El Islam y la participación de la mujer en la vida social

Autor: Mahdi Mahrizi

En la actualidad, el campo de la vida social es la tercera área de esfuerzos del hombre para lograr la perfección, en la cual una gran porción de aptitudes y habilidades son puestas en prácticas; son efectivas tanto en la comprensión de la madurez del individuo, como en el éxito de la vida familiar.

En esta época,   la vida social es mucho más variada y extensiva que lo que era en el pasado. Los ejemplos para esto pueden verse en el empleo, arte, deportes, pequeñas y grandes empresas en la sociedad, partidos y asociaciones, procedimientos legales, arbitraje, educación, y entrenamiento.

En otras palabras, puede decirse que la vida social cubre tres campos:

  1. Actividades laborales y económicas
  2. Actividades sociales como la educación, entrenamiento, ejercicio físico y arte.
  3. Participación política

Estos son los tres principales dominios de la participación de la mujer en la vida social.

Ahora surge la siguiente pregunta: ¿Esta área, con todas sus dimensiones, se encuentra restringida a los hombres sin que quede ningún rol para las mujeres? ¿No existe confinamiento?

Algunos opinan que la mujer ha sido creada únicamente para el hogar y los quehaceres de la casa. Abul Ala’ al-Mawdudi, un erudito Musulmán Indio, dice:

“Los políticos, la administración gubernamental, fuerzas militares, altos cargos y similares son llevados a cabo por hombres, restrictivamente. Cuando el Islam encarga los heridos de guerra a la mujer, no debe entenderse que los musulmanes delegan a la mujer durante los tiempos de paz el manejo de las bibliotecas, escuelas, talleres, asociaciones y parlamentos, puesto que ellas no han sido creadas para estos trabajos. Además, confiar a la mujer estos trabajos para los cuales por naturaleza no ha sido creada le ocasionaría fracasos y decepciones”.

El mencionar nombres de grandes mujeres que tienen una sobresaliente trayectoria en estos campos y que están registrados en los libros de historia no cambia la verdad, como   criterio para juzgar a las mujeres es verlas con el mismo ojo y, con respecto a la constitución sobre la cual fueron creadas[1].

Sabemos que algunos de los escritores Shi'ahs también han dicho:

“Por consiguiente, las mujeres deben estar comprometidas, embarazadas o en lactancia a fin de ser contadas entre la caravana de la humanidad que avanza hacia el Adorado y Amado y hacia el objetivo de los amantes que quieren alcanzar Su Santuario de seguridad y salvación, junto a los hombres”[2]

Si cada mujer intenta dar a luz a un hijo, educarlo y entregarlo a la sociedad, con capacidades existenciales, en lugar de sí misma comprometerse en varias tareas sociales, arte y artesanías, se elevará ella misma hasta el más alto estatus proporcional al número de hijos[3].Tales visiones extremistas llevan a algunos pensadores a fundamentar sus puntos de vista sobre el Corán y decir: “Ningún negocio o profesión social está prohibida para las mujeres excepto ¡la prostitución!”[4].Consultar y examinar el Sagrado Corán, la biografía del Profeta (P) y de los Infalibles Imames definitivamente nos mostrará un camino, brillante y racional, hacia la verdad. Con esto, primero demostraré el apoyo de las actividades sociales a partir del Corán, la Sunna y la conducta -Sirah- del Profeta (P) y, luego finalizaré manifestando los motivos de la participación conjunta de las mujeres.

Permiso para la participación social

Lealtad al gobierno

El Sagrado Corán admite el juramento de lealtad al gobierno, la cual es la más destacada manifestación de la actividad política.

“¡Oh Profeta! Cuando vengan a ti las creyentes y te juren que no asociarán nada a Dios, que no robarán y no cometerán adulterio ni fornicación y que no matarán a sus hijos, que no mentirán sobre lo que han hecho entre sus manos y pies y que no te desobedecerán en las cosas buenas, acepta sus juramentos y pide que Dios las perdone. En verdad, Dios es perdonador, Misericordiosísimo” (60:12)

Además, la historia en los primeros años de la era islámica es un indicativo de los logros de este proceso político por parte de las mujeres. Igualmente, se conoce que durante el segundo Pacto de al-Aqabah, en el cual una multitud de hombres de Medina, después de realizar el rito del Hay, hicieron un juramento de fidelidadal Mensajero de Allah (P) dos mujeres llamadas Umm Imarah y Asma’ estuvieron presentes también[5].

