La Comprensión del Irfán (Misticismo) en la Cotidianidad del Ser Humano

Por Mahdi Chinchilla C.

En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso.

A cada instante podemos elevarnos a un nivel de comprensión de las realidades humanas más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir. Este nivel de entendimiento se abre en nuestros corazones (Amor) y Razón o Intelecto (Aql), y el único requisito solicitado por nosotros mismos es la purificación del corazón y el alma.

Dice el Sagrado Corán:

« ¡Por el cielo y Quien lo ha edificado! ¡Por la tierra y Quien la ha extendido! ¡Por el alma y Quien le ha dado forma armoniosa, instruyéndola sobre su propensión al pecado y su temor a Dios! ¡Bienaventurado quien la purifique! ¡Decepcionado empero, quien la corrompa!» (91:5-10)

La purificación del alma (Nafs) es un tema particular del Islam, es algo que Dios –Exaltado Sea- nos ha encomendado en su Santa Palabra, es algo propio del cotidiano vivir de los seres humanos, pero es una cuestión que implica una lucha constante, es parte del verdadero Yihad Al Akbar o ‘Lucha Mayor’.

Comenta un hadiz que luego de una batalla contra los infieles en Medina, en la que los musulmanes salieron victoriosos, el Profeta (BPD) felicitó a los combatientes y les dijo: «Ya habéis cumplido con vuestra Yihad Menor, ahora es tiempo de que cumpláis con vuestra Yihad Mayor, la cual consiste en luchar contra los vanos deseos de vuestras almas (Nafs).»

De esta manera comprendemos que el sentido de la purificación del alma humana es cortar las relaciones con los vicios internos y externos, que se limitan a destruir su relación con el Creador Omnipotente, llevandole a la perdición y degeneración e, irremediablemente, la conduce a la degradación de su naturaleza humana.

Al respecto, comenta el martir Morteza Mutahari, en su maravillosa obra ‘El Hombre Perfecto’ (Al Insán Al Kámil):

«Un perro es por instinto siempre un perro. Sin embargo, el ser humano carece de atributos humanos (innatos) y debe adquirirlos. Se debe advertir que la verdadera ‘humanidad’ o carácter de humano, no está relacionada, de ninguna manera, a los aspectos físicos o biológicos»

Eso significa que el Ser Humano se define como tal, por simples rasgos físicos que lo presentan como una ‘figura humana’ de dos orejas, dos ojos, una nariz, etc., pues si ser humano fuese eso, un retrato dibujado, una escultura, o hasta un robot humanoide, serían nuestros homólogos; sin embargo la verdadera humanidad reside en su alma y espíritu.

Saadi (Gran poeta místico iraní) en una hermosa  estrofa poética dice lo siguiente acerca del Ser Humano:

«El cuerpo del hombre es ennoblecido por su alma. Y esta prenda apropiada (el cuerpo) no es un signo de humanidad»

Dice el Sagrado Corán al respecto de los hombres:

«Él es quien ha mandado a los gentiles un Enviado salido de ellos, que les recita Sus aleyas, les purifica y les enseña la Escritura y la Sabiduría. Antes estaban, evidentemente, extraviados» (Sura 62:2)

Actualmente podemos determinar que en verdad el género humano se encuentra en un abismo, perdido en el consumismo barbárico, estimulado por las grandes pre-‘POTENCIAS’ mundiales y comerciales. Han deshumanizado al hombre como criatura de búsqueda de los más altos valores, y los jóvenes –principalmente en Occidente- han cavado un obscuro hoyo hacia su propia degradación.

Las diferentes escuelas de pensamiento han llevado consigo un sinfín de filosofías, algunas de ellas muy contradictorias entre sí, no obstante, la que hoy en día vemos en evidente crecimiento es aquella del materialismo anárquico, que socava profundamente nuestras sociedades, llevando al ser humano a convertirse en un simple objeto productivo o en un número estadístico, en la cual nuestra esencia humana es dejada de lado, como un absurdo recuerdo de nuestros antepasados.

En nuestras instituciones de educación superior, la Escuela de la razón mal dirigida lleva a las personas a un desvío sin retorno, y donde lo único que interesa es la cantidad de información que tienen esos ‘genios’ en sus mentes.

Vemos cuerpos y almas inmorales, sin ningún crecimiento espiritual, gente tan vacía y virtual como el mismo Internet, que tiene tanta información pero que por sí misma no puede determinar la veracidad y bondad de su contenido, pues carece de algo que los seres humanos, en el verdadero sentido de la palabra si tienen: el alma .

Sin embargo, el alma debe desarrollarse, lo que sería muy difícil en nuestras sociedades materialistas y anti-THEOS, que destruyen la posibilidad de ese crecimiento espiritual, por ser peligroso para sus malévolos planes.

Una vez que nosotros, como ‘personas racionales’, y amantes de nuestro Amado (Dios), iniciemos el camino de la purificación del alma, empezaremos a tener una comprensión diferente de los aspectos de lo oculto (lo imperceptible) y un mayor entendimiento de lo evidente (lo perceptible).

