El matrimonio del Profeta del Islam con Jadiya (la paz sea con ellos)

Por: Por A. A. Razawi

La expedición comercial de Muĥammad (BPD) a Siria se convirtió en el preludio para su matrimonio con Jadiya.

El traductor y comentador del Sagrado Corán, A. Yusuf ''Ali, posee, La siguientes cuestiones retoricas en este contexto:

Podemos preguntarnos de la reunión de Jacob con José, o de Moisés con Aarón, o de Muĥammad el Santo Profeta con la Dama Jadiya?

No, no podemos. Fue un decreto de Dios que dos de sus siervos – Muĥammad y Jadiya – se unieran en matrimonio, como ellos lo hicieron.

Es dicho por una de las más cercanas amigas de Jadiya, Nafisah hija de Munyah, que era una de las más noble dama de la Meca, ella sabía que Jadiya había rechazado muchas propuestas de matrimonio. Al principio ella se preguntaba si había algún hombre en Arabia que pudiese llenar los requisitos de ella. Esta había discutido muchas veces este tema con Jadiya. Finalmente ella tuvo una última discusión con ella, la cual la convención que Jadiya no se había impresionado por las riquezas, el rango o el poder de los pretendientes de la Meca. Lo que en realidad impresionaba a Jadiya su amiga, era el verdadero carácter. Jadiya solo admiraba a un hombre por sus principios éticos y morales.

Nafisah también supo que había un hombre con tales características en la Meca y su nombre era Muĥammad.

Se reporta que un día Muĥammad regresaba a su casa de la Ka'bah cuando Nafisah lo detuvo, y la siguiente conversación tuvo lugar entre ellos:

Nafisah: O Muĥammad, tu eres un hombre joven y eres soltero. Hombres muchos más jóvenes que tú ya se han casado; e incluso algunos tienen hijos, ¿por qué tú no te has casado aún?

Muĥammad: Yo no puedo costear un matrimonio, no tengo el suficiente dinero para casarme.

Nafisah: ¿Qué responderías tú, si te pudieras casar con una mujer bella, rica, con estatus y honor, a pesar de tu pobreza actual?

Muĥammad: ¿Quién podría ser esta mujer?

Nafisah: Tal mujer es Jadiya la hija de Juwaylid.

Muĥammad: ¿Jadiya? ¿Es posible qué Jadiya se case conmigo? Tú sabes que muchos hombres ricos, poderosos, príncipes y jefes de tribus le han propuesto matrimonio a ella, y han sido rechazados.

Nafisah: Si tú estás de acuerdo en casarte con ella, solo dilo y yo me encargare del resto. Yo arreglaré todo.

Muĥammad quiso informarle a su tío y guardián Abu Ţalib, acerca de la propuesta de Nafisah, y consultarle a él, antes de dar una respuesta.

Abu Ţalib conocía a Jadiya tanto como a su sobrino y aceptó la propuesta de Nafisah. No tenía ninguna duda que Muĥammad y Jadiya eran la pareja ideal. El por esto le dio su bendición a la propuesta de matrimonio. Con eso, Muĥammad le dijo a Nafisah que su propuesta era aceptada y que tenía el aval para negociar en su nombre su matrimonio con Jadiya.

Una vez que Abu Ţalib aprobó el hecho, él envió a su hermana Safiyyah en busca de Jadiya para hablar con ella acerca de la propuesta matrimonial. Mientras tanto Nafisah, ya había hecho el trabajo y Jadiya estaba esperando la visita por parte de uno de sus futuros familiares políticos. Ella cordialmente recibió a Safiyyah, la atendió y le dijo que ella (Jadiya) había elegido a su sobrino (Safiyyah) para que fuese su compañero sin ninguna condición de antemano y reservación. Safiyyah estaba muy feliz con el éxito de su visita. Antes de marcharse de la casa, Jadiya le dio un elegante vestido, el cual acepto con mucha alegría y gratitud.

