La condición humana

Prof. Ayatola Murtada Mutahhari

El tema de nuestra disertación de hoy es la condición humana. El ser humano es el único ser pensante e inquisitivo que nosotros conocemos en el mundo y por ello ha sido siempre sujeto de investigación y discusión para el hombre mismo.

La palabra “humanidad” ha estado siempre conectada con la idea de excelsitud y santidad, como una categoría superior a la de los animales desde varios puntos de vista, tales como el conocimiento, la justicia, la libertad, la conciencia moral, etc. Y aunque muchos de los objetivos sagrados de la humanidad han sido puestos en duda, e incluso negados, aparentemente ninguna doctrina intelectual seria ha ido todavía tan lejos como para menospreciar la especial dignidad de la condición humana y su superioridad respecto de las otras criaturas.

Este hecho ha sido elegantemente expresado en los poemas de Rumi, Sa‘di y por otros de nuestros poetas. Y este tópico es también común en toda la literatura universal, tanto religiosa como no religiosa, en que se trata del tema del hombre y su jerarquía existencial. Tanto en la literatura árabe como persa nos cruzamos con afirmaciones de la misma índole.

En los dos últimos siglos, con el gran avance de la ciencia, la condición humana ha caído repentinamente de ese pedestal de santidad que siempre había tenido. Cayó haciendo un gran estruendo, porque cuando más alto está algo, mayor es el daño que provoca su caída. En el pasado el ser humano había sido exaltado al rango de semi-dios, como se testimonia en los poemas de Hafiz y de otros poetas.

El primer descubrimiento que revolucionó las ideas sobre la condición humana fue el relativo a la forma del universo. La tierra, que se creía era el centro del universo alrededor de la cual giraban todos los planetas y estrellas, se demostró por la ciencia que era simplemente un pequeño planeta que giraba alrededor del sol, y que el sistema solar no era sino una parte insignificante del universo.

Fue entonces que la posición de la humanidad como el centro de todas las posibilidades, como el objetivo de la creación, fue puesta en duda y negada, y nadie se atrevió en lo sucesivo a reclamar una posición destacada para ella. Luego sufrió otro severo revés, y fue la idea de que el ser humano ya no era más una criatura divina y un representante de Dios sobre la tierra. La investigación biológica sobre el tema de la evolución y el origen de las especies mostró la relación del hombre con aquellos mismos animales a los cuales éste escarnecía y despreciaba. Se probó que los hombres eran una forma evolucionada de un mono o de algún otro animal, y así perdieron totalmente su origen divino.

Otro fuerte golpe fue el que se propinó contra el aparentemente brillante record de logros de la especie humana. Es decir que ésta era capaz de actuar en formas que evidenciaban bondad, benevolencia, y por motivos cuyo objetivo era la complacencia divina y el despojamiento de todo rastro de condición animal. La nueva tesis fue que tal afirmación de la humanidad sobre su excelsitud y virtud era falsa, y que todas las actividades humanas a las que se llama conocimiento, arte, belleza, moral, conciencia, plegaria y devoción, y todo lo sobrenatural, son similares a aquellas que encontramos en los animales, excepto que se presentan en el hombre con una forma y mecanismos más complejos. ¡Se ha dicho incluso que el estómago es la fuente y la causa de todas las actividades humanas! Algunos han ido tan lejos como para afirmar que el estómago es además la base de sus pensamientos y sentimientos, y hubo algunos que consideraron todavía esta posición demasiado alta y reclamaron para el ser humano una categoría todavía inferior a ésta.

Finalmente se ha llegado a la conclusión de que este ser, que primeramente había invocado la exaltación de un origen divino, debe ser sometido a un cuidadoso estudio si se quiere descubrir su verdadera naturaleza. Se ha ofrecido incluso otra teoría, que sostiene que no existen diferencias entre los seres humanos, las plantas e incluso los seres inanimados. Que hay desde luego una diferencia en la textura y en la forma, pero no en la sustancia de la cual están hechos. Se ha establecido que el espíritu y el soplo divino no existen, ya que el ser humano es una máquina que solamente es más complicada que otras como los autos, aviones y satélites; esto es: sólo una criatura mecánica.

