La Doctrina del Islam Shia

Sobre las señales de la fe y la incredulidad

Por Aiatul·lah Ya'far Subhânî

Traducción del árabe: Shaij Feisal Morhell

El límite de la fe y la incredulidad

El límite de la fe y la incredulidad conforma uno de los muy importantes tópicos de la teología y doctrina islámica.

Lingüísticamente, la palabra imân (fe) significa “verificación” y la palabra kufr (incredulidad) significa “cubierta”. Por eso, se le dice al agricultor kâfir, ya que cubre la semilla con tierra. El sentido de imân en la terminología religiosa (y en las ciencias del kalâm y la doctrina islámica) es la creencia en la Unicidad de Dios, Glorificado Sea, en el Más Allá y en el Mensaje del Sello de los Profetas, Muhammad Al-Mustafâ (BP).

La fe en el Mensaje del Sello de los Profetas (BP) implica la fe en la profecía de los profetas anteriores a él, en los Libros celestiales anteriores, y también en las enseñanzas y normas que trajo el Profeta del Islam (BP) para la humanidad de parte de Dios.

El real y verdadero lugar de la fe es el corazón e interior del ser humano, tal como dice el Sagrado Corán:

﴿ أُوْلَئِكَ كَتَبَ في قُلُوبِهِمُ الإِيمَانَ ﴾

«Estos son (aquellos) en cuyos corazones (Dios) ha inscrito la fe»[1]

Asimismo, les dice a los beduinos que se sometieron al gobierno y dominio islámico pero que en cuyos corazones no ingresó la fe, lo siguiente:

﴿ وَلَمَّا يَدْخُلِ الإِيمَانُ فِي قُلُوبِكُمْ ﴾

«No ha ingresado todavía la fe en vuestros corazones»[2]

Pero juzgar la fe de la persona está condicionado a que ésta exprese ello oralmente, que lo reconozca de boca o lo manifieste de otra manera, o por lo menos no niegue su creencia en ello. En caso contrario, no recibe el juicio de “poseedor de fe”, tal como dice la aleya:

﴿ وَجَحَدُوا بِهَا وَاسْتَيْقَنَتْهَآ أَنفُسُهُمْ ﴾

«Y negaron (nuestros signos) siendo que estaban convencidos de ellos»[3]

A la luz de esto, también queda en claro el significado de kufr y sus límites. Si la persona niega la Unicidad del Creador, el Día de la Resurrección, o el Mensaje del Honorable Profeta (BP), se juzga su incredulidad indefectiblemente. Así también, negar alguna de los axiomas categóricos y elementales de la religión de Muhammad (BP), cuya negación implica negar el Mensaje del Profeta (BP) en forma evidente, hace que la persona sea juzgada como “incrédula”.

Así pues, cuando el Mensajero de Dios (BP) le dio el estandarte a ‘Alî (P) para conquistar las fortalezas de Jaibar, e informó a la gente que el portador de este estandarte conquistaría Jaibar, en ese momento, el Imam ‘Alî (P) le dijo al Mensajero de Dios (BP): “¡Oh Mensajero de Dios! ¿En base a qué les combatiré?”.

Respondió el Profeta (BP): “Combáteles hasta que testimonien que no hay divinidad más que Dios y que Muhammad es el Mensajero de Dios. Si hicieron eso, entonces, te habrán vedado su sangre y posesiones a excepción de cuando ello sea con derecho, y su cómputo corresponderá a Dios”.[4]

Le preguntó una persona al Imam As-Sâdiq (P): “¿Qué es lo menos con lo que un siervo es creyente?”.

Dijo (P): “Que testimonie que no hay divinidad más que Dios, que Muhammad es Su siervo y Mensajero, que reconozca la obediencia (a Él) y que conozca al Imam de su tiempo. Si hace ello será un creyente”.[5] 

La fe está condicionada a aferrarse a la acción correcta

Si bien la realidad de la fe esta conformada por la creencia de corazón (condicionada por la manifestación de la misma o por lo menos el hecho de no negarla), aún así no debe suponerse que esa medida de fe es suficiente para la salvación del ser humano, sino que la persona también debe aferrarse a las implicancias y efectos prácticos de esa fe.