Abu Ţalib decidió cumplir con las tradiciones formales del matrimonio, le compró un regaló a Jadiya, y fue junto a sus hermanos, Al-Abbas y Hamzah la casa de Jadiya para formalmente presentar la propuesta de matrimonio de su sobrino para ella. Jadiya aceptó el regalo que Abu Ţalib le había traído y por supuesto aceptó la propuesta de matrimonio. Ambas partes inmediatamente acordaron la fecha para la auspiciosa boda.

El mismo Abu Ţalib se hizo cargo de los preparativos del matrimonio de su amado sobrino para esta bendita ocasión, trajo todas las herencias de su familia y reliquias sagradas de sus antepasados, esto incluía el manto y el báculo de Abd Muttalib, el fallecido jefe de Bani Hashim. El novio se puso el manto y sostuvo el báculo en su mano. Abu Ţalib le puso un turbante negro al novio en la cabeza y un anillo de ágata verde en su dedo. El anillo que una vez había pertenecido a Hashim ibn 'Abd-Manaf ibn Qusayy.

A la fiesta de matrimonio se invitó a todos los jefes de Quraish y a los señores de la Meca. El novio montaba un altivo y hermoso caballo, y los jóvenes guerreros de Bani Hashim blandían sus relucientes espadas en lo alto de sus cabezas, y lo escoltaron desde la casa de Abu Ţalib hasta la de Jadiya. Las mujeres del clan se encontraban en la casa de la novia, antes de la llegada del novio.

La casa de Jadiya estaba iluminada por innumerables lámparas. Dentro de la casa, los candelabros colgaban del techo con cadenas de oros, cada candelabro tenía siete lámparas. Los invitados llegaron para el crepúsculo. El jefe de los mayordomos de las fincas de Jadiya, había formado un comité de recepción para el novio y los distinguidos invitados. Los miembros de este comité los llevaron dentro de la casa a través de un gran arco en la entrada hacia una habitación rectangular, cuyas paredes estaban cubiertas de azulejos y el techo era dorado. Y se sentaron en confortables alfombras y cojines.

Para esta gran ocasión especial, Jadiya había ordenado hacer un traje especial para todos sus empleados hombres y mujeres. Los hombres vestían turbantes de lentejuelas y túnicas escarlatas y cinturones negros. Ligado a sus turbantes, borlas de seda de color marfil. Las mujeres vestían trajes decorados en la cabeza y batas de perlas, y ríos de cristal. Sus cabellos, caían desde sus cabezas hasta sus hombros, de sus hombros hasta sus cinturas trenzados con perlas.

La decoración de la cámara de la novia era exquisita e insuperable en gusto y belleza. Los adornos de seda y brocado, en muchos delicados tintes, enrollaban las paredes; y un tapete de terciopelo blanco cubría el piso. El humo de incienso y rosa emanaba de una copa de plata con unas incrustaciones de diamante, zafiros y rubíes.

Jadiya, la novia se sentó en un alto sillón bordado de dosel. Ella se veía radiante y resplandeciente. Lucía una corona de oro y perlas relucientes de impresionante belleza. Su vestido en tonos sutiles colores carmesí y verde, decorado con oro, perlas y esmeraldas. Habían dos sirvientes personales que la atendían. Cada una vestía diademas de oro, un vestido de seda de amatista, y zapatillas de tacones.

Cuando todos los invitados se encontraban en sus lugares, Abu Ţalib el guardián del novio, dio un sermón del matrimonio:

“Todas las alabanzas y glorias pertenecen a Dios, el Creador de los cielos y de la tierra, y todos los agradecimientos son para Él y sus bendiciones, bondades y misericordia. Él nos trajo a este mundo a través de la descendencia de Abraham e Ismael, y nos hizo cargo de la mezquita, y guardianes de su casa la Ka'bah, la cual es un santuario para todas las criaturas”

Después de esto Abu Ţalib continuó: Mi sobrino, Muĥammad ibn Abdul.lah ibn Abdul-Muttalib, es el mejor individuo de toda la humanidad en su inteligencia, en sabiduría, en pureza de linaje, y en pureza de su propia vida, y en su distinguida familia. Él tiene todas las señales de un hombre destinado a ser grande. Él se está casando con Jadiya la hija de Juwaylid, con una dote de cuatrocientas piezas de oro. Yo declaró a Muĥammad y a Jadiya marido y mujer. Que DIOS los bendiga a ambos y que sea su protector.

