Historia del Corán

Recopilación del Corán del Primer Califa

 Por: Husaîn Yavân Ârâsteh

Traducción: Dra. Zohre Rabbani

Introducción

El tema de este capítulo es uno de los más polémicos de la historia del Corán, que ha dividido a los expertos y conocedores de esta ciencia en dos grupos: Un grupo que opina que la recopilación del Corán –con la misma ordenación actual- fue realizada durante la vida del Enviado de Dios (BP); y el segundo que remonta la recopilación oficial del Corán en forma de un volumen (entre dos tapas) a la época del primer Califa, luego del fallecimiento del Profeta (BP).

Antes de introducirnos en este tema es importante destacar un punto, que al no haber sido tomado en cuenta, colocó a muchos de los grandes sabios enfrentados entre sí. En verdad lo que ha provocado esa profunda escisión entre esas dos hipótesis es la falta de atención al punto preciso de las discrepancias y desacuerdos. Si el punto de la discrepancia fuese determinado con exactitud, la diferencia entre las dos hipótesis disminuiría.

Algunos de los autores supusieron que aquellos que sostienen que el Corán luego del fallecimiento del Profeta (BP) fue convertido en un Mus·haf no creen en la escritura y registro del Corán durante la vida del Profeta; mientras que no es así; ya que como hemos expuesto anteriormente, la escritura y elaboración de las aleyas coránicas indudablemente ha sido realizada antes de la partida del Profeta (BP) y nadie puede negarlo. La diferencia
–entre las dos versiones- se encuentra únicamente en que algunos opinan que el Corán ha sido registrado y convertido en un volumen, de la misma forma que actualmente lo vemos y en forma completa, en la época del Enviado de Dios (BP).

Otro grupo opina que aunque el Corán fue registrado en la época del Profeta (BP) y también fueron ordenadas sus aleyas en cada sura, la elaboración y orden de todas las suras y su disposición en un Mus·haf tuvo lugar luego del fallecimiento del Enviado de Dios (BP).

Entonces, la diferencia existente entre las dos hipótesis puede plantearse por medio de una pregunta: ¿Acaso el ordenamiento del Corán en forma de un Mus·haf ha tenido lugar antes o después del fallecimiento del Profeta (BP)?

Ya que se ha esclarecido el punto a discusión, comprendemos perfectamente que no existe ninguna diferencia radical ni básica en cuestión a la recopilación y escritura del Corán, y sostener una de estas versiones no pone en duda la importancia y atención dadas por el Profeta (BP) y los musulmanes hacia el Corán.

Los fundamentos de aquellos que consideran la recopilación del Corán luego del fallecimiento del Profeta (BP).

El primero y más importante fundamento en el cual se basa este grupo son las diferentes narraciones que mayoritariamente han sido transmitidas a través de la escuela Sunnah. Ellos opinan que ya que esta cuestión es un asunto histórico, se debe buscar la realidad en la propia historia. Los testimonios históricos afirman la recopilación en forma de Mus·haf luego del fallecimiento del Enviado de Dios (BP):

1. Zaîd Ibn Zâbit que era igualmente uno de los escribas de la revelación corrobora: “Falleció el Profeta mientras el Corán aún no había sido recopilado en forma de un Mushaf”.

2. Jattâbî asimismo afirma: “Todo el Corán fue registrado durante la vida del Profeta, pero sus suras no fueron recopiladas en un volumen”.[1]

3.dî Abû Bakr Bâqilânî en su obra Intisâr afirma: “En la época de Abû Bakr el Corán fue colocado en medio de dos tapas”.[2]

4. Abû ‘Abdil·lah Hâriz Ibn Asad Muhasibî asegura en su ensayo Fahm-ul Sunan:

“La escritura del Corán no fue algo nuevo. El Profeta ordenaba escribirlo. No obstante las escrituras estaban en cortezas de árboles, omóplatos de camellos, y hojas de palmera. Estos escritos se hallaban en casa del Mensajero (BP) y fueron trasladados por orden de Abû Bakr a otro lugar y atados con un cordón para que no se extraviasen”.[3]

Otro de los fundamentos presentados a favor de esta versión es el descenso del Corán en forma gradual y paulatina, y su continuación hasta los últimos días de la vida del Profeta (BP). Esto por sí mismo era un impedimento para reunir el Corán en un volumen, ya que continuamente se esperaba el descenso de nuevas aleyas y suras, y fue por ello que el Profeta (BP) no se ocupó por disponerlo todo en un orden.

