Islam, Occidente y Los Derechos Humanos

De punto de vista del Imam Jomeini (ra)

La igualdad entre hombres y mujeres
según al Corán

Ashraf Jannati

Además de requerir enseñanzas, leyes y políticas para su crecimiento, las sociedades humanas necesitan también de instructores y maestros que conduzcan a los hombres a la perfección. En el devenir de los movimientos sociales humanos, debe haber maestros que sean modelos de vida, para que las sociedades los sigan. Las comunidades humanas nunca han carecido de estos modelos.

Dado que la educación, junto con el aspecto teórico, debe tener aspectos prácticos, llegar a conocer a los modelos y educadores de las sociedades humanas es de gran importancia y tiene un efecto significativo en la formación de los individuos. Durante toda la historia de la humanidad varias escuelas han introducido pensamientos e ideas distintas y una multitud de modelos instructivos para ser seguidos e imitados. Sin embargo, nadie ha sido tan capaz como las escuelas divinamente inspiradas (las religiones divinas), para presentar a los individuos modelos apropiados, en armonía con la naturaleza y el temperamento humanos. En los modelos laicos de educación, numerosos aspectos del carácter humano son generalmente pasados por alto y sus actitudes son extremistas, mientras que los modelos de educación divina se alejan de los extremos, atendiendo a todos los aspectos del carácter humano.

Hadrat Fátima Zahra (la paz sea con ella) como modelo

En la era de la Revolución Islámica de Irán, el concepto de “mujer musulmana” fue revitalizado a través del modelo de Fátima (P). La mujer musulmana ha aceptado a Fátima (P) como su modelo tanto en su vida como en todos los otros campos. El fallecido Imam dijo: “El modelo es Hadrat Fátima (P)”.[1]

El líder supremo de la Revolución también dijo:

“Fátima Zahra (P) es un modelo genuino para la mujer musulmana, los predicadores y los pensadores así como los eruditos deberían retratar e iluminar plenamente todas las dimensiones del carácter de esta gran dama de la creación en sus discursos y escritos”.[2]

Debe saberse que, como representante y modelo, Hadrat Fátima Zahra (P) es una fuente inextinguible para identificar los valores de un ser humano perfecto. Todas las perfecciones reales están reunidas y presentes en este modelo. Ni todos los juicios e indagaciones de una o varias generaciones durante siglos han podido alcanzar el perfecto entendimiento de su carácter. Es preciso, en consecuencia, indagar continuamente en la vida y las dimensiones de esta verdad perfecta, la “Dama de los Dos Mundos”, para que los seres humanos puedan llegar a conocer de manera plena esa fuente ilimitada de perfección y utilizar este entendimiento para guiar a las generaciones venideras.

Un punto a considerar

La sociedad islámica ha visto hasta ahora tres tipos de mujer: mujeres tradicionalistas, mujeres moralistas y mujeres occidentalizadas. Al mostrar a las mujeres una imagen del modelo de personalidad de Hadrat Fátima Zahra (P), el Imam mostró a las mujeres a través de sus discursos y consejos, el camino recto tanto para la vida material como espiritual, pues él creía que el sendero seguido por las mujeres tradicionalistas, occidentalizadas y moralistas estaba equivocado y desviado. El Imam hizo que las mujeres musulmanas entendieran que el camino recto en la sociedad es el camino de Hadrat Fátima Zahra (P), que no guarda ninguna similitud con esos tipos de mujeres mencionados. Las características de su vida son totalmente diferentes a las de esas mujeres.

Las diferencias entre Fátima Zahra (la paz sea con ella) y las mujeres tradicionalistas

A lo largo de su vida, Hadrat Fátima Zahra (P) no fue como las mujeres tradicionalistas que se aferran al statu quo y no muestran ningún cambio ante las nuevas circunstancias, incluso cuando éstas surgen de la inspiración divina. Cuando se producía un cambio en la sociedad y aparecían sus nuevas consecuencias, Fátima Zahra (P) por sí misma cambiaba y se comprometía con ello si las encontraba acordes con los objetivos sublimes y los valores éticos. Es por eso se menciona en los anales históricos que ella era receptiva a las preguntas de los hombres, daba discursos en reuniones masculinas para restaurar derechos y hablaba a la gente sobre los problemas morales y sociales así como sobre temas religiosos en distintas ocasiones.[3]

Las diferencias entre Fátima Zahra (la paz sea con ella) y las mujeres moralistas

Fátima Zahra (P) no era como las mujeres moralistas, que se hunden en aguas poco profundas y en problemas triviales y siempre se mantienen alejadas de todo. Por el contrario ella estuvo siempre en la búsqueda —en todos los aspectos y dimensiones de su vida—, de valores reales que coincidieran con las más elevadas aspiraciones espirituales y criterios éticos. Hadrat Fátima Zahra (P) era muy consciente de la profundidad de ciertas cuestiones y basándose en su información y conocimiento sobre diversos temas, determinaba su propio plan de vida. Por ejemplo, en el año 11º después de la Hégira, ella intervino públicamente en los temas políticos de ese momento debido su profundo entendimiento y completa percepción de los problemas que habían surgido después de la partida al más allá del Noble Profeta (BP). En el curso de los problemas que se suscitaron por la posesión de la tierra de Fadak, ella se alzó y concientizó a la gente de las realidades a través de sus lúcidos discursos. Incluso pese a la atmósfera dominante en Medina en aquel momento, ella dio su discurso[4] en la mezquita entre los Muhaÿirin (emigrados; primeros conversos que emigraron con el Noble Profeta (BP) de Meca a Medina) y los Ansar (los habitantes de Medina auxiliares del Profeta (BP)) e impresionó a los presentes en la reunión.

