Autorrealización

desde la perspectiva islámica (I)

Por: Ayatola Dr. Muhammad Husain Beheshtí y Ayatola Dr. Muhammad Yauád Bahonar

EL hombre del Islam es constructivo. Se forma él mismo y estruc­tura su desarrollo. Su éxito en este desarrollo depende del éxito en su autorrealización y viceversa. En otras palabras, su éxito en el mejoramiento del medio ambiente de su vida prepara el camino para su propio perfeccionamiento.

En vista de esta firme relación recíproca entre el ser humano y el medio ambiente en que vive el hombre debe prestar la mayor aten­ción al perfeccionamiento general de sí mismo en un amplio espectro y en correspondencia con la perspectiva musulmana esencial del mundo y de la criatura humana.

A este respecto, posee extensas enseñanzas que se refieren a todos los aspectos de la vida humana y cubren todas las necesidades humanas, ya sean materiales o espirituales, individuales o sociales, culturales o económicas, etc. La suma total de estas enseñanzas constituyen el pro­grama de educación islámica. Incluye importantes disposiciones res­pecto a la limpieza, una nutrición adecuada, la higiene, la salud física y mental, etc.

LIMPIEZA

El Islam ha dado tanta importancia a la limpieza que esta ha sido considerada un objetivo de la fe. El Corán dice recomen-dando la pure­za y la limpieza:

“Dios no quiere imponeros ninguna carga, sino purificaros y com­pletar Su gracia en vosotros. Quizás, así, seáis agradecidos.” (5:6)

“…Dios ama a los que se arrepienten. Y ama a los que se purifi­can.” (2:222)

Se narra que el santo Profeta del Islam ha dicho que la limpieza es parte de la fe.

El Islam ha exhortado al pueblo de muchas maneras a la limpieza de sus utensilios, ropa, cuerpo, pelo, dientes, agua de beber, agua para la ablución y para el baño, lugar de residencia, calles, plazas públicas, alimento y todas las demás cosas de uso humano. Una serie de dichos del Profeta Y los Imames adscriben al mal todas las cosas sucias e im­puras, o que son causa de enfermedad (por ejemplo, los microbios), y describen todas esas cosas como causa de pobreza y miseria. Repro­ducimos a continuación algunos dicho del libro titulado “Uasa’il Al­ Shiah”.

El Santo Profeta ha dicho:

—“Todo el que toma una ropa debe mantenerla limpia.”

—“Si no hubiese temido importunar a mi comunidad, hubiese orde­nado a los musulmanes que se cepillen los dientes antes de cada oración (o sea: cinco veces al día).”

—“Mantén el interior y el frente de tu morada bien barrido y lim­pio.”

—“Quien limpia una mezquita es premiado por Dios como si manu­mitiese un esclavo.”

—“El registro (de los actos) del que se abstiene de escupir y sonarse la nariz en la mezquita, estará en su mano derecha el Día del Jui­cio (es decir: pesarán más sus buenas acciones).”

—“Cuídate el pelo largo o córtatelo.”

—“No tengas largos bigotes (sobre los labios superiores) porque el mal encuentra refugio en ellos.”

Dijo el Imam ‘Alí:

—"Era costumbre del Santo Profeta lavarse con agua la boca, la gar­ganta y la nariz. Deja limpia la nariz y la boca de la persona.

Saca las telarañas de tu casa porque producen pobreza...

El sacarse el vello de las axilas es parte de la limpieza. De esa manera destruyes los malos olores de esa parte del cuerpo.

Dijo el Imam AI-Baqir:

—“Cepillarse los dientes es una tradición de los profetas.”

—“El arreglo de las uñas era una práctica del Santo Profeta.”

—Alguien le dijo al Imam Al-Sadiq que sus amigos le comentaron que los bigotes y las uñas se debían arreglar los viernes. El Imam le dijo: “Arréglatelos cuando los tengas crecidos.” El Santo Pro­feta había prohibido cortarse las uñas con los dientes.

—“Si es posible, el agua del baño debería ser tan limpia que incluso la puedas beber.”

El Imam Al Kazim dijo:

—“Bañarse cada dos días hace al ser humano fuerte y saludable.”

Otras tradiciones prohíben orinar y defecar en las playas de los ríos frente a una mezquita, en las calles y carreteras, donde acampan los viajeros, en los cementerios, bajo los árboles frutales, de pie, mirando o de espaldas a la qiblah (orientación hacia la Meca para la plegaria obligatoria), sobre tierra dura, en el cubil de los animales, a la vista de la gente, frente a una vivienda, en la vía pública, etc.[1]

En general hay muchos mandatos islámicos en relación con la sa­lud, la higiene y la nutrición y acerca de la limpieza del aire y del medio ambiente. Damos a continuación unos pocos ejem- plos:

—Lavar la fruta antes de comerla.

