La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán

Sura al-‘Âdiât (Los Corceles) - Nº 100

Esta sura fue revelada en Medina y consta de once aleyas

Contenido y mérito de su lectura

Existen diferentes versiones de los intérpretes, respecto al sitio donde la sura fue revelada. La mayoría, la considera mequinense, mientras que una minoría la cree medinense. Su brevedad, sus juramentos y la mención de la resurrección, corroboraran la idea de la mayoría. Sin embargo, los juramentos, se aplican para la lucha santa y los hadices que afirman que la misma, fue revelada tras la batalla de “Dhât-us Salâsil”, atestiguan la segunda creencia.

(La batalla citada, se libró durante el octavo año de la Hégira y en ella se capturó un elevado número de prisioneros, a los que se amarró con sogas. A este hecho se debe precisamente su nombre).

Si sostuviéramos que los juramentos, indican la marcha de los peregrinos hacia Mina y Mash’ar, llegaríamos a la conclusión de que su revelación tuvo lugar en Medina. Es cierto que los rituales del Haÿÿ, se realizaban casi con todos sus detalles en la época de la gentilidad, “ya que imitaban la tradición de Abraham”, no obstante se había mezclado con tantas supersticiones, que nos parece una idea remota que el Corán haya jurado por ello. Considerando este aspecto, nosotros preferimos inclinarnos por la hipótesis que dice que es medinense.

En cuanto a su desarrollo, en su inicio, esta sura realiza juramentos como advertencia. Luego, menciona una parte de las debilidades de los seres humanos, como por ejemplo: la incredulidad, la avaricia y el apego a lo mundanal. Culmina a través de un breve y expresivo señalamiento de la Resurrección y la amplia información que posee Dios respecto a sus siervos.

Dijo el Profeta Muhammad (PB) respecto a su mérito: “Quien lea esta sura, Dios le contará diez hasanât” (buenas acciones), por cada peregrino que permanezca en Muzdalifah la noche de ‘Id al-Adhâ”.[1]

Del Imam As-Sâdeq (P): “A quien lea esta sura frecuentemente, el Día del Juicio Final Dios lo dispondrá junto al Príncipe de los Creyentes (P) y sus seguidores”.[2]

Algunos otros hadices afirman que esta sura, equivale a la lectura de la mitad del Corán[3]. Obviamente este elevado mérito, sólo alcanzará a quienes lo asuman como sistema de vida, crean en su contenido y lo lleven a la práctica.

 Nº 100 - Sura al-‘Âdiât (Los Corceles)

Bismil lâhi ar rahmâni ar rahîm

1. Ual ‘âdiâti dabhâ

2. Falmûriâti qadhâ

3. Falmûguirâti subhâ

4. Fa azarna bihi naq‘an

5. Fauasatna bihi ÿam‘an

6. Innal insâna lirabbihi lakanûd

7. Ua innahu ‘alâ dhâlika lashahîd

8. Ua innahu lihubbil jairi lashadîd

9. Afalâ ia‘lamu idhâ bu‘zira mâ fîl qubûr

10. Ua hussila mâ fis sudûr

11. Inna rabbahum bihim iauma’idhin lajabîr

En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo

1. ¡por los corceles jadeantes

2. Que hacen saltar chispas

3. Atacadores al amanecer

4. En que levantan polvareda

5. Y que irrumpen en las columnas adversarias

6. Que el hombre es ingrato para con su señor

7. Y que el mismo es testigo de ello!

8. Y que es ambicioso en el amor por los bienes terrenales.

9. ¿ignora acaso que cuando los que están en los sepulcros sean resucitados

10. Y sea revelado cuanto encierran los corazones humanos

11. Que en ese día su señor estará bien informado sobre ellos?

Ocasión en la que tuvo lugar su revelación

Según un relato, esta sura fue revelada luego de librada la batalla de “Dhât-us Salâsil”. He aquí el relato del suceso:

Al Profeta (PB) le fue anunciado, en el octavo año de la Hégira, que doce mil personas se habían reunido en el territorio de Iabes, con el compromiso de no abandonar la lucha hasta dar muerte al Profeta (PB) y a ‘Alî (P), ocasionando el fracaso de los musulmanes. Por lo tanto, el Enviado de Dios (PB), envió a un grupo de sus fieles, bajo la comandancia de algunos compañeros, que regresaron más tarde sin ningún resultado. Entonces el noble Profeta (PB) decidió enviar a ‘Alî (P), con un gran grupo de los Muhâÿirîn y los Ansâr. Velozmente éstos, marcharon hacia el territorio enemigo. Durante el día descansaban y por las noches continuaban la marcha. Ya al amanecer Iabes fue rodeado. En primer término se les propuso islamizarse, hecho que rechazaron, por lo que fueron atacados y vencidos.

