El Poder Infinito de Dios Según el Islam

Por Profesor Husain Ansarian

El poder infinito de Dios no tiene una prueba más transparente que el estudio y al análisis del fenómeno de la creación del universo y las múltiples formas y coloridos de la naturaleza que jamás podrán ser descritos por completo.

Cuando observamos la creación de Dios, nos confrontamos a nosotros mismos con la vasta e inmensa energía cuyos límites no imaginamos. Una mirada a la creación y a los millones de secretos que emanan de la naturaleza, así como a lo más recóndito del ser humano que provee una indicación clara de la escala del gran poder de quien los creó, su rico y complejo orden no admite tener otra explicación.

Es el poder incomparable de Dios que impone al hombre a doblegarse con humildad ante el Creador por este gran proyecto.

No existe palabra para expresar las dimensiones de Su poder; ésta esencia tiene tanto poder que cuando Dios quiere crear algo, solo le basta decirlo para que sea hecho.

Dice el Sagrado Corán:

“En verdad, Su orden cuando desea algo es decirle: Sé y ello es” [Sura 36:8].

La ley expuesta en este versículo es el mejor indicador de su ilimitado e infinito poder y de la manifestación de su esplendor. Esto niega cualquier límite que quiera ser colocado al poder de Dios y proclama la insuficiencia de todos los criterios y medidas cuando son confrontadas a su ley divina.

Los especialistas de las ciencias naturales y los hombres que trabajan en laboratorios, a pesar de todos los avances que han logrado, no han llegado a obtener el conocimiento de los secretos de ni siquiera una de las creaciones del universo. Sin embargo, el conocimiento parcial y deficiente que el hombre ha adquirido en relación a pocos de los seres vivientes de la creación, es suficiente para que el ser humano se dé cuenta del gran poder que han sido creados, que tal variedad y abundancia de poder reflejada en el universo, debe ser infinito.

Considerando el rango de Su Creación.

Pequeñas criaturas y bestias monstruosas de extraña apariencia viviendo en lo profundo del océano; aves delicadas y melodiosas con alas multicolores, la belleza de artistas minuciosos que los pintan en sus artesanías; las estrellas que brillan en el universo y la salida y puesta del sol, el amanecer de la luna; los planetas, las galaxias y su nebulosa que a veces contiene en su corazón millones de estrellas brillosas vertiginosas en su apariencia infinita.

Una Creación como esta, admirable en todo su esplendor, ¿indica el infinito poder de su Creador?, ¿Podemos no hacer caso al poder del Creador que imparte tal variedad de vida distinta, de apariencia en formas finitas en el vasto rango de este fenómeno?

Ahora, dados los hechos de todas estas formas cautivantes de la creación, fundamentalmente provienen del átomo, la pregunta del ser no puede ser explicada excepto por la referencia de un infinito poder. Él es quien impulsa todas las cosas hacia la suposición de quien otorga la forma de vida y posee el poder y la inteligencia para planear y diseñar este vasto y preciso proyecto, grande y pequeño, fácil y difícil, son propiedades que pertenecen a seres finitos; en el reino infinito de la esencia de Dios y sus atributos, no hay preguntas sobre grande o chico, mucho o poco.

La impotencia y la inhabilidad son causadas por las limitantes de energía de la disposición de un agente, por la existencia de un obstáculo en su camino, o por la ausencia de significados e instrumentos; son inconcebibles en el caso de un poder infinito.

El Sagrado Corán dice:

… nada en los cielos ni en la tierra puede debilitar a Dios. En verdad, Él todo lo conoce, todo lo puede” [Sura 35:44].

Aunque Dios es capaz de hacer todas las cosas, Él ha creado al mundo de acuerdo a un proyecto preciso y específico en una

estructura en la que el rol ha sido asignado a ciertos fenómenos en el origen de otros. Esos fenómenos están completamente e incuestionablemente subordinados a seguir Sus órdenes y nunca a revelarse en contra de ellas ni de la manera más insignificante.

El Sagrado Corán dice:

“… Y el sol, la luna y las estrellas, todos ellos obedientes a Su orden. ¿Acaso no pertenecen a Él la Creación y el imperativo creador? ¡Bendito sea Dios, Señor del Universo! [Sura 7:54].