Una vez que obtengamos este entendimiento profundo, con la realidad del corazón, con intención (Niiat) sincera y pura de agradar a Dios -Exaltado Sea-, lograremos abrir un espacio o portal en nuestra alma para ver la ‘Luz Divina’, para iniciar el Viaje Espiritual del Salik o Buscador de la Verdad, lo que es empero subordinarse por completo a la voluntad Divina.

Este camino tiene grados, estaciones, o puertas.  Dependerá del esfuerzo de cada uno de los viajeros y de hasta donde quieran llegar en su formación o autoformación -cumpliendo cada una de las dificiles pero gozosas taresas de estas estaciones- el que se vaya abriendo en su interior una capacidad de visión, mas allá de lo humanamente perceptible con los ojos.

Normalmente el primer grado, es la aceptación sincera de la Fe, de Creer, y de querer llegar a saborear el Tawhid (Unicidad de Divina).

Cuando los musulmanes conversos, declaramos sinceramente nuestra fe, y comprendemos y disponemos como modelo de vida, las enseñanzas de Dios en su

Santa Palabra, el Corán, así como el ejemplo de nuestro Santo Profeta  Muhammad (BPD) y de su Purificada Familia (P); comprendiendo su faceta y rol como seres humanos, obreros, trabajadores sencillos, guías espirituales (Imames) o religiosos, amas de casa, padres, madres, hijos, abuelos, grandes políticos, juristas, combatientes, místicos, entre otras facetas de su vida, vemos la posibilidad de convertirnos en verdaderos ‘Seres Humanos’ en camino de la perfección de nuestro ser.

Existe un hadiz del Imam Yafar As Sadiq (la paz sea con él) que dice:

«Aquéllo que se os reporte, como algo proveniente de nosotros (Ahlul Baith) y que sea posible que se dé entre los seres creados; o que pueda ser comprendido o entendido, tomadlo, porque esto puede ser atribuido a nosotros. Y si se os reporta algo proveniente de nosotros, que no puede darse en los seres creados; rechazadlo por que éste, no se nos puede atribuir.»

Este hadiz nos confirma la naturaleza humana y real de estas personas puras (la paz sea con ellos), de tan alto grado de cercanía con su Creador, pues como he dicho líneas atrás, ellos jugaron un rol común como seres humanos, como personas al servicio de la sociedad, a una comuna, a su propio núcleo familiar y a sí mismos y durante algunas horas de la noche disfrutaban profundamente con amor, el gozo de la intimidad espiritual con el Altísimo, expresando esa relación tan fuerte de la mejor manera, así como con su accionar. Ellos son un ejemplo de adoración pura:

entre el amor de Dios para con su creación, de su creación para con lo creado, y de nosotros (los humanos) para con Dios, Exaltado Sea.

Asimismo, la búsqueda con sinceridad de la auto-purificación y el autoconocimiento es algo que podemos alcanzar sin esperar llegar al grado del Profeta (la paz sea con él y su descendencia) o de los Infalibles (la paz sea con ellos), pues como dice un hadiz, no debemos pretender adelantarnos a ellos ni quedarnos atrás, pero podemos aspirar a alcanzar un grado similar y ver lo que ellos veían, oían y sentían en cada segundo de su vida, por su conexión con Dios.

Los musulmanes conversos, en mi pobre opinión, si buscamos sinceramente un cambio beneficioso en nuestras vidas, por medio de las enseñanzas correctas del Islam, y no las tergiversaciones de grupos aturdidos por su propia IGNORANCIA -base fundamental de todo mal- veremos cómo en nuestro interior, poco a poco, como una ‘luz de conocimiento’, pero sobre todo de amor y bendiciones constantes, surge o crece.

Dicha ‘luz’ es la que en etapas prematuras muchos de los Saliks (o amantes que buscan a su Amado), logran ver en sus corazones y saben que han abierto la primera puerta de los estadios espirituales diversos o etapas del viaje perfecto. Dice un dicho de Rasul (la paz sea con él y su descendencia): «Quien se conoce a sí mismo conoce a Dios».

El conocer nuestros deseos vanos y como controlarlos hasta llegar a eliminarlos de nuestro ser, es parte de la formación de nuestro ‘YO’ exclusivo hacia ÉL (Clementísimo, Misericordiosísimo). Es buscar interiormente a Dios, por medio del autocontrol a los susurros de nuestro enemigo declarado, así como  buscar la manera de ser útiles, de buen carácter, pacientes, ya que la paciencia es un requisito indispensable para este hermoso camino, pues necesitamos de mucha paciencia para vivir tal espacio reconfortante de la unión con Dios, como dijo Amir Al- Muminin Alí (la paz sea con él): «La paciencia es la cabeza de la fe».