La Sura Al-‘Âdiât, se reveló cuando aún los soldados del Islam no habían regresado a Medina. Precisamente el día de la batalla, el Profeta (PB) se había dirigido a la Mezquita a fin de realizar la oración del alba y había recitado la sura en cuestión. Al finalizar la oración, los compañeros dijeron: “Por cierto ésta es una sura nueva”. Y respondió el Profeta (PB): “Sí, ‘Alî ha vencido al enemigo y anoche Gabriel me albrició esta sura”. Días después ‘Alî llegó a Medina con los trofeos y los prisioneros.[4]

Algunos sabios sostienen que el evento citado, fue una aplicación de la sura y que su revelación había tenido lugar anteriormente, en la ciudad de La Meca.

 

Juramentopor los luchadores vivaces

1. Ual ‘âdiâti dabhâ[5]

1. ¡por los corceles jadeantes

Existen dos probabilidades: a) que sean los caballos que avanzan hacia el campo de batalla. b) que sean los camellos de los peregrinos que marchan desde Arafat hacia Mash‘ar-ul Harâm y de allí hasta Mina.

El término “Âdiât”, es el plural de “‘Adiat”, esta última derivada de la raíz “‘Adû” que significa: pasar de, separar, apartar de, ya sea interior (enemistad), o exteriormente (correr). En este caso, significa correr velozmente.

En cuanto a Dabh”, es el sonido que emiten los caballos o los camellos cuando galopan, es decir: el jadeo. Como hemos señalado, existen dos hipótesis respecto a la interpretación de este versículo:

Que la aleya se refiera a los caballos, que a gran velocidad avanzan hacia el campo de batalla y dado que el Ÿihâd es sagrado, los animales que en él participan también encierran gran valor y merecen ser objetos de un juramento. O que el juramento señale a los camellos, que marchan velozmente durante la ceremonia del Haÿÿ entre los diversos sitios sagrados. También merecen ser objeto de un juramento.

Relata Ibn ‘Abbâs: “Me encontraba sentado en Hiÿr Ismâ‘îl junto a la Ka‘bah, cuando se aproximó un hombre y me preguntó sobre los corredores jadeantes. Le respondí: Son los caballos que avanzan por el sendero del Ÿihâd y descansan durante las noches. También los soldados que encienden fogatas para cocer sus alimentos. El hombre se alejó de mí, se acercó a ‘Alî que estaba junto al pozo de Zam Zam, y reiteró la pregunta. Inquirió ‘Alî: “¿Has interrogado sobre esto previamente?”.”Sí, le he preguntado a Ibn ‘Abbâs y me ha respondido que son los caballos que avanzan en el Ÿihâd”, respondió. Entonces le dijo ‘Alî: “Ve y dile que venga”. Cuando me presenté ante él, me dijo: “¿Por qué transmites lo que desconoces? La primera batalla del Islam fue la de Badr y no teníamos más que dos caballos de los cuales uno, pertenecía a Zubair y el otro a Miqdâd, ¿cómo sería posible entonces que “‘Âdiât” sean los caballos? “‘Âdiât” son los camellos que, desde ‘Arafat se dirigen a Mash‘ar-ul Harâm y de allí a Mina.” Continuó Ibn ‘Abbâs: “Cuando lo oí, renuncié a mi idea y acepté la suya”.[6]

No obstante ello, cabe la posibilidad de que el vocablo, incluya tanto a los caballos luchadores, como a los camellos de los peregrinos, y que el sentido del hadîz, sea que no se debe limitar el significado de las aleyas a una sola interpretación.

Por otra parte, tal vez el objetivo del Imam haya sido dejar en claro que la aleya no debía limitarse a los caballos, puesto que ese significado no siempre se aplica a las batallas y en cambio, sí se puede aplicar fácilmente a los camellos de los peregrinos.