El ‘Al·lâmah Muÿâhid Muhammad Ÿawâd Balâqî, registra en su libro de exégesis coránica:

“Dado que la revelación continuaba durante la vida del Profeta (BP) no fue recopilado todo el Corán en un Mushaf, a pesar de que todas las aleyas reveladas se habían albergado en los corazones de los musulmanes y sus escritos se encontraban al alcance...”.[4]

Este mismo argumento es mencionado por otros.[5]

El tercer argumento de la recopilación del Corán posterior al fallecimiento del Profeta (BP) es la existencia de numerosos dichos transmitidos por ambas escuelas que se refieren a la recopilación del Corán por el mismo ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P). Si el Corán de la misma forma actual ya estaba recopilado durante la vida del Profeta (BP) ¿por qué Imâm ‘Alî (P) se dedicó de nuevo a recopilarlo?, y ¿por qué el Profeta le ordenó a ‘Alî (P) que lo hiciera?

‘Al·lâmah Balâqî afirma:

“El que ‘Alî (P) luego del fallecimiento del Profeta no se pusiera la capa para salir, excepto para la oración, hasta recopilar el Corán y ordenarlo según el orden de su descenso y el lugar exacto de las aleyas abrogadas y abrogantes, es un asunto claro y evidente”.[6]

El sabio ‘Al·lâmah Tabâtabâ’î considera la recopilación de ‘Alî (P) como parte de un hecho categórico dentro de las narraciones de la escuela Shî‘ah.[7]

Otro argumento para rechazar la idea de la recopilación completa del Corán durante la vida del Profeta (BP), es la diferencia existente entre el Mus·haf recopilado por el Profeta (según su opinión), y el recopilado por ‘Alî (P), ya que ellos afirman: “El Mus·haf fue ordenado de la misma forma actual”. En caso de que estuviesen en lo cierto, entonces ¿por qué ‘Alî ibn Abî Tâlib (P) ordenó el Corán según el orden de su revelación?, ¿acaso uno puede suponer que el Corán ya estaba recopilado pero ‘Alî (P) prefirió su manera de recopilar a la recopilación hecha por el Profeta (P)?

Dejando de lado el Mus·haf de ‘Alî (P), los otros grandes discípulos también elaboraron para sí mismos un ejemplar o Mus·haf especial. Estos ejemplares –como observaremos más adelante- tienen algunas diferencias en el ordenamiento de las suras. Esta realidad también puede ser otro argumento para afirmar que el Corán no fue recopilado de la misma forma actual durante la vida del Profeta (BP).

‘Al·lâmah Tabâtabâ’î, en una expresión categórica dice: “La recopilación del Corán y su ordenamiento en forma de un Mus·haf definitivamente fue realizada luego del fallecimiento del Profeta (BP)”.[8]

La batalla de Îamâmah y sus consecuencias.

Luego de transcurrido poco más de un año del fallecimiento del Profeta (BP), surgió la batalla de Îamâmah. En la misma fueron martirizadas setenta personas de entre los recitadores del Corán. El califato de esa época, temiendo que surgiese otra batalla y a raíz de ello se perdiera al resto de los recitadores del Corán, y consecuentemente al propio Corán, decidió reunir los suras y aleyas en un Mus·haf.[9]