En su sermón, Abu Ţalib declaró que Bani Hashim era el heredero del Profeta Abraham e Ismael, y eran los encargados de su herencia, por esto no estaban contaminados de la idolatría.

Cuando Abu Ţalib, finalizó su sermón, Waraqah ibn Nawfal leyó un sermón sobre el matrimonio para la novia, él dijo:

“Todas las alabanzas y la gloria sean para DIOS, testificamos y afirmamos que los de Bani Hashim son justos tal y como tú lo has dicho, nadie puede negar su excelencia. Debió a su excelencia valoramos el matrimonio de Jadiya y Muĥammad. Su matrimonio une a nuestras dos casas, y su unión es un motivo de gran felicidad para nosotros. ¡Oh, señores de Quraish! quiero que sean testigos que doy a Jadiya en matrimonio a Muĥammad ibn Abdul.lah, con una dote de cuatrocientas piezas de oro, quiera Dios hacer feliz su matrimonio[1].

''Amr ibn Asad, el anciano tío de Jadiya, habló para la ocasión y afirmó, en sus propias palabras, que Waraqah ibn Nawfal había dicho. Y él como guardián de la novia la entregó a Muĥammad ibn Abdul.lah.

Abu Ţalib pago la dote por su sobrino.

Edward Gibbon dice:

“En la casa y afuera, en la paz y en la guerra, Abu Ţalib el más respetado de los tíos de Muĥammad fue la guía y el guardián de su juventud; a sus veinticincos años entró al servicio de Jadiya, la rica y noble viuda (sic) de la Meca, quien pronto premio la fidelidad dándole la mano y su fortuna. El contrato matrimonial, en su simple estilo antiguo, se recitaron mutuo amor Muĥammad y Jadiya; lo describe como el más perfecto de la tribu de Quraish; y estipularon una dote de once onzas de oro y veinte camellos lo cuales fueron entregados por su tío.[2]

Washington Irving dice:

Jadiya estaba convencida de los méritos extraordinarios de su joven mayordomo, Muĥammad.

En su matrimonio, Ĥalimah quien había sido la madre sustituta de Muĥammad en su infancia fue invitada y se hizo presente con cuarenta ovejas.[3]

Todos los invitados felicitaron a Muĥammad por su boda y le desearon lo mejor. Y también felicitaron a su Tío Abu Ţalib por la gran ocasión, ambos agradecieron a sus invitados cordialmente.

Cuando esta ceremonia llegó a su fin, el mayordomo ordeno a los esclavos servir el banquete, algo extraordinario, nunca antes visto en la Meca. Los huéspedes admiraron la variedad del banquete ya que era una obra de arte culinaria. Saciaron su sed con apetitosas bebidas.

Después de la fiesta cada invitado fue vestido con una bata de honor de acuerdo a la antigua tradición de la aristocracia árabe.

El mayordomo anunció que la novia estaba lista para seguir. Una excelente camella llevaba un manto blanco en su lomo, mientras esperaba en la puerta de la casa. Todos los invitados se reunieron para ver a la novia que era escoltada hasta la puerta, su empleada la ayudaba a subirse al pabellón nupcial.

"Dijo, subid a ella que navegue y llegue a un buen puerto en el nombre de Dios mi Señor, Mi Señor es ciertamente, Indulgente y Misericordioso" (Corán 11:41)

Uno de los sirvientes se sentó en el pabellón junto a la novia, sobre su cabeza había una diadema de flores, y su cabello estaba trenzado con cintas azules y con hebras de perlas. Ella llevaba un brazalete de ágata, coral y rocas de cristal, y sostenía un abanico en su mano.

Un grupo de esclavas de Nubia llevaban antorchas, y marchaban en frente, al lado izquierdo y al lado derecho de la camella.

El novio también montaba su caballo, y él, sus tíos, los jóvenes de Bani Hashim y sus invitados regresaron a la casa de Abu Ţalib.