Esta interpretación nos resulta la más acertada.

 

2. Falmûriâti qadhâ

2. Que hacen saltar chispas

Podrían ser las chispas que se desprenden del choque entre las herraduras de los caballos que marchan hacia el campo de batalla y las piedras del camino o las chispas que se desprenden del choque entre las piedras cuando los camellos corren rápidamente hacia las estaciones del Haÿÿ o, por último, los grupos que durante la peregrinación encienden fogatas a fin de cocer los alimentos. El vocablo “Mûriât”, es el plural de “Mûriah”, deriva de la raíz “Irâ`” y significa encender el fuego. “Qadh significa choque entre piedras, madera, hierro o piedras especiales para encender el fuego, que producen chispas.

 

3. Falmûguirâti subhâ

3. Atacadores al amanecer

De acuerdo a lo afirmado por Tabresî en Maÿma‘-ul Baiân, era tradición árabe, aproximarse al enemigo durante la noche, acecharlo y atacar recién al amanecer.

En el apartado anterior mencionamos que el ejército islámico estaba al mando de ‘Alî. El aprovechó la oscuridad de la noche, para avanzar hacia el campo de batalla y estar al acecho en las cercanías de la tribu enemiga. Recién al amanecer, cual si una centella y antes de que el enemigo pudiera reaccionar, su poder fue aplastado.

Si sostuviéramos que los juramentos se refieren a los camellos, la aleya aludiría la avalancha producida entre las manadas de camellos, en su viaje desde Mash‘ar a Mina, en la mañana del día de la Festividad del Adhâ.

La palabra “Muguirât”, es el plural de “Muguîrah”, derivado de la raíz “Igârah”, que significa atacar al rival. Es un ataque, cuya finalidad es obtener un botín, a veces se define este vocablo como saquear.

 

4. Fa azarna bihi naq‘an[7]

4. En que levantan polvareda

Sería la polvareda que levantan los caballos, cuando atacan raudamente al enemigo o aquella que levantan los camellos, durante la avalancha. El término “Azarna”, deriva de la raíz “Izârah” y significa esparcir polvo o humo. Con frecuencia se lo define como “producir emoción” o “esparcimiento de las ondas sonoras”.

“Naq”, quiere decir polvo y originalmente significaba agua absorbida por la tierra o sumergirse en el agua.

 Y dado que, estar rodeado de una polvareda, aparenta estar sumergido en el agua, se ha utilizado esta segunda definición.

 

5. Fauasatna bihi ÿam‘an[8]

5. Y que irrumpen en las columnas adversarias

Esto significaría, que el ataque es tan sorpresivo y veloz, que en pocos instantes rompe las filas enemigas y ataca a sus corazones. Éste, habría sido el resultado de su rapidez, preparación, osadía y valentía; o sería la entrada de los peregrinos, en el corazón de Mina.

En síntesis, decimos que se ha jurado por los caballos que avanzan jadeando hacia la batalla y que su marcha se intensifica de tal modo, que desprenden chispas al chocar contra las piedras, luego, se aproximan al enemigo y los sorprenden al amanecer. El ataque es tal, que levanta polvareda, e irrumpe en el corazón de las filas contrarias, desperdigándolas.

¡Juro por estos poderosos caballos,

Por estos valientes soldados,

Por los jadeos de los montados,

Por las chispas de sus herraduras,

Por el ataque sorpresivo,

Por la polvareda que se levanta en el aire

Por el ingreso en el corazón de las filas enemigas

Y por la brillante victoria!

Así, se esclarece que el Ÿihâd, es tan valioso y majestuoso, que hasta las chispas de los caballos y la polvareda merecen ser objetos de juramento.

Una versión señala, que el objetivo de estos juramentos, serían aquellas personas que transmiten sus propias perfecciones y manifiestan las chispas de la ciencia, a través de sus pensamientos. Éstos, son los que atacan la concupiscencia, esparcen en sí mismos y en los demás, el amor hacia Dios y se albergan en el corazón de los exaltadísimos habitantes del Paraíso.[9] Indudablemente esta versión no es aceptable como interpretación, aunque puede considerársela como comparación y una reflexión mística de la aleya.

