe de gobierno haga a un lado la simplicidad y sea fascinado por los lujos, él y los que tienen trato con él, se enfrentarán a una decadencia. Esos reyes tiranos que viven en palacios, ¿pueden acaso pensar en el pueblo, entienden lo que ello significa?”.[22]

En conclusión, en opinión del Imam, la consolidación de una relación de hermandad religiosa entre el gobierno y el pueblo, se basas en la igualdad de los hombres de estado y la ciudadanía. Para profundizar y mantener esta relación, los hombres de estado deben estar enterados y conectados con los problemas y las dificultades de la gente.

3. Derechos mutuos del gobierno y el pueblo desde el punto de vista del Imam Jomeini

Indudablemente, la política y el gobierno, según nuestras fuentes religiosas y en la opinión del Imam Jomeini, no son el fin último del hombre ni tampoco causa de su superioridad. La meta principal de la política, reflejada también en la visión del Imam, es favorecer la prosperidad del hombre, su desarrollo y su perfección, tanto material como espiritual.

En los gobiernos que no se inspiran en la fe religiosa, el objetivo de la actividad y cooperación política de los individuos es saciar sus instintos por obtener poder, y los grupos políticos se enzarzan en intensas rivalidades, usando diferentes trucos y trampas para llegar al poder. Por el contrario en un gobierno islámico esta cooperación es una responsabilidad divina y los individuos están comprometidos a cumplir con sus responsabilidades. No tienen derecho a hacer uso de cualquier medio que deseen para llegar al poder y triunfar sobre sus rivales. Dada la responsabilidad del hombre y el hecho de que el poder y la política son utilizados para cumplir con las obligaciones divinas, el gobierno y el pueblo están obligados a cumplir y respetar sus derechos mutuos.

4. Derechos mutuos del gobierno y el pueblo en la opinión del Imam ‘Ali (P)

Además de enfatizar la importancia de los derechos mutuos entre el gobierno y el pueblo y la necesidad de su cumplimiento, el Imam ‘Ali (P) expresa los efectos y las consecuencias de tales derechos, además de otros varios temas, en el Sermón 207 del Nahj al-Balaghah.

Después de este sermón, el Imam enumera varios de los derechos más importantes del pueblo y los gobernantes islámicos, y sostiene que enseñar, monitorear, cooperar con la ummah islámica, decir la verdad, dar consejos justos y apartarse de la adulación, son las obligaciones más importantes que tiene el pueblo ante el gobierno. Por otro lado, el gobierno islámico debe tomar medidas para mantener el orden en la sociedad, establecer la justicia social y preparar el terreno para el crecimiento y el mejoramiento de la sociedad islámica.

5. Derechos mutuos del gobierno y el pueblo en la opinión del Imam Jomeini

En la visión del Imam Jomeini, gobierno y pueblo tienen derechos recíprocos, que si cumplimos e implementamos pueden consolidar las bases del gobierno y poner orden en la sociedad. A este respecto, sus palabras pueden resumirse en varios puntos generales que enunciamos a continuación.

  1. Obligaciones del gobierno para con el pueblo

A1. Respeto por la opinión del pueblo

Entre los derechos más importantes del las personas, que el gobierno y los hombres de estado del sistema religioso deben cumplir, está el respeto y consideración por los pensamientos de la gente así como por sus opiniones. Este problema es expresado y recalcado en distintas ocasiones en los discursos y palabras del Imam:

“Nuestro favorecido gobierno de la República Islámica está inspirado en las vidas del Noble Profeta (BP) y el Imam ‘Ali (P) y depende de la opinión pública. La forma de gobierno también está determinada por la opinión del pueblo”.[23]

En otro lugar, y con respecto a la capacidad de las personas y el respeto de sus derechos, el Imam sostiene que se trata de una responsabilidad del gobierno, diciendo:

“Nosotros seguimos la opinión de la gente, seguimos la opinión de la nación. No tenemos derecho, Dios y el Noble Profeta (BP) no nos han permitido imponer lo que queramos sobre nuestra nación”.[24]