Esto fue un gran golpe para la condición humana, y aún así los valores humanos no fueron completamente condenados o despreciados, excepto por algunas escuelas de pensamiento, donde ideas como paz, libertad, espiritualidad, justicia y compasión, son considerados burlonamente.

Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la condición humana ha atraído nuevamente la atención de las escuelas filosóficas, especialmente de las escuelas humanistas, e incluso se ha llegado a adorar a los seres humanos. En el pasado el ser humano era sólo un signo de la espiritualidad, y el Sagrado Corán habla de la criatura humana como del ser más valioso a través del cual puede accederse a la comprensión de Dios.

Actualmente el ser humano está tratando de recobrar su antiguo honor y santidad, y de convertirse en un objetivo en sí mismo, pero sin la adopción del antiguo criterio y sin considerar su aspecto divino o no divino, ni las enseñanzas del Corán a su respecto, que afirma que todo cuanto hay en la tierra fue creado para él y que Dios ha insuflado algo de Su Espíritu en esta criatura para convertirla en una manifestación de Sí Mismo[1].

Ya no se trata más de estos asuntos (el origen divino del hombre, la existencia en su esencia del soplo divino), y ni siquiera se discuten los motivos internos humanos, sino que solamente existe una creencia en lo sagrado de la humanidad y en su inteligencia. Vemos actualmente que todas las doctrinas, e incluso la Declaración de los Derechos Humanos, comienzan sus afirmaciones con la frase “Respeto a la dignidad inherente a los seres humanos”. Ellos dicen esto a fin de fundamentar su educación sobre esta base y, aunque cada individuo es capaz de violar los derechos de otros, este respeto por la dignidad y la sacralidad de la humanidad sería como un impedimento para tales violaciones.

La mayoría de aquellos que siguen la filosofía del humanismo tienen un criterio diferente de aquellos del pasado. Pero la dificultad reside en esta misma contradicción incidental en la vida, pensamiento y lógica de la humanidad actual; una lógica que carece de fundamento.

No creo que haya ningún pensador en el mundo que interprete el humanismo como significando o representando la paz universal. Existe desde luego gente común que piensa que todos los seres humanos en el mundo son lo mismo, y que poseen el mismo valor. Pero esto no es verdad. Uno es instruido, otro es ignorante; aquél es virtuoso, este corrupto; uno es tirano y opresor, otro es oprimido; uno es benevolente y otro malvado. ¿Deben considerarse todos ellos iguales desde el punto de vista humano, sin importar su conocimiento, su fe, su virtud, su benevolencia, o viceversa?

Si decimos esto estamos traicionando a la humanidad. Demos un ejemplo. Tanto A como B son seres humanos biológicamente similares. Si a ustedes les disgusta uno de ellos, eso no tiene nada que ver con su grupo sanguíneo, pero aunque ustedes sean humanistas no pueden ser indiferentes con ambos y declarar que son igualmente humanos; porque entonces ambos deberían ser igualmente agradables, o igualmente desagradables. Pero esto no es así dado que la diferencia básica entre los seres humanos y los animales es que el ser humano tiene más potencialidad que los animales y menos actualidad. ¿Qué significa esto? Un caballo, en el momento de nacer, posee todas las peculiaridades que un caballo debe tener, y si tiene menos que eso lo obtendrá con la práctica. Pero un ser humano tiene todo en potencia al momento de nacer. No se sabe lo que él o ella serán en el futuro. La forma es humana pero esa persona puede en realidad convertirse en un lobo (un tirano opresor), o en una oveja (un oprimido) o en un ser humano.