Con el mismo esplendor con el que habían ido a la casa de la novia, cuando estos llegaron a la casa de Abu Ţalib, su esposa y sus hermanas ayudaron a la novia a bajarse de la camella. Un chambelán sostenía un parasol de seda blanca sobre la cabeza de la novia, y la condujo al interior de la casa.

"Y di: ¡Señor! Haz que desembarque en un lugar bendito tu eres quien mejor puede hacerlo" (Corán 23:39)

Todo salió con una precisión perfecta. La coordinación fue absoluta desde el principio hasta el final.

El matrimonio de Muĥammad y Jadiya había traído felicidad a todos, pero la felicidad de Abu Ţalib era infinita, Él deseaba mucho que su sobrino tuviese una buena esposa, estos anhelos se convirtieron en una realidad y se alegró mucho cuando su sobrino y Jadiya se casaron. No podría haber una mejor pareja. Abu Ţalib agradeció a Dios por la nueva felicidad que le había dado y su felicidad fue compartida por sus hermanos Hamzah, Abbas y todos los otros miembros del clan de Hashim.

Tres días después del matrimonio, Abu Ţalib preparó un banquete para memorar la ocasión, llamado desde entonces "la fiesta de Walimah". Deslumbró a toda la ciudad con la fiesta y todos los habitantes de la Meca fueron invitados. Muĥammad, el novio, dio la bienvenida a los invitados a su casa. Él, sus tíos, sus primos y todos los jóvenes de Bani Hashim eran los orgullosos anfitriones, el banquete duro tres días. Años después el Islam convirtió la fiesta de Walimah (banquete) en una conmemoración al banquete preparado por Abu Ţalib para el matrimonio de Muĥammad y Jadiya, institucionalizándolo como una tradición para todos los matrimonios musulmanes. Abu Ţalib fue el primero en hacerlo. Antes del matrimonio de Muĥammad y Jadiya la fiesta de Walimah no era conocida por nadie en Arabia.

Abu Ţalib deseaba que su amado hermano Abdul.lah y su esposa Amina que Dios los bendiga, también estuvieran presentes y fueran testigos del bendito matrimonio de su hijo, y que compartieran su felicidad. Pero, incluso si Abdullah y Amina hubiesen estado presentes en el matrimonio de su hijo, no habría sido celebrado con más pompa como la de Abu Ţalib,  el guardián de Muĥammad.

Además, Jadiya mostró su hospitalidad y generosidad. Generosidad hospitalidad que era una vieja costumbre en ella, ¿y qué ocasión podría ser más apropiada para mostrar esto, que su propio matrimonio? Por esta razón, ella ordenó a su mayordomo que hiciera los arreglos para el mejor banquete de la Meca.

Fue un banquete memorable, e incluso los mendigos de la Meca no fueron excluidos de la lista de invitados, ellos festejaron como nunca antes. Aquellos árabes del desierto que solo habían probado agua salubre durante toda su vida, como invitados de Jadiya bebieron agua de rosas. Durante muchos días los invitados ricos y pobres, señores o plebeyos, jóvenes y viejos fueron ''Alimentados en la casa de Jadiya los pobres Jadiya les dio ropa, piezas de oro y plata, y suplió las necesidades de muchas viudas y huérfanos con cosas que estos no tenían antes.

Jadiya había pasado muchos años de su vida, esperando por el hombre ideal. Su espera fue recompensada cuando Muĥammad apareció y se unieron en matrimonio.

El matrimonio de Muĥammad y de Jadiya fue el primero y el último de este tipo en este mundo. Este fue el bendito matrimonio en el cual todo el mundo abundó en bendiciones celestiales como materiales. Este fue un matrimonio inmensurablemente rico en bendiciones, tanto en la tierra como en el cielo.

Es totalmente probable que en Arabia ninguna mujer haya tenido mejor dote en la casa de su esposo como Jadiya. Esta incluía esclavos, hombres y mujeres, campos de pasto, rebaños de camellos y caballos, ovejas y carneros, conjunto de tejidos ricos y raros, accesorios, reliquias de familia no tiene precio, adornos, metales preciosos, piedras preciosas y las masas de monedas de oro y plata.

