El Modernismo y las religiones comparadas

Por Seied Husein Nasr

Medina, Al-Haram Al-Nabawi

La Mezquita del Profeta Muhammad (BP)

El problema esencial que plantea el estudio de la religión es cómo preservar la verdad religiosa, la ortodoxia tradicional y las estructuras teológicas dogmáticas de la propia religión de un individuo y a la vez adquirir conocimiento de otras tradiciones y aceptarlas como caminos y vías espirituales válidos para llegar a Dios. A alguien que no distingue los colores le preocupa muy poco qué colores componen el arco iris. Y he aquí precisamente donde las mismas fuerzas que han hecho religiosa y metafísicamente necesario el estudio de otras religiones han hecho difícil tal estudio.

El modernismo, o bien ha destruido la fe religiosa o bien la ha limitado. Los hombres de antaño no sólo eran menos escépticos que el hombre moderno, sino que su fe también era menos estrecha. Hoy día todo el mundo se congratula de tener una mente abierta; se puede admitir que es bueno tener abiertas las ventanas de la mente siempre y cuando ésta también tenga paredes. Si una habitación no tiene paredes no importa demasiado si las ventanas están abiertas o cerradas. Una vez que el hombre rechaza la revelación y la tradición, su libertad religiosa sirve muy poco porque ya no se tiene un criterio para distinguir lo verdadero de lo falso. La fe se ha estrechado en el caso de muchos cristianos, al igual que en el de musulmanes, hindúes y otros; no hablamos aquí de los que han abandonado la tradición, y que por lo tanto no tienen fe, ni estrecha ni amplia, sino de los que permanecen en ella pero cuya fe religiosa se ha limitado estrechamente como resultado del asalto del modernismo.

Para no citar más que el caso del Islam, el modernismo no sólo ha debilitado la fe de algunos hombres, sino que también ha producido ciertos movimientos en contra del aspecto más universal del Islam, el sufismo (tasawwuf). A menudo un simple labrador tiene una concepción más universal del Islam que un racionalista universitario.

Otra dificultad que el modernismo opone al estudio serio de otras religiones es su propia negación de los mismos principios metafísicos que fundamentan todas las religiones. La «ciencia» de la religión comparada (Religionswissenschaft) se originó durante la época del racionalismo y se convirtió en disciplina independiente durante el siglo IX. La historia de esta disciplina lleva consigo las limitaciones y prejuicios del período de su formación El «siglo de las luces» se veía a sí mismo como la perfección final de la civilización y estudió las otras religiones como un preludio al cristianismo, con el que de alguna manera se identificaba a despecho de su propia rebelión contra la tradición cristiana. Esta actitud, en cierta manera, ha continuado existiendo. Ésta es la razón por la que, hasta la fecha, el Islam es la religión peor tratada por quienes se interesan en las religiones comparadas. Al ser posterior al cristianismo, simplemente no encajaba en el modelo preconcebido según el cual las demás religiones eran simples e infantiles imitaciones de algo que alcanzó su perfección con el cristianismo como resultado del proceso evolutivo, por el que se supone que todo ha de pasar de un modo u otro.

El estudio de las religiones empezó en occidente cuando, por un lado, se había eclipsado y casi olvidado el verdadero aspecto metafísico de la tradición cristiana y, por otro lado, prevalecían las filosofías seculares que se oponían desde un principio a la idea misma de lo Transcendente y de la scientia sacra que está oculta en el interior de toda religión. Así pues, el estudio de las religiones ha estado teñido por la mentalidad del hombre moderno occidental y se ha visto de acuerdo con categorías que, o bien han sido tomadas de posteriores desarrollos del cristianismo, o bien de reacciones contrarias a él. Pero en cualquier caso, generalmente ha faltado ese bagaje metafísico que es indispensable para un estudio en profundidad de la religión.

No deja, pues, de tener interés para esta disciplina de la religión comparada el ver cómo es considerado el problema del encuentro de las religiones desde el punto de vista de otras tradiciones.

Este conocimiento proporciona una visión más de la realidad que nos rodea, pero es una visión desde una perspectiva distinta de la familiar y por lo tanto revela otro aspecto de esta realidad circundante. Cualquier cosa que una religión ortodoxa tenga que decir acerca de la relación entre religiones aporta una luz preciosa sobre la naturaleza real de la religión como tal y ayuda a explicar la yuxtaposición de religiones en el espacio espiritual en el que están situadas. Si este fin se tiene presente, el estudio del problema del encuentro de las religiones desde el punto de vista islámico puede ser muy fructífero, pues de este modo también será posible enfocar las implicaciones metafísicas y teológicas que para el propio Islam tiene la presencia de otras tradiciones religiosas.