Por eso, el creyente verdadero ha sido descrito en muchas de las aleyas del Corán y las narraciones como que se aferra a las derivaciones de la fe y que observa las prescripciones divinas.

El Sagrado Corán en la Sûra Al-‘Asr (La Época) ha considerado a todas las personas “en la perdición”, excepto a aquellas que describe con los siguientes atributos:

﴿ إِلاَّ الَّذِينَ ءَامَنُوا وَعَمِلُوا الصَّالِحَاتِ وَتَوَاصَوْا بِالْحَقِّ وَتَوَاصَوْا بِالصَّبْرِ ﴾

«Excepto aquellos que han creído, hicieron el bien y se encomiendan mutuamente la verdad y se encomiendan mutuamente la paciencia»[6]

Narró el Imam Al-Bâqir (P) del Imam ‘Alî (P) que un hombre le dijo: “¿Acaso quien testimonia que no hay divinidad más que Dios y que Muhammad es el Mensajero de Dios (BP) es creyente (mu’min)?”.

Dijo: “¿Y a dónde quedan los preceptos de Dios?”.[7]

Dijo (P) también: “Si la fe consistiera en unas (meras) palabras, no hubieran sido establecidos ni el ayuno, ni el rezo, ni las cosas lícitas y las prohibidas”.[8]

Se desprende de lo expuesto anteriormente que la fe presenta niveles y grados, y que todo nivel tiene un efecto particular al mismo, y que cuando la creencia se presenta como un mera manifestación, o por lo menos la no negación, eso conformará el nivel más bajo de la fe, el cual acarreará una serie de efectos religiosos y mundanales, mientras que el nivel de fe que implica la salvación del ser humano tanto en la vida mundanal como en la del Más Allá depende de aferrarse a sus efectos prácticos.

Un punto que es digno de mencionar es que algunas narraciones han considerado que actuar en base a las prescripciones religiosas conforma uno de los pilares de la fe. Ha narrado el Imam Ar-Ridâ (P) del Mensajero de Dios (BP) que dijo: “La fe es el conocimiento con el corazón, el reconocimiento con la lengua y la acción mediante los miembros corporales”.[9]

En algunas narraciones, junto a la manifestación de los dos testimonios (de que no hay divinidad mas que Dios y de que Muhammad es el Mensajero de Dios) también fueron dispuestos otros asuntos como la observación de las oraciones obligatorias, dar el diezmo, realizar la peregrinación a La Meca y ayunar en el mes de Ramadán.[10]

Estas narraciones, o bien se refieren a que es posible diferenciar al musulmán del que no lo es mediante estas prácticas, o que mencionar los dos testimonios solamente son causa de salvación y acarrean el triunfo mientras estén acompañadas y dentro de una serie de prácticas religiosas, de las cuales las más importantes son: el rezo, el diezmo, la peregrinación y el ayuno.

Considerando estos dos principios, vemos que ninguna de las tendencias del Islam debe juzgar de “incrédula” a otra que la contradiga en algunas ramas de los preceptos religiosos, puesto que el criterio de “kufr” es que la persona niegue alguno de los tres principios doctrinales (la Unicidad de Dios, el Más Allá y el envío de los Profetas) o que niegue aquello que implique la negación de algunos de esos tres principios. Esa implicancia se verifica si es que tal cosa resulta evidente y muy clara desde el punto de la religión, al punto de que no se pueda conciliar entre tal negación y el reconocimiento de los tres principios.

En base a esto, los musulmanes deben resguardar su hermandad islámica en todos los niveles, y no deben permitir que las diferencias en asuntos relacionados a los principios sean causa de discordia, o incluso hagan que una tendencia juzgue de incrédula a otra, sino que deben limitarse a plantear las diferencias en cuanto a doctrina mediante la discusión académica y el debate objetivo, y abstenerse de las imputaciones sectarias ilógicas, y de atribuir y tergiversar conceptos a este respecto; de esta manera permanecerá la candidez y el afecto ente los musulmanes.