Estrictamente hablando, en el proyecto del universo ninguna criatura puede ser una manifestación de poder o tener cualquier acción en Su voluntad y en Sus órdenes, Dios tampoco no tiene socios en Su esencia. Todas las criaturas en el mundo, en su esencia carecen de independencia y son dependientes de Él, también carecen de la producción de efectos y actos.

Cada agente y causa deriva la esencia de su ser en Dios y también su poder para actuar y producir un efecto. Cuando Su voluntad así lo desea, la orden que concierne a todos los seres a que abandonen su rol, esa misma orden se subordina a Su voluntad.

El Creador, que ha asignado un efecto particular a cada factor y causa, es capaz de neutralizar y suspender ese efecto en cualquier instante. Solo como un mandato trajo el orden del universo a su existencia, otro mandato quita el efecto acostumbrado.

Entonces, el Sagrado Corán dice:

“Dijeron: ¡Quemadle y salid en defensa de vuestros dioses si es que sois gente de acción! Dijimos: ¡Oh fuego! ¡Se frío e inofensivo para Abraham! Quisieron con ello perjudicarle, pero hicimos que ellos fueran quienes más perdieron [Sura 21:68-70].

Aunque el poder de atracción ejercido por el sol y la tierra prevalece en el vasto espacio, ambos cuerpos están subordinados a Su

voluntad. Tan pronto como Él le otorga el poder necesario a un ave, es capaz de resistir la gravedad de la tierra y emprender su vuelo.

El Sagrado Corán dice:

“¿Acaso no han visto a las aves suspendidas en el aire del cielo? Nadie las sostiene excepto Dios. En verdad, en ello hay señales para gente que tiene fe”. [Sura 16:79].

Cualquier fenómeno que imaginen que existe en el mundo sus necesidades y su vida son conocidas por el Creador. Por eso, cualquier poder y capacidad que sea encontrada en el proyecto de la creación, necesariamente se le refiere al infinito poder de Dios.

El Imam ‘Ali (P) Comandante de los Creyentes, dijo en un sermón reproducido en Nahj al Balagha:

“Oh Dios, no podemos penetrar en las profundidades de Tu esplendor y majestad. Sólo sabemos que Tú eres autosuficiente, que Tú estás exento de cualquier alimento o descanso, ninguna mente puede percibirte y ningún ojo puede verte pero Tú ves todos los ojos, Tú sabes la duración de vida de todas las cosas; y Tú eres el todopoderoso. Aunque no hemos percibido nada de Tu creación, estamos maravillados por Tu gran poder y lo alabamos y sabemos que está escondido para nosotros; nuestros ojos no pueden ver así como nuestra mente e inteligencia no pueden lograrlo, están ocultos para nosotros con velos que no podemos ver pero que son mucho más grandes a lo que podemos ver. ”

Cuando el hombre decide crear algo, por ejemplo un hospital, reúne las herramientas necesarias y las piezas de equipo que no se relacionan de manera esencial la una con la otra y entonces, las conecta entre ellas en una serie de relaciones artificiales para llegar a su objetivo.

Con el fin de crear tales relaciones artificiales, hace uso de diferentes fuerzas y objetos que encuentra y que ya existen. Su trabajo y actividad son una parte del sistema de la creación, ellas mismas no están apropiadamente hablando de una actividad creativa, sino una forma de movimiento que tiene lugar dentro de los objetos existentes.

Las formas de la creación divina tienen una categoría diferente de la producción de las relaciones artificiales entre los objetos no relacionados. Dios origina cosas con todas sus propiedades, fuerzas y energías así como sus características. Cuando nosotros decimos que Dios es todo poderoso, debemos estar enterados que Su poder se relaciona a cosas que son posibles. Las cosas que racionalmente son imposibles están totalmente fuera de contexto; aquí la palabra “poder” o “capacidad” en relación a las cosas que son imposibles de hacer es incorrecto y no tiene sentido, aunque el poder de Dios en verdad es ilimitado, la capacidad de recepción de las cosas y su habilidad para servir en la manifestación del poder divino deben ser tomadas a consideración.       