Mulla Sadrá, el gran filósofo islámico iraní, señalando el error de la gente que piensa que los seres humanos son iguales en todo, dice que hay tantas clases de individuos como individuos mismos. Está desde luego considerando al ser humano filosóficamente y no biológicamente. Un biólogo presta atención a los órganos y miembros humanos, mientras que un filósofo se concentra en las cualidades del ser humano, y por eso él no puede sostener que los seres humanos son todos de la misma clase. Así es que decimos que los valores humanos son potenciales. Algunos alcanzan la altura de la humanidad, mientras que otros fracasan en lograrlo. Como dijo Alí (P): “La forma es humana, pero el corazón (es decir: el núcleo, el intelecto) puede ser el corazón de un animal”. No todos los individuos tienen un interior proporcionado a su exterior.

Como ya dije antes, en gran medida el mundo está retornando otra vez a la escuela de la humanidad, significando con esto que han aparecido filosofías de la humanidad. Y la más extraña de todas ellas es el credo de la humanidad que Augusto Comte[2] creó hacia mediados del siglo XIX. Este hombre oscilaba entre su inteligencia y mente por un lado, y su corazón y conciencia por el otro, y llegó a la conclusión de que el ser humano necesitaba alguna creencia, cuya ausencia provocaba todo tipo de corrupción social. Según él, la religión del pasado (el catolicismo) no era ya adecuada para el hombre moderno. El describía tres estadios en la religión: la etapa divina sobrenatural (teológica), la etapa del razonamiento filosófico (metafísica), y la etapa de la ciencia positiva. Sostuvo que el catolicismo pertenecía al pensamiento sobrenatural del ser humano y que ello no era aceptable para el hombre de la era científica. Su religión inventada, sin embargo, carecía de una raíz oculta y sobrenatural, pero él aceptaba todas las religiones y ritos que existían con anterioridad, e incluso propuso tener sacerdotes de este nuevo credo, presentándose a sí mismo como su profeta, pero un profeta sin Dios. Decían de él que obtuvo sus ritos del catolicismo y fue criticado por esto dado que descreía esa religión pero imitaba y adoptaba sus ceremonias y tradiciones. Estaba en lo correcto en una cosa: que el ser humano necesita la adoración y la devoción, así como necesita de la realización de ciertos ritos.

Parece que obtuvo un gran número de seguidores en Europa y América, y su casa se ha convertido en un centro de peregrinación para ellos. Según algunas obras que he leído, se había enamorado de una joven cuyo esposo había sido condenado a prisión perpetua pero ella murió antes que él pudiera conquistarla, y entonces se volcó del mundo de la pura racionalidad e intelectualidad al del sentimiento, y finalmente dio origen a su credo de la humanidad. Esta amante es considerada por sus seguidores tan sagrada como María, la madre de Jesús. Pero con el tiempo esta escuela humanista-positivista sufrió cierto número de cambios que le dieron su forma presente.

Una de las cuestiones respecto de la condición humana es la libertad y la responsabilidad. ¿Es el ser humano realmente libre e independiente, o tiene una responsabilidad y una misión que cumplir? Según el Sagrado Corán, el ser humano no debe ser dirigido a Dios por la fuerza[3]. Por el contrario, el ser humano fue creado como una criatura libre, con una responsabilidad y una misión fija. El Sagrado Corán se refiere al ser humano como el representante (Jalífah, califa) de Dios en la tierra, mientras que ningún otro libro sagrado le ha otorgado tan sublime categoría a la criatura humana.

Dice Dios en el Sagrado Corán: “Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: ‘Voy a establecer un representante en la tierra’, ellos dijeron: ‘¿Establecerás en la tierra a quien corromperá y derramará sangre?’ Pero Dios respondió: ‘Yo conozco por cierto lo que vosotros no sabéis’” (2:30)[4]. Todo esto es evidencia de los talentos y potencialidades del ser humano. Como pueden ver, el Islam es una escuela de la humanidad, cree en la sublime categoría del ser humano desde un punto de vista filosófico. El Corán dice más adelante que Dios enseñó al ser humano los nombres de todas las cosas (Cfr. 2:31). Entonces el hombre se volvió superior a los ángeles por este conocimiento, y Dios procedió a reprobar a los ángeles por lo que ellos no conocían de la condición humana; pues ellos suponían que el ser humano era una criatura de ira y lujuria, ignorando la otra parte de su naturaleza. Los ángeles confesaron entonces su ignorancia y suplicaron Su indulgencia. Y fue entonces que Dios les ordenó a los ángeles que se prosternaran delante de Su criatura (Cfr. 2:32).