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[1] Sûra Al-Muÿâdalah; 58: 22.

[2] Sûra Al-Huÿurât; 49: 14.

[3] Sûra An-Naml; 27: 14.

[4] Sahîh Al-Bujârî, Kitâb al-Imân, 10; Sahîh Muslim, t.7, capítulo “Las virtudes de ‘Alî”, 121.

[5] Bihâr Al-Anwâr, t.69, p.16; Kitâb Al-Imân wal Kufr, transmitido de Ma‘ânî Al-Ajbâr del Shaij Sadûq, siendo la cadena de transmisión muy confiable.

[6] Sûra Al-‘Asr; 103: 3

[7] Al-Kâfî, t.2, p.33.

[8] Al-Kâfî, t.2, p.33, hadîz 2.

[9] ‘Uiûn Ajbâr Ar-Ridâ, t.1, p.226.

[10] Sahîh Al-Bujârî, t.1, p.16, Kitâb Al-Imân.

[11] Son los principios de los cuales depende la verificación de la “fe” y la “incredulidad” según se los acepte o rechace. Estos son: El testimonio de la Unicidad de Dios, la fe en la profecía del Sello de los Profetas Muhammad (BP) y la creencia en el “Retorno” el Día de la Resurrección.

[12] Sûra An-Nisâ; 4: 94.

[13] Kanz Al-‘Ummâl, t.1, hadîz 30.

[14] Sûra Al-Baqarah; 2: 117.

[15] Bihâr Al-Anwâr, t.2, p.263; Musnad Ahmad, t.4, pp.126-127.

[16] Bihâr Al-Anwâr, t.74, p.202.

[17] Fath Al-Bârî, t.5, p.156 y t.17, p.9.

[18] Sûra Al-Anfâl; 8; 60.

[19] Ÿâmi‘ Al-Usûl, t.1, p.238.

[20] Sûra Ash-Shûrâ; 42: 23.

[21] Sûra Al-Mâ’idah; 5: 114.

[22] Sûra Al-A‘râf; 7: 157.

[23] Âal ‘Imrân; 3: 31.

[24] Sûra Iûnus; 10: 59.

[25] Sûra An-Nahl; 16: 106.

[26] Âal ‘Imrân; 3: 28.

[27] Ver: Tafsîr At-Tabarî, t.3, p.153; Tafsîr Nasafî, impreso como comentario en los márgenes del Tafsîr Al-Jâzin, t.1, p.271; h Al-Ma‘ânî, t.3, p. 121; Maÿma‘ Al-Baiân, t.1, p.430.

[28] Ver: Sûra Gâfir; 40: 28.

[29] Tafsîr Ar-Râzî, t.8, p.13.

[30] Mahâsin At-Ta’wîl, t.4, p.82.

[31] Ta’rîj At-Tabarî, t.7, p.195-206.

[32] Sûra Al-Kahf; 18: 95.

[33] Sûra Al-Mâ’idah; 5: 35.

[34] Dijo Râguib Al-Isfâhânî en su Al-Mufradât (en la raíz “wasala”): “La wasîlah es procurar la mediación hacia algo con afán. La realidad de la wasîlah hacia Dios es observar la vía hacia Él mediante el conocimiento y la adoración, y procurar las excelencias de la religión”.

[35] Sûra Al-A‘râf; 7: 180.

[36] Sûra An-Nisâ’; 4: 64.

[37] Sûra Al-Munâfiqûn; 63: 5.

[38] Sûra Iûsuf; 12: 97-98.

[39] Sahîh Al-Bujârî, t.5, Cap. “La muerte de Abû Ÿahl”; As-Sîrah An-Nabawîiah de Ibn Hishâm, t.2, p.292.

[40] Sahîh Muslim, t.2, Cap. “Lo que se dice al visitar las tumbas”.

[41] Sahîh Al-Bujârî, t.2, Cap. “Los cuerpos de los fallecidos”, p.12; As-Sîrah An-Nabawîiah de Ibn Hishâm, t.4, pp.305-306.

[42] Nahÿ Al-Balâgah, disertación Nº 235.

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