El fundamento metafísico que estaba ausente cuando el estudio de las religiones comparadas empezó en occidente siempre ha estado vivo en la tradición islámica así como en otras tradiciones orientales vivas. De acuerdo con él, la realidad no sólo está compuesta por el nivel psicofísico individual en el que viven los hombres comunes, sino por múltiples estados del ser situados de modo jerárquico uno encima de otro. Cada estado del ser posee su propia realidad objetiva. El grado de esta realidad depende de cuán intensa sea la luz del Ser que la ilumina.

En el origen hay una fuente de toda existencia, lo Absoluto que es a un tiempo el Ser y el Sobre-Ser (la dhat del sufismo). La base de toda doctrina metafísica es la distinción entre lo Absoluto y lo relativo. La tarea de toda cosmología tradicional es elucidar la ciencia de las formas que pertenecen a cada estado del ser.

En el Islam toda metafísica está contenida en la primera Shahadah: «La ilaha il·la Allah» (no hay divinidad sino la Divinidad), que significa en último término que sólo lo Absoluto es absoluto, todo lo demás es relativo; y toda cosmología está contenida en principio en la segunda Shahadah: Muhammadun rasul Al·lah» (Muhammad es el mensajero de Dios), lo que significa que todo lo que es positivo en el Universo, de lo cual Muhammad es el símbolo supremo, proviene de Dios.

Si entonces el origen de todas las cosas, de todos los seres, de todas las formas, es la Realidad transcendente, todo ser debe tener un aspecto externo y otro interno, uno que lo manifieste exteriormente y otro que lo conecte interiormente con el mundo espiritual.

Se dice en el Corán que Dios es al mismo tiempo el Exterior (al-zahir) y el Interior (al-batin). También podría decirse, usando el lenguaje del sufismo, que cada cosa en el universo tiene una forma exterior (surah) y una esencia interna (ma’na). La forma pertenece al mundo de la multiplicidad y la esencia conduce a la Unidad que es el Origen de todas las cosas.

Sólo comprendiendo la esencia de una religión pueden comprenderse sus formas como símbolos inteligibles en lugar de como hechos opacos.

Esto es especialmente verdadero para la religión, esta manifestación directa de lo divino en el orden humano. También ella debe poseer una forma y una esencia. Y de este modo las religiones pueden ser estudiadas  bien en sus formas, que entonces deben ser descritas y comparadas, o bien en su esencia, que conduce a su unidad interior, porque la fuente de toda realidad y por tanto de toda religión es Dios, que es Uno. Pero puesto que la esencia viene antes que la forma y la liga a los órdenes más elevados del ser, es precisamente a través de la esencia como puede comprenderse la significación de la forma. Sólo alcanzando una visión de la Unidad puede el hombre adquirir conciencia de la unidad de todo cuanto existe. Sólo comprendiendo la esencia de una religión pueden comprenderse sus formas como símbolos inteligibles en lugar de como hechos opacos.

La relación del Islam con otras religiones ha sido dictada por esta doctrina metafísica que fundamenta todo su edificio intelectual. Ha estudiado las formas de otras religiones y, en ciertas ocasiones, su esencia. Y hoy en día se halla equipado con los medios intelectuales y espirituales necesarios para llevar a cabo este estudio en las nuevas circunstancias que el mundo moderno ha puesto ante él.

Una característica del Islam que es particularmente pertinente en relación con esta cuestión es el poder sintetizador e integrador de la revelación islámica, que permite que la gracia de los profetas y los santos de las religiones anteriores -especialmente de la línea abrahámica- alcance al musulmán dentro del contexto proporcionado por la gracia del Profeta del Islam. Para un cristiano, toda la gracia de Dios está centrada en la personalidad de Jesucristo, sin el cual no existiría otro canal de gracia abierto al hombre. Para el musulmán, en el firmamento del Islam, en el cual el profeta es como la luna llena, otros grandes profetas y santos son como estrellas que brillan en el mismo firmamento, pero lo hacen en virtud de la gracia de Muhammad   -la paz sea con él-.

El Islam también se considera como la reafirmación de la religión original, de la doctrina de la Unidad, que siempre fue y siempre será. Por esta razón es llamada la religión primordial (al-din al-hanif); llega al final de este ciclo humano para reafirmar la verdad esencial de la tradición primordial.

«Sufismo vivo. Ensayo sobre la dimensión esotérica del Islam» - Ed. Herder, Barcelona 1985

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

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