Sobre la estrategia ilusoria de Obama contra el terrorismo

Por Saadolá Zarei

El pasado jueves, en un nuevo aniversario de los ataques contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un discurso anunció el lanzamiento de una “amplia coalición” dirigida por su país, para luchar contra el terrorismo. Es importante analizar las palabras de Obama y la idea de la coalición, para entender que la estrategia de Obama contra el terrorismo, no es más que una ilusión.

En su discurso del 10 de septiembre, Obama anunció una “estrategia integral para degradar y finalmente destruir al Estado Islámico de Iraq y el Levante (EIIL)”. Las visitas de distintas autoridades estadounidenses a la región, y la celebración de un encuentro de 40 países en Arabia Saudí, reunidos por EE.UU., tienen algo que ver con esas palabras de Obama. Algunos analistas sostienen que ni el discurso de Obama ni la anunciada estrategia son importantes, dado que nada de eso se realizará, tal como ha pasado previamente, en otros casos. Es decir, EE.UU. viene hablado de la lucha con el terrorismo desde hace años, cuando en verdad, nunca tomó medidas en este campo.

La “lucha contra el terrorismo” puede ser un objetivo importante o puede ser simplemente una frase,  una cáscara vacía, o incluso, llena de otros objetivos. La reunión de 40 países discutiendo la conformación de una alianza para combatir al EIIL, con la notoria ausencia de los principales países de la región donde actúa o influye directamente el accionar del EIIL, países para los que verdaderamente esta organización terrorista implica un riesgo para la estabilidad regional, exponen el asunto.

Occidente considera que el “realismo” es la mejor y más completa escuela política para los asuntos de la política internacional. Desde el preámbulo de la llamada Guerra Fría, el realismo ha sido el orientador fundamental en la historia de las relaciones internacionales del Imperio. Según esa escuela y sus variantes, el terrorismo u otros asuntos, por ejemplo, la violación de derechos humanos, serán consideradas situaciones “irracionales” o “incorrectas” si no respetan o van contra los intereses del sistema hegemónico. El fundador del realismo político fue Nicolás Maquiavelo, filósofo-político italiano que vivió en los siglos XV y XVI. Francis Bacon, filósofo inglés, decía que las potencias europeas debían “agradecer a Maquiavelo y a los escritores de este género que digan abiertamente y sin disimulos lo que los hombres acostumbran hacer, no lo que deben hacer.” Por su parte, Maquiavelo, en su tratado de doctrina política titulado El Príncipe escribió: “No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes citadas, pero es indispensable que aparente poseerlas. Y hasta me atreveré a decir esto: que el tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso, y asimismo serlo efectivamente; pero se debe estar dispuesto a irse al otro extremo si ello fuera necesario.”

De acuerdo con esta infraestructura ideológica, no sólo no se condena el financiamiento y entrenamiento de los grupos terroristas (tal como ha quedado demostrado, lo hicieron varios países occidentales con los llamados “rebeldes sirios” que combatían contra Al Assad), sino que se lo promueve. Según esta infraestructura, un día se puede colaborar en la creación de grupos terroristas y al otro día luchar contra ellos. Entonces, puede decirse que entre los objetivos secretos de EE.UU., claramente, no está luchar con el terrorismo, dado que los líderes estadounidenses no consideran a los terroristas un peligro o una amenaza, a pesar de las declaraciones altisonantes de Obama. En cambio, a la luz de las palabras de Maquiavelo, el terrorismo podría ser un enorme beneficio para los EE.UU.

En el propio discurso de Obama podemos encontrar algunas palabras que terminan con la duda sobre las verdaderas intenciones de EE.UU. en la formación de la mencionada coalición contra el EIIL. Obama indicó en su discurso: “EE.UU. encabezará una coalición amplia para revertir esta amenaza terrorista”, están desplegando “una estrategia integral y sostenida”, pidió al Congreso “autoridades adicionales y recursos para capacitar y equipar a estos combatientes”, y junto a sus aliados “están volando aviones con nosotros sobre Irak; enviando armas y ayuda a las fuerzas de seguridad iraquíes y la oposición siria; compartiendo información y proporcionando miles de millones de dólares en ayuda humanitaria”. Con estas palabras Obama busca demostrar el poder estadounidense y anunciar que EE.UU. está ingresando nuevamente en la región, tal como lo hiciera después de los ataques del 11 de septiembre. Sin embargo, ese camino no está exento de obstáculos.

A partir de las declaraciones de Obama y del portavoz de la Casa Blanca, puede entenderse que los estadounidenses tratan de establecer un nuevo sistema de normas internacional. En el sistema previo, existían una serie de normativas jurídicas que resolvían sobre la necesidad y la posibilidad o no de una intervención político-militar extranjera en un país dado. Según ese sistema, la violación de la soberanía de un país sólo podía ser posible si se activaba el proceso legal de emisión de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Actualmente, debido a la brecha creciente entre Occidente y las potencias orientales miembros permanentes del CSNU, EE.UU. ya no es capaz de alcanzar sus objetivos teniendo como marco las antiguas reglas. Por eso Washington busca congregar un amplio número de países miembros de la ONU para conformar una coalición que no acate las leyes internacionales y encontrar así una vía de legitimidad donde no necesite justificar sus proyectos injerencistas. Gracias a esa nueva estrategia también, los estadounidenses se atreven a descartar la necesidad de contar con el consentimiento del Gobierno de Damasco para lanzar ataques aéreos sobre el propio territorio sirio, so pretexto de estar combatiendo el terrorismo. Si la intención verdadera de la potencia imperial fuera controlar o terminar con el terrorismo, la colaboración con el gobierno de la República Árabe Siria debería ser normal, dado que, por ejemplo, podría facilitar el apoyo terrestre necesario para combatir al EIIL. Esas políticas y esos planes significan un peligro para el mundo mucho más grave que el propio terrorismo.