De igual manera, podremos transmitir lo bueno que hayamos adquirido en el camino de búsqueda de la verdad a nuestros allegados y podremos aspirar a ser ‘guías’ de las personas, tal y cual lo expresase el Imam Ali (la paz sea con él) en otro de sus dichos: 

«Quien se dispone como Imam o Guía de las personas, que se eduque y se amoneste a sí mismo antes que a los demás, pero no sólo por medio de la lengua sino de la acción.»

Vemos que nosotros, como esencia creada por el Excelentísimo Creador, tenemos la facultad de poder alcanzar altos grados de cercanía y visión de las maravillas evidentes y ocultas. Ha dicho nuestro Profeta Al-Mustafa (la paz sea con él y su descendencia):

«Si Satanás renunciara a engañar los corazones de los hijos de Adán (los seres humanos), ellos podrían ver el Cielo con el discernimiento de su corazón » (Mahyatul Gaize v.2 pg. 125)

Otra tradición profética dice:

«Si no fuera por vuestra afición a la locuacidad y si no hubiera sido por vuestro corazón que es como un pastizal en el cual pasta cualquier animal, habrían sido capaces de oír lo que yo oigo y ver lo que yo veo»  (Maraj-o-Saada, pg. 11)

Por lo que hemos visto en repetidas ocasiones, el tema fundamental del Irfán (y búsqueda de alcanzar al Amado), es la purificación de nuestros corazones, y por medio de cada uno de nuestros actos y la búsqueda de la verdad a través del intelecto (‘Aql) podemos abolir definitivamente la ignorancia de nuestras mentes y llegar a un nivel elevado de comprensión de las bondades Divinas en sus signos, tal como dice el Sagrado Corán:

«Les mostraremos Nuestros signos fuera y dentro de sí mismos hasta que vean claramente que es la Verdad.» (41:53)

Asimismo podemos buscar la purificación interior (Nafs) y exterior (Social) mediante la bondad, caridad y los buenos actos, como los prescritos por Dios para su Comunidad, tal como nos ha dicho:

«¡Buscad ayuda en la paciencia y en la oración! Sí, es algo difícil, pero no para los (devotos) humildes» (2:45).

El deseo de complacencia y de búsqueda del amor Divino, no es otra cosa más que un deseo innato del alma del ser humano, desde que llega a este mundo de manera pura. Su alcance depende de cómo se forme la persona, para lo cual es necesario también una adoración sincera, por medio de cada acto (nuestro), como estudiar, trabajar, convivir con la familia, cohabitar con la esposa o esposo, así como nuestra relación social. Pero indiferentemente son necesarios, los actos devocionales como el rezo, el ayuno (como lo hacemos bondadosamente en este sagrado mes de Ramadán) y a estas personas o creyentes se les compara en el Corán como  «…la semilla que, habiendo germinado, fortifica su brote y éste crece y se yergue en el tallo, constituyendo la alegría del sembrador…» (48:29)

Así, el viaje de un creyente que va directo al camino de la salvación eterna y del viaje espiritual perfecto (tal y como una vez lo hicimos de manera voluntaria los conversos) lo encontramos ejemplificado en la aleya: «Quienes se arrepienten, sirven a Dios, Le alaban, ayunan, se inclinan, se prosternan, ordenan lo que está bien y prohíben lo que está mal, observan las leyes de Dios... » (9:112) y también dice que son: «...pacientes, sinceros, devotos, practican la caridad e imploran el perdón…»

En resumen, logramos ver que la purificación del alma, es tanto intrínseca como extrínseca, es algo personal pero no egoísta, y es íntima de nuestro corazón pero por ser de carácter social, común al contexto donde uno mismo como individuo se desenvuelve y participa de esa salvación, fomentando los más altos valores humanos y divinos a través de las buenas obras.

Finalmente la lucha mas grande por la causa de Dios (Yihad Al Akbar) va a depender de cada uno y de hasta donde quiera llegar y obtener de este camino, poco o mucho de lo que avancemos en él, depende de nuestro deseo verdadero, puro y sincero de encontrarnos con el Amado y de llegar a «ver con Sus ojos, hablar con Su boca, oír con Sus oídos y actuar con Sus manos». Depende de nosotros el esforzarnos y hacer cada acto de manera sincera, como un amante hace lo inimaginable por su amada, o sus hijos.

Cuando emprendamos ese viaje maravilloso -difícil pero bondadoso- encontraremos la dulzura del amor de Dios y del amor nuestro para con Él, Exaltado Sea y cada cosa que hagamos la haremos con el placer de Su misericordia sin vacilar un instante en no cumplir amorosamente con sus mandatos y no por obligación, temor o deseo de recompensa, si no sólo por amor a Él.

Por último expondremos una hermosa aleya que nos recuerda la gratitud con la que se nos responde a nuestros actos, y cómo la adoración y búsqueda de Dios debe ser con un único objetivo: adorarle, glorificarle, buscar Su satisfacción con nuestras acciones y buscarlo sólo a Él, poner como principio y fin de cada acto Su Complacencia y que Él sea nuestro único eje central:

«¡Hombre! Te esfuerzas con denuedo en encontrar a tu Señor y le encontrarás» (84:6)

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