Esta dote sin precedentes en cantidad o cualidad no fue un regalo para la novia Jadiya, de parte de sus tíos o de sus hermanos, este fue el producto de su propio esfuerzo. Ella lo había producido mediante su propia diligencia, industria, prudencia y visión.

Pero esta no fue la única riqueza que Jadiya trajo consigo, sino que también trajo la riqueza del corazón y la mente, y estas eran inmensurables e inexhaustibles. En los años venideros ella inmensurablemente enriqueció la vida de su esposo con estos regalos.

Una vez que Jadiya se casó, parecía que ella había perdido el interés en su imperio de negocios mercantiles. El matrimonio cambió el carácter de su dedicación y entrega. Ella había hallado en el Santo Profeta Muĥammad, el más grande de los tesoros de este mundo y una vez que lo encontró, el oro, la plata y los diamantes perdieron valor para ella. Muĥammad, el futuro mensajero del Dios y el futuro Profeta del Islam, se convirtió en el objeto de toda su atención, afecto y devoción. Por supuesto, ella nunca perdió su organización, pero ahora en vez de aplicar esto para sus negocios, lo hacía para servir a su esposo. Reorganizó toda su vida alrededor de la personalidad del Santo Profeta Muĥammad.

(Jadiya no podría concluir sus operaciones comerciales abruptamente, ella trasladó a otro nivel el negocio de importaciones y exportaciones el cual su padre había fundado).

En los años siguientes de su matrimonio, Muĥammad viajó nuevamente con la caravana de Jadiya a Siria.

M. Shibli, el historiador indio, dice que él Profeta también fue a Yemen, a donde quiera que fuese siempre obtenía ganancias. Jadiya también tuvo otros administradores que vendían y traían mercancía para ella y también obtuvieron ganancia.

Cuando la princesa de la Meca entró a la casa de su esposo, el Santo Profeta, el mayor de los éxitos y la felicidad de la vida empezaron para ella. Esta etapa duro veinticinco años, hasta su muerte. Ella inmediatamente adaptó su vida al nuevo ambiente, desde el primer día se hizo cargo de sus nuevos deberes, el cual era hacer la vida de su esposo feliz y placentera. Realizando sus deberes, ella fue eminentemente exitosa, así como la historia más tarde elocuentemente lo atestiguaría.

El matrimonio abrió un nuevo capítulo en la vida el Santo Profeta Muĥammad y la gran Dama Jadiya. La idea de esto "capitulo" fue la felicidad, la más pura de las felicidades. Bendecidos con la felicidad así como fue su matrimonio, de esta misma manera fueron bendecidos con los hijos. El primero en nacer fue un niño llamado al-Qāsim, fue por esto que después del nacimiento del niño el Santo Profeta Muĥammad fue llamado Abul-Qāsim, el padre de al-Qāsim, como acostumbraban los árabes.

El segundo fue también un niño. Su nombre era Abdul.lah y él adoptó el apodo de at-Ţahir y at-Ţayyib. Ambos al-Qāsim y Abdul.lah murieron en su niñez.

El tercero y el único que sobrevivió de los hijos del Profeta y la gran dama Jadiya fue su hija Fátima Az-Zaĥrā Aunque los regalos los cuales Dios les había dado fueron muchos, no hubo ningún tesoro más grande para ellos que su hija. Ella fue "la luz de los ojos" de su padre, y fue la tranquilidad de su corazón, y también a futuro "la dama del cielo". Tanto el padre como la madre mostraron su amor por ella y ella trajo esperanza, felicidad y bendiciones, y la Misericordia de Dios a su hogar.

Fuente:  Jadiya (P); La gran esposa del Profeta Mahoma (PB); Editorial Elhame Shargh- 2012

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com; Fundación Cultural Oriente


[1] M. Shibli, el historiador Indio dice en su libro titulado as–Sirah que la dote de la dama Jadiya fue de quinientas piezas de oro.

[2]The Decline and Fall of the Roman Empire.

[3]The Life of Muĥammad.

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