El acontecimiento de “Îamâmah” fue uno de los sucesos y sediciones más importantes surgidos durante el Califato de Abû Bakr. Musaîlamah Al-Kadhdhâb (el mentiroso) quien acompañado de un grupo de Îamâmah el año noveno de la hégira había visitado al Profeta (BP) y se había adherido al Islam, en su regreso denegó su fe y a través de una carta alegó ser profeta. El Mensajero del Islam lo apodó “el muy mentiroso”. En el mes de Rabî‘ul Awwal del año duodécimo de la hégira, el cual coincidía con el comienzo del segundo año del califato de Abû Bakr, el califa envió un ejército bajo la comandancia de Jâlid ibn Walîd para que luchara en contra de Musaîlamah. Los soldados de Jâlid que sumaban cuatro mil quinientos, se enfrentaron con cuarenta mil combatientes partidarios de Musaîlamah en una guerra desigual. Con la muerte de Musaîlamah el ejército musulmán triunfó. No obstante esta victoria resultó muy cara. El número de mártires musulmanes ha sido registrado hasta mil setecientos, que entre ellos se encontraban setecientos o cuatrocientos cincuenta, o como mínimo setenta de los discípulos y recitadores del Corán.[10]

Luego de este acontecimiento ‘Umar preocupado por que surgiesen otros sucesos similares a éste, propuso al primer Califa recopilar el Corán. Abû Bakr aceptando esta propuesta, ordenó a Zaîd Ibn Zâbit su realización. He aquí el relato completo de las palabras del Zaîd Ibn Zâbit:

Luego de la batalla de Îamâmah, Abû Bakr me hizo llamar. Cuando me presenté, ‘Umar se encontraba junto a él. Abû Bakr me dijo: “‘Umar ha venido a mí y ha dicho que en la batalla de Îamâmah murieron numerosos recitadores y memorizadores del Corán; y existe el temor de perder a otros de ellos a raíz de nuevas batallas, y de esta forma perder una gran parte del Corán. Lo conveniente es que ordenes recopilar el Corán”. Dije a ‘Umar: “¿Cómo pretendes realizar algo que ni el Enviado de Dios hizo?”. Respondió: “¡Por Dios que ésta es una obra benéfica!”. Desde este momento en adelante continuó repitiendo su propuesta hasta que Dios me infundió tranquilidad en mi pecho y mi opinión llegó a coincidir con la de ‘Umar.

Zaîd agrega: Luego Abû Bakr me dijo: “Tú eres un joven inteligente y confiable. Tú eres quien escribía la revelación para el Profeta, entonces dedícate a recopilar el Corán”. Le respondí: “Por Dios que si me hubieran ordenado arrancar una montaña de su lugar, no sería más pesado para mí que esta misión”. Continué diciendo: “¿Cómo realizáis algo que la persona del Profeta no ha hecho?” Abû Bakr me respondió: “¡Por Dios que el bien se encuentra en ello!”. Y continuó insistiendo hasta que Dios infundió en mi pecho la misma tranquilidad que les había otorgado a ellos, luego me ocupé en buscar los escritos del Corán y reuní todos éstos, desde los escritos realizados sobre las ramas amplias de las datileras y las finas piedras hasta lo que se encontraba en el pecho de la gente...”[11]

El modo de la recopilación.

Bajo la orden del califato un grupo de entre los discípulos recitadores del Corán, encabezado por Zaid ibn Zâbit, reunieron los suras y aleyas del Corán desde los alwâh (tablas), sa‘af (hojas o ramas de palmera), y katif (huesos de camello u oveja) que se encontraban en casa del Profeta (BP), asentados por los escribas de la revelación o los que se encontraban en manos de los discípulos recitadores, posteriormente los colocaron en un solo volumen y enviaron ejemplares del mismo a las diferentes regiones.[12]

Según el historiador Ia‘qûbî, se constituyó un comité compuesto por veinticinco personas de los Ansâr, y bajo la supervisión de Abû Bakr para colaborar con Zaîd en esta obra, se les dijo: “Escriban el Corán y preséntenlo a Sa‘îd Ibn ‘Âss que es un hombre elocuente”.[13]

Hishâm Ibn ‘Urwah relata de su padre que Abû Bakr ordenó a ‘Umar y a Zaîd sentarse en la mezquita y registrar aleyas únicamente de aquellos recitadores que pudiesen respaldarse con dos testigos.[14]