La diferencia entre Fátima Zahra (la paz sea con ella) y las mujeres occidentalizadas

Fátima Zahra (P) no fue como las modernas mujeres occidentalizadas, que siguen todos los cambios y las nuevas modas de la sociedad sin cuestionarse nada. Ella armonizaba los diferentes aspectos de su vida con los nuevos sucesos solo en el caso de que concordaran con los valores religiosos. Es por eso que toda mujer musulmana que adopte a esta gran dama como modelo a seguir debe conocer, como lo hacía Fátima Zahra (P), su propio lugar en el sistema islámico, el que le brinda las condiciones para su crecimiento y desarrollo. Debe armonizar su vida con los valores morales y religiosos, alejarse de los vicios y los actos que contradicen la ley del Islam y, como los hombres, participar en el escenario político, económico, social, artístico y cultural de su comunidad. La mujer musulmana también debe saber que en el Islam los hombres no tienen prioridad sobre las mujeres para ocuparse de los temas y actividades antes mencionadas.

Igualdad entre hombres y mujeres en el Sagrado Corán

No hay duda que en el Sagrado Corán la mujer, en el aspecto económico, político, científico, cultural y artístico, es considerara igual al hombre y con el mismo estatus que él, con lo cual su dignidad y honor se consolidan y fortalecen. Los privilegios que antes del Islam tenían los hombres —la prioridad de alguien superior sobre otro inferior, el privilegio del amo sobre el esclavo—, cambiaron y así se preparó el terreno para que las mujeres disfrutaran de todos los aspectos de su vida sin ninguna precedencia por parte de los hombres. Se incorporaron así, tal como lo hicieron los hombres, a diferentes aspectos de la vida religiosa, económica y material y se hicieron cargo de responsabilidades en todos esos ámbitos. El Sagrado Corán valora los esfuerzos de las mujeres, como los de los hombres, en diferentes aspectos de la vida, y dice: “…En verdad, Yo no dejo que se pierda la obra de ninguno de vosotros, sea hombre o mujer…”. [Sura 3:195] y “Y, quien haga buenas acciones sea varón o mujer, siendo creyente, entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo”. [Sura 4:124], también “A quien obre rectamente, sea hombre o mujer, siendo creyente, le haremos vivir una vida buena. Y les recompensaremos conforme a lo mejor que hacían”. [Sura 16:97].

“…Y quien desea la otra vida y se esfuerza por obtenerla y tenga fe será recompensado por su esfuerzo”. [Sura 17:19].

El Sagrado Corán hace a las mujeres tan responsables por lo que hacen como a los hombres: “Quien obre rectamente, obra para su propio beneficio y quien haga el mal, obra contra sí mismo. Tu Señor no oprime a Sus siervos”. [Sura 41:46].

Los hombres y las mujeres deben dar cuenta de lo que hacen, y el Islam los considera responsables de sus propias acciones. Este versículo expresa claramente este concepto. “Cada alma es responsable de lo que hizo”. [Sura 74:38].

La mujer y las actividades económicas

Según el Sagrado Corán, las mujeres pueden, como los hombres, jugar un papel activo y poseer cualquier cosa que puedan alcanzar mediante sus esfuerzos, al igual que su contraparte masculina. Sobre esto, el Sagrado Corán dice: “…Los hombres tienen una parte de lo que realizan y las mujeres una parte de lo que realizan…”. [Sura 4:32]. Dejando en claro que no existe ninguna diferencia entre hombres y mujeres, dice el Corán: “Dios no responsabiliza a ninguna alma más allá de su capacidad. El bien que haya realizado será para su propio bien y el mal que haya cometido será para su propio perjuicio…”. [Sura 2:286].

Según las leyes islámicas y del Corán, los seres humanos son dueños de las propiedades que han ganado a través de su trabajo y esfuerzo. A este respecto, Dios ha reconocido que no existe ninguna diferencia entre hombres y mujeres. Según las normas islámicas, la mujer puede participar en actividades económicas, tanto en el sector público como privado, y esforzarse libremente con el propósito de incrementar la producción del país y proporcionarse para ella misma y para los demás una vida confortable, cumpliendo con las regulaciones del caso. También puede resolver dificultades económicas y conducir a los seres humanos hacia la meta verdadera, que es, la perfección y la aproximación a Dios.

