Islam y las características de un sistema social justo (V)

Por: Ayatola Dr. Muhammad Husain Beheshtí y Ayatola Dr. Muhammad Yauád Bahonar

YIHAD

Literalmente significa el mayor esfuerzo por alcanzar un objetivo. En la terminología islámica significa esforzarse y sacrificarse por la causa de Dios, es decir, por la liberación de la gente de la injusticia y el sometimiento, la restauración de la creencia en la Unidad divina y el establecimiento de un sistema social justo.

La defensa es una forma especial del Yihád que apunta a prevenir el ataque de algún agresor. En los textos religiosos ha sido descrito como resistencia a los designios agresivos del enemigos contra una tierra musulmana, desbaratando el intento del caso por controlar los recursos naturales de un país musulmán. En este caso la defensa es una forma de Yihád por la causa de la rectitud y la justicia.

Objetivos del yihád islámico.

El Islam apunta a establecer con su vasto programa revolucio­nario la unidad de la sociedad humana sobre la base de la justicia y el amor mutuo. Quiere restaurar la libertad humana y humanizar el mundo. Por lo tanto luchar contra todo tipo de politeísmo, injusticia y sometimiento. La ummah musulmana se considera no sólo responsa­ble de llevar una vida individual y colectiva basada en la justicia y Uni­dad de Dios, sino también, en la medida de lo posible, propagar la virtud, concientizar al ignorante y combatir por la causa de los opri­midos y los humillados, para poner fin a la corrupción y restaurar la libertad. .­

Es un deber básico de los musulmanes trabajar por remover to­dos los obstáculos en el camino del desarrollo humano y no ser indi­ferentes frente a ellos. Los musulmanes no sólo deberían defender su actual campo de influencia religiosa sino que también deberían inten­tar expandirlo.

Es también un deber de los musulmanes resistir la agresión enemiga de todas las maneras posibles para impedir la injusticia y la co­rrupción, y cooperar con otros en este sentido.

Concluimos por lo tanto, que los objetivos del Yihád son los si­guientes:

(1) Expansión de la creencia en Dios y la adhesión a Sus manda­tos. “Combatid en el camino de Dios contra quienes os combaten. (2:190)

(2) Ayudar al débil y al desposeído. “¿Por qué no queréis comba­tir por Dios y por los hombres débiles, las mujeres y los niños? (4:74)

(3) Poner fin a la persecución. “Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar (hasta que dejen de perseguiros).” (8:39)

La agresión es mala, quienquiera sea e1agresor.

Quien lucha en el camino de Dios debe ser siempre cuidadoso de que su celo y ardor no vayan a exceder los límites de la justicia. Los musulmanes no deben en ningún caso violar los derechos humanos bá­sicos. “Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no seáis vosotros los agresores. Dios no ama a los agresores. (2: 190) “Las cosas sagradas caen bajo la ley del talión. Si alguien os agre­diera, agredidle en la medida en que os agredió. (2:194)

Un sistema divino no puede tener una normativa doble. Cuando considera la agresión como un mal y una crueldad en otros, no la pue­de considerar sagrada y divina para sus propios seguidores.

El yihád contra el egoísmo.

Dirigiéndose a un grupo que había regresado de una batalla con­tra el enemigo, dijo el Profeta del Islam: “Me congratulo de que hayan llevado a cabo el yihad menor. Ahora deben librar el yihad (combate) mayor.” Los combatientes preguntaron: “Profeta de Dios, ¿cuál es el yihád (combate) mayor?” Y respondió el Profeta: “El yihád contra el egoísmo.”

Se relata que el lmam ‘Alí dijo: “El mejor yihád es el de quien lucha contra sus propias pasiones animales.”

El Islam es un sistema mundial.

El Islam no ha venido para ningún pueblo en particular. Es un sistema mundial. Desde el punto de vista de un musulmán, todos los lugares son dominio de Dios y todas las cosas han sido creadas por El. El Islam no es algo particular para ninguna nación, ni propiedad de ninguna raza. No ha llegado para la guía de ninguna sociedad en parti­cular. El Islam quiere que todo el mundo sea beneficiado por sus ense­ñanzas de vida. El Corán se auto describe como la guía para todos, y al Profeta del Islam lo presenta como una bendición para todo el universo.