Asimismo, el voto de fidelidad ha sido dado, por otras mujeres además de estas dos[6] (en Medina), al Profeta (P) en Meca.

En su Tabaqat, Ibn Sa’d ha dedicado varias páginas para explicar cómo las mujeres hacen su juramento de fidelidad al Profeta (P) y muestran los detalles de dicho voto de lealtad[7]. En otro capítulo de este libro, él menciona los nombres de setenta mujeres que tomaron parte en este homenaje[8].

En los eventos que el verso Coránico ha de ser utilizado, son estos dos, juramentos de fidelidad. Las mujeres han dado voto de lealtad para dos compromisos: uno es la religiosidad y adopción del Islam; y el otro es el reconocimiento del Profeta (P) como el jefe del gobierno-líder.

Mohammed Ali Qutub también ha dedicado un libro completo para la presentación de este tema acerca del homenaje, por parte de las mujeres, al Profeta (P)[9].

Participación en la Emigración

La Emigración, fue uno de los movimientos socio-políticos que ocurrieron dos veces durante los primeros años de la era islámica, y en los cuales las mujeres musulmanas participaron. Estas inmigraciones tuvieron muchas dimensiones políticas, una de ellas fue la abolición y rechazo del régimen que gobernaba al pueblo. La segunda dimensión, fue la comunicación del Mensaje de la nueva religión, y la tercera representó una táctica política preventiva para salvaguardar y perpetuar la nueva escuela llamada Islam; queriendo significar que cuando los politeístas aniquilaran a los musulmanes en Meca, otros seguidores de la nueva religión aparecerían en otro lugar para protegerles y defenderlos.

El sagrado Corán habla, en muchos versículos, acerca de la migración de las mujeres musulmanas.

Primero: Se hace obligatorio, al mismo nivel sobre los hombres y las mujeres, la migración:

“En verdad, a aquellos a quienes los ángeles se lleven mientras eran injustos con sus propias almas les dirán: ¿Qué hacíais? Dirán: Estábamos oprimidos en la Tierra. Ellos dirán: ¿Acaso no era la Tierra de Dios suficientemente amplia para que hubieseis emigrado? La morada de estos será el infierno. ¡Qué mal destino! Exceptuando aquellos hombres, mujeres y niños que verdaderamente estaban oprimidos y no disponían de medios ni de una guía para el camino.” (4:97-98)

Estos versículos muestran que todos aquellos que menosprecian la migración estarán en el infierno, sean hombres, mujeres o niños. Por lo tanto, todos los musulmanes, hombres y mujeres, deberían emigrar a fin de conservar intacta y a salvo la religión de Allah.

Segundo: El Corán hace especial referencia a la migración, de las mujeres junto con el Profeta (P), hacia Medina.

“¡Oh Profeta! Hemos hecho lícitas para ti a tus esposas a las cuales has dado sus dotes, a las cautivas que Dios te ha dado como parte del botín de guerra, las hijas de tus tíos paternos y las hijas de tus tías paternas, las hijas de tus tíos maternos y las hijas de tus tías maternas que emigraron contigo y toda mujer creyente que se dé al Profeta, si el Profeta desea casarse con ella. Esto es exclusivamente para ti, no para el resto de los creyentes - Ya sabemos lo que hemos establecido para que ellos sobre sus esposas y cautivas - para que no tengas problemas. Y Dios es perdonador, Misericordiosísimo con los creyentes.”(33:50)

Una de las mujeres que había participado en esta migración fue Asma’ la esposa de az-Zubayr. Ella dijo: “En esta migración yo estaba embarazada y el periodo de preñez terminó en ese momento. Llegando a Medina di a luz a mi hijo Abdullah, en Quba.”[10]

Tercero: Otro verso que habla acerca de examinar a las mujeres que emigran:

“¡Oh creyentes! Cuando lleguen a vosotros las creyentes emigrantes ¡examinadlas! Dios es Quien mejor conoce su fe. Así pues, si verificáis que son creyentes, no las devolváis a los que no son creyentes. Ellas no son lícitas para ellos ni ellos son lícitos para ellas (…)” (60:10)

