Los aportes del Islam a la humanidad (VI)

El milagro de la cultura islámica

Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub

La civilización y la cultura islámica en el período de la cúspide de su florecimiento, expone la situación de la civilización humana en una larga etapa de su transformación, pero la historia de esta cultura, su inmensidad y su riqueza es algo casi milagroso. Así que teniendo esta visión bien se puede hablar de un milagro islámico, como también se habla de un milagro griego. En realidad, lo que puede nombrarse como milagro islámico se inició en sus principios por trasladar a su seno el milagro griego, como hicieron también éstos pues su cultura no salió de la nada sino que tuvo préstamos de otras culturas anteriores. La filosofía y la ciencia griega se formaron en Malatya[1] y otras zonas de Anatolia[2] –(o Asia Menor) especialmente, que tenían también relaciones con Egipto y Babilonia por medio de Lydia. La matemática de Tales de Mileto y la filosofía de Pitágoras no estuvieron exentas de la influencia de Egipto y del Oriente.[3] El viaje de Platón a Egipto es famoso y aparentemente este sabio, cuando abrió su academia, construyó su puerta hacia el Oriente siendo influenciado por las enseñanzas de Zoroastro, donde se cree en un espíritu maligno —Angra Mainyu o Ahrimán— que rige al mundo simultáneamente junto con espíritu benigno —Ahura Mazda—.

 Demócrito, el padre de la filosofía atomista también viajó a la India y otras zonas del Oriente, e incluso Aristóteles —antes de contactarse con Alejandro Magno— se relacionó con sabios de Anatolia y el Oriente, lo mismo hicieron los epicúreos y los estoicos. En este estado ¿quién puede nombrar a la civilización y la cultura griega como un invento del genio absoluto griego? Incluso los griegos mismos en muchos aspectos han proclamado su deuda con Oriente. Pero la diferencia esencial entre el modo del pensamiento griego y el de Oriente en esa época, yacía en las diferentes cosmovisiones. En Egipto y Babilonia, el avance de la matemática y la astronomía fue por la necesidad de satisfacer elementos de la vida diaria como los negocios y la agricultura, pero la visión de los griegos de la ciencia y la filosofía era mayormente sin fines de lucro[4] y solo por la satisfacción de una necesidad interna de la sabiduría. Es famosa la frase de Platón en el libro “La República” donde dice que el espíritu griego es ávido de saber, en contra del espíritu fenicio y egipcio que es codicioso por el beneficio. Fue esta pura curiosidad lo que llegó a dar lugar al origen del milagro griego, y fue ese mismo conocimiento sin fines de lucro la base del milagro islámico y posteriormente del Renacimiento europeo.

 Entre los musulmanes, la principal causa para llegar al llamado milagro islámico fue sin lugar a dudas la gran motivación y curiosidad en la búsqueda del conocimiento, originada por la exhortación y consejos del Sagrado Corán y el Profeta (PB).

La abundancia de numerosos sabios, médicos y traductores en la época abasí, quizás plantee una pregunta: ¿Acaso esa gran cantidad eran árabes o no? La famosa respuesta de Ibn Jaldún,[5] está incluida también en ese periodo histórico, dice: La mayoría de los poseedores de la ciencia son Ayam” —no árabes—. Por ejemplo, a lo largo del periodo de la civilización islámica, existen algunas obras importantes sobre medicina, astronomía y filosofía escritas en árabe pero por la mano de no musulmanes —sabeos, judíos y cristianos—. A pesar de todo, no se puede catalogar a esas obras como no islámicas, ni se les puede llamar Ayam a los sabios no árabes que las escribieron en lengua árabe, porque antes del Islam en el contexto geográfico de estos famosos sabios del periodo abasí, —Corasmia, Fergana, Farab y Sind— no existió tal actitud de actividad científica. Entonces, por supuesto, fue el Islam lo que inspiró el espíritu de esa curiosidad y la búsqueda del conocimiento en el corazón de la nación del “territorio del Islam”.