Este mismo asunto es considerado una de las objeciones hechas a la recopilación del Corán en la época de Abû Bakr. La narración mencionada, y otras parecidas, muestran que ellos reunían las aleyas coránicas –que deberían haber sido comprobadas con argumentos categóricos y numerosos- con este método primario y sencillo, y una aleya e incluso una sura era registradas, solo conque alguien presentara dos testigos justos, siendo que el texto coránico debe establecerse por medio del tawâtur[15]. Aquellos que refutan esta manera de reunir el Corán, argumentan que lo ponía en peligro de alteración, ya que no había sido recopilado minuciosamente; por lo tanto, tales recopilaciones no pueden gozar de la confianza necesaria.[16]

No obstante todos saben que los recitadores del Corán eran numerosos, y que el propio Zaîd era uno de estos recitadores. La recopilación del Corán, según lo expresado por ‘Al·lâmah Balâqî, fue realizada bajo la supervisión de miles de los memorizadores del Corán.[17] Por lo tanto, hay que investigar qué quiere decir “dos testigos” en la narración mencionada.

Ibn Haÿar manifestó: “Posiblemente traer dos testigos era para que ambos atestigüen que esta escritura coránica había sido escrita en presencia del Profeta; o para atestiguar que coincide con lo escrito en presencia del Profeta (BP)”.

Abû Shâmah afirma:

“El propósito de traer dos testigos se debía a que llegasen a la certeza de que sólo recogieran lo escrito en presencia del Profeta, y eso sea lo que escriban, y no confiando sólo en sus memorias. Fue por ello que Zaîd ‑aunque era memorizador del Corán- en cuanto a la última aleya del Sûra Al-Barâ’at (o Taûbah -9-) dice: “La encontré solo ante Abû Juzaîmah Ansârî”. En realidad Zaîd quiso decir: Encontré esta aleya en forma registrada y escrita en manos de él, ya que el propio Zaîd y muchos de los discípulos la guardaban en sus memorias”.[18]

Un caso similar ha sido transmitido también de Zaîd Ibn Zâbit en cuanto a una aleya de la Sûra Al-Ahzâb (33):

“Cuando recopilábamos el Mus·haf no encontré más que ante Juzaîmah Ansârî una aleya de la Sûra Al-Ahzâb cuya recitación yo mismo había escuchado de boca del Profeta. La aleya era: Minal mu’minîna riÿâlun sadaqû mâ ‘âhadûl·laha ‘alaîhi… - «Entre los creyentes hay hombres que cumplieron con lo que pactaron con Dios»[19] y ya que el propio Profeta había considerado el testimonio de Juzaîmah equivalente a dos testimonios, hemos unido esta aleya a su sura”.[20]

De esta transmisión pueden deducirse dos puntos: El primero, que esta aleya en forma escrita únicamente se encontraba en manos de Juzaîmah, ya que Zaîd argumenta: “He escuchado esta aleya recitada por el Profeta”. Y desde aquí se esclarece que el objetivo de presentar dos testigos era atestiguar su registro en presencia del Profeta (BP), de lo contrario, no había ninguna necesidad de ello teniendo en cuenta la memorización de la aleya por medio de otros. Este asunto contrariamente a lo que imaginan aquellos que objetaron, nos hace entender la máxima atención, precisión y exactitud del grupo recopilador.

El segundo propósito de presentar dos testigos justos, incluía a la persona que traía la aleya; por lo tanto en el caso de Juzaîmah fue aceptada únicamente su palabra, ya que el Profeta (BP) había hecho su testimonio equivalente al de dos personas.

Recordatorio.

En los ejemplares manuscritos e impresos de Sahîh Al-Bujârî, en la narración ya mencionada, vemos el nombre de “Abû Juzaîmah”, mientras que el nombre correcto es Juzaîmah Ibn Zâbit Ansârî, el honrado discípulo del Profeta (BP), ya que la persona cuyo testimonio el Profeta consideró igual al de dos personas, no fue nadie más que Juzaîmah Ibn Zâbit.[21]

De este modo, lo deducido a partir de los documentos históricos y las opiniones de un grupo de expertos en las Ciencias Coránicas, es que el Corán fue recopilado en la época del Primer Califa a través de Zaîd Ibn Zâbit; aunque existen algunos investigadores del Corán que basándose en algunos fundamentos consideran que la recopilación del Corán tuvo lugar antes del fallecimiento del Profeta (BP).[22]

Los ejemplares de los discípulos.