La implementación de la voluntad de Dios está entrelazada con las relaciones entre la causa y el efecto, con la compleja cadena de razones y causas. Con el fin de que una cosa se convierta en un objeto de la voluntad Divina, no debe ser imposible y debe, en su esencia, poseer una capacidad receptiva; la voluntad divina es lograda por significados de las cosas receptivas. Es verdad que el resplandor divino es infinito y desbordante, pero el campo destinado a recibir tal vez este defectuoso y no sea capaz de absorber la parte infinita que la súper abundante fuente ofrece.

El océano es una inmensa fuente de agua, pero el tanque tiene una capacidad limitada de recepción del agua; de hecho, una cantidad de esa agua puede ser cargada en el tanque. Dicho con mayor claridad, lo que es finito y limitado en este caso es la capacidad del tanque, no el agua en el océano.

Alguien le preguntó al Imam ‘Ali (P) Comandante de los Creyentes, ¿Tú Señor es capaz de poner a todo el mundo en el huevo de una gallina? Él respondió, “Dios todopoderoso es en verdad, capaz de hacer lo que sea, pero lo que tu preguntas es algo imposible”.

Aunque la sagrada esencia de Dios es completamente libre de toda la impotencia e inhabilidad, no tiene sentido y es irracional el pedirle a Dios algo intrínsecamente imposible aunque pueda hacerlo.                      

A alguien cuyo corazón late con el amor de Dios y fluye con la creencia en el Creador de todos los seres, nunca será desalentado ni quedará sin esperanza aún y en medio de las dificultades más complejas. Cualquier hecho que emprendas, lo harás con la conciencia de estar bajo la sombra protectora de un poder supremo que podrá hacerlo triunfar sobre todas las dificultades. Un hombre que está enterado de Dios y sabe que cuenta con Su apoyo, puede resistir y soportar todo tipo de tiempos difíciles. Las dificultades son para él como la espuma que desaparece sobre la superficie del agua. El fuego que quema dentro de él lo convierte aún más brillante y emerge más fuerte que antes del duro crisol.

Todas las dificultades que soporte, es confortado y fortalecido por el favor y la amabilidad de Dios; y esto es lo que forma el verdadero motor de su actividad. El fracaso no bloquea su camino y le causa su rendición, sino que con una sincera intención y un esfuerzo diligente, continúa su lucha hasta la victoria final.

El entiende bien que sus esfuerzos no quedarán sin frutos y que será merecedor de la victoria. Cuando quiera, Dios toma su mano de la caída y la opresión de que no tiene refugio en otro más que en Él y lo eleva hacia la cúspide del poder.

Algunas veces también frota en el polvo de la humillación y el desastre las narices de los opresores poderosos y arrogantes que creen únicamente en la violencia y la lógica de la fuerza y trata a los hombres como si no tuvieran ningún valor.

¡Cuántos tiranos arrogantes han estado bajando sus ojos ante los desastres en el curso de la historia de la humanidad, hundiéndose y desapareciendo en una tempestad de vergüenza! La historia de los mensajeros de Dios (P) representa en sí mismo un modelo completo e ideal de los valores humanos.

Todos sabemos cómo los mensajeros estuvieron de pie en contra de las fuerzas opresoras de sus días, con el fin de dirigir a los hombres a la salvación, reformar su sociedad e inculcarles los nobles valores. Ellos encendieron la primera llamarada que a la larga destruyó el politeísmo.

La respuesta despertada por sus creencias causó tan positivos tumultos que fueron capaces de cambiar el rostro y la dirección de la historia. Ellos colocaron los fundamentos de la adoración monoteísta y estabilizaron los principios de la virtud de la manera más comprensiva. ¿Quién puede negar el papel jugado por su devoción y fe en la lucha incansable que presentaron? ¿Qué tan lejos podrá tomar el poder al hombre? y ¿cuánto le permitirá soportar y sacrificarse?

Una rápida revisión de la historia digna de la vida de los Profetas (P) nos permitieron contemplar, de la manera más vivida, la sinceridad y la devoción que mostraron, su compasión y abstención; y su intenso deseo para guiar y reformar a los hombres.

El secreto fundamental de su éxito fue el hecho de que nunca pensaron en ellos mismos ni por un instante, renunciaron sinceramente a sus propias vidas, otorgándolas a la causa de Dios, entonces Dios les respondió concediéndoles la inmortalidad y la vida eterna sobre ellos.