Luego de sus dos primeros años de gobierno, durante la su primera presidencia, Barack Obama recordó sus consignas de campaña: “reforma” y “cambio”. George W. Bush, su predecesor, entendió un año antes del final de su presidencia de 8 años, que las políticas de EE.UU. después del 11 de septiembre, y luego de un largo proceso de injerencia militar de EE.UU en Oriente Medio, causaron por un lado, el aislamiento de su país y la crítica de la opinión pública global, y por otro, grandes problemas económicos en comparación con otras potencias mundiales. Por eso Bush, en su discurso de 2007, anunció que EE.UU. estaba cambiando sus políticas para la región pasando a buscar la estabilidad de los gobiernos de Oriente Medio y los cambios democráticos en los países de la región. Asimismo, que se dedicaría a solucionar los problemas económicos de los ciudadanos estadounidenses. Un año más tarde, Obama y el partido demócrata ganaron las elecciones presidenciales tomando las mismas posturas, haciendo esas mismas promesas.

Las políticas exteriores de EE.UU. en el periodo de la administración Obama ha tenido una característica fundamentalmente pasiva, excepto en uno o dos casos. Luego de 7 años en el gobierno, Obama ha llevado al partido demócrata al borde de un gran fracaso electoral. El titular de la Casa Blanca todavía espera sacar algún rédito político que redunde en mayor apoyo interno y mejore la situación de su partido, en dos cuestiones vinculadas a Irán. En uno de los casos, además de la suspensión no oficial de las actividades nucleares de Teherán en el periodo del presidente Rohaní, Obama espera lograr que Irán abandone su programa nuclear durante al menos diez años. El mandatario norteamericano considera esto posible debido a las recientes “flexibilidades” lanzadas durante el año pasado desde Irán. En el otro de los casos, busca cambiar la situación del Imperio ante la frontera de la resistencia y el poder regional de Irán, donde EE.UU. solo ha encontrado fracasos hasta el momento ya que no ha sido capaz de poner fin al desarrollo del poder y la influencia de Irán en la región.  En su país, Obama es señalado como “perdedor” por no haber logrado nada en los casos de Palestina, Líbano, Siria e Irak, al punto de afectar la posición de los regímenes vasallos de EE.UU y llevando a algunos de ellos, como el gobierno de Yemen y Arabia Saudita, al borde de la crisis y rebelión popular que puede provocar su caída. Obama espera cambiar la situación en su favor durante los últimos años de su segunda presidencia. En ese sentido debe ser entendido el envío de representantes hacia Yemen, Arabia Saudita, Irak, Líbano e Israel con el fin de mostrar que los cambios buscados son serios. Pero se ha quedado sin tiempo.

Dentro de la estrategia expuesta por Obama, se busca articular a todos los países de Oriente Medio para controlar los casos más sensibles de seguridad en la región en base a un plan que se puede denominar “Lucha de masas contra el terrorismo”. Obama considera que es capaz de reunir países vasallos y aliados de los EE.UU. junto a países que siguen políticas opuestas a los intereses del país occidental. Como resultado, considera posible construir una alianza entre Arabia Saudita, Turquía y el régimen sionista por un lado, e Irán, Irak y Siria por otro.

Para ejecutar dicho plan, Obama envió a Teherán a Martin Lidegaard, Ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca, para invitar a Irán a que participe en dicha coalición, al tiempo que destacaba otro representante a Damasco. Los estadounidenses creen que si tienen éxito en controlar todos los casos de la región, desde Líbano y Palestina hasta India, podrán sostener y consolidar su poder en la región durante las próximas décadas. Después del viaje de Lidegaard a Irán a poco de finalizada la cumbre de la OTAN,  Hamid Talebi, asistente político de la oficina del presidente iraní, indicó en un discurso que la intención de EE.UU. es utilizar en su favor la capacidad de Irán para resolver los casos más complejos de la región a la vez que presiona de modo intenso a la República Islámica. Las menores señales de algunas autoridades iraníes fueron suficientes para que EE.UU considere que Irán está interesado en involucrarse en este proceso. Sin embargo, el gobierno del país persa no ha mostrado de ninguna manera que considera las recientes medidas de EE.UU como signos de buena voluntad. Sabe que es imposible el ingreso de Irán en una coalición creada por EE.UU. que a la vez nace con una notable impronta anti-iraní, anti-Rusia, anti-Siria y anti-Resistencia.

En las últimas semanas “terrorismo” es quizás la palabra más frecuentemente repetida por los funcionarios de primera línea en los EE.UU., Inglaterra, Francia, Alemania, Arabia Saudita entre otros países vasallos. Aunque el terrorismo en Oriente Medio sea un fenómeno manipulado por esos mismos países.

Obama amenazó con lanzar ataques aéreos contra el EIIL. Es sabido ya con anticipación que el EIIL y otras organizaciones terroristas no serán dañados, menos destruidos por esos ataques ni por los ataques de las fuerzas terrestres bajo el mando estadounidense. Mientras tanto, dada la figura histórica de los EE.UU. en la región y su claro reflejo de potencia agresora, el aparente enfrentamiento entre el EIIL y EE.UU. seguramente generará más popularidad para el EIIL, y como resultado, un aumento en el reclutamiento de los distintos grupos terroristas.

Fuente: http://www.noticiaspia.org

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