La más trascendente interpretación que puede darse a esta orden (de Dios a los ángeles) a fin de mostrar la misión del ser humano y su libertad de elección es que Dios lo hizo representante y sucesor Suyo. Dios es el Creador y aquí El confiere algo de su Poder creativo y Su Conocimiento al ser humano para beneficiarlo.

Otra cuestión sobre el ser humano es la referente a su felicidad y placer. Diré brevemente que el hombre procura la felicidad. ¿Dónde puede encontrarla? ¿Es algo que proviene del interior del alma o del exterior, o de ambos, el interior y el exterior y en qué proporción? Aquellos que focalizan su atención en las fuentes exteriores a ellos mismos, suponen erróneamente que toda la alegría de la vida reside en ello, no siendo capaces de reconocerse como seres humanos. No pueden considerar la vida en el interior de sí mismos como fuente de alegría, placer y felicidad. Su regocijo reside en una copa de vino, en un cabaret.

Qué bien describe Rumi[5] a una persona adicta a la bebida, y la dirige a la virtud apartándola de la maldad, cuando dice:

“Tú eres el símbolo de la existencia,

¿por qué buscas la destrucción?

Tú que eres un océano,

¿en qué pretendes convertirte?

¿Por qué te has endeudado con el vino?”

Y continúa diciendo que el ser humano es la esencia y el mundo la forma.

Es igualmente erróneo rechazar todas las cosas externas e irse al otro extremo, pensando que todas las alegrías deben ser procuradas internamente. En algunos poemas de Rumi nos cruzamos con tal exageración cuando él dice:

“Considera que el camino del placer,

está todo en el interior, nada en el exterior.

Y piensa que es una tontería

abandonarse a costumbres y tradiciones.

Alguien está feliz y embriagado en el rincón de la prisión,

y otro está lleno de pena en su jardín.”

El no quiere significar aquí que todas las cosas externas deben ser puestas de lado, y al mismo tiempo, no debe suponerse que todas las alegrías se encuentran en las cosas materiales. El alma es el centro de la alegría y allí debe haber un equilibrio entre lo interno y lo externo.

Hay muchas cosas para decir acerca del ser humano. La escuela de pensamiento que se considera a sí misma como humanista debería ser capaz de responder ciertas cuestiones para ser aceptada como una verdadera escuela del hombre.

El ser humano es considerado como la puerta de la espiritualidad, esto es, uno puede descubrir el mundo espiritual a través de la propia esencia humana. Espiritualidad y humanismo, o religión y humanismo, son así dos asuntos inseparables. No podemos aceptar a uno de ellos y abandonar al otro. La contradicción que afirmamos existe en varias escuelas humanistas radica en este punto, ya que cuando la condición humana sufrió un revés, no obstante equivocado, como ocurrió (por ejemplo) a través del cambio en la astronomía ptolemaica, ello no debió sumirnos en la duda acerca de la destacada categoría del ser humano como meta u objetivo sublime de la creación. El ser humano es el objetivo del universo, sea o no la tierra el centro del cosmos. ¿Qué significa la frase “el objetivo del universo”? Significa que la naturaleza se mueve en una cierta dirección en su curso evolutivo, sea que consideremos al ser humano como una criatura espontáneamente creada o como una continuación de otras especies animales previas. No importa para este proceso que pensemos que él tiene o no un espíritu divino.

Dios ha dicho: “Hemos insuflado en él (el hombre) parte de Nuestro Espíritu” (15:29). Dios no ha dicho con esto que el ser humano es de la raza divina. Sino que dice que la sustancia de la cual está hecho el hombre proviene del otro mundo, y que por eso el ser humano debería ser una criatura sublime y excelsa.