El conocimiento ilimitado de Dios.

Un Creador que no puede estar restringido por el lugar, cuya esencia no es imaginable, cuyo ser no es solo una parte del paraíso y de la tierra vacía, tal Creador naturalmente está enterado de todas las cosas; no hay nada en todo el proyecto del ser en el que los el brillo de los rayos de Su conocimiento no resplandezca.                            

Los eventos que ocurren en la parte más distinta del universo, hechos que ocurrieron hace billones de años o hechos que ocurrirán billones de años en el futuro, todos están contenidos en la esfera de Su conocimiento; y los intentos más comprehensivos al interpretar Su conocimiento, por eso, están condenados al fracaso.

Con el fin de entender el alcance de lo extenso de Su conocimiento, ampliamos los límites de nuestros pensamientos aplicando nuestra inteligencia para reflexionar y buscar; tratando de avanzar a nuestro objetivo con una mente clara. Sin embargo, como último recurso, nuestro cerebro carece de las habilidades requeridas para alcanzar este objetivo.

Si nosotros existiéramos donde de la misma manera que existimos en el lugar otorgado y en el tiempo otorgado, para que ningún lugar sea privado de nuestra presencia, nada sería escondido de nosotros y estaríamos enterados de todo.

Para nosotros, el mundo del ser ha sido dividido en dos sectores: el manifiesto y el escondido. Las cosas están “escondidas” en el sentido de que ciertas verdades son infinitas y no materiales, no pueden ser percibidas por nuestros sentidos externos. Es importante recordar que la totalidad de la existencia no consiste en la materia que cae dentro del rango de las ciencias empíricas.    

Con el fin de entender los secretos y los misterios de la creación necesitamos, si así fuera, una plataforma de lanzamiento. La elevación que seamos capaces de alcanzar depende de la fuerza intelectual que tengamos a nuestra disposición y el grado de comprensión que propulse nuestro ascenso. Una vez tendremos un lanzamiento apropiado, muchas realidades se convertirán en hechos conocidos para nosotros.  

A través del uso del término escondido (ghayb), el Noble Corán pone ante el hombre una visión amplia de la realidad. Los mensajeros de Dios (P) también se esforzaron para aumentar la conciencia del hombre sobre la creación a un nivel infinito así como finito; y los límites de lo no visto como las dimensiones de lo manifiesto.

Para Dios, lo “escondido” no existe; para Él, el universo está enteramente “manifiesto”.

El Sagrado Corán dice:

Él es Dios y no hay más Dios que Él. Conocedor de lo oculto a los sentidos y de lo manifiesto. Él es el Clementísimo, el Misericordiosísimo.  [sura 59:22].

Como sea hecho por el hombre que proviene de la habilidad, la inteligencia y el conocimiento de su hacedor. El más sutil y refinado producto, lo más claro muestra la profundidad y el conocimiento extensivo de su hacedor; y sobre todo prueba su habilidad para planear y diseñar.

El trabajo del hombre no es comparable a los misterios y al esplendor de la creación. No obstante, nos sugiere que el proyecto armonioso y ordenado del universo; y el manifestante de la inteligencia en este vasto, bonito y modelo increíble de la creación, necesariamente debe indicar que el único que lo planea y dota con orden debe poseer un ilimitado y comprensivo conocimiento.

El orden del universo es la prueba más fuerte para la existencia de un ser que se derrama con el conocimiento, voluntad, conciencia y sabiduría y ha diseñado las maravillas de la creación de acuerdo con un plan preciso y calculado. Los signos de Su infinito conocimiento están para ser vistos claramente en cada partícula de cada fenómeno.

Los experimentos y las teorías de los científicos proporcionan pruebas para quien quiera, del ilimitado conocimiento de Dios y sus incontables manifestaciones en los insectos, animales y del mundo vegetal.

Dios está enterado del curso de las estrellas del espacio, el tumulto del mundo de la nebulosa y de la rotación de las galaxias; todas las cosas de la pre-eternidad a la post-eternidad; del total del número de átomos en todos los cuerpos celestes; los movimientos de los billones de criaturas, pequeñas y grandes que se mueven en la tierra y en las profundidades de los océanos, las normas de las leyes que infaliblemente regulan la naturaleza; de los aspectos manifiestos y escondidos de todas las cosas. Él conoce hasta las perplejidades de lo más complicado de la vida.