En el tratado de paz de al-Hudaybiyyah se había determinado que cuando los musulmanes fuesen a Medina, serían repatriados. Sin embargo, Allah el Exaltado reveló este verso en el cual Él ha exceptuado del tratado a las mujeres. Se registró que Ibn Abbas dijo: “el examen o la interrogación a las mujeres inmigrantes es que ellas deben confesar y admitir: Me comprometo y aseguro aquí que no he emigrado por rencor en contra de mi marido, o por el deseo y la inclinación hacia la nueva tierra, o para obtener objetos mundanos codiciados u obtener beneficios sino que el único propósito por el cual he emigrado es el amor de Allah y el Profeta”[11].

Entre las mujeres que han migrado y fueron sometidas a examen están Damimah bint[12] Bashir, Subay’ah bint al-Harith, Borough bint Aqabah y Abdah bint Abdul Aziz.

Ordenar el bien y prohibir el mal

La tercera actividad social que el Corán ha atribuido a las mujeres es ordenar el bien y prohibir el mal.

Es conocido que ordenar obras buenas y la prohibición de las malas está entre los deberes sociales con los que el Islam ha responsabilizado a cada adulto hombre y mujer. Once versículos han sido revelados en el Corán, los cuales hablan acerca de este deber y ley religiosa como un tipo de protección social que los creyentes tienen mutuamente. Este compromiso es presentado como una obligación para hombres y mujeres, en el siguiente verso:

“Y los creyentes son amigos y protectores los unos de los otros. Ordenan lo que es bueno y prohíben lo que es malo y hacen la oración, dan el impuesto religioso y obedecen a Dios y a Su Mensajero. Es con ellos con quien Dios será misericordioso. En verdad, Dios es poderoso, sabio.” (9:71)

Este versículo indica que la sociedad islámica goza de una misma identidad, la cual no puede ser eliminada por la masculinidad, ni la feminidad. Dentro de este grupo, teniendo una identidad, cada individuo tiene protección sobre el otro. Por lo tanto, ellos han de llevar a cabo y comprometerse en realizar este deber y responsabilidad ante Dios.

Propiedad

El Sagrado Corán confirma que hacer negocios y la realización de esfuerzos, por parte de hombres y mujeres, para ganarse la vida, arreglar y organizar su derecho a poseer lo que han ganado.

“(…) Los hombres tienen una parte de lo que realizan y las mujeres una parte de lo que realizan (…)” (4:32)

En este verso se habla de la ganancia del sustento tanto para el hombre como para la mujer. Y la única razón por la cual han sido separados hombre y mujer es para eliminar la noción y la idea errada, que confina y reconoce la propiedad, la ganancia y la labor económica sólo para los hombres. Ha de notarse que no hay evidencia que indique en el verso que lo que se pretende por ganancia y negocios sean únicamente prácticas intelectuales y morales. Sobre esta base, los exégetas dieron tres probabilidades para este verso: salarios y remuneración laboral, ganancia y actividad económica, al igual que la herencia[13]. Algunos otros le dieron sólo dos interpretaciones: salario -remuneración laboral- y herencia[14].

Realización de actividades económicas y sociales

El Sagrado Corán se refiere a las hijas de Shu’ayb el Profeta (a.s.), con respecto a realizar actividades socioeconómicas, conservando su modestia durante el trabajo. En los siguientes versículos, la conexión entre mujeres y hombres puede notarse claramente:

“Y cuando llegó al pozo de Madyan encontró en él a un grupo de gente abrevando a su ganado y halló a dos mujeres manteniendo al suyo apartado. Él dijo: ¿Qué hacéis? Ellas dijeron: No abrevamos a nuestro ganado hasta que los pastores no se vayan, pues nuestro padre es muy anciano. Así pues, él abrevó el ganado para ellas y luego se volvió a la sombra y dijo: ¡Señor mío! ¡En verdad, estoy necesitado de cualquier bien que envíes para mí! Entonces vino una de las mujeres con pasos recatados. Ella dijo: En verdad mi padre te invita para compensarte por haber abrevado nuestro ganado. Cuando llegó ante él y le relató la historia de lo que había sucedido, él le dijo: No temas te has salvado de los opresores. Una de las dos dijo: ¡Oh padre mío! ¡Contrátale ¡ En verdad, ¿ A quién mejor puedes contratar? Es un hombre fuerte y digno de confianza.”[15]

En estos versículos, las hijas de Shu’ayb quienes eran pastoras, se relacionan y hablan con hombres, su discernimiento social y reconocimiento a los individuos, rechazo y modestia han sido bien manifestado y confirmado por Allah.