A2. Proveer independencia y libertad

La independencia de las fuerzas extranjeras, poseer un gobierno independiente basado en la fe religiosa y los valores del pueblo, que provea libertades sociales y políticas, entre otras cosas, son derechos esenciales de todas las sociedades y seres humanos. En la opinión política del Imam, asegurar la independencia de la sociedad y las libertades civiles y políticas de la gente es uno de los derechos más importantes del pueblo sobre el gobierno, derecho que gobernantes y hombres de estado del gobierno islámico deben considerar en todos sus planes. Dice el Imam sobre esto:

“Son las personas quienes dicen la verdad de las cosas y demandan sus propios derechos. La libertad es el derecho de la gente, la independencia de un país es el derecho del pueblo de ese país”.[25]

Otros aspectos del derecho a la independencia y a la libertad de la gente, que el gobierno islámico debe cumplir y garantizar, es la libertad de seleccionar a los gobernantes y agentes gubernamentales: “Inviten a la gente a votar y que siempre sean libres de votar por la persona que elijan, no podemos obligar a nadie a votar por alguien en particular”.[26]

En opinión del Imam, el derecho a la libertad de pensamiento y a la expresión no pertenece sólo a la gente comprometida con una escuela de pensamiento, también tienen este derecho, con ciertas condiciones, aquellos grupos que no están comprometidos con la religión. El Imam dice a este respecto: “Nunca les hemos privado de sus derechos, ni les hemos causado ningún daño, y cada uno es libre de expresar ideas, pero no es libre para crear intrigas”.[27]

A3. Administrar los derechos y establecer la justicia social

Como se mencionó antes, la política y el gobierno, en el Islam y según el Imam, no son fines sino medios para llevar a cabo las obligaciones religiosas, otorgando derechos a los oprimidos y estableciendo la justicia social. Así como el Imam ‘Ali (P) considera que la forma más vil de gobierno es aquel en el que no se tienen en cuenta los derechos de los oprimidos, también en el pensamiento político del Imam un gobierno valioso es aquel que se encarga de proveer derechos a los pobres y oprimidos, estableciendo la justicia social en la sociedad:

“Estar a cargo del gobierno no es un logro en sí mismo, sino tan sólo un medio para obrar con responsabilidad, administrando las leyes y creando un sistema islámico justo”.[28]

Los imames y los juristas justos están obligados a aplicar las leyes divinas en el gobierno, estableciendo un sistema islámico justo y sirviendo a la gente. El gobierno no se queda con nada para sí mismo, excepto trabajo duro y esfuerzo. Explicando por qué se había convertido en gobernante, el Imam ‘Ali (P) dijo: “Procurando las metas más sublimes y para establecer la verdad y acabar con la falsedad”.[29]

B. Los derechos del gobierno sobre la gente

B.1. Protección y apoyo

Como mencionó el Imam ‘Ali (P), la estabilidad del gobierno depende del apoyo de la gente, y un derecho del gobierno islámico sobre el pueblo es que éste le ayude a ejecutar programas relacionados con las reformas, la educación y el servicio. En la visión gubernamental del Imam, que el pueblo proteja al gobierno es un derecho importante de éste, que tiene importantes consecuencias y bendiciones para la sociedad islámica. Explicando este derecho, el Imam Jomeini alude a la gracia que surge del compromiso y a los efectos dañinos cuando esto no sucede:

“La diferencia entre la revolución islámica y la no islámica es la siguiente: cuando una revolución se vuelve islámica, las masas están a su favor, y cuando el pueblo se acerca a algo esto progresa rápidamente y habrá poca corrupción en ello”.[30]

“Nuestro ejército, nuestras fuerzas militares, nuestros guardias, etc., tienen como partidarios a toda la nación. Veis ahora que todo nuestro país está en guerra, pero un país así, donde su ejército está unido con su pueblo, sus hombres de estado son hermanos de los demás, y todos ellos están ofreciendo sus servicios a la nación, y el pueblo los apoya, ¿qué habrá de temer? Tengan confianza”.[31]

La razón por la que los discursos del Imam recalcan la confianza en la gente, dándoles esperanza y consiguiendo su reconocimiento,[32] es que sabe que el apoyo de las personas lleva a la consolidación del sistema, y porque lo considera parte de las obligaciones del pueblo hacia su gobierno.