Se dice que Ma’mun, califa abasí, mandó una persona a Bizancio para que trajera libros griegos. Incluso se dice que cuando Ma’mun tomó entre los prisioneros cristianos a uno que sabía algo sobre geometría, y éste le informó de la existencia en Constantinopla de un maestro de geometría llamado León, que tenía una vida estrecha económicamente y que no lo conocían muchas personas. El califa escribió una carta para León invitándolo a su palacio y le prometió al prisionero liberarlo si llevaba la misiva. Finalmente el profesor recibió la carta y la mostró a las autoridades de Bizancio. Llegó la noticia a oídos del emperador y el profesor se volvió famoso en su propia tierra. El emperador le dio el título de profesor en una iglesia importante y le impidió aceptar la invitación del califa musulmán. Cuando Ma’mun supo que León no vendría a Bagdad, se puso en contacto con él y le pidió la respuesta de unos problemas de matemática y astronomía. El sabio las respondió con suficiencia, y el califa quedó tan entusiasmado que esta vez le mandó la carta directamente al emperador pidiéndole que le enviara al sabio a Bagdad por un corto plazo, y haciéndole muchas promesas al emperador, pero éste no lo aceptó y le otorgó a León el cargo de Gran Obispo en Tesalónica.[6] Aunque esta narración no es relevante en las referencias islámicas, así como tampoco en las obras que quedaron de León, tienen mucha importancia[7] , muestra en gran medida el interés de los musulmanes por aprender las ciencias griegas.

Cuando Carlos Francés en su territorio pudo con mucha dificultad encontrar pocas personas educadas, los musulmanes en el palacio de Ma’mun ya estaban ocupados con los libros de Platón, Aristóteles, Euclides y Galeno. Medían la extensión de la Tierra y debatían e investigaban asuntos como las escuelas de pensamiento y creencias filosóficas, sobre las capas terrestres y los cuerpos celestes.

Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad; Editorial Elhame Shargh

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www.islamoriente.com ; Fundación Cultural Oriente


[1] Malatya es una antigua ciudad en Turquía actual. (N. del T.)

[2] Anatolia –(o Asia Menor), es una península emplazada en el Oeste de Asia, actualmente en la parte asiática de Turquía. (N. del T.)

[3] Werner Ch., philosophie Grecque, Pág. 01-12. (Diógenes Laercio en su “Vida de los filósofos ilustres” comienza su historia de la filosofía griega con la figura de Zororastro y las doctrinas persa, caldeas y babilónicas lo cual demuestra en su tiempo la consciencia que se tenía de la influencia oriental en el pensamiento helénico. (N. del T.))

[4] Aristóteles en la introducción a la Metafísica dice que el conocimiento por sí mismo, otorga al ser humano alegría y satisfacción.

[5] Ibn Jaldún o Ibn Khaldoun (1332-1406), conocido en España como Abenjaldún, fue un famoso historiador, sociólogo, filósofo, economista, geógrafo, demógrafo y estadista musulmán del norte de África. Era de origen andalusí. Es considerado como uno de los fundadores de la historiografía moderna, sociología, filosofía de la historia, economía, demografía y las ciencias sociales en general. Es fundamentalmente conocido por su obra Al-Muqaddima o Prolegómenos a la vasta historia de los árabes, que constituye un temprano ensayo de filosofía de la historia y de sociología, de la que a menudo es considerado antecesor. El gran historiador inglés Arnold J. Toynbee ha dicho que “Ibn Jaldún concibió y formuló una filosofía de la historia que es, sin duda, el trabajo más grande que jamás haya sido creado por una persona en ningún tiempo y en ningún país”. (N. del T.)

[6] Teophanes Continuatus, ed. Bekker, 1838, 92-185

[7] Sarton, Introduction, I-546

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