El secreto de la victoria del movimiento de la resistencia islámica en El Líbano

Al revisar la más importante victoria del Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano, Hezbolá, en la guerra de 33 días, en 2006, es encontrarse con  elementos y factores espirituales, como apoyarse en Dios, la espiritualidad y la voluntad.  Las fuerzas libanesas en cuanto a equipamientos militares eran más débiles que el régimen sionista, pero el liderazgo de los combatientes de Hezbolá, apoyándose en Dios, hicieron fracasar al frágil régimen israelí en la guerra de 33 días.

 El día 14 de agosto es un día histórico en el calendario de El Líbano y la resistencia islámica en ese país. Este día, también, es importante para el régimen falso de Israel, porque por primera vez desde la ocupación de Palestina y el establecimiento el régimen falso israelí, la resistencia islámica de El Líbano dio una lección inolvidable a este régimen ocupador. La resistencia islámica libanesa, durante la guerra impuesta de 33 días en 2006 por el régimen sionista, aplastó la gloria invencible del ejército israelí.

 

La guerra de 33 días en El Líbano es uno de los ejemplos de la guerra asimétrica y de guerrillas, pues un movimiento popular se enfrentó a un ejército equipado con las más avanzadas, complejas y sofisticadas armas. Durante esta guerra,  la resistencia islámica libanesa pudo asestar mortales golpes al ejército israelí.  Los soldados israelíes, el 12 de julio de 2006, empezaron amplios ataques por tierra, aire y mar con el pretexto de liberar a dos soldados israelíes. Los líderes del régimen israelí imaginaron que, como en los últimos años habían logrado vencer en cuatro guerras que libraron contra ejércitos árabes, podían con una rápida operación militar lograr sus propósitos en El Líbano y desmantelar la corriente de la resistencia islámica.

 

La fuerza aérea del régimen sionista bombardeó 15 mil veces diferentes zonas del territorio libanés; la fuerza naval israelí, durante 8 mil horas de navegación, lanzó bombardeos implacables a las zonas costeras de El Líbano con el fin de estrechar el cerco, y la fuerza terrestre del ejército sionista al menos disparó 160 mil balas y 2500 morteros hacia el sur de El Líbano. El régimen sionista para romper la resistencia de los libaneses utilizó en gran escala armas prohibidas, las bombas de fósforo y racimo,  que causaron sangrientas masacres.  En estos ataques, murieron casi 1200 civiles y otros miles resultaron heridos y desalojados. Entre los muertos, hubo muchos niños y mujeres.

 

Sin embargo, en esta contienda impuesta, las fuerzas de la resistencia libanesas pudieron demostrar que su poder y capacidad  era superior al de Israel. Por ejemplo, destruyeron dos aviones de combate  del régimen sionista que se consideraban invencibles.  También, las teorías de superioridad militar de Israel en las guerras directas, cercanas y urbanas quedaron por los suelos, cuando los libaneses destruyeron uno a uno los tanques Merkava, cuya tecnología se consideraba óptima y que reiteradas veces habían actuado con éxito.

 

Uno de los hechos sorprendentes en la guerra de 33 días fue la destrucción de dos naves israelíes “Saereh”. Dónde, cómo y con qué explosivos fueron destruidos, y por qué no respondieron los sistemas electrónicos defensivos existentes en estas naves, son preguntas que todavía preocupan a los estrategas militares del régimen sionista y sus aliados estadounidenses. 

 

Durante la guerra de 33 días, el lanzamiento de cohetes de la resistencia libanesa sobre el territorio palestino ocupado mostró la vulnerabilidad de Israel y puso de relieve la preparación de la resistencia islámica ante los partidarios sionistas occidentales. 

 

“La guerra de 33 días fue una tragedia nacional y un golpe duro para el régimen de Israel”,  esta frase no  es de uno de los combatientes de la resistencia o de uno de los políticos libaneses o de la región. Estas amargas palabras han salido de la boca del exjefe de la agencia de inteligencia israelí (Mossad) Dagan Mair,  dirigidas al primer ministro israelí de aquel entonces Ihud Olmert. Después de la guerra, uno de los importantes asuntos de los estrategas y analistas mundiales,  especialmente en Palestina ocupada, ha sido estudiar los factores del éxito de Hezbolá y su secreto de la victoria de esta contienda.