 

Y tras todos estos juramentos menciona el Corán su finalidad:

6. Innal insâna lirabbihi lakanûd

6. Que el hombre es ingrato para con su señor

Aquel ser humano, al que no ha iluminado la luz del conocimiento divino, ni la luz de los profetas (P), termina naturalmente sometiéndose a su concupiscencia, a sus instintos y a su rebeldía, naturalmente termina siendo ingrato y avaro. El término “Kanûd”, se utiliza para denominar una tierra estéril o un hombre desagradecido y avaro. Los intérpretes, han expuesto diversas definiciones para esta palabra. Abul Futûhzî, ha elaborado quince de ellas. La mayoría, resultan una derivación de los dos vocablos originales, es decir: ingratitud y avaricia.

Citaremos algunas de ellas:

a) “Kanûd”, determina a aquella persona, que enumera detalladamente sus problemas y tribulaciones, olvidando las mercedes y las gracias de Dios.

b) Es aquel que consume las mercedes divinas, privando de ello a su prójimo.

Preguntó en cierta oportunidad el Profeta (PB): “¿Sabéis quién es ingrato y avaro?”.

Se le respondió: “Dios y Su Enviado saben mejor”, entonces dijo: Kanûd ,es aquel que come solo, que no da limosna al prójimo y que azota a su criado”.[10]

c) Es aquel, que no se solidariza cuando sus amigos se encuentran en dificultades.

d) Es aquel cuya bondad es ínfima.

e) Es aquel que priva a los demás, cuando le llega una gracia y que se impacienta y se queja cuando le azota la adversidad.

f) Es aquel, que consume las gracias divinas, en desobediencia al Creador.

g) Es, quien niega las mercedes divinas, (quien cree que le basta su esfuerzo).

Pero tal como dijimos, todas estas definiciones son aplicaciones y ramificaciones de la ingratitud y la avaricia.

El vocablo “Insân”, denomina en este caso, a los hombres concupiscentes, desobedientes y rebeldes. Algunos intérpretes, lo han traducido como ser humano incrédulo, porque naturalmente, no todos los hombres son como se describió más arriba.

Son muchos, aquellos que poseen en sus almas el sentido del agradecimiento, la dádiva y la caridad y que detestan la ingratitud y la avaricia.

Asimismo existen hombres que a partir de su fe en Dios, han podido desprenderse de la selva de la arrogancia, para volar en el firmamento del conocimiento, de los atributos de Dios y que tratan de imitar la moral divina.

 

7. Ua innahu ‘alâ dhâlika lashahîd

7. Y que el mismo es testigo de ello!

El ser humano, conoce su interior y jamás podría ocultar sus cualidades de Dios y de su conciencia, lo reconozca o no. Una versión, alega que el pronombre “hu”, de la palabra “Innahu”, no se refiere al hombre sino a Dios, entonces, la aleya diría: “Él (Dios), es testigo de la ingratitud del hombre.”

Sin embargo, si prestamos atención a las aleyas previas y a las que le suceden y también al hecho de que los pronombres señalan al hombre, esta probabilidad resulta muy lejos de la realidad, pese a que un grupo de intérpretes se inclinaron por ella.

Otra versión, señala que es el testimonio del hombre, respecto a sus pecados y defectos el día del Juicio Final, tal como se desprende de muchos versículos coránicos. Pero tampoco esta interpretación es válida, ya que la aleya, encierra un amplio contenido, e incluye el testimonio del hombre, en cuanto a su ingratitud y avaricia también en este mundo. Es cierto que a veces, el hombre es incapaz de conocerse a sí mismo, o en otras palabras, engaña a su propia conciencia, y que Satanás embellece y adorna sus cualidades reprochables; no obstante la ingratitud y la avaricia son tan evidentes que no le es posible cubrirlas ni engañar a su propia conciencia.

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8. Ua innahu lihubbil jairi lashadîd[11]

8. Y que es ambicioso en el amor por los bienes terrenales.

Su amor extremo hacia los bienes mundanales, es el factor principal que acarrea la avaricia y la ingratitud. Por supuesto el término “Jair”, tiene un significado muy vasto, que abarca todo tipo de cosas buenas. Con certeza, el amor hacia cosas beneficiosas, tales como la ciencia, la sabiduría, la devoción, el Paraíso y la felicidad, no es algo reprochable como para que el Corán lo afrente. Es por eso, que en este caso, algunos intérpretes definen “Jair”, como bienes, dado que tanto esta sura como otras aleyas coránicas, corroboran y atestiguan este sentido.