Soberanía

La historia de la reina de Saba’ y su soberanía han sido mencionadas en el Corán sin ninguna crítica ni censura. Por otra parte, los versos Coránicos la han presentado como una persona de opinión, de consulta y buscadora de la verdad, puesto que cuando recibió la carta del Profeta Sulayman, ella intentó encontrar una solución al problema. Ella había tenido una inclinación hacia Sulayman:

“En verdad, he encontrado a una mujer gobernándoles y le ha sido dado de todas las cosas y posee un trono grandioso”. (27:23)

“Dijo ella: ¡Oh, nobles! Me ha sido enviada una noble misiva”. (27:29)

“Dijo ella: ¡Oh, nobles! Dadme vuestra opinión en este asunto mío. Yo no decido sobre ningún asunto sin contar con vuestra presencia”. (27:32)

“(…) Ella dijo: ¡Dios mío! En verdad he oprimido mi alma y me someto, junto a Salomón, al Señor del Universo”. (27:44)

Ibn Jaldún considera a Bilquis, la Reina, como la diseñadora y constructora del muro de Ma’rab, gobernaba un poblado país lleno de diferentes frutos sin igual en el mundo[16].

Algunos de los escritores han visto este asunto de esta manera:

“No tengo duda con respecto de lo que ha sido citado por al-Bayhaqi. He visto, con mis propios ojos, a mujeres como Indira Gandi, la hija de Nehru, quien había manejado y administró siete millones de personas entre las cuales había muchas necesitadas y muriendo de hambre en los andenes. Ella llevó a su país, a través de la revolución verde, a estar entre las naciones que exportan trigo.”[17]

Muchos de los hombres de visión clara han tomado esta historia considerando que la mujer está ocupando los puestos políticos admisibles más altos.[18]

Conducta Socio-Religiosa

El Sagrado Corán habla acerca de los eventos de mubahalah -maldición de unos y otros- que fue una conducta socio-religiosa:

“Por tanto, a quien te discuta sobre ello, después del conocimiento que ha venido a ti, dile: ¡Venid! ¡Llamemos a nuestros hijos y a los vuestros, a nuestras mujeres y a las vuestras y a nosotros mismos y a vosotros mismos y supliquemos y que la maldición de Dios caiga sobre los mentirosos!”(3:60)

Una Hermana para la liberación.

El Sagrado Corán menciona los intentos de la hermana del Profeta Moisés (a.s.) para liberar a éste:

“Cuando tu hermana fue y dijo: ¿Queréis que os indique a quien se ocupe de él?”(20:40)

Participación en la Yihād

La participación de las mujeres en la Yihād durante los primeros años de la Era Islámica -y después-, es conocida por todos. Las mujeres se arrojaron a auxiliar a los guerreros en los campos de batalla, para preparar los alimentos, cuidar los enfermos y hacer otras cosas.

  1. Se ha narrado que Anas bin Malik dijo: “Durante la batalla de Uhud, A'isha y Umm Salamah (esposas del Profeta) llevaban las botas de agua y la servían en la boca de los guerreros sedientos “[19].
  2. Se reporta que Umm Atyyah dijo: “He acompañado al Mensajero de Allah (P) en siete batallas, permaneciendo detrás de los hombres -en las tiendas- cocinando y preparando los alimentos”.
  3. Narró una mujer cristiana, que Hafsah bint Sirin dijo: “Mi cuñado participó en las doce campañas con el Profeta (P) y mi hermana le acompañó en seis batallas. Ella dijo: cuidábamos de los enfermos y de los heridos”[20]
  4. Se registró que Rabi’ bint Mi’wath dijo: “Solíamos participar en las campañas con el Profeta (P) para llevar a Medina a los heridos y a los muertos”[21]
  5. Se ha narrado que Anas dijo: “El Mensajero de Allah (P) solía llevar con él a sus batallas (en contra de los incrédulos) a Umm Salim y a algunas mujeres cristianas para que curaran y estuvieran al cuidado de los heridos”[22]