Todos los seres humanos, independientemente de la raza y el país de origen, pueden convertirse en miembros de la gran sociedad musulmana por medio de la aceptación de los principios fundamenta­les del Islam y así hacerse hermanos de otros musulmanes.

Con el objeto de formar una sociedad libre de todo error doctri­nal y de todo tipo de conducta equivocada, es deber de todos, espe­cialmente de los creyentes, guiar a la gente al sendero recto.

Por lo tanto el campo de las responsabilidades islámicas no se limita a ningún territorio en particular. Es universal y ninguna frontera convencional debería ser una barrera para la expansión de las ideas de libertad y unidad musulmana.

Este esfuerzo persistente no significa imponer la doctrina islá­mica a otros. Como ha declarado el Corán, no hay compulsión en ma­teria de religión y la verdad ya se distinguió del error.

“No haya compulsión en religión, porque ya se ha evidenciado la verdad del error.” (2:256)

Este gran esfuerzo debería ser la meta única para limpiar la mente del peso de los mitos, para desprenderse de las cadenas de la injusticia y para liberar al hombre de todo tipo de explotación, sometimiento e ignorancia.

“¿Por qué no queréis combatir por Dios y por los hombres dé­biles, las mujeres y los niños, que dicen: ‘¡Señor! Sácanos de esta ciu­dad de impíos (opresores)! Danos un amigo designado por Ti. Danos un protector designado por Ti’.?” (4:75)

Antes de recurrir al combate debería ser explicada la verdad

Normalmente entre las personas de la tropa enemiga hay algunos que han sido arrastrados a combatir contra la verdad por el engaño o por ignorancia de la realidad. Como uno de los objetivos del yihád es liberar a la gente de todo tipo de explotación, sometimiento o ig­norancia, es un deber de los comandantes de las fuerzas musulmanas hacer todo lo posible por esclarecer a todos los soldados enemigos antes de comenzar la lucha y mostrarles el sendero recto para que no sean muertos innecesariamente debido a su ignorancia.

Se relata que el Imam ‘Alí dijo: “Cuando el santo Profeta me envió al Yemen, dijo: ‘¡’Alí! No combatas contra nadie hasta que lo hayas invitado al Islam y a aceptar la verdad. ¡Por Dios! Si tienes éxito en guiar siquiera a una persona al camino recto, ese es un gran logro. En realidad serás su salvador’.” (“Al-Kafi”, Vol. 5 Pág. 34.)

Facilidades especiales provistas por el Islam para dicho propósito.

Si alguno de los soldados enemigos quiere venir a discutir con los musulmanes con el objeto de tener una idea más clara acerca del Islam, o quiere estudiar la manera de vida individual y colectiva de los mu­sulmanes desde un lugar más cercano para conocer la verdad sobre ellos, se le pueden proveer las facilidades debidas. Con este propósito, incluso si un simple soldado musulmán garantiza su seguridad, su promesa será respetada por todos los musulmanes, y aún por el gobierno musulmán.

Dijo el santo Profeta: “Todos los musulmanes tienen una respon­sabilidad común. Una promesa dada por uno de ellos es una promesa de todos.”

Si un solo soldado da protección a alguien, debe ser considerada como la protección dada por toda la ummah musulmana.

LA PAZ EN EL ISLAM

“La paz es mejor, pero los hombres son propensos a la codicia.” (4:128)

En términos generales todas las personas por naturaleza prefieren la paz. Es por esto que todos los sistemas sociales, incluyendo esos que basan su filosofía en contradicciones y conflictos, buscan prometer una paz sin problemas para el mundo en el largo plazo.

El Corán denuncia firmemente toda guerra que no es necesaria para la defensa o por la causa de Dios y que libera a la gente de las ga­rras de los malvados.

“¡Creyentes, ingresad todos en la paz y no sigáis los pasos del demonio! Sin duda que es para vosotros un enemigo declarado.” (2: 208)

El Islam no solamente quiere que la relación interna entre los mu­sulmanes sea pacífica sino que da similares órdenes respecto a su rela­ción con los no-musulmanes.

“Si al contrario, tienden a la paz, tiende tu también a ella y confía en Dios El es Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe”:(8:61)

Pero hay que tener cuidado de que la tendencia del enemigo a la paz no sea una treta militar o política o un simple engaño.

“Si quieren engañarte, debe Dios bastarte. El es Quien te ha for­talecido con Su auxilio y con los creyentes.” (8:62)

Completa preparación para enfrentar al enemigo.

Aunque el Islam da mucha importancia a la paz, quiere que los musulmanes estén alerta y preparados. Quiere que sean tan fuertes, que nadie de sus enemigos abiertos o encubiertos, pueda siquiera pensar en agredirlos.

“Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que po­dáis para amedrentar al enemigo de Dios y vuestro.” (8:60)

Se debe recordar que la palabra “fuerza” en este versículo incluye también todo tipo de fuerza industrial. Como el desarrollo industrial está en constante progreso, es un deber religioso de los musulmanes adquirir modernas industrias y la última tecnología. Deberían equipar­se con armas modernas no con el propósito de atacar a otros sino para resguardarse de cualquier agresión debido a su debilidad.

Equitación y arquería.

Para preparar a los musulmanes para participar en el yihád (com­bate) y obtener la independencia o la defensa de su existencia, se in­trodujo un efectivo programa de equitación y arquería. Los musulma­nes fueron animados a tomar parte de estas competiciones. Para crear el interés entre los jóvenes, eran concedidos premios apropiados al ga­nador. La idea era hacer de los musulmanes personas aptas y capaces para la lucha.

Es obvio que la equitación y la arquería fueron elegidas entonces teniendo en cuenta las condiciones de la época. El espíritu general del mandamiento islámico es que todo musulmán debería tomar parte en un programa general de entrenamiento de acuerdo con la táctica de su tiempo y prepararse así para el yihád. En general, se espera que todo musulmán sea fuerte y apto para defenderse y defender su ideología y su país para que ningún agresor pueda tiranizarlo.

Es un principio eterno divino que una nación que no se prepa­ra para la defensa del derecho y la justicia y no salvaguarda sus propios derechos y su propia existencia, es llevada a la humillación y a la ruina.

“Quien abandona el yihád y muestra apartarse de él, es humilla­do por Dios. Es rodeado por los desastres. Su corazón se vuelve abati­do. Se aleja mucho de la verdad. Como él no hizo justicia respecto al yihad, se ve envuelto en problemas y temores y es privado de la justi­cia”. (Nahyu-l-Balaga, Vol. 10).

Inmortal.

El Corán considera el yihád como un estimulante para el indivi­duo y la sociedad humana.

“Creyentes, escuchad a Dios y al Enviado cuando éste os llama a algo que os da vida. Sabed que Dios se interpone entre el hombre y su corazón y que seréis congregados hacia El”: (8:24)

Un combatiente que da su vida por la Causa de Dios es inmortal y a todo musulmán se le pide que tenga fe en la inmortalidad de los mártires que hacen el sacrificio supremo en el camino de Dios.

“Y no penséis que quienes han caído por Dios hayan muerto. Al contrario están vivos y sustentados junto a su Señor, contentos por el favor que Dios les ha hecho y alegres por quienes aún no les han seguido, porque no tienen que temer y no se afligirán, alegres por la gracia y favor de Dios y porque Dios no deja de remunerar a los creyentes.”(3:169-171)

La fe en Dios y Su Profeta y la comprobación del hecho de que la virtud demanda auto sacrificio, impele al creyente a luchar por la Causa de Dios. A pesar del intenso amor a sus parientes e hijos, a su casa, su salud, trabajo u ocupación, cuando siente el llamado para transitar el camino de Dios se ve colmado por un fervor muy por encima de lo que le liga a las cosas anteriores y es traído hacia el campo de batalla. Una persona educada por el Islam sabe que su in­terés personal y logros son los correctos si no exceden de sus límites, no matan su noble espíritu y no lo hacen débil o cobarde. De otro modo su destino será el mismo que el de todos los débiles y cobardes en la historia.

“¡Creyentes! No toméis como amigos a vuestros padres y a vuestros hermanos si prefieren la incredulidad a la fe. Quienes de vosotros les consideran amigos, esos son los impíos Di: ‘Si preferís a vuestros padres, vuestros hijos varones, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestro clan, la hacienda que habéis adquirido, un negocio por cuyo resultado teméis y casas que os placen, (y no) a Dios con Su orden.’ Dios no dirige a la gente perversa.” (9:23-24)

Combatientes que no se rezagan en sus esfuerzos.

“Los creyentes que se quedan en casa, sin estar impedidos, no son iguales (a los ojos de Dios) que los que combaten por Dios con su hacienda y sus personas. Dios ha puesto a los que combaten con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se quedan en casa. A todos, sin embargo, ha prometido Dios lo mejor (el Paraíso), pero Dios ha distinguido a los combatientes por encima de los no combatientes con una magnífica recompensa, con el rango que junto a El ocupan, con perdón y misericordia. Dios es Indulgente, Miseri­cordioso.” (4:95-96)

Luchadores invencibles e infatigables.

“Dios ama a los que luchan en fila por Su Causa, como si fueran un edificio sellado con plomo (constituyendo un sólido bloque)”: (61:4)

“A los que hayan dicho: ‘Nuestro Señor es Dios’, y se hayan obrado rectamente, descenderán los ángeles: No temáis ni os afli­jáis. Regocijáis, más bien, por el Jardín que os había prometido. Somos vuestros amigos en la vida de acá y en la otra. Tendréis allí todo cuanto vuestras almas deseen, todo cuanto pidáis, como alojamiento venido de Uno que es Indulgente, Misericordioso.” (41 :30-32)

“¡Creyentes! Cuando os encontréis con los infieles marchando (contra vosotros), no les volváis la espalda. Quien ese día vuelva la es­palda, a menos que sea que se destaque para acudir a otro combate o para incorporarse a otra tropa, incurrirá en la ira de Dios y tendrá el Infierno por morada. ¡Qué mal fin!” (8:15-16)

La sociedad que el Islam quiere edificar es una sociedad con vida, con movimiento, con capacidad sustentadora de una misión mundial. Las características de esta sociedad, que hemos dado a conocer resu­midamente en este libro, deberían inspirar al estudio de trabajos más detallados sobre la materia, los cuales están disponibles en distintos idiomas.

Finalmente deseamos señalar que la edificación de un sistema social islámico auténtico depende de tres cosas:

(1) Clara comprensión de todos los aspectos de una sociedad que vaya a ser construida sobre la base del Islam.

(2) Comprensión de las maneras prácticas de llevar a cabo tal so­ciedad.

(3) Conciencia y esfuerzos definidos acompañados por todo tipo de sacrificios.

Con falta de conocimiento y falta de esfuerzo no se puede esperar que seamos capaces de gozar de un sistema justo que nos vincule a Dios. Desde el punto de vista islámico, hay un principio social inmuta­ble: “Como tu desea ser, así serán tus gobernantes.”

Entre todos hagamos esta oración:

¡Señor!, Te servimos bajo el agraciado gobierno que trajo dignidad al Islam y a los musulmanes, llevando el oprobio a los impíos y a la impiedad. ¡Señor!, en un gobierno así haznos de aquellos que invitan a la gente a obedecerte, conduciéndolos a Tu camino, y danos, por lo tanto, la gracia de este mundo y del otro.

¡Señor!, derrama Tu paz y bendiciones sobre Muhammad y su progenie. Da luz a mis ojos para el conocimiento de mi religión, da fe a mi corazón en la sinceridad de mis obras y ayúdame a agradecerte hasta el fin de los tiempos.

¡Señor!, busco refugio en Ti de mi propio mal porque él me induce a las malas obras a menos que Tu misericordia sea sobre mí. Busco refugio en Ti de todos los males del execrable Satanás que aumenta mis pecados.

¡Señor!, hazme uno de tus combatientes porque Tu ejército siem­pre será triunfante. Hazme uno de Tus partidarios porque tu partido siempre prosperará. Y hazme uno de Tus amados porque Tus amados nunca estarán atemorizados ni apesadumbrados.

Fuente: libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

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