“Os está prescrito, que cuando la muerte se presente a alguno de vosotros, si deja bienes (in taraka jairan).” [12] (Corán 2:108)

El Corán mismo es testigo de esta interpretación. El uso del término “Jair”, como bienes, se debe a que en esencia es algo bueno y que puede utilizarse como medio, para los diferentes tipos de beneficencias.

Por el contrario, el humano ingrato y avaro la desvía de su principal meta y la utiliza en el sendero de la arrogancia y la concupiscencia.

 

9. Afalâ ia‘lamu idhâ bu‘zira mâ fîl qubûr

9. ¿ignora acaso que cuando los que están en los sepulcros sean resucitados

10. Ua hussila mâ fis sudûr

10. Y sea revelado cuanto encierran los corazones humanos

11. Inna rabbahum bihim iauma’idhin lajabîr

11. Que en ese día su señor estará bien informado sobre ellos?

El término “Bu’zira”, deriva de la raíz “Ba’zarat” y significa revolver, sacar y extraer. Dado que en el momento de la Resurrección, las tumbas serán removidas y lo que hay en sus interiores se manifestarán, este vocablo ha sido usado con este objetivo.

La frase “Mâ fîl qubûr”, que significa “los que están en los sepulcros”, (considerando que generalmente “Mâ” se usa para los seres irracionales), se debe al estado de los muertos, aún cuando fuesen polvo, o porque se encuentran en el anonimato. Lo mencionado, no contrarresta el hecho de que un grupo de personas no esté sepultado, como por ejemplo los ahogados en el mar, puesto que se basa en la generalidad, ya que la mayoría sí lo está. Asimismo en este caso, la denominación tumba, puede que tenga un vasto significado y se la defina, como lugar donde se encuentran los restos humanos, pese a que no haya quedado nada del sepulcro.

Y el vocablo Hussila”, es un derivado de la raíz “Tahsil” y significa descascarar, extraer el interior de una cáscara y también se la utiliza para referir el refinamiento de las minas y la extracción del oro y otros minerales de entre las piedras. No obstante, se lo ha utilizado para referir toda extracción y refinación.

En la aleya en cuestión, define la separación de las bondades y las maldades, existentes en los corazones humanos, como la fe y la incredulidad, las virtudes y los vicios, las buenas y las malas intenciones. En ese día, todo se manifestará individualmente y cada hombre, alcanzará su recompensa y su castigo. Dice la aleya 9 de la Sura At-Târeq (El astro nocturno): “El día en que sean revelados los secretos.”

El término “Iauma’idhin”, (en ese día) y el énfasis en que Dios, será consciente de los actos y los secretos de los corazones, pese a que siempre está enterado de ello, se debe a que ese día, será el día del Juicio y Dios sentenciará acorde con el comportamiento y la sabiduría de cada hombre. Sí, a cada instante, Dios conoce los secretos, tanto internos como externos, pero el efecto de ese comportamiento se corporizará el día del Juicio Final, en el momento de castigar o recompensar.

Ésta es por cierto, una advertencia para todos los hombres. Si realmente se tiene fe, el ser crea una barrera ante los pecados manifiestos y ocultos. El resultado instructivo de esta creencia no está oculto para nadie.

 

Relación existente entre los juramentos de esta sura y su objetivo

Una de las preguntas que se plantea en torno a esta sura, es la siguiente: ¿Qué relación existe entre el juramento por los caballos del combate y la frase “inn-al insâna li rabbihi la kanûd”? Siempre existe una relación entre el juramento y el desenlace del mismo. La expresividad y elocuencia del Corán así lo exige. Respecto a las aleyas en cuestión, es probable que la relación esté basada en la existencia de hombres sacrificados, que avanzan valientemente en el camino del Yihâd y sin descartar ningún intento, ofrecen por la causa de Dios, sus vidas y sus bienes. ¿Cómo entonces, puede haber hombres de tan extrema avaricia e ingratitud, hombres que no agradecen las mercedes divinas y que tampoco se sacrifican por su causa?