Escuchen otra vez de lo que dice el Sagrado Corán:

¿Acaso no va a conocer Quien creó y es el Sutil, el Bien Informado? [Sura 67:14]. “En verdad, ante Dios no queda oculto nada de lo que hay en la tierra o en el cielo” [Sura 3:5].

Los científicos están más familiarizados que otros con el sutil y el misterio preciso que está implantado en cada partícula de la creación; están enterados de sus estudios e investigaciones de varios cálculos que construyeron dentro de las cosas tanto que llevan vida como las inertes, en células y glóbulos, de varias formas de acción y reacción, exterior e interior, que tiene lugar en ellos y de los efectos de varios materiales y sustancias.

Escuchen otra vez lo que el Sagrado Corán tiene que decir:

¿Acaso no va a conocer Quien creyó y es el Sutil, el Bien Informado? [Sura 67:14], “En verdad, ante Dios no queda oculto nada de lo que hay en la tierra o en el cielo” [Sura 3:5].

Entonces ellos atestiguan los signos de Dios por su increíble sabiduría e infinito conocimiento natural, como el Sagrado Corán lo menciona:

“Pronto les mostraremos Nuestras señales en el horizonte y en ellos mismos, hasta que sea evidente para ellos que Él es la verdad. ¿No es suficiente que tu Señor sea testificable en todas las cosas?  [Sura 41:53].

Más que otros, están expuestos a la manifestación de los atributos de Dios y a la perfección, incluyendo Su abundante conocimiento; y si ellos no rechazan el llamado de su conciencia, también percibirán con mayor claridad la existencia del Creador.

Un cierto pensador dijo una vez: nuestro mundo parece una gran idea más que la gran máquina que es. Como una teoría o una definición científica, puede ser dicho que el mundo es el producto de una gran idea, la manifestación de un pensamiento y una idea superior que nos pertenece. El pensamiento científico parece estar moviéndose en dirección a esta teoría.

El conocimiento de Dios no está restringido a cosas del pasado o a eventos presentes y objetos; Su conocimiento del futuro es exactamente como Su conocimiento del presente.

El conocimiento de Dios es, por decirlo así, “inmediato” en el completo sentido de la palabra. No es en la primera instancia necesaria que debería ser un objeto del conocimiento en el que Su conocimiento debería adjuntarse por sí mismo. Todas las cosas fueron reveladas ante Él, por el mismo tiempo que Su esencia sagrada es totalmente más que todas las otras criaturas y fenómenos, tampoco está separado de ellos: todas las cosas del pasado y futuro están en Su presencia inmediata.

El Imam ‘Ali (P) Comandante de los creyentes, dice: Él sabe todas las cosas, pero no a través de medios e instrumentos, la ausencia de suponer el cese de Su conocimiento. No existen unas entidades añadidas llamadas “conocimiento” puesto entre Él y los objetos de Su conocimiento; no hay nada más que Su sola esencia.

Aquí, el Imam ‘Ali (P), se refiere a los principios teológicos de la conciencia de las cosas de Dios es directa e inmediata. En Su conocimiento del fenómeno, Dios no tiene necesidad de la forma mental que es la base del conocimiento adquirido, mientras que Dios está totalmente libre de cualquier necesidad.

El único de quien la existencia del mundo y sus habitantes deriva, es capaz de conocer cada necesidad inimaginable, que garantiza cada perfección y recompensa ¿Se imaginan que Él debería ser por sí mismo encarcelado por su necesidad?        

Los imagos permanecen en nuestras mentes en tanto deseamos que existan; ellos desaparecen tan pronto como retiramos nuestra atención de ellos, porque fueron creados por nosotros. Esta forma de conocimiento no es directa e inmediata y por eso, es, definida como “conocimiento adquirido”, por el contraste con el “conocimiento inmediato”, que no tiene necesidad de significados.