En otro versículo Dios describe de manera más clara la igualdad entre los hombres y las mujeres, diciendo: “…Ellas son una vestidura para vosotros y vosotros sois una vestidura para ellas…”. [Sura 2:187]

El único factor de preferencia entre los seres humanos es la piedad

Dios hizo de la piedad el criterio para valorar el mérito de los seres humanos, y funda en ella la superioridad de algunos individuos, indicando que los mejores son aquellos que se alejan del vicio y el delito y recorren el sendero de Dios, sean hombres o mujeres.

Sobre esto, el Sagrado Corán dice: “En verdad, el más noble de vosotros ante Dios es quien posee mayor temor de Dios. En verdad, Dios todo lo conoce, está bien informado”. [Sura 49:13].

Dios establece que en la piedad (taqwa) se funda la superioridad, y solo a ella toma en cuenta. Por lo tanto, la piedad es un valor para todos, hombres o mujeres. Desde el punto de vista del Islam, la mujer puede, como el hombre, disfrutar de todos los beneficios de la vida y hacerse cargo de sus responsabilidades sociales ya que, según el Islam, no hay diferencia entre ambos. Ambos son libres y responsables por sus propias acciones, buenas o malas.

Palabras del Imam Jomeini

Dice el Imam Jomeini:

“El Islam cree que las mujeres, como los hombres, pueden involucrarse en todos los aspectos de la vida; ellas son libres como los hombres; Dios te ha creado con benevolencia, Dios te ha creado libre”.[5]

También dice:

“Así como los derechos de los hombres son un asunto importante en el Islam, también lo son los de las mujeres; aunque las mujeres son más favorecidas en comparación con los hombres”. “En cuanto a los derechos humanos, no hay diferencia entre hombres y mujeres, ya que ambos son seres humanos”.[6]

La seguridad de la cual goza la mujer después del Islam

Bajo las leyes de la sociedad islámica, la mujer recibió la oportunidad de disfrutar plenamente los dones del confort y la seguridad, mientras que con anterioridad a la aparición del Islam su condición —bajo el dominio del hombre—era patética y deplorable. El Islam le concedió a la mujer el derecho a la vida, al bienestar y al confort, así como el derecho a la educación, a administrar sus bienes, a recibir un salario a cambio de su trabajo, y también el derecho a demandar al hombre, a defender sus propios derechos y a participar en los temas sociales, etc. El Islam no les dio preeminencia a los hombres por sobre las mujeres en los temas antes mencionados. Y esto es así porque se dice que la vida humana es como un ave, posee dos alas: una es el hombre, la otra es la mujer, y sin alguna de estas dos alas nadie puede volar hacia el crecimiento y la perfección en la vida material y espiritual. Por lo tanto, el hombre y la mujer son la base de las sociedades humanas, que forman una sola unidad en la práctica y en su camino hacia su perfección.

Debe decirse que privar a las mujeres del goce de los beneficios y los deberes sociales es una injusticia contra la sociedad humana en su conjunto, aunque por supuesto, debido a las diferencias constitutivas que presentan hombres y mujeres, existen ciertas distinciones en los deberes de cada género que deben observarse.

Palabras del Imam Jomeini

Dice el Imam:

“Existen diferencias entre hombres y mujeres en algunos casos, que no tienen relevancia en cuanto a su dignidad humana. Las mujeres tienen derecho a hacer todo aquello que no esté en contra de su propia dignidad y honor”.[7]

Es prometedor que en la actualidad en el sistema islámico, las mujeres musulmanas, como los hombres, sean libres de elegir sus propias responsabilidades. Confiando en su propio poder, méritos y perspicacia, y juntamente con sus responsabilidades familiares y manteniendo su honor, castidad y pureza, las mujeres musulmanas son personas activas y participan en diferentes campos sociales, tales como la educación primaria y superior, la salud y la capacitación médica, los deportes, el arte, la radio y la televisión, en los puestos gubernamentales, en la administración, desempeñándose en las áreas judiciales, ejecutivas y legislativas, y tomando decisiones alrededor de todo el país, tanto en los sectores públicos como privados. Mediante su presencia cualificada en el escenario social —lo cual se alienta en el Islam—, las mujeres musulmanas prueban que éste nunca ha tratado de aislarlas. Esperamos que las mujeres de nuestra sociedad alcancen los puestos apropiados para ellas a través de sus méritos y calificaciones, y así tengan un rol efectivo en el mayor desarrollo de la sociedad.

Fuente: Islam, Occidente y Los Derechos Humanos

Editorial Elhame Shargh

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[1] Sahifeh-ye Imam, vol. 7, p. 17.

[2] Ayatollah Jamenei, citado en el diario Zan-e Ruz 1528, 1995 p. 4.

[3] Diario Zan-ruz, no. 1580, p. 40. Citado de Safinah al-Bihar.

[4] Diario Zan-ruz, no. 1580, p. 40. Citado de Safinah al-Bihar.

[5] Sahifeh-ye Imam, vol. 5, p. 221.

[6] Sahifeh-ye Imam, vol. 3, p. 49.

[7] Sahifeh-ye Imam, vol. 3, p. 49.

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