Es cierto que se ha jurado por los caballos, pero también es cierto que su importancia, se debe a que constituyen los medios de los combatientes y en realidad se está jurando por la lucha de éstos, (interpretaríamos del mismo modo si consideráramos los camellos de los peregrinos).

Otra versión, sostiene que la relación se debe a que estos animales, avanzan velozmente en el camino de la complacencia divina y entonces se estaría preguntando al ser humano, ¿por qué no te sometes a Dios, tú que eres la más superior y noble de las criaturas? Sostenemos que la primera versión resulta ser más evidente.

 

¿Acaso la ingratitud y la avaricia forman parte de la naturaleza del ser humano?

Probablemente algunas personas crean, respecto a la frase “Innal Insâna lakanûd”, que indica que la ingratitud, es parte de la naturaleza humana, entonces surgiría una pregunta: ¿Cómo puede esto, concordar con la conciencia viva y la percepción innata, que lo convoca a ser agradecido con quien lo sustenta y a disponerse al sacrificio?

Un interrogante similar, se plantea respecto a numerosas aleyas coránicas, que describen al hombre en sus puntos de debilidad más sobresalientes.

En algunos párrafos, lo considera “Dzalûm” y “Yahûl”:

“...Porque (el ser humano) es injusto, insensato”. (Corán 33:72)

En otros lo considera “Halû’”:

“Por cierto que el hombre fue creado impaciente”. (Corán 70:19)

Otros pasajes lo denominan “Ia’ûs y Kafûr”:

“...Hele aquí desesperado, ingrato”. (Corán 11:9)

También el Corán lo ha descrito como “Tâguî”:

“Por cierto que el hombre se excede”. (Corán 96:6)

¿Por ventura, han sido ocultados todos estos puntos débiles de la naturaleza humana, aunque Dios afirma que Él ha venerado a los hijos de Adán y les ha otorgado la superioridad sobre todas las criaturas?

“Por cierto que honramos a los hijos de Adán y les condujimos por la tierra y por el mar, les agraciamos con todo lo bueno y les preferimos grandemente sobre la mayor parte de cuanto hemos creado”. (Corán 17:70)

La respuesta, se esclarece considerando que el ser humano, está conformado por dos dimensiones. Por esta misma razón, puede contarse entre los “‘Il·liîn” (grado supremo), o entre los “asfal-us sâfilîn” (lo más ruin que existe, los abyectos).

Si elige la educación de los maestros divinos, se inspira con el mensaje, la razón y el intelecto y construye su ser, se convertirá en claro ejemploe: “y les preferimos grandemente sobre la mayor parte de cuanto hemos creado”. En cambio, si desdeña y renuncia a la fe y devoción, se convertirá en un ser injusto, insensato, ansioso, desesperado, ingrato y avaro.

De este modo, aclaramos que no existe contradicción alguna entre los versículos coránicos, sólo que cada uno de ellos, observa al ser humano en sus diferentes dimensiones. Sí, se encuentra dentro de la naturaleza innata del ser humano la raíz de todas las bondades, los honores y las virtudes, así como también, tiene la capacidad de ser lo opuesto a ello. Por eso en todo el universo, no existe ningún ser en el que haya tanta distancia entre su mayor grado de perfección y su menor grado de vileza.

 

La grandeza del Yihâd

En numerosos pasajes del Generoso Corán, se cita la cuestión de la lucha santa y el gran valor de quienes combaten por ella. Sin embargo, tal vez en ningún otro pasaje, haya sido descrito con la grandeza que lo hace esta sura, que hasta llega inclusive a tomar como objeto de sus juramentos, los jadeos de sus caballos, las chispas de las herraduras y la polvareda levantada en la marcha.

También la sura, ha destacado la destreza y la velocidad de los animales, como uno de los factores principales de la victoria; otra causa además, sería el ataque sorpresivo. En realidad todo esto, es una enseñanza en el terreno del Yihâd.