La diferencia entre nosotros, que crea nuestras propias formas mentales y el Creador que originó a todos los seres, cae en esto, que debemos nuestra propia existencia a Él y, por eso, estamos frente a Él, mientras que Él es el verdadero Creador y vivificador de todas las cosas, libre de toda necesidad, sin necesitar el ejercicio de la visión para adquirir conocimiento.

La delineación de los eventos pasados y futuros que toman lugar en los horizontes de nuestro ser y pensamiento está inevitablemente limitado, desde que ocupamos un tiempo dado y un espacio fuera del que no tenemos existencia. Somos fenómenos materiales, de acuerdo a las leyes de la física y de la relatividad, necesitan tiempo y lugar en un proceso gradual y continuo de desarrollo y de cambio. El pasado y el futuro no tienen significado para un ser que está presente desde la pre-eternidad hasta la post-eternidad, en todos los lugares y todos los tiempos y libres del cautiverio de sus materiales y sus consecuencias.

Una vez alguien le preguntó al Imam ‘Ali (P) Comandante de los creyentes, ¿Dónde está Dios?, el Imam ‘Ali (P) respondió: no es correcto preguntar dónde está Dios ya que es Dios quien crea todo lugar, ni tampoco es correcto preguntar cómo es Dios, de que naturaleza es Dios, ya que es Dios quien creó toda la naturaleza, además, no es correcto preguntar lo que Dios es ya que es Dios quien creó todas las cosas.

Glorificado sea Dios todopoderoso en las olas de Su esplendor de la sabiduría, ¡el recuerdo de Su eternidad detiene todo pensamiento en su huella y en quien el vasto paraíso de santidad el intelecto pierde su camino!    

El Sagrado Corán dice:

“Él posee las Llaves de lo Oculto que nadie conoce más que Él, y Él conoce lo que hay en la tierra y en el mar. No cae ni una sola hoja de un árbol sin que Él lo sepa, ni existe una semilla en la oscuridad de la tierra, ni nada fresco o seco que no esté consignado en una Escritura clara” [Sura 6:59].

Imaginemos que estamos en una habitación que tiene vista a la calle y en la que vemos a través de una pequeña ventana la masa de autos que corren constantemente en la calle. Obviamente no podemos ver todos los autos al mismo tiempo, los vemos uno a uno de acuerdo a como van pasando frente a la ventana, y después desaparecen de nuestra vista. Si no supiéramos nada acerca de los autos, podríamos imaginar que gradualmente entran por el marco de la ventana y se suspenden por el otro lado de la misma.

Ahora esta pequeña ventana corresponde exactamente a nuestro campo de visión, determina un pasado y un futuro para los autos. Aquellos que están parados afuera de la habitación en el lado peatonal ven todos los autos moviéndose entre ellos.

Nuestra situación con respecto al pasado y al futuro del mundo es como el de la persona que observa los autos a través de una pequeña ventana. Una vez que nos damos cuenta que Dios está encima del tiempo y del lugar, entendemos que todos los eventos pasados y futuros están siempre presentes y existentes frente a Él, como una pintura.

Por eso deberíamos tener un sentido de responsabilidad hacia el Creador que está enterado del menor acto y hecho de la creación, como dice el Sagrado Corán:

“… Y no ocultéis vuestro testimonio. Quien lo oculta tiene, verdaderamente, un corazón pecador. Yo Dios sabe lo que hacéis” [Sura 2:283] y evita cualquier pecado o error que pudiera causarnos el convertirnos distantes de Él. Deberíamos adorar a Dios, poseedor del conocimiento absoluto que nos ha causado atravesar esos diversos escenarios y lograr las capacidades que ahora tenemos. No deberíamos desobedecer Sus órdenes que nos abren el camino a la verdadera felicidad y que al final apuntan al hombre; y no deberíamos aceptar otro objetivo más que Él.

Con el fin de alcanzar a Dios debemos adornarnos a nosotros mismos con los atributos divinos y prepararnos durante nuestra breve estadía en este mundo para reunirnos con Él. Entonces, tal vez retornemos a Él, la fuente, el origen y el principio de nuestra existencia. Esto requiere acción y esfuerzos para alcanzar y perfeccionar el objetivo por sí mismo, por la responsabilidad para actuar en este sentido ha sido puesto sobre los hombros del hombre como una confianza divina.

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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