B.2. Consulta y supervisión

Entre otros derechos importantes del gobierno sobre la gente, en el pensamiento político del Islam y del Imam Jomeini, está el de obtener asesoramiento y supervisión responsable. En la sociedad islámica, las personas no deben ser indiferentes al comportamiento ni a la política de sus hombres de estado. Están obligados a monitorear las normas y los actos de los funcionarios de la sociedad islámica instándolos a los buenos actos, dando recomendaciones y aconsejando a los gobernantes,[33] para producir la consolidación del gobierno islámico y el mejoramiento de sus hombres de estado a través de sus propios consejos y buenas opiniones. El pueblo debe ejercer este derecho en todos los asuntos sociales, políticos y gubernamentales. Este derecho es considerado y ubicado en primer lugar en el pensamiento político y gubernamental del Imam:

“Debéis ser cuidadosos de no dar un paso equivocado en el nombre del Islam. El musulmán y el clérigo deben cuidarse de no dar una mala imagen del Islam cuando no la tiene”.[34]

“Todos ustedes deben tener en mente que toda la nación es responsable de monitorear los temas del país. Toda la gente es responsable de monitorear todas las cosas que están relacionadas al Islam”.[35]

En otro texto el Imam sostiene que la supervisión es más que solo un derecho, y lo considera una obligación y responsabilidad religiosa:

“Todas los estrato de la sociedad deben asumir que tienen obligaciones. Deben aceptar su responsabilidad así como cada uno se considera a sí mismo responsable hacia sus hijos y los cuida; debemos sentir que este país es nuestro hogar y nuestra residencia. Todo el país pertenece a toda la nación”.[36]

Desde esta perspectiva, la gente puede jugar un papel esencial al monitorear el comportamiento del gobierno y la seguridad de la sociedad. Por consiguiente, en los derechos mutuos entre el gobierno y el pueblo según la opinión del Imam, existen varios elementos importantes que incluyen: el apoyo del gobierno por la gente, mediante la supervisión, dando buenos consejos y opiniones que propugnen los buenos actos y el alejamiento de los hechos reprensibles, así como mediante el consejo al gobierno islámico y sus agentes.

B.3. La presencia continua y la necesidad de perseverar

Entre otros derechos importantes del gobierno sobre la gente, disponible en las fuentes religiosas y en las opiniones políticas del Imam, encontramos la necesidad de soportar las dificultades que el sistema enfrenta tanto dentro como fuera del país. La presencia continua de la gente ayuda a los hombres de estado a ejecutar grandes planes y a estabilizar al gobierno islámico contra los ataques del enemigo, además de permitir la consolidación de los cimientos del gobierno:

“Lo importante es que la revolución es islámica y fue lograda por la gente. Es el pueblo el que provocó la revolución y el que debe llevarla a buen término. La gente se ha levantado, ha despedido al Shah y ha derrocado su régimen remplazándolo por uno islámico, lo cual es mejor para los oprimidos. Por lo tanto las personas deben continuar lo que han comenzado. Cuanto más grande es el acto, mayor y peor es el enemigo”.[37]

En consecuencia, la presencia continua de la gente para salvaguardar la revolución y sus logros contra los enemigos es de gran importancia, por lo que el Imam afirma que es la única manera de confrontar al enemigo y consolidar la base de la estabilidad del sistema. En otro texto, aconsejando a los hombres de estado y a los miembros del parlamento, el Imam sostiene que es responsabilidad del gobierno respetar y considerar la opinión de la gente, y cree que la Revolución Islámica fue un recordatorio traído por la gente:

“Recomiendo al gobierno y a los funcionarios ser agradecidos con esta nación y hacer lo mejor posible con el fin de brindarles un servicio, particularmente a los oprimidos y desamparados que son los más amados y los señores de nuestras riquezas. La República Islámica es su recordatorio. Se ha hecho realidad a través de su auto-sacrificio y su conservación está en deuda con sus servicios”.[38]