A aquellos de ustedes cuya filosofía es el humanismo les decimos, les decimos: ¿existe en el hombre un sentimiento, sea que se lo llame benevolencia, bondad o servicio, o no lo hay? Si ustedes dicen que no existe, entonces atribuirle tal cualidad al ser humano sería tan sin sentido como llamarlo piedra o animal. Pero el ser humano tiene tal sentimiento. ¿De qué se trata? Alguien podría decir que el sentimiento de servicio en nosotros es una especie de sustitución. ¿Qué significa eso? Cuando nosotros presenciamos algo (indigno) y nuestro sentimiento humanitario está supuestamente impelido a ir a instruir, servir y salvar al oprimido, y se nos dice que si lo analizamos y ponderamos, lo que está ocurriendo es que nosotros, como seres humanos, nos estamos poniendo en su lugar (en el del oprimido o necesitado), y los pensamos a ellos como perteneciendo a nuestro grupo, y entonces nos sustituímos (en nuestro interior) a nosotros mismos por ellos[6]. Y así el sentimiento de egoísmo que nos hace defendernos a nosotros mismos, se ve impelido a defender al oprimido; de otra forma, sostienen, no habría un genuino sentimiento del ser humano para defender a una persona oprimida directamente.

La escuela humanista debiera responder primeramente si tal sentimiento existe en el ser humano o no. Nosotros respondemos que existe sobre la base de que este ser fue designado como el representante de Dios, y como la manifestación de la Generosidad y Benevolencia divinas[7]. Ello significa que, si bien el ser humano en su egoísmo está obligado a mostrar actividad por su supervivencia, la totalidad de su existencia no es egoísta. El ser humano posee además benevolencia, humanidad, conciencia moral, etc.

Hace algún tiempo, cuanto estaba en Shiraz, se me llevó a visitar una organización llamada la “Organización Feliz”, integrada por individuos de una fe y sentimientos muy profundos y que sostenían una comunidad de sordomudos. Visité una de sus clases. Para nosotros resultaría muy fastidioso pasar más de una hora en tal clase, observándolos con sus extrañas gesticulaciones para explicar algo. Su maestro era un sayyed que desarrollaba un gran esfuerzo, con mucho interés y simpatía, para enseñar a estos niños, aún cuando su salario era menor que el de un maestro de escuela elemental puesto que esta organización estaba corta de fondos. El les enseñaba cómo escribir y les hacía entender las palabras con un gran esfuerzo.

¿Qué es este sentimiento en el ser humano? Es la manifestación de la humanidad y su autenticidad. Hablando en general, ¿qué es ese sentido de elogio de la bondad y disgusto por la maldad, aún cuando se refiera a algo que ocurrió en un pasado distante? Cuando nosotros escuchamos los nombres de Yazid y Shimr[8], y recordamos las maldades y crímenes que cometieron y, por otra parte, cuando se nos mencionan a los mártires de Karbalá, surge en nosotros un sentimiento de odio por los primeros y de admiración por los últimos. ¿Cuál es la razón de esto? ¿Es acaso esa sustitución que nos hace pensar que pertenecemos al grupo de los mártires de Karbalá y que por ello despreciamos a Yazid y Shimr, de la misma forma en que nos disgustan nuestros enemigos? ¿Proyectamos nuestros sentimientos de simpatía y odio a cada grupo respectivamente mientras que en realidad ambos están relacionados con nosotros (como seres humanos)? Si esto es así, entonces la persona que ustedes consideran como un enemigo no es diferente de ustedes mismos, porque a su vez él tiene derecho a elogiar a aquello que a ustedes les disgustan y de odiar a aquellos que ustedes elogian.

Por el contrario, ustedes lo podrían observar desde un ángulo diferente que no es ni personal ni individual, sino que está vinculado a la totalidad de la humanidad y en el cual no se hace cuestión del gusto personal sino de la verdad. De allí que vuestra vinculación con los mártires en vuestro elogio, y vuestro disgusto con sus enemigos, no es un asunto personal sino general y universal.