Durante la batalla de Uhud, cuando los musulmanes dejaron el campo de batalla, Umm Imarah permaneció detrás sosteniendo una espada para proteger al Profeta (P)

Umar bin al-Jattab con frecuencia decía: “Escuché al Mensajero de Allah (P), durante la batalla de Uhud, decir: A donde quiera que dirigía mi rostro ahí veía únicamente a Umm Imarah luchando para defenderme”[23].

Durante la batalla de Hunayn, Umm Salim fue vista sosteniendo una daga. Cuando el Mensajero de Allah (P) le preguntó acerca de eso, ella respondió: “He sostenido la daga porque si alguno de los politeístas se acerca (a atacar a los musulmanes) le destrozó el vientre”. El Mensajero de Allah (P) sonrió al escuchar esto[24].

Este asunto fue tan explícito y manifiesto que muchos capítulos le fueron dedicados en los libros de hadices y Sirah (biografía). En Saĥiĥ al-Bujari y Saĥiĥ Muslim, podemos ver un capítulo bajo el título “La Lucha De Las Mujeres Con Los Hombres.”

Empleo

El compromiso de la mujeres en los negocios y el empleo durante el periodo de vida del Profeta (P), fue ampliamente común. Las mujeres fueron vistas en todos los tipos de profesiones y oficios, y eso era frecuente en aquella época.

 El comercio de venta de adornos femeninos fue practicado por algunas mujeres como Zaynab al-Attarah[25], Mulaykah bint al-Aqra’ Azaqafiyyah[26], y Asma’ bint Makhrabah.[27]Zaynab bint Yash se ha ocupado en artesanías.[28]

Hubo una mujer que solía vender leche. Un día cuando Umar bint al-Jattab trato con ella, él le dio un buen consejo.[29] Khawwat bint Jubayr vendió aceite de cocina.[30] Algunas otras mujeres como Salama, Umm Hani y otras trabajaron en granjas y criando animales domésticos.[31]

Una mujer llamada Zaynab, era la doctora de bani[32] Awd y ella con frecuencia curaba los pacientes[33]. Otras mujeres como Qaylah la madre de bani Namar, solía realizar transacciones comerciales[34].

Después de establecer las evidencias de las fuentes religiosas, acerca de la aceptación de la participación social y cooperación de la mujer, enunciaré los alicientes y motivos detrás de la participación de ésta.

Motivos de la Participación

Desarrollo de la personalidad de la mujer

La actividad social allana el camino para la participación y presencia en varios campos que generan el florecimiento de los talentos y aptitudes.

“Quien se entrega a las comodidades, dos tercios de su mente se perderán”[35]

Con todo esto, es claro para nosotros que permanecer en casa o recluido y separado de la sociedad o de las personas no conlleva a nada sino a la degradación y a la torpeza.

Y si el lema buscado o la mejor regla del Profeta (P) es abandonar el monasticismo,[36] este hecho nunca puede estar limitado únicamente por los hombres. Incluye a todos los seguidores de esta religión, sean mujeres u hombres. El monasticismo no quiere decir abandonar la sociedad y buscar refugio en las cuevas o guaridas. Confinar en las casas a las mujeres y mantenerlas lejos de los campos de la vida y de la sociedad es de hecho, un tipo de monasticismo.

También la educación y el aprendizaje de la mujer sólo pueden lograrse a través de su presencia y actividad dentro de la sociedad y entre las personas. Además, por medio de esta presencia social puede prepararse el terreno para servir a otros seres humanos que en sí mismo es un paso hacia la perfección y madurez. Más que esto, a través de la participación social el hombre puede alcanzar la consciencia política y el conocimiento completo de la época, que está entre los prerrequisitos necesarios para cada hombre.

