Delirio y Perversión en el Sionismo

Por Pablo Jofré Leal

Periodista y Analista Internacional

Considerando sólo los últimos 16 años, mediante una conducta de depravación evidente, la entidad sionista, encabezada por el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu, ha sido protagonista de una política masiva de asesinatos contra la población palestina, tanto en la Franja de Gaza como en la Ribera Occidental.

Herodes Modernos

La suma total de víctimas en la sociedad palestina entre el año 2000 – cuando se inicia la segunda Intifada, en la Franja de Gaza cuando se concretan las autodenominadas: Operación Militar israelí Plomo Fundido, el año 2012 con la Operación Pilar Defensivo y la Operación Margen Protector del año 2014 unido a las agresiones contra los habitantes del West Bank en las ciudades de Al Quds (Jerusalén) Al Jalil (Hebrón) Bayt Lahm  (Belén), Beit Jala,  Ramallah, Tulkarm, Nablus, Ariha – Jericó - entre otras suma, aproximadamente, 13 mil muertos y 40 mil heridos – de los cuales 2.100 muertos son niños - a lo que hay que añadir 25 mil palestinos que han pasado por las cárceles israelíes de los cuales quedan 6 mil tras las rejas, 500 de ellos niños menores de 16 años.

En este mismo período la cantidad de muertos israelíes por acciones atribuidas a palestinos no sobrepasa las 950 muertes, la inmensa mayoría soldados y colonos sionistas – considerados fuerza beligerante - que ocupan tierras palestinas – No incluyo en esto las 190 muertes de soldados israelíes tras el fracaso de la invasión al Líbano el año 2006 en la guerra que enfrentó al sionismo contra Hezbolá y que generó una crisis de proporciones. El general mayor de la fuerza aérea del régimen de Israel Amir Eshel ha señalado que su país evitar cualquier tipo de guerra con Hezbolá.

Las acciones del sionismo han ido enfocadas en seguir consolidando la construcción de asentamientos en la Ribera occidental. Ello, a contrapelo de la legislación internacional, como fue la Resolución Nº 2334 de la ONU del 23 de diciembre del 2016, que reafirmó el carácter ilegal de los asentamientos en los territorios palestinos del West Bank. Pocos países han levantado la voz para exigir este cumplimiento. En el caso de Irán, la nación persa lleva la voz cantante y ha instado a la comunidad internacional a cumplir con su responsabilidad inherente, aumentar las presiones contra la entidad sionista e impedir que se materialicen las políticas agresivas y expansionistas de dicho régimen, como también impedir que se concrete el traslado de la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Al Quds.

Analistas como Norman Finkelstein – estadounidense de religión judía e hijo de supervivientes de los campos de concentración nazis en Auschwitz y Majdanek – en su libro “Método y locura: La historia oculta de los ataques de Israel en Gaza” da a conocer  que el repetido recurso a la guerra más salvaje por parte de los gobiernos de Israel dista mucho de ser irracional “en realidad, afirma Finkelstein, los ataques de Israel han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz con los palestinos, aún cuando los términos de este les favorezca ampliamente” En esta postura del sionismo y a la vista de las cifras de víctimas de las operaciones militares israelíes, se ha dicho que esta desproporción en el número de víctimas ocasionadas y las víctimas propias tiene un carácter delirante y patológico.

Una Infame ideología

¿Es así? ¿Sufre la entidad sionista de una patología delirante? Si entendemos por delirio aquella sicopatología donde se destacan temas tales como sentirse perseguido, además de presentar visiones de grandeza o megalomanía- un pueblo elegido convocado a una misión divina - la entidad sionista, al interpretar la realidad de manera distorsionada es entonces delirante, pues tiene una ruptura con la realidad circundante, sin capacidad autocrítica y sin un pensamiento coherente y lógico. Se autoconvence que aquello que hace, por más criminal que sea tiene un objetivo superior: la grandeza y la seguridad del sionismo a partir de una orientación de un dios exclusivo y excluyente.

El delirio se genera a partir de una interpretación distorsionada de la realidad. Allí donde todos ven una conducta de agresión, el delirante habla de autodefensa. Allí donde los organismos internacionales hablan de la necesidad de detener la construcción de muros y asentamientos que segregan y usurpan territorio palestino, el delirante habla de la necesidad de proteger sus fronteras. Donde el pueblo palestino, en uso moral y legal de actos de defensa de su territorio ejecuta acciones de autodefensa contra tropas y colonos ocupantes, el delirante habla de terrorismo ocultando así su propia política colonialista, racista y criminal.

En el plano político no se conocen medidas preventivas contra el delirio, por ello resulta importante que ante las sospechas de estos síntomas, que en el caso del sionismo son lisa y llanamente un claro diagnóstico de una enfermedad grave pero no por ello inimputable frente a hechos delictivos. Por ello, los organismos internacionales, las sociedades debemos definir cursos de acción encaminados a proteger a los pueblos que sufren la acción de políticos, religiosos, colonos, instituciones civiles y militares aquejados de esta patología.

Es indudable, a la luz de la conducta histórica del sionismo, que esta ideología y su expresión estructural bajo el nombre de Israel es una entidad dotada de una conducta de perversión donde la moral y los valores están absolutamente trastocados. La perversión, como concepto aplicable al actuar político y militar de la entidad sionista, supone a un gobierno y miembros de esa sociedad que actúan con conductas invertidas, normalmente no aceptadas y moralmente incorrectas, que buscan a través de la puesta en práctica de esas acciones perversas el placer del dominio mediante el uso del terror.