(ver la continuación en archivo pdf)

 

Fuente: DISCURSOS ESPIRITUALES

Conferencias sobre la dimensión espiritual del Islam

Editorial Elhame Shargh

Fundación Cultural Oriente

Todos derechos reservados.

Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com


[1] Dice el Sagrado Corán al respecto: “Les mostraremos (al hombre) Nuestros signos en los horizontes (la naturaleza) y en sí mismos (sus propias almas)” (41:53); “El (Dios) es Quien creó para vosotros todo cuanto hay en la tierra” (2:29); “E insuflamos en él (el hombre) de Nuestro Espíritu” (15:9). (Nota del traductor al español)

[2] Auguste Comte (1798-1857). Comenzó siendo un matemático racionalista que como heredero de los enciclopedistas sentía aversión por toda especulación metafísica, pero luego cambió de orientación y fundó su religión positivista que tuvo gran influencia en occidente hasta fines del siglo XIX. (Nota del traductor al español)

[3] Dice el Sagrado Corán: “No haya compulsión en religión, pues ya se ha evidenciado la verdad del error” (2:256), lo cual establece que la fe es una cuestión de elección a la que no se puede forzar al ser humano. (Nota del traductor al español)

[4] Los sabios del Islam interpretan este pasaje como que el conocimiento de los ángeles sólo alcanzaba a lo que percibían: un ser heterogéneo, con una parte espiritual y otra material y animal, que caería en contradicciones. Pero Dios insufló en el hombre de Su Espíritu y Su Conocimiento, y lo destinó a evolucionar hasta alcanzar una jerarquía elevadísima, superior incluso a la de los ángeles que así hablaban. Por eso luego de crear a Adán (Cfr. Corán 2:31 y 32) y de enseñarle los nombres de todas las cosas (es decir: el conocimiento de las esencias), ordena que los ángeles se prosternen frente suyo. (Nota del traductor al español)

[5] Yalaluddín Rumi es una de las cimas de la espiritualidad islámica, que nació en Balj (Jorasán) a principios del siglo XII d.C. y vivió principalmente en Konia (Anatolia - Turquía). Su obra se encuentra fundamentalmente en lengua persa, y se destaca sobre todo el Maznawi, un largo poema que es como una exégesis espiritual del Sagrado Corán y las enseñanzas islámicas, así como el Diuán (poemario) dedicado a su maestro Shams-e Tabriz, que cambiara su vida. Por su sabiduría es muy venerado y citado por los religiosos e intelectuales iraníes. (Nota del Traductor al Español)

[6] Es decir: nos ponemos en su lugar y pensamos que nos podría estar pasando a nosotros. Esta teoría psicológica pretende reducir la bondad y espíritu de justicia y equidad en el hombre, que son un reflejo del Amor, la Benevolencia y la Justicia divinas, al mero egoísmo por un fantasioso proceso de “sustitución” muy poco creíble. ¿Cómo puede esto explicar los extraordinarios actos de amor y sacrificio de sí, hasta de la propia vida, de que son capaces los seres humanos más elevados? (Nota del traductor al español)

[7] Que el hombre es representante o jalífah (califa) de Dios en la tierra, significa que porta en sí un reflejo de las Cualidades o Atributos divinos. (Nota del traductor al español)

[8] Yazid es el califa omeya hijo de Mu‘auiah, uno de los más opresores y corruptos que registra la historia. Presionó al tercer Imam Al-Husain (P) para obtener de éste el juramente de fidelidad, lo cual desembocó en la tragedia de Karbala, donde fueron brutalmente martirizados más de 70 integrantes de la familia del Profeta (BPD), incluyendo su nieto Husain, conocido por esto como el Príncipe de los Mártires. Este martirio colectivo de muchos de los miembros de la familia del Profeta (BPD) por la causa de Dios y del Islam, salvó a la religión del desvío. En cuanto a Shimr, era un líder tribal partidario de Yazid, fiero enemigo del Imam Husain (P) que intervino activamente en los sucesos de Karbala. (Nota del traductor al español)

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