—No comer alimentos demasiado calientes.

—Ser regular respecto al alimento.

—No tragar el agua en un solo sorbo. Beber (sorbiendo) lentamente.

—No soplar el agua o alimento caliente.

—Tomar pequeños bocados de alimento y masticarlos bien.

—Lavarse la mano y la boca antes y después de cada comida.

—No comer si no se tiene hambre y dejar de comer antes que el estómago esté lleno.

—Mantener los alimentos y el agua tapados.

—Masajearse el cuerpo regularmente.

—Usar perfume y frotar el cuerpo y el pelo con aceites.

—Cepillarse y peinarse el cabello.

—Lavarse la cabeza y el rostro después de cortarse el pelo y lavarse las manos después de arreglarse las uñas. .

—No tomar alimento o agua perjudiciales.

—Bañarse o hacer la ablución, según sea el caso, antes de la oración y observar todas las normas respecto a ella.

—Ofrecer las oraciones con el cuerpo limpio y las ropas puras.

—Acostarse temprano y levantarse temprano.

—Mantener la cabeza sin cubrir mientras se duerme.

—Dar un paseo a pie por la mañana.

—Elegir un medio ambiente despejado y habitaciones espaciosas para vivir.

Existen instrucciones religiosas en cuanto a qué cosas están legal­mente limpias y cuáles no. Reproducimos a continuación algunas de esas instrucciones del libro titulado “Cláusulas de comportamiento islámico”.

Algunas cosas impuras son las siguientes:

La orina y los excrementos humanos y de todos los animales. La carne legalmente comestible que tiene derrames de sangre (es decir, la propia sangre suya que le quedó al ser sacrificado el animal por corte de una vena, etc.). El semen, los cuerpos muertos (o sea: no sacrificados según la especificación islámica) y la sangre de cualquier humano o animal que se haya derramado (como producto de un corte, una herida, etc.), independientemente en el último caso de que sea legalmente co­mestible o no. (Solamente los cuerpos humanos quedan puros después de haber sido lavados de acuerdo a la ceremonia correspondiente).

Los perros y cerdos que viven en la tierra. Su pelo y todos los fluidos segregados por ellos son asimismo impuros.

El vino y todos los otros embriagantes o intoxicantes.

Si una cosa pura entre en contacto con otra cosa impura mientras una de ellas o ambas son mojadas y la humedad de una filtra hasta la otra, la cosa pura se vuelve también impura. El alimento impuro no puede purificarse hirviéndolo o calentándolo.

Está prohibido comer o beber una cosa impura. También está prohibido alimentar a otro con ello, aunque sea un niño.

Está prohibido ensuciar una hoja de papel sobre la que está escrito el nombre de Dios (Allah, en lengua árabe), o un versículo del Santo Corán. Si se ensucia o se hace impuro, debe ser purificado con agua inmediatamente.

Está prohibido ensuciar el piso, el cielo raso, el techo y las pare­des de una mezquita. Si se encontrara sucio cualquiera de ellos, la su­ciedad debe ser removida de inmediato.

La ropa de una persona que va a orar debe estar: a) limpia, b) ser conforme a lo prescripto (en cuanto a pudicia, recato y lujo), c) no con­tener ninguna parte de tejido de animal muerto (no sacrificado) en su textura, d) no contener ninguna parte de animal legalmente incomesti­ble, e) no ser de seda pura y f) no contener hilos de oro (las dos últi­mas disposiciones se aplican a los varones solamente, quienes no se deben adornar con ornamentos de oro).

Una persona que tiene una herida o una úlcera supurante, no puede ofrecer su oración con su cuerpo o ropa manchada por la sangre, hasta el momento que la herida, la emanación de sangre o la úlcera ci­catrice. Si ello trae problemas al resto de la gente, en tal circunstancia lavar o cambiar la ropa.

Agentes purificadores

Si el cuerpo o las ropas se vuelven impuros, pueden ser limpiados de distintas maneras. Lo mejor es limpiarlos con agua. “Dios envía agua del cielo para purificaros...” (8:11)

Hay algunos puntos importantes relacionados con los agentes purificadores.

Un “kur” de agua es aproximadamente igual a 384 litros. Un “kur” de agua no se vuelve impuro por entrar en contacto con algo sucio, a menos que cambien su gusto, olor o color. Sin embargo, cual­quier cosa sucia se puede volver purificada en esa agua.