Hasta aquí hemos hablado respecto a la recopilación del Corán a manos de ‘Alî (P) y la de Zaîd Ibn Zâbit (la recopilación oficial del primer Califa). En el lapso desde el fallecimiento del Profeta (BP) hasta el principio del califato de ‘Uzmân, otras personas se dedicaron también a la recopilación del Corán. El ejemplar de cada uno de ellos había sido divulgado en las diferentes regiones del extenso gobierno Islámico de esa época, según su jerarquía y posición ante su gente.

El historiador Ibn Azîr relata que hasta el trigésimo año de la hégira, cuatro ejemplares circulaban en cuatro regiones de los países islámicos: En la ciudad de Damasco, el Mus·haf de ‘Ubaîî; en la ciudad de Kufah el Mus·haf de Ibn Mas’ûd; en la ciudad de Basora el de Abû Mûsa; en la ciudad de Homs, el Mus·haf de Miqdâd.[23]

La gente de estas regiones recitaba el Corán basándose en el Mus·haf famoso en su región, y resolvían cada discusión respecto a la recitación del Corán, recurriendo a su Mus·haf.

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Fuente: “Lecciones sobre Las Ciencias Coránicas”ñ Ediciones: Elhame Shargh, 2004

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[1] Al-Itqân, t.1, p.181; Al-Mîzân, t.12, p.120.

[2] Al-Mîzân, t.12, p.330; Al-Itqân, t.1, p.189.

[3] Al-Burhân, t.1, p.332; Al-Itqân, t.1, p.185; Manâhilul ‘Irfân, t.1, p.250.

[4] Âlâ’ Ar-Rahmân, t.1, p.18.

[5] Al-Burhân, t.1, p.329; Manâhilul ‘Irfân, t.1 p.247; At-Tamhîd, t.1, p.287.

[6] Âlâ’ Ar-Rahmân, t.1, p.18; Bihâr Al-Anwâr, t.89, p.40 en adelante.

[7] Al-Mîzân, t.12, p.128.

[8] Al-Mîzân, t.12, p.120.

[9] Qur’ân dar Islam, p.191.

[10] Tâ’rîj Qur’ân, Dr. Râmîâr, p. 299 a 301.

[11] Sahîh Al-Bujârî, t.6, cap. “La Recopilación del Corán”, p.580 y 581; Al-Burhân, t.1, p.326; Al-Itqân, t.1, p.182; Manâhilul ‘Irfân, t.1, p.251; Al-Mîzân, t.12, p.119; Al-Baîân, p.258.

[12] Qur’ân dar Islam, p.192.

[13] Al-Mîzân, t.12, p.118.

[14] Al-Itqân, t.1, p.184; Manâhilul ‘Irfân, t.1, p.252.

[15] Tawâtur: Numero de narraciones no relacionadas ni influidas entre si al grado que brindan la convicción sobre lo narrado.

[16] Al-Baîân, p.257.

[17] Âlâ’ul Rahmân, t.1, p.18.

[18] Al-Itqân, t.1, p.184; Manâhilul ‘Irfân, t.1, p.252.

[19] Sura Al-Ahzâb, 33: 23.

[20] Sahîh Al-Bujârî, t.6, p.581, Al-Burhân, t.1, p.328; Al-Itqân, t.1, p.187; Bihâr Al-Anwâr, t.89, p.77.

[21] Hâshîah Al-Burhân, t.1, p.328; At-Tamhîd, t.1, p.301.

[22] Al-Baîân, Aiatul·lah Abûl Qâsim Ju’î, p.240-269.

[23] Tâ’rîj Qur’ân, Dr. Râmîâr, p. 337.

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