“Aquel que tiene completo conocimiento de su época, no será atacado por las vicisitudes de ésta”[37]

Y gracias a la actividad social es que el deber, de ordenar lo bueno y prohibir lo malo, puede ser practicado, y a través de la participación de guiar al ignorante, que es un deber humano, puede ser lograda además del Yihād y la Emigración.

Por consiguiente, uno de los alicientes y motivos que invita a la mujer a entrar en la vida social es enaltecer su carácter científico, teórico y social, sin el cual ella nunca podría alcanzar tales posiciones o ejercer muchos trabajos.

Vida Fácil

Vivir una vida feliz y pura, necesita facilidad y comodidad, sin lo cual la vida se estancaría, perdiendo su brillo y deleite. Facilidad y clemencia, son algunos de los principios del Islam. Muchas evidencias que apoyan este hecho se pueden encontrar en el Sagrado Corán y en la Sunna Profética. Allah, en muchos versículos cuando legislan algunas leyes o preceptos, ha señalado Facilidad y Clemencia de la siguiente manera:

“(…) Quiere Allah para vosotros la facilidad y no quiere para vosotros la dificultad (…)” (2:185)

El Santo Profeta (a.s.) también ha descrito su Shari'ah como una ley clara y tolerante. Se registró que él (P) dijo:

“El Mensajero de Allah (P) nunca escogió entre dos cosas, a menos que escogiera la más fácil de ellas si no fuese pecado, pero si lo fuese, él (P) sería el más lejano de ello de entre las personas”[38]

Sobre esta base, obstaculizar la participación y la presencia social de las mujeres es desde luego, contrario al principio de facilidad. Si las mujeres están obligadas a solicitar información sobre las preguntas y ambigüedades confrontándolas sólo con hombres Maĥram (íntimos) los cuales le son prohibidos desposar y cumplir con sus deberes a través de un medio, entonces sus vidas no estarán libres de problemas y dificultades. En vida al Profeta (P), las mujeres solían cuestionarlo (P) acerca de los problemas y situaciones que ellas enfrentaban, y él (P) nunca les prohibió que lo hicieran.

La asociación y supervisión a las mujeres, por parte del Profeta (P) y los infalibles Imames (a.s.) en presencia de hombres, solía ser un asunto ordinario. Para las siguientes citas pido la atención de los lectores:

  1. Se registró que Ali bin Hamza y Abu Basir dijeron: “Una vez teníamos una cita con el Imam al-Baqir (a.s.). Por lo tanto fuimos a su casa. En la entrada de su casa él (a.s.) gritó: Sukayna, ¡tráeme la lámpara! Cuando la trajo, Él (P) le dijo: ahora ¡tráeme la piel que está en tal y tal lugar! Ella se la trajo, él (P) la abrió y sacó algo amarillo para escribir”.[39]
  2. Sheij at- Tusi, en su libro Taĥzib, reporta de Safwan bin Meĥran -quien era un mensajero- dijo: “He hecho esta pregunta ante el Imam As-Ŝadiq: Una musulmana que es consciente de mi profesión y de quien yo sé que es musulmana, me dice que la lleve en la caravana pero ella estaba acompañada de hombres no maĥram. ¿Qué debo hacer? El Imam a-Ŝadiq (a.s.) contestó: Un creyente es un maĥram para una creyente. Entonces él (a.s.) recitó este verso:

“Y los creyentes y las creyentes son amigos y protectores los unos de los otros[40](…)“[41]

Estas dos citas explícitamente indican que las relaciones humanas entre musulmanes y musulmanas son algo natural y normal.

Modales en la participación Social.

La participación social de la mujer tiene, a la vista del Islam, cierta etiqueta que si son observadas por las mujeres, podrán tener completa presencia social. Algunos de estos modales son comunes en hombres y mujeres, y ambos grupos han de observar y vivir acorde a ellos. Ciertas maneras pertenecen a las mujeres específicamente.

MODALES COMUNES

Bajar la mirada

El sagrado Corán ordena a los creyentes y a las creyentes bajar la mirada y ser recatados:

“Di a los creyentes que recaten sus miradas y que protejan sus partes privadas. Esos es más puro. En verdad, Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que recaten sus miradas y protejan sus partes privadas (…)” (24:31-31)

Bajar la mirada no quiere decir cerrar los ojos totalmente, sino que hay que abstenerse de la mirada seductora y de fascinación. En otras palabras, en estos dos versículos no se ordena una prohibición sobre el sentido de la vista porque Allah no ha dicho “no miren” sino que Él (swt) ha dado la orden de hacer algo positivo, bajar la mirada.