Como sabemos en la ocasión de su revelación, ‘Alî (P) había ordenado abrevar a los animales durante la noche y prepararlos. Al alba, oró junto a sus compañeros y sin demora alguna atacó al contrario. El sorpresivo y veloz ataque, disminuyó el número de víctimas y culminó en un tiempo más breve de lo normal. Es evidente, que ni el caballo en sí recibe un mérito especial, ni las chispas de sus patas ni tampoco la polvareda que producen.

Lo trascendente es que la lucha santa, santifica a todos los medios que la hacen posible, incluyendo los medios bélicos de la actualidad. Probamos esto y lo sostenemos, basándonos en una parte del Corán que cita las fuerzas en general:

“Aprestaos de cuanto dispongáis de fuerzas y caballería, para intimidar con ello al enemigo de Dios y al vuestro”. (Corán 8:60)

 

¡Oh Dios nuestro! Concédenos éxito en la lucha santa y en el sacrificio en pro de Tu complacencia.

¡Oh nuestro Creador! Nuestro rebelde ego nos lleva a la ingratitud y la avaricia, ¡protégenos pues de su peligro!

¡Oh Señor Nuestro! Tú eres, el conocedor de nuestras intimidades y conoces nuestras acciones, ¡trátanos pues con Tu favor y Tu atención!

¡Así sea, oh Señor de los Mundos!

 

Fin de la Sura Al-‘Âdiât

101

Sura al-Qâri‘ah (El Suceso Demoledor)

Esta sura fue revelada en La Meca y consta de once aleyas

Contenido y mérito de su lectura

En su totalidad, este capítulo trata el tema de la Resurrección y los sucesos previos a ella. Esto, a través de categóricas y conmovedoras expresiones y de una amonestación y advertencia claras.

Por último, divide a los hombres en dos grupos: aquel cuyos actos pesarán en la balanza de la justicia divina, cuya recompensa será la vida placentera y eterna junto a la misericordia y aquel, cuyos actos serán livianos y su destino será el ardiente fuego infernal.

Para conocer el mérito de su lectura, nos es suficiente exponer el siguiente hadîz del Imam Al-Bâqer (P): “A quien recite Al-Qâri‘ah, Dios Altísimo  lo protegerá de la sedición del “Daÿÿâl” ,(impostor que se levantará al final de los tiempos para engañar a la gente y alejarla de la fe en Dios) y del infierno el Día de la Resurrección, Inshâ’al·lâh.[13]

Fuente: La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán- tomo 27; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente


[1] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 527.

[2] Ibíd.

[3] Ad-Durr al-Manzûr, t. 6, p. 386.

[4] Bihâr al-Anwâr, t. 21, p. 68 y sigs.; Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 528, y otras fuentes.

[5] Normalmente aquí se debería decir: “Wal‘Âdiâti ‘Adwan” – “Por los corceles corredores”, pero desde que siempre el correr va acompañado del jadeo, se utilizó la palabra Dabhan”. Algunos dijeron también que la aleya tiene un verbo tácito, que sería: “Wal ‘Âdiâti Iadbahna Dabhan” – “Por los corceles que jadean intensamente”.

[6] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 529; Tafsîr Qurtubî, t. 10, p. 7245.

[7] El pronombre en “Bihi” (به) vuelve a “‘Adû” (correr), que se deduce de la frase “Wal ‘Âdiâti Dabhan”. Entonces el “Ba” (بــ) en este caso significa “causalidad”, es decir, “por causa de esta corrida la polvareda cubre el aire. Algunos también dan la probabilidad de que vuelva al tiempo o lugar en el que se realiza el ataque. Entonces “Ba” tendrá el significado de lugar y tiempo (dharfiat), pero lo correcto es lo primero.

[8] En cuanto al tema del pronombre en “Bihi” (به) y el significado de “Ba” (بــ), aquí es igual que lo explicado en la aleya anterior.

[9] Tafsîr Beidâwî, p. 465.

[10] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 530.

[11] El propósito de “Li” en la expresión:” lihubbil jairi” puede ser que es usada para ta‘dieh (el lam es transitivo), o muestre la causa (lame ‘elliat), de acuerdo a la primera el interpretación es ese mismo que fue mencionado en el texto, y de acuerdo al segundo el sentido de la aleya es que el hombre es avaro por amor a los bienes, pero la primera interpretación es más adecuada.

[12] Sura al-Baqarah; Corán, 2: 108.

[13] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 530.

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