Actos perversos contra la población palestina ejecutada por soldados y colonos: asesinar a sangre fría, detener y torturar, impedir la libre circulación de los habitantes del territorio. Impedir ejercer sus acciones religiosas. Demoler las viviendas – 5 mil de ellas destruidas hasta sus cimientos desde el año 200 a la fecha - destruir sus cosechas, arrancar de raíz sus árboles de olivos, cercar sus ciudades con muros y alambradas. Hacer uso de la llamada ley de Ausencia, que permite apropiarse (robar) la casa de un no judío al que se ha obligado a huir. Impedir el uso de bienes como el agua y la electricidad. Generar guetos, carreteras exclusivas para colonos.

La lista de actos perversos suma y sigue: cercar con check points las tierras palestinas, impidiendo la libre circulación de la población palestina. Judaizar Al Quds. Construir asentamientos y poblarlos de colonos extremistas en territorio palestino, impedir el desarrollo cultural, eliminar todo rastro lingüístico de nombres árabes. Negar el regreso de los refugiados de la Nakba. Rematar en el suelo a hombres y mujeres palestinos heridos. Detener a menores de edad. Maltratar a ancianos y mujeres. Segregar a la población mediante el uso de documentos diferenciadores.

Así, el apartheid practicado por Israel contra la población palestina deja de ser un simple recurso argumentativo y se convierte en una realidad- El propio Tribunal Russel Para Palestina, reunido en la Ciudad del Cabo – Sudáfrica – el año 2011 que convocó a destacados juristas internacionales  concluyó que “Israel somete al pueblo palestino a un régimen institucionalizado de dominación considerado apartheid por el derecho internacional”  bajo el marco de la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de noviembre de 1975 , equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial.

Toda esa larga lista de acciones perversas del sionismo no cesa y se fundan en una ideología que reúne las características propias de una ideología fascista: Nacionalismo, autoritarismo y etnocentrismo, que ve al palestino como un animal, un ser inferior, alguien sin derechos frente al supuesto pueblo elegido, a quien un dios extraño, veleidoso y excluyente le concedió una tierra ajena y ha hecho de ese mito una razón fundante. Una ideología que bajo el actual régimen israelí preconiza un Estado “étnicamente puro”. Esa perversión se funda en actos de una ideología nacionalsionista, que encuentra su expresión y verbalización en líderes israelíes que alientan el odio, la segregación y el crimen de los Goys – no judíos – calificando a los palestinos como animales a los cuales hay que exterminar.

Perversión como la del ex Primer Ministro Menahem Begin, nacido en Bielorrusia, quien el año 1982 declaró ante el parlamento israelí el carácter infrahumano de los palestinos “se los digo, apenas son humanos”. Perversión como la del también ex Primer Ministro Ehud Barack, de padres lituanos, quien en la segunda Intifada advertía a los israelíes “los palestinos son como los cocodrilos, cuanta más carne les dan, más quieren”. Palabras complementadas con las “piadosas” expresiones del rabino Yizhak Ginsburg, nacido en Estados Unidos quien señalaba “la sangre judía y la sangre de los Goys no es la misma y en ese plano, matar no es un crimen si las víctimas no son judías”. El fallecido Yizhak Shamir, de origen bielorruso y ex Primer Ministro, quien vociferaba a los cuatros vientos “Aplastaremos a los palestinos como a langostas, aplastaremos sus cabezas contra las rocas y los muros”

Como no referir en este breve recuento las palabras del actual Ministro de Defensa, el colono ultranacionalista de origen moldavo Avigdor Lieberman quien propuso aplicar en Gaza, el año 2009 tras la operación Plomo Fundido “lo que hizo Japón al final de la segunda guerra mundial”. Y dentro de estas ideas tan propias de los líderes de la autodenominada “mayor democracia de Oriente Medio” destaca la de Ayelet Shaked, actual Ministra de Justicia y ex diputada por el partido Hogar judío quien sostuvo que “Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos. Estas madres deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes".

El delirio, la perversión, la megalomanía, son partes componentes del sionismo, constituyen parte del engranaje de una ideología que así como EIIL –Daesh en árabe – constituye una perversión del islam, con el cual no tiene nada que ver,  así también el sionismo del régimen israelí en palestina constituye una perversión criminal del judaísmo, tal como lo ha declarado la organización de rabinos Neturei Karta, convencidos de la incompatibilidad entre las enseñanzas del judaísmo y una entidad denominada Israel asentada sobre la fuerza de las armas, el pillaje y el sufrimiento de todo un pueblo.

Según Moshé Machover, matemático y filósofo  israelí radicado en Inglaterra, la idea de un pueblo judío es "una falsa idea promovida por la ideología sionista: el mito de que los judíos en todo el mundo son una nación antigua, exiliada por la fuerza de su antigua patria, la tierra de Israel" continuar en esa idea, tratar de imponerla y ocupar tierras ajenas es una conducta delirante, como perversa es el uso de prácticas violatorias de los derechos humanos de millones de palestinos en pos de ese objetivo mitológico.

Pablo Jofré Leal

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