Abu Sa’id al-Jidri narró una tradición, que el Profeta (P) dijo: “¡Absténganse de sentarse en las aceras de los caminos! La gente le dijo: No tenemos otra alternativa sino sentarnos y conversar entre nosotros. El Mensajero de Allah (P) respondió: si es así, deben cuidar el derecho de los caminos. Ellos preguntaron: ¿Cuáles son los derechos de los caminos? Él respondió: Bajar las miradas, abstenerse de hacer daño a los demás, responder los saludos, ordenar el bien y prohibir el mal”[42]

Abdullah bin Abbas dijo:”El Profeta (P) hizo que al-Fadl bin Abbas cabalgara la montura detrás de él en el día de 'Id al-Adha. Al-Fadl era un hombre apuesto. Una vez el Mensajero de Allah (P) fue a responder las preguntas, de la gente, con respecto a las ambigüedades religiosas. Una mujer atractiva de la tribu de Jat’am se acercó al Profeta (P) para preguntarle sobre algunos asuntos. Cuando al-Fadl se deslumbró con su belleza, con los ojos abiertos mantuvo la mirada sobre ella. Entonces el Profeta (P) colocó su mano sobre el rostro de al-Fadl y lo volteó hacia el otro lado.”

En esta tradición puede verse un buen ejemplo y correcta aplicación del principio de bajar la mirada.

La prohibición de estrechar las manos de las mujeres

Otro ejemplo de modales en la sociedad es abstenerse de estrechar la mano de las mujeres. De la misma forma como la mirada seductora es un acto indecente y reprobable que facilita el camino para las relaciones ilegales, el estrechar la mano mujeres con hombres cae en la misma categoría.

Existen muchas tradiciones concernientes a la prohibición y prevención de este hábito. Se ha narrado que el Profeta (P) nunca, durante el proceso de rendirle homenaje, estrechó la mano de ninguna mujer.

Hay una tradición que dice: “Por Allah que su mano (la del Profeta) nunca ha tocado la de ninguna mujer durante el voto de fidelidad”[43]

Evitar el asinamiento con las mujeres

Se registró que Umm Salamah dijo: “El Mensajero de Allah (P) solía esperar y permanecer en las mezquitas después de terminar las oraciones congregacionales a fin de que las mujeres pudieran salir antes que él”.[44]

El Profeta (P) presentó una propuesta concerniente a los modales del ir y venir de las mujeres[45]. También se reporta que un día cuando el Profeta (P) salió de la mezquita, vio a unas mujeres y hombres aglomerados y juntos en un lugar. Él (P) dirigiéndose a las mujeres dijo: “Ustedes deben permanecer en un lado y moverse sobre las aceras”[46].

Se nos recomienda y ordena que nos abstengamos de cualquier acto o práctica que impliquen mezclarse, apiñamiento y cercanía de los cuerpos e intercepción de aliento entre hombres y mujeres.

Evitar la soledad con mujeres que no son íntimas

Uno de los modales sobre los cuales se hace mucho énfasis es la prohibición de estar una mujer en privado con un hombre no consanguíneo, con quien el matrimonio es permitido, cuando nadie más está presente y no hay espacio abierto para que otros vengan y vayan. 

Existen muchas tradiciones que confirman que esta práctica ha sido prohibida.

Ibn Abbas narró que el Profeta (P) dijo: “Ningún hombre debe sentarse solo y en privado con ninguna mujer no consanguínea excepto con la presencia de un hombre consanguíneo con quien el matrimonio está prohibido”.[47]

Evitar la conversación indebida con mujeres

Está prohibida cualquier conversación, entre hombres y mujeres, que pueda causar coqueteo, seducción o excitación. Este tema ha sido indicado en numerosas tradiciones.

Se registró que Jawat bin Yubayr dijo: “Acampamos un día, con el Profeta (P), en ad-Dahran – un lugar a las afueras de Meca. Cuando al salir de mi tienda noté a algunas mujeres sentadas

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