Resumen

Este artículo puede resumirse en pocos puntos. Se mencionó en él que la teoría gubernamental del Imam surge del pensamiento político del Islam y de las enseñanzas islámicas, en particular las de la escuela shiíta, que tiene la forma del modelo ideal del gobierno en Medina y del corto gobierno del primer líder shiíta. En esta teoría, el gobierno y la gente son gobernantes y gobernados, pero son también dos instituciones responsables del destino de la sociedad islámica, teniendo obligaciones comunes. El gobierno islámico es el agente al que se le ha confiado la conducción de la nación islámica y está obligado a favorecer las condiciones para su crecimiento espiritual y su prosperidad en el más allá, además de trabajar en los planos político, civil y económico.

El principio de responsabilidad de todos los ciudadanos musulmanes establece relaciones y derechos mutuos entre el gobierno y la gente, estando ambos obligados a cumplir la ley. Cumpliendo estas leyes y estando comprometidos con ellas, se favorece el terreno para la cooperación, la unidad, el acuerdo y el amor entre el gobierno y la nación y se favorece el crecimiento y perfección de la sociedad islámica, el desarrollo político y la manifestación de instituciones poderosas y estables.

Fuente: Prólogo del libro Islam, Occidente y Los Derechos Humanos De punto de vista del Imam Jomeini (ra); Editorial Elhame Shargh

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www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1] Constitución de la República Islámica de Irán, capítulo 1, artículos 2-3.

[2] En diferentes partes de Nahj al-Balaghah, el Imam ‘Ali (P) declara que el objetivo de la política y del liderazgo en el gobierno islámico y religioso es llevar a cabo las obligaciones religiosas y las responsabilidades humanas y no reforzar el poder.

[3] Sahifeh-ye Imam, vol. 5, p. 241.

[4] Ibíd., vol. 19, p. 217.

[5] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini.

[6] “Gobierno Islámico: Gobierno de los Juristas”, pp. 69-71.

[7] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, pp. 136-137.

[8] Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, Sahifeh-ye Imam, vol. 2, p. 461.

[9] “Gobierno Islámico: Gobierno de los Juristas”, p. 81.

[10] Ibíd., p. 47.

[11] Sahifeh-ye Imam, vol. 4, p. 73.

[12] “Gobierno Islámico: Gobierno de los Juristas”, p. 80.

[13] Ibíd., p. 81.

[14] Nahj al-Balaghah, Sermón 216

[15] Sahifeh-ye Imam, vol. 3, p. 84.

[16] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, p. 361.

[17] Buscar el camino del Imam a través de las palabras del Imam. El Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, vol. 9, pp. 275-276.

[18] Sahifeh-ye Imam, vol. 7, pp. 33-34.

[19] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, p. 286.

[20] Sahifeh-ye Imam, vol. 3, p. 53.

[21] Ibíd., vol. 1, p. 169.

[22] Ibíd., vol. 17, p. 218.

[23] Sahifeh-ye Imam, vol. 3, p. 27.

[24] Ibíd., vol. 10, p. 181.

[25] Ibíd., vol. 7, p. 216.

[26] Ibíd., vol. 17, p. 95.

[27] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, pp. 330-331.

[28] Ibíd., p. 141.

[29] “Gobierno Islámico: Gobierno de los Juristas”, pp. 69-71.

[30] Sahifeh-ye Imam, vol. 13, p. 139.

[31] Ibíd., vol. 13, p. 145.

[32] “Fundamentos de la Revolución Islámica”, Instituto para la Recopilación y Publicación de las Obras del Imam Jomeini, pp. 333-439.

[33] Periódico de Ciencias Políticas, Instituto de Educación Superior Baquir al-‘Ulum, Qom, Nº 12 p. 108.

[34] Sahifeh-ye Imam, vol. 7, p. 33.

[35] Ibíd., p. 34.

[36] Ibíd., p. 13.

[37] Ibíd., vol. 19, pp. 58-59.

[38] Un resumen general del último mensaje del Imam, p. 98.

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