Un utensilio o cualquier otro objeto impuro deberá ser lavado tres veces con agua pura para purificarlo (para lo cual se derramará agua sobre el objeto). Por supuesto, es necesario que estos lavados sean hechos después que haya sido sacada la impureza del caso. Pero si un perro ha lamido un utensilio o comido o bebido de él, en primer lugar habría que fregarlo con arcilla y luego lavarlo con agua pura (como la que suma al menos un “kur” de volumen o el agua corriente).

Si llueve sobre un objeto impuro que no contiene la impureza que lo ensució, se vuelve puro.

Si como resultado de caminar sobre una tierra impura la suela de los zapatos o las plantas de los pies se vuelven impuros, pueden ser vueltos puros caminando sobre tierra seca hasta que la impureza origi­nal se remueva y no es necesario entonces el lavado.

Si la tierra, un edificio, una ventana, una puerta o cualquier otro objeto fijo queda impuro, queda nuevamente puro después que la im­pureza original es apartada y el lugar ensuciado, si está húmedo, se seca con los rayos directos del sol.

Si una cosa impura es transformada en una cosa pura, por ejem­plo un pedazo de madera impura se lo vuelve ceniza después de haberlo quemado o una bebida alcohólica es transformada en vinagre, automá­ticamente se vuelven puras.

Si el cuerpo de un animal se ensucia con alguna impureza origi­nal, como sangre o con algo que lo ha vuelto impuro, por ejemplo agua sucia, se vuelve puro tan pronto como la sustancia es eliminada del mismo. Lo mismo ocurre con las partes interiores del ser humano como la boca y las fosas nasales. Se tornan puras eliminando la impu­reza original.

ABLUCION

Es obligatoria la ablución (al-uudú) antes de orar. Todos los mu­sulmanes tienen que lavarse y limpiarse las partes externas de su cuerpo varias veces al día y mantener su rostro, manos, cabeza y pies limpios. Haremos una breve descripción de la ablución. Para su cumplimiento es obligatorio lavarse la cara, los antebrazos y manos, primero el dere­cho y luego el izquierdo, sucesivamente, limpiarse la cabeza y los pies con las manos húmedas.

El rostro debe ser lavado desde los cabellos que están inmediata­mente después de la frente hasta el mentón. El ancho de lo que se lava del rostro debe ser por lo menos igual a lo que se abarca entre el dedo del corazón (el medio) y el pulgar, después del rostro deben ser lavadas ambas manos y brazos desde los codos hasta los dedos. Después la parte frontal de la cabeza debe ser limpiada con la mano humedecida con el agua de la ablución. No es esencial que la humedad llegue al cuero cabelludo. Luego la mano humedecida deberá ser pasada sobre los pies desde la punta de los de­dos hasta los tobillos.

Realizar la ablución con agua adquirida ilegalmente o sin conoci­miento suficiente de si su propietario la cedió o no (por ejemplo: la de un pozo de una propiedad privada), invalida la purificación.

BAÑO

Debido a un estado de mayor impureza como el producido por la relación sexual o la eyaculación de semen, es obligatorio bañarse antes de la oración o para cumplir cualquier otro acto devocional que requie­ra la purificación previa. En este caso todo el cuerpo, incluyendo las porciones cubiertas por el vello deben ser lavadas totalmente. ­

Al bañarse hay que quitarse todo tipo de suciedad que vaya a evitar que el agua llegue a la piel. El agua de baño debe ser lo más lim­pia posible. En realidad un baño correcto limpia todo el cuerpo. El proceso prescripto de baño es como se indica a continuación. Hay dos tipos de baño: 1) “Tartibi” (consecutivo) y 2) “Irtimasi” (por inmer­sión). En el primer caso la persona debe lavarse la cabeza y el cuello con la intención de un baño ritual. Después lavarse la mitad derecha del cuerpo y después la otra mitad. Para asegurarse que las tres partes son lavadas completamente, debería, al lavar una parte, lavar también la otra en parte.

En caso del baño por inmersión, debe sumergirse todo el cuerpo en el agua. Si los pies apoyan en el fondo, deben levantarse (de modo que el agua bañe la planta de los mismos).

Durante el período menstrual la mujer no puede orar u observar ayuno. No es necesario que realice las oraciones omitidas durante ese período, pero en caso de que haya suspendido un ayuno deberá com­pensarlo a posteriori.

Después del período menstrual es obligatorio que tome un baño ritual a fin de poder orar y cumplir otros actos de adoración para los cuales la purificación es un prerrequisito. Las normas que se aplican a la mujer durante el período menstrual también se aplican durante unos pocos días subsiguientes al mismo...

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Fuente: libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com; Fundación Cultural Oriente


[1] Para éstas y muchas normas éticas y prácticas de la conducta profética, puede verse “Dichos, sentencias y sabias tradiciones del Islam”, Ediciones Mezquita At­ Tauhíd, 1988. (Nota del Editor)

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