 

La capacidad militar de Hezbolá, el número de misiles y el poder de explosión en manos de los combatientes libaneses, así como el  lugar de las plataformas de lanzamiento de estos proyectiles, han sido los temas cuya información ha buscado sin cesar el régimen de Israel sobre esta guerra pero que nunca ha logrado conseguir. Uno de los comandantes militares del régimen sionista mencionó que casi 10 años durante las  24 horas del día el régimen israelí mantuvo una zona de 20 kilómetros del margen fronterizo de Palestina ocupada con El Líbano bajo vigilancia para conocer los movimientos principales y secundarios de Hezbolá en  todo El Líbano, pero durante la guerra de 33 días ninguna  de estas medidas   puedo evitar el fracaso terrible de este régimen y, de hecho, aun después de muchos años, los israelíes no han podido descifrar las informaciones y las actividades de Hezbolá en el margen fronterizo de la región.

 

Hezbolá, al ocultar la ubicación de sus misiles y evitando  que caiga en manos de los israelíes la información sobre su gestión militar y financiera, logró asestar un duro golpe a Israel, pues convirtió el poder misilístico en una fuerza disuasiva y determinante en el destino de guerra.

 

De hecho, utilizando paso a paso estos misiles desde el aspecto de alcance y la cantidad, perjudicó significativamente la dimensión político-militar de este régimen. Las reuniones ultra secretas de Hezbolá y la protección del nexo entre la Radio y Televisión y la gente, dentro y fuera de El Líbano fueron otros de los factores que causó la superioridad de Hezbolá en la guerra psicológica.  El retorno del liderazgo de Hezbolá se considera otro elemento de la victoria de la resistencia   islámica en la guerra de 33 días. Durante esta operación beligerante, todo el mundo y, especialmente en El Líbano, incluso el pueblo y  los responsables sionistas, estaban a la espera de cualquier nuevo mensaje Seyed Hasan Nasrolah, líder del Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá). La estabilidad  junto a la tranquilidad  que transmitían sus mensajes fue un punto más que ambas partes tomaban en cuenta a la hora de decidir. La confianza singular de los libaneses hacia Hezbolá  y su líder poderoso, es decir, Seyed Hasan Nasrolah, junto a la resistencia del pueblo de diferentes tribus y religiones, causó la creación de una epopeya en las dimensiones militares internas y externas a nivel  internacional.

 

No obstante, el elemento más importante de la victoria de la resistencia islámica en la guerra de 33 días, en  2006, impuesta por Israel a Hezbolá fue el retorno a elementos y factores espirituales como apoyarse a Dios, la espiritualidad y la voluntad.  Las fuerzas libanesas en cuanto a equipamientos militares eran más débiles que el régimen sionista, pero el liderazgo de los combatientes de Hezbolá, apoyándose en Dios, hicieron fracasar al frágil régimen israelí en la guerra de 33 días. Mientras los israelíes siempre hablaban de su poder militar ultra avanzado, durante la guerra de 33 días quedó demostrado que en la práctica, la corriente de la resistencia con el apoyo de Dios y el respaldo del pueblo puede desafiar estas capacidades y salir triunfante.

 

Dicha guerra fortaleció la autoconfianza entre los musulmanes, de modo que el secretario de Hezbolá, en las encuestas durante algunos años siguientes a la epopeya de los libaneses en la guerra de 33 días, fue elegido como el hombre más popular del mundo árabe.

 

Fue, tras esta victoria increíble, que el régimen de Israel y sus aliados occidentales, pusieron en su orden del día el proyecto de cortar las comunicaciones para aislar a  Hezbolá, así como intervenir en los asuntos internos de El Líbano para desestabilizar este país. Durante los últimos siete años agentes del régimen de Israel y de EE.UU han tratado de estrechar el cerco de Hezbolá en El Líbano y la región, en un proceso erosivo, con el objetivo de reducir la capacidad y poderío  de Hezbolá. Efectivamente, los sionistas saben que en la guerra no son rivales de  Hezbolá. Uno de los motivos por los que se esfuerzan los gobiernos occidentales para derrocar el gobierno de Siria es acabar con unos de los partidarios principales del movimiento de la resistencia islámica.

 

Incluir al brazo militar de Hezbolá en la lista de grupos terroristas de la Unión Europa, también, ha sido otra  medida en la vía de aislar a Hezbolá, empero, la resistencia islámica libanesa ya sabe cómo superar los obstáculos creados por el régimen de Israel y sus aliados occidentales.

Fuente: www.spanish.irib.